viernes, 26 de febrero de 2010

Francia y el velo islámico

El informe de la comisión parlamentaria sobre la cuestión del velo, publicado el 26 de enero, suscitó un amplio debate en Francia y en el resto del mundo. La cuestión trasciende las fronteras de los estados y pone, en relación con los flujos migratorios, una serie de interrogantes a cerca de los problemas de indentidad nacional y de los modelos de integración puestos en marcha por los gobiernos nacionales.

Antonello Cadinu

El informe de la comisión y el contexto político francés
La decisión de confiar a una comisión parlamentaria el hecho de examinar la cuestión del velo islámico fue tomada en julio de 2009. Después de seis meses de trabajo se ha hecho público un documento final en el que se hace evidente como el velo islámico es incompatible con los valores de la República francesa y como la libertad de conciencia debe ser respetada en relación al principio de laicidad articulado en la ley de 1905, aprobada por el socialista y posterior ministro de asuntos exteriores, Aristide Briand. Según esto, atendiendo a lo redactado por la comisión, se deben seguir las medidas legislativas que prohiben cubrirse el viso en los lugares públicos, así como el código civil, el cual sanciona las manifestaciones radicales de cualquier culto. Una posición, esta última, que recuerda la contenida en la sentencia del Consejo de Estado en junio de 2008, por la que una mujer marroquí rechazó la ciudadanía francesa ya que, llevando el niqab, se encontraba como no integrada en la sociedad.Por el momento, cada decisión que mira a una futura legislación ha sido remandada al día posterior de las elecciones regionales que tendrán lugar en el mes de marzo de 2010; sin embargo, el partido, a excepción de algunas voces discordantes, que goza de mayoría, UMP, parece decidido a adoptar una ley que presente esta temática como punto clave, como ha recalcado el presidente del partido a la Assemblea Nazionale, Jean-François Copé.El actual debate político francés en relación con los vínculos que se presentan con la religión musulmana, encuentra sus raíces en marzo de 2004, cuando viene aprobada una ley a partir de la cual se prohibe la ostentación de símbolos religiosos en las escuelas, haciendo hincapié en el concepto de laicidad que, como subraya Henri Pena-Ruiz, designa la unidad de la población y permite garantizar simultáneamente los principios de libertad y de igualdad.Sin embargo, no parece correcto vincular la cuestión de las relaciones con los individuos de fe musulmana con el principio de laicidad; de hecho, esto muestra solo el síntoma externo de una problemática mucho más profunda, inherente a la voluntad de mantener una precisa identidad nacional de frente al continuo crecimiento de los flujos migratorios.

Flujos migratorios e identidad nacional, ¿un problema exclusivamente francés?
La cuestión de la identidad nacional ha sido puesta en discusión por el actual ministro de inmigración, Eric Besson, el cual ha creado también una página en internet orientada a desarrollar un debate público sobre el tema. La existencia de una dialéctica con el fenómeno migratorio había sido ya señalada por Samuel Huntington a mitad de los años 90. Según sus análisis, la Europa occidental sentía amenazada su propia identidad a causa de los flujos migratorios, una fobia aguzada por las bajas tasas de crecimiento demográfico. No es casualidad que el mismo Huntington, en su teoría, Choque de civilizaciones,evidencie como este fenómeno haya sido radicado en Francia, país que presenta una fuerte consciencia de su propia identidad nacional. Así, por este motivo, los franceses han aceptado a aquellos africanos que hablan perfectamente su lengua, “pero no aceptan a las chicas musulmanas que van a la escuela con el velo islámico”.Por lo que no es extraño el llegar a pensar en un fuerte vínculo entre la cuestión de los flujos migratorios y el concepto de seguridad interna del estado, entendida como una ausencia en las amenazas de los propios intereses vitales, de las capacidades, hasta el momento existentes, de disuadirles y darles la espalda. Este hecho parece adquirir posteriores precisiones si se piensa que en el 2025, los musulmanes constituirán cerca del 30% de la población mundial.Las relaciones con el mundo musulmán constituyen el fulcro de los flujos migratorios europeos y por este motivo el debate francés tiene un carácter transnacional. De hecho, si bien Francia es el único país europeo donde se presenta una propuesta concreta de ley, inherente a la prohibición del velo islámico, la cuestión de la identidad nacional es un problema de dimensiones continentales. Las relaciones con las minorías de fe musulmana en el resto de Europa no siempre han sido simples y lineales. Se podría llegar a afirmar, incluso, que a menudo prevalece un sentimiento de asedio y de amenaza por parte de la población residente. En esta línea, la propuesta francesa podría constituir un precedente legislativo significativo para abrir las puertas a soluciones análogas en otros países europeos, como podría ser Alemania, Italia, donde propuestas de este tipo han sido puestas en práctica por la Liga Norte (Lega Nord), o Bélgica, donde existen movimientos islámicos de naturaleza radical como los Hermanos Musulmanes.

¿Cuál es el modelo de integración idóneo para la Europa?
El New York Times ha acusado a Francia de querer acogerse a una ley donde su único mérito sería la marginalización de la comunidad de fe musulmana. Así, ciertos juristas franceses han expresado su escepticismo a cerca de la aplicación y la utilidad de una ley que prohibe el uso del velo islámico. El problema, de hecho, es complejo y profundo, y debería ser propuesto a una reflexión más general que tenga en consideración los modelos de integración creados hasta el momento. Es interesante recordar, para el propósito presentado, el análisis de Valentina Cardinale que evidencia la existencia de tres modelos integrativos: la asimilación, prevalente en Francia, cuyos límites vienen enlazados a las revueltas de las periferías parisinas, zonas con una razonable presencia de inmigrantes de primera y segunda generación, en el invierno de 2005. El multiculruralismo que, como ha sido aplicado en Reino Unido y en Holanda, ha llevado a fenómenos de sustancial segregación y aislamiento derivante de una impostación excesivamente relativista. Por último, el principio utilitarístico, prevalente ya en el sistema alemán y orientado a valuar el fenómeno migratorio en base a la valutación de los costes y los beneficios que la comunidad residente debe afrontar. Según Mario Ciampi, estos modelos no deberían ser adoptados de manera firme, inmovíbles, sino que deberían estudiarse bajo una óptica dinámica, capaz de conciliar “la lógica de la inclusión cosmopolita con el tema de la pertenencia a las comunidades históricas concretas”. Para conseguir este equilibrio sería necesario concentrarse en una política de diálogo intercultural.

Por el momento no parece posible vislumbrar los triunfos conseguidos por la legislación francesa; sin embargo, se pude afirmar, que el debate del velo islámico se presenta relevante para todo el continente europeo. Los fenómenos migratorios y la yuxtaposición de culturas diversas tienen una influencia inevitable para los equilibrios internos de una sociedad nacional. Los trabajos de la comisión parlamentaria francesa tienen la capacidad de focalizar su atención en el concepto de identidad nacional y, en definitiva, en aquellla europea; por este motivo, parece que no será viable una discusión general sobre las medidas puestas en práctica a favor de la integración de la comunidad extranjera ni bajo el punto de vista europeo ni bajo un punto de vista nacional.

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