lunes, 2 de noviembre de 2009

La economía brasileña: posibilidades de futuro

A pesar de que la recesión económica mundial haya tenido efectos también en la economía brasileña, los niveles de crecimiento previstos para el 2010 son poco inferiores a los del periodo anterior a la crisis. Brasil fue uno de los primeros países en sentir la crisis, pero también uno de los primeros en salir. En los últimos años, la economía brasileña ha demostrado haber superado el síndrome de la hiperinflación y el super endeudamiento, alcanzando una relativa estabilidad en los índices macroeconómicos. Ésto ha sido posible gracias a una gestión equilibrada de la máquina económica, que ha confiado en una política monetaria basada en las altas tasas de interés. Si por una parte se ha garantizado la estabilidad, por la otra, las altas tasas de interés han perjudicado a las inversiones en un país como Brasil, en el que la inclinación hacia el ahorro es tradicionalmente baja y en el que desde siempre ha sido difícil acceder a los créditos. La enorme cantidad de inversiones de cartera que han entrado en el país en los últimos meses ha llevado al gobierno a aumentar los mecanismos para acabar con ellas, ya que existe el temor de acoger excesivos capitales de tipo especulativo.

El estado de la economía brasileña será decisivo para las próximas elecciones del 2010.

El impacto de la crisis en la economía brasileña
Las consecuencias económicas de la crisis en Brasil, como en otros países de América del Sur, se presentaron entre finales del 2008 y el inicio de 2009, más tarde que en las “economías centrales”. En este periodo, el gobierno brasileño ha podido proteger la economía nacional a través de la adopción de medidas destinadas a defender los sectores más sensibles a la crisis. Si inicialmente para el 2009 se preveía una contracción del PIB de entorno al 1%, las estimaciones realizadas siempre han sido optimistas y, según muchos analistas, la contracción de la economía brasileña será poco superior al cero. De hecho, en el segundo trimestre de 2009 el PIB ha vuelto a crecer, llevando a la economía del país hacia la salida de la recesión. Los alrededor de 483.000 millones de reales brasileños puestos a disposición por el gobierno para combatir la crisis parecen haber sido suficientes. De esta cantidad, 15.000 millones proceden de los bancos estatales a través de una reducción de los impuestos. Los 6.000 millones previstos para la construcción de casas también entran en el balance del 2009. Sin embargo, un total de alrededor de 289.000 millones de reales fueron puestos a disposición del mercado por parte del Banco Central y de las instituciones financieras. Por lo tanto, el dato relevante es que la mayor parte de las medidas adoptadas no han afectado al balance. Según fuentes del gobierno, éstas han gravado alrededor de un 1 – 1,5% del PIB, dato considerablemente más bajo con respecto a las economías más importantes a nivel mundial: 13% para China y 6,7% para Estados Unidos. También hay que atribuir la buena resistencia de la economía brasileña frente a la crisis al perfil de las exportaciones, que en los últimos años han sufrido una amplia diversificación. Además, el país ha podido contar con un mercado interno en continua expansión, en el que el consumo se encuentra en crecimiento. De hecho, aunque las exportaciones en 2009 cayeron considerablemente, ocupan el 13% del PIB, dato relativamente bajo si se compara con el papel que tienen las exportaciones en las economías de China, Alemania y Japón, donde su porcentaje ronda alrededor del 40%.

