lunes, 9 de noviembre de 2009

Centroamérica y la integración regional

Los países centroamericanos están trabajando duramente para la creación de organismos regionales que coordinen las políticas económicas y financieras de los Estados miembro, pero las divergencias diplomáticas y la reciente crisis en Honduras ponen en duda la capacidad de estos países para reaccionar de manera conjunta.

La cooperación económica podría cambiar las alianzas
Los pasos más grandes que se han dado en América Central con respecto a la cooperación económica han sido en el campo energético, con México y Colombia.

México y Guatemala han inaugurado recientemente una red eléctrica de 55 millones de dólares, algo que permitirá a los Estados Centroamericanos recibir energía eléctrica a un precio más conveniente, y a México a atender la caída de la demanda interna de energía. Sin embargo, el sistema no entrará en vigor automáticamente: aún hay muchas divergencias sobre el perfil de las reglamentaciones entre los dos Estados, algo que debería superarse, según las previsiones, antes de que termine 2010.

También entre Colombia y Panamá se ha establecido un acuerdo de cooperación técnica y de integración de las infraestructuras eléctricas, de un coste de 1,25 millones de dólares, que será financiado principalmente por el Banco Interamericano de Desarrollo.
El objetivo final es conectar las instalaciones eléctricas de toda América Central con México y Colombia. El proyecto global, que se encuentra dentro del “Plan Puebla Panamá”, es un proyecto presentado hace ocho años (pero reactivado en 2007 por el Presidente Calderón) alternativo, al menos en teoría, al aumento de la influencia de Venezuela. El problema es que cuesta alrededor de 40 millones de dólares, cifra que será difícil de alcanzar si los Estados Centroamericanos no son capaces de atraer inversores.

A pesar de estas dificultades, las asociaciones energéticas previstas por los países de la zona permitirán una disminución de la dependencia del petróleo, ya que las instalaciones eléctricas se basarán en ello. Seguramente ésto también influenciará las futuras alianzas en la zona, ya que muchos países Centroamericanos son miembro de Petrocaribe, liderado por la Venezuela de Chávez.

Muchas organizaciones sopranacionales para un solo objetivo
Las organizaciones regionales Centramericanas se concentran en la cooperación económica, aunque los pasos hacia la integración son lentos. El Consejo de la Unión Monetaria Centroamericana fue creado hace casi cuarenta años por los bancos centrales de los países de la zona, con el objetivo de coordinar el crédito y las políticas de intercambio para llegar a una unión monetaria. Pero no se han experimentado avances relevantes en esta dirección: la organización permite el intercambio de informaciones sobre la marcha de la economía de los países miembro, pero la creación de la unión monetaria aún parece estar lejana, ya que algunos países como el Salvador aún utilizan el dólar como divisa nacional. Sin embargo, el proyecto fue reactivado el año pasado por el SICA (Sistema de Integración Centroamericano) como intento de respuesta a la crisis financiera mundial.
Siempre en el ámbito financiero, los países Centroamericanos han creado el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el cual posee un capital de 5.000 millones de dólares y tiene la función de financiar proyectos de desarrollo de las áreas más pobres de la región, con el objetivo de reforzar la integración. Esta institución se está revelando como una de las más activas, ayudando a los países Centroamericanos en el desarrollo de las infraestructuras y de la estructura educativa, haciendo partícipe también a países que se encuentran fuera de la zona como son México, Argentina, España y Taiwán.

Además existe el Mercado Común Centroamericano, creado para promover la integración a través de la gradual reducción de las tarifas, hasta llegar a su abolición. A pesar de que gran parte de las tarifas efectivamente se han abolido, parece que el libre intercambio de mercancías en la región aún va a tener que esperar, a causa de la lentitud en las modificaciones de las normas nacionales de los países miembro.

También hay que citar las organizaciones lideradas por la Venezuela de Chávez, de las que forman parte sólo algunos Estados Centroamericanos, y que ayudan a las economías de los países que las forman, pero que hacen más problemática la integración económica y política en la zona. Un ejemplo es Petrocaribe, una alianza que permite a los países miembro a comprar petróleo de Venezuela a un precio más bajo, ayudando al sector energético de estos Estados, ya que su energía se extrae de centrales de petróleo. Un segundo ejemplo es la Alternativa Bolivariana para los pueblos Américanos (ALBA), liderada por Venezuela, que promueve la cooperación política, social y económica en Latinoamérica, pero hace más dificultosa la cooperación política y económica en Centroamérica entre los países miembro del ALBA y los que son más cercanos a Estados Unidos.

La organización que debería promover el diálogo y la cooperación en toda esta zona, el Sistema de Integración Centroamericano (SICA), se creó con el objetivo de consolidar la democracia en la zona y la cooperación, pero con la reciente crisis en Honduras se han mostrado todas las dificultades de los países de la zona para hacerse notar en su propia región. Entre los países miembro, sólo Costa Rica, a través del presidente Óscar Arias, se ha comprometido en la resolución de la crisis hondureña, intentando favorecer un compromiso entre el presidente destituído Manuel Zelaya y el jefe del gobierno en funciones, Roberto Micheletti.

