viernes, 5 de febrero de 2010

Otro mandato de Evo

La victoria de Evo Morales en las elecciones presidenciales del pasado diciembre demuestra el éxito de su proyecto político económico y la confianza que le profesan la mayoría de los ciudadanos bolivianos. A pesar de las profundas divisiones internas y los conflictos de los últimos años entre el gobierno central y las provincias orientales, Morales venció con un amplio margen que le garantiza la libertad de acción necesaria para finalizar los proyectos de su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS). En particular, la agenda del nuevo gobierno en los próximos meses para puesta en marcha por la nueva costitución, desde el punto de vista político, con el proceso de descentralizar y reconocer las autonomias indígenas, desde el ámbito económico aumentando el nivel intervencionista del país.

Los orígenes de la victoria de Morales

Las elecciones presidenciales de diciembre terminaron con una clara victoria de Evo Morales y de su partido MAS, que obtuvo el 64% de los votos, superando un 10% el resultado de 2005. El MAS demostró ser el único partido a nivel nacional del país capaz de obtener los votos necesarios para ser representante de todos los departamentos. A pesar de las tensiones de los últimos años entre varias regiones del país, el MAS sorprendió obteniendo buenos resultados hasta en las zonas tradicionalmente enemigas. En particular, en los cinco departamento de la Media Luna, el frente antagonista del presidente, donde el apoyo a Morales ha aumentado de manera significativa: ganando en Tarija y Chuquisaca, con el 46% en Pando y el 35% en Beni. El dato más destacado es sin duda el de Santa Cruz, líder de la oposición del gobierno central en 2008, en el cual el apoyo a Morales ha pasado del 33% en 2005 al 43%. En estos últimos tres territorios, el presidente es segundo por detrás de Manfred Reyes Villa del Movimiento Nacionalista Revolucionario, MNR. Las causas del éxito requieren su estudio, en primer lugar, en la fragmentación y en la debilidad de la oposición. Los partidos más fuertes de la oposición MNR, Podemos (Poder Democrático Nacional) y UN (Unidad Nacional), carecen de una estructura nacional fuerte; no fueron capaces de constituir un frente único y de proponer un mensaje alternativo al proyecto del Movimiento Al Socialismo. Gran indicativo de las divisiones internas, hecho que se reflejó en las elecciones en las que se presentaron, además de Morales otros siete cadidatos a la presidencia. Un posible límite de la oposición es el carácter estrictamente regional; aun ganando en Pando, Beni y Santa Cruz no alcanzarían ni el 30% de los consensos en las regiones occidentales habitadas por los indígenas, que constituye el 70% de la población boliviana. A esto se le suma la habilidad del presidente de no contar sólo con sus seguidores tradicionales, es decir los indígenas del oeste, si no también con otros sectores de la sociedad. En particular Morales, durante la campaña, subrayó la intención de ampliar su base electoral llegando incluso a la clase media urbana. El objetivo del presidente era alcanzar dos de los tres votoso para poder obtener el control de la asamblea legislativa plurinacional. Por esta razón, en las listas electorales se decidió incluir representantes de clase media, algunos de ellos dirigentes sindicales, y se instauró para romper con el frente autonomista oriental. También es importante para explicar la victoria de Morales el hecho de que Bolivia, a diferencia del resto de países de la región, se ha resentido mucho menos de la crisis económica mundial. En 2009, la tasa de crecimiento del país, de media respecto al año anterior, fue el más alto de todo el continente latinoamericano (de 6,1% a 3,5% según las estadísticas de la Cepal). El cierre del mercado exterior boliviano, particularmente en el sector financiero, amortiguó en parte las consecuencias de la recesión mundial. Los productores y los mineros han sufrido respectivamente la disminución de la demanda externa en los productos agrícolas, sobre todo de soja en Venezuela, y de la caída de los precios de las materias primas, como el gas natural, el litio y el zinc. A pesar de ello, la crisis no ha tenido efectos negativos como para debilitar la figura del presidente.