Un impuesto contra la especulación financiera
También el sistema financiero ha respondido bien. Los bancos brasileños, exentos de impuestos por parte del Banco Central, no han alcanzado el nivel de complejidad de la arquitectura financiera de los bancos de las economías más avanzadas. Ésto los ha puesto al reparo del terremoto financiero que comenzó en 2007 con la crisis de los créditos subprime. Con el desarrollo de la recesión, el gobierno tuvo la habilidad de utilizar sus bancos para producir los mecanismos que incentivaran los créditos y, por lo tanto, inyectaran liquidez en la economía brasileña. La economía de Brasil sale de la crisis más fuerte de todos los tiempos en términos relativos, lo que es probable que lleve al país a convertirse en un destino privilegiado para flujos de inversión en los próximos meses y años. La industria minera y petrolífera continuará atrayendo inversiones por la enorme riqueza natural que posee el país. El mercado interno, en crecimiento gracias al aumento del consumo por parte de las familias, está destinado a atraer inversiones también por parte de las multinaciones de venta al por menor. También atraerá inversiones de servicios como las telecomunicaciones, sector en continuo crecimiento, y la construcción, dado el enorme plano infraestructural lanzado por el gobierno. El temor a no conseguir gestionar la enorme masa de inversiones que se está virtiendo en el país, ha llevado al gobierno a tomar medidas para frenar las inversiones de cartera gravándolas un 2%, ya que se consideran como potencialmente dañinas por su volatilidad. Además, han despertado preocupaciones las oscilaciones del Real brasileño. Los flujos de inversión entrantes han contribuido en los últimos años a la apreciación del Real, algo que el gobierno intenta detener con esta tasación. Por lo tanto, la crisis ha modificado el perfil de las inversiones extranjeras en Brasil: en agosto de 2009, la media de tres meses de inversiones extranjeras directas (IED) se ha reducido a la mitad, mientras que el dato relativo a la media de inversiones de cartera entrantes es más del doble. El Imposto sobre Operações Financeiras (IOF) tiene el objetivo de evitar que en el país se establezcan nuevas burbujas especulativas de efectos económicamente desestabilizantes. El impuesto IOF no afecta, sin embargo, a las IDE ya que normalmente están ligadas a inversiones a largo plazo y también tienen efectos tangibles en el desarrollo de la economia real.

Sin embargo, sigue siendo alto el coste del crédito, ya que las tasas de interés son del 8,75%. A pesar de que en enero de 2009 (cuando los impuestos alcanzaban el 13,75%) bajaron notablemente, parece que en 2010 podrían aumentar con el fin de evitar la fuga de capitales al extranjero. En política monetaria, la prioridad se ha dado a la contención de la inflación, pero esta política ha sido muy criticada por los empresarios porque ahoga las inversiones en capital productivo, los cuales prodrían generar renta y empleo. Además, los críticos señalan a las altas tasas de interés como la principal causa de la entrada de capital especulativo en el país, lo que hace aumentar el precio del Real y por lo tanto hace menos atrayentes las exportaciones.

Un Real fuerte, si por un lado puede tener ventajas en el sistema económico brasileño, por otro podría penalizar la divisa local de cara al dólar. De hecho, Brasil es uno de los principales poseedores de moneda estadounidense (más de 200.000 millones de dólares) y la subida del precio del Real, junto con la devaluación del dólar, podría disminuir el valor real de las reservas monetarias brasileñas.

El IOF puede ser una medida útil para obstaculizar la entrada de capitales especulativos, pero sólo a corto plazo. Este tipo de capital con el tiempo consigue entrar bajo la forma de inversión productiva o de mercancía extranjera en la tasación. Por lo tanto, es positiva la adopción de medidas para evitar que se creen burbujas especulativas en el país, pero deberían plantearse en una planificación a largo plazo. Tampoco hay que olvidar que el potencial futuro de Brasil como país exportador de petróleo aumenta la presión de este tipo de capitales. Las altas tasas de interés tienen el fin de contener la inflación, que el pasado representó el azote de las economías latinoamericanas. Si las tasas de interés frenan el crecimiento, también es cierto que la hacen la economía más equilibrada. Además, un Real fuerte evita que el crecimiento se base exclusivamente en el paradigma de las exportaciones. También da a la población una mayor percepción de bienestar económico, porque las personas pueden permitirse el viajar y comprar productos importados. Tal percepción reviste una particular importancia a cara a las elecciones presidenciales de octubre de 2010.

Los candidatos a la presidencia difícilmente se alejaran de la política económica actual, al igual que de la política monetaria. La lucha contra la inflación ya ha sido uno de los fundamentos de la política monetaria que ha venido formando parte del “Plano Real” en la pasada década. Se ha manifestado el temor de que la cercanía a las elecciones pueda representar el momento de aumentar el gasto público. Pero es más probable que el gobierno se ocupe más de otros campos, como el delicado tema de la regulación del régimen de explotación de los yacimientos pre-sal. También se habla de una nueva ley sobre la extracción minera. Para el gobierno de Lula es fundamental mantener a flote el país hasta las próximas elecciones, con sólidos fundamentos macroeconómicos, de modo que logre convertirse en el primer gobierno brasileño de la historia que saldría prácticamente ileso de una crisis económica.
 

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