La crisis en Honduras ha mostrado las fragilidades de la zona
Hace pocos días se logró un acuerdo entre Zelaya y Micheletti. El primero debería volver a desarrollar su papel de Presidente hasta el término del mandato, y las elecciones previstas para el 29 de noviembre deberían desarrollarse regularmente, sin que ninguno de los dos pueda participar. Es cierto que este compromiso no se ha logrado gracias al trabajo diplomático de los países centroamericanos, meros espectadores en la zona, de un partido entre las mayores potencias, Estados Unidos, y las potencias emergentes, Venezuela y Brasil.

La solución a la crisis volverá a dar, a los países de la zona, la seguridad comercial que le ha faltado en los meses anteriores. Dada su posición geográfica, por Honduras pasaba gran parte de las mercancías que se intercambiaban en la zona, y con el cierre de las fronteras y de los aeropuertos, decidido por Micheletti para impedir el regreso de Zelaya, el comercio, y como consecuencia el mercado laboral ligado a éste, sufrieron un brusco y repentino frenazo.

A pesar de que la crisis hondureña parece haber llegado a su fin, los problemas en Centroamérica no parecen haber terminado. En 2011 se celebrarán las elecciones presidenciales en Nicaragua y Estados Unidos ha declarado recientemente su preocupación por la sentencia de la Corte Suprema de Nicaragua en la que se estableció que el Presidente Daniel Ortega, representante del Frenta Sandinista, podrá presentarse nuevamente como candidato a las próximas elecciones, sin necesidad de cambiar la constitución. También podrían aflorar nuevas tensiones en la zona a causa de la decisión de los Estados miembro del ALBA de criticar la decisión de Colombia y Panamá de conceder mayor utilización de las bases militares en los dos países a EE.UU. Panamá debería firmar dentro de poco un tratado para la cesión de dos bases navales para la lucha contra el narcotráfico.

La cooperación con Estados Unidos contra el narcotráfico
Centroamérica se está convirtiendo en una zona de refugio para los narcotraficantes mexicanos, los cuales están sufriendo grandes pérdidas a causa de la nueva política contra el narcotráfico de Calderón, y es principalmente en Guatemala donde se están consolidando las bases del narcotráfico. Recientemente las fuerzas guatemaltecas secuestraron un submarino cargado de droga, y ya en los meses pasados fueron secuestrados otros dos, a lo largo de la costa de Guatemala. Junto a ésto, precisamente las regiones más septentrionales de América Central, Guatemala, El Salvador y Honduras, es considerada una de los más peligrosas en el mundo a causa del alto nivel de homicidios ligados al narcotráfico. La difusión del crimen organizado en América Central está poniendo en crisis las buenas intenciones del SICA sobre el refuerzo de la democracia y de la seguridad, y la corrupción difundida, en particular en Nicaragua, no ayuda a dar estabilidad a los países de la zona.

México se ha comprometido con los países centroamericanos en este ámbito. Recientemente se llegó a un acuerdo entre México y Guatemala, que prevé la colaboración entre los dos países en la lucha el narcotráfico, en concreto mediante el intercambio de información y servicios de inteligencia, reforzando el diálogo entre SICA y México, sobre la seguridad democrática.

Lo mismo está haciendo Estados Unidos (primer destino de los narcos mexicanos) mediante la así llamada “Iniciativa Mérida”, que prevé el suministro de equipamiento y formación por parte de Estados Unidos para la profesionalización de los cuerpos de seguridad mexicanos y centroamericanos. El año pasado el Congreso de Estados Unidos aprobó la financiación, de 65 millones de dólares, para ayudar a Centroamérica en la lucha contra el narcotráfico, aunque la situación es muy seria, ya que el crimen ligado a los estupefacientes se está expandiendo cada vez más en América Central.

Los países de América Central difícilmente llegarán a corto plazo a ningún tipo de integración política. La cooperación económica podría aumentar, como vimos con los acuerdos energéticos firmados con los países limítrofes, pero la Unión Monetaria tendrá dificultades para emerger a corto plazo, ya que el Consejo de la Unión Monetaria Centroamericana tiene más de cuarenta años y no se han llevado a cabo desarrollos relevantes para la creación de una moneda única. Los Estados Centroamericanos parecen tener la energía y los fondos necesarios para la creación de muchas organizaciones destinadas a desarrollar las mismas funciones, algo que podría ser una señal de la buena voluntad hacia la integración, pero por la otra parte se traduce en un despilfarro de recursos que habrían tenido mayor éxito si se hubieran destinado a un proyecto común.

El camino hacia una plena integración se ha vuelto dificultosa por las divergencias diplomáticas y políticas, así como por la debilidad para afrontar desafíos como el narcotráfico y las crisis regionales.
 

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