Prospectivas de los próximos meses
Gracias al amplio margen de victoria de Morales, los próximo meses se caracterizarán por haber terminado el proyecto político y económico del Movimiento Al Socialismo. En particular, entre las cuestiones más importantes puestas de manifiesto durante la campaña electoral se encuentra la implantación de la nueva constitución y la puestas en marcha, en el ámbito económico, de futuras nacionalizaciones. La nueva carta constitucional, aprobada por referendum en enero de 2009, prevé la puesta en marcha de un proceso de descentralización y de definición de las autonomias étnicas y religiosas. La comunidad indígena es reconocida en este contexto como el núcleo fundamental de la autonomia política y se garantiza a los pueblos originarios una presencia mayoritaria a todos los niveles. A pesar de su aprobación, la constitución ha partido en dos la sociedad (60% de los ciudadanos votó si contra el 40% de no), división que aún no se ha resuelto ni siquiera después del amplio margen de victoria de Morales. En cuanto al sector económico, muchos son los compromisos que le esperan al gobierno en los próximos meses. El nuevo ministros de hidrocarburos y energía, Luis Fernando Vincenti aclara la necesidad de aumentar las inversiones en el sector y promover el desarrollo de nuevas exploraciones. Este objetivo parece difícil de alcanzar si tuviese que contar sólo con los recursos estatales, en cuanto a las nacionalizaciones que se produjeron en el sector se han alejado los capitales privados. El objetivo del gobierno es responder a la pregunta del exterior, sobre todo de Brasil y Argentina, y de mejorar las condiciones para las exportaciones. La cuestión de la intervención estatal en la gestión de los recursos petrolíferos y de gas natural por parte del estado ha sido una de las causas de tensión entre el gobierno central y las regiones orientales, ricas en materias primas. Las privatizaciones y las capitalizaciones de los 90, que favorecieron el desarrollo de las industrias mineras y estractivas bolivianas gracias a las inversiones extranjeras, fueron sustituidas por un proceso de nacionalización desde 2006. La política del MAS parece haber funcionado durante un breve periodo; el crecimiento de los ingresos estatales, debido a los provenientes del mercado de las materias primas, permitió el desarrollo de ambiciosos programas sociales, en uno de los países más pobre de Latino América. A esto se le sumó la fuga de capitales e inversiones extranjeras y una desaceleración en la producción y el desarrollo. Estas son parte de las críticas principales de la oposición contra la política económica del MAS. A esto cabe añadir los nuevos proyectos de nacionalización del gobierno de Morales, donde se encuentran los del sector de la energia eléctrica y las pensiones. En particular, el presidente ha iniciado las negociaciones con las empresas extranjeras que controlan las sociedades eléctricas Corani, Guaracachi y Valle Hermoso. Morales también prometió crear nuevas empresas estatales para la producción de papel, cemento y productos lácteos con el objetivo de diversificar la economía y de ayudar a las exportaciones de productos transformados en materias primas. Otro proyecto era explotar el litio y el mineral de hierro, de los cuales Bolivia es rica. La disminución de los ingresos derivados del gas y el petróleo, sin embargo, se están acercando a las arcas del estado, que el próximo año podrían registrar un déficit del 4,5% del PIB. A pesar de la voluntad de controlar estas áreas, el gobierno podría estar más interesado en el sector privado para promover el desarrollo.

La relección de Morales como presidente de Bolivia fue una sorpresa. Este éxito, sin embargo, no debería sobreestimarse porque, a pesar del gran apoyo obtenido incluso en las regiones tradicionalmente antagonistas al presidente, persiste una fractura dentro de la sociedad. Durante la campaña electoral, la típica imagen del Evo Morales que mantiene sus raices y pertenece a la izquierda radical han mermado, mostrando al presidente algo más moderado, acercándose al electorado de clase media y centro. Solo en los próximos meses se podrá determinar cual de las dos imágenes prevalecerá, porque la gran mayoría con que goza el Parlamento otorga al nuevo gobierno una amplia libertad de acción. La oposición, por otra parte, tiene a su disposición algunos meses antes de las elecciones regionales de abril para reorganizarse y proