jueves, 12 de noviembre de 2009

La UE y sus futuros dirigentes

Para sorpresa de los 27 miembros de la Unión Europea, el pasado 3 de noviembre, el presidente checo Václav Klaus ha firmado el Tratado de Lisboa, con el que se completa finalmente, el proceso de reforma de la UE, iniciado hace 8 años en el barrio belga de Laeken. La próxima entrada en vigor del Tratado ha obligado al líder de los tories, Cameron, a abandonar las promesas de un referéndum sobre el argumento y a mantener su credibilidad política presentando una postura antieuropeísta. En los próximos días, la Unión Europea deberá además, elegir a los representantes a los dos nuevos cargos previstos en la Reforma: el Presidente Permanente del Consejo y el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

La firma del Presidente Klaus y la reacción de los tories
El presidente checo Václav Klaus ha sorprendido de nuevo a los jefes de estado y de gobierno de los otros 26 miembros de la Unión Europea, firmando el Tratado de Lisboa el pasado 3 de noviembre. Manteniendo la promesa hecha hace algunos meses, sobre la que se afirmaba que serían los últimos a ratificar el Tratado, la firma de la República Checa, sin embargo, ha llegado con un inesperado anticipo. El presidente ha anunciado el cumplimiento de la ratificación sólo pocas horas después del veredicto de la Corte Constitucional checa, que, una vez más, rechaza oficialmente el momento en el que los senadores euroescepticistas acusaban al Tratado de Reforma como incompatible con la Constitución nacional. Klaus, como se esperaba, ha rebatido el no estar de acuerdo con la sentencia de la Corte, confirmando que el Tratado “limitará la soberanía de la República Checa”. Sin embargo, ha declarado aceptar el parecer de la Corte y la voluntad de las dos Cámaras del Parlamento.Actualmente, el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa ha sido completado por todos los estados miembros y se estima que pueda entrar en vigor el 1 de diciembre o como muy tarde, en enero de 2010. A pesar del extraño entusiasmo en el seno de las instituciones europeas, al conseguir alcanzar la meta después de 23 meses de la firma del texto en la capital portuguesa, la decisión de Klaus ha desilusionado ya que las primeras esperanzas de los conservadores británicos rondaban en la convención de que obtendrían un referéndum sobre la cuestión justo en el momento sucesivo a la entrada de David Cameron en el Número 10 de Downing Street. Después de haber asegurado que una vez en el poder no tendría permiso un transferimento de poderes de Londres a Bruselas sin el consenso de la población, Cameron ha dado un paso atrás, anunciando que podría haber sido posible convocar un referéndum después de las elecciones de la Cámara de los Comunes sólo si el Tratado no hubiera estado ya aprobado como ley europea. El empeño del líder conservador permanece focalizado en el hecho de negociar otras opt-out en algunas áreas de la Unión Europea, en particular aquellas que conciernen a los aspectos sociales y del trabajo, y sobre todo, en la obtención de una completa desocupación en la aplicación de la Carta de los Derechos Fundamentales, que será en estos momentos, vinculante. Además, sobre el modelo irlandés, Cameron ha declarado que se comprometerá a cambiar la ley británica de manera que se someta a consulta popular, cualquier transferimento de poderes en el seno de la UE, además de la eventual adopción de una moneda única europea. Fracasado el primer objetivo de un referéndum sobre el Tratado de Lisboa, el líder de los tories, deberá encontrar el modo de mantener entre sus filas a aquellos miembros más euroescepticistas de su partido, que, en cambio, parecen estar más atraídos por la dialéctica fuertemente antieuropeísta de Nigel Farage. Los primeros a abandonar el partido británico han sido, Daniel Hannan y Roger Helmar -ambos eurodiputados- que han elegido dimitir en señal de protesta contra el retroceso de Cameron, etiquetando su decisión como “democráticamente necesaria” en cuanto a que ambos fueron “elegidos en base a un manifiesto que preveía una explícita promesa de referéndum”.

El nuevo orden de la Unión Europea tras la firma
En las intenciones de sus artífices, el Tratado de Lisboa miraba a dotar finalmente, a la Unión Europea de un sistema institucional más eficiente que pudiera tener en cuenta a una comunidad de 27 miembros. Los orígenes del documento se sitúan hace ocho años, cuando los jefes de estado y de gobierno de la entonces Europa de los 15, se reunieron en Bélgica y adoptaron la famosa declaración de Laeken, que “forzaba a la UE a conseguir una posición más democrática, más transparente y eficaz”. En aquella sede, vino convocada también, una convención con la tarea de examinar las cuestiones esenciales relacionadas con el futuro de la Unión Europea y de asegurar una preparación lo más amplia y transparente posible a la CIG 2004. El trabajo de la convención duró desde febrero de 2002 hasta el 10 de julio de 2003, y condujo, un año después, a un acuerdo sobre el proyecto de Constitución Europea. Firmado durante una solemne ceremonia en Roma a finales de octubre de 2004, el texto del Tratado que instituiba una Constitución para Europa, fue desaprobado por los referéndum franceses y holandeses convocados en mayo y junio de 2005. Al estancamiento institucional causado por el bloqueo de los procesos de ratificación, la UE responde con: “periodo de reflexión”, en el cual los estados miembros -actuamente formado por 25, después del 1 de mayo de 2004- buscaron acordar sobre una nueva línea polítrica europea. Este proceso -que abarcó aproximadamente dos años, y al que participaron los estados miembros, la Comisión y el Parlamento Europeo, así como la sociedad civil- se concluye el 13 de diciembre de 2007, cuando los jefes de estado y de gobierno reunidos en la capital portuguesa, firmaron el Tratado de Reforma (conocido como el Tratado de Lisboa), que mantiene intactos los cambios esenciales acordados en junio de 2004.Las principales innovaciones previstas en el Tratado son: 1.El voto de doble mayoría para el Consejo de la UE que sustituirá (solo a partir del 2014) al actual voto de mayoría cualificada. El nuevo sistema prevé que las decisiones vengan tomadas por el Consejo sólo en el caso en el que se consiga la aceptación del 55% de los estados miembros. Esta mayoría debería pues, corresponder al 65% de toda la población europea.2.Desde el 2014 al 2017 además, está previsto un periodo de transición en el que se podrá aplicar el Compromiso de Ioannina, firmado a partir del Tratado de Amsterdam y después eliminado del de Niza. Polonia, en cambio, se ha posicionado firmemente hasta que sea integrado en un protocolo externo al Tratado de Lisboa, con el fin de permitir a una minoría de estados (que no consiguen por sí mismos alcanzar la minoría de bloque) tomarse un tiempo sobre algunas cuestiones claves para encontrar una solución común. 3.La composición del Parlamento Europeo será además, revisada en base a la fórmula “750+1”. El número de los eurodiputados ha sido fijado en 750, pero el gobierno italiano ha conseguido asegurarse otro escaño nacional con el objetivo de igularse con el Reino Unido (obteniendo 73 escaños cada uno). El número mínimo para cada estado es de 6 escaños mientras que el máximo se sitúa en 96.4.El Parlamento Europeo, asimismo, ve aumentado sus poderes legislativos gracias a una extensión del procedimiento de una decisión conjunta (que garantiza una posición a la par respecto el Consejo de la UE). Siendo el único órgano elegido por sufragio directo, el aumento de los poderes decididos por el PE busca hacer frente al déficit democrático del que viene a menudo acusada la Unión Europea. 5.Con el mismo objetivo viene ahora prevista una mayor participación de los parlamentos nacionales, que podrán aclarar objeciones y dudas respecto al aparato de la UE y controlar que los órganos puedan ser emprendidas también a nivel nacional.6.Para garantizar siempre una mayor democracia (y para ir en contra a los temores del electorado irlandés) cada estado miembro continuará a representarse en el seno de la Comisión Europea.7.La Carta de los derechos fundamentales viene unida al Texto y se convierte en vinculante. Algunas opt-out han sido, sin embargo, reconocidas por el Reino Unido, Polonia y la República Checa.8.La gran novedad introducida por el Tratado de Lisboa es además, la cláusula de rescisión, que permite por primera vez a un estado salir de la Unión Europea.El Tratado integra también dos nuevas figuras: 1.Un Presidente del Consejo permanente que represente a la Unión Europea durante un periodo de dos años y medio, sustituyendo así, al actual mecanismo de rotación semestral. 2.Un Alto Representante de la Unión Europea para los Asuntos Externos y la Política de Seguridad, que será también el vicepresidente de la Comisión, y deberá conferir a la acción externa de la UE un mayor impacto, coherencia y visibilidad.

Prospectivas a corto plazo
Después del cumplimiento del proceso de ratificación de los 27 miembros, la presidencia suiza de la UE, convocará probablemnte en los próximos días, una cumbre especial del Consejo para decidir a quién fiar las nuevas tareas previstas por el Tratado de Lisboa. En relación a la figura del presidente permanente los nombres que circulaban con mayor frecuencia eran los de Tony Blair, Jean-Claude Juncker y Guy Verhofstadt. La elección del ex primer ministro británico parece sin embargo, ya descartada después de las declaraciones de Zapatero y del líder socialista del PE Martin Schultz, que preferirían que la centro-izquierda se asegurara más bien del cargo de Alto Representante de los Asuntos Externos. El hecho de que el Reino Unido decidiera no adoptar la moneda común, además, podría en efecto crear algunos problemas en el momento en el que el presidente debiera representar los intereses de toda la UE. En conclusión, una vez anuladas las posibilidades de la candidatura de Blair, los seguidores se han dirigido al primer ministro belga Herman Van Rompuy, al holandés Peter Balkenende y al austriaco Wolfgang Schüssel.
 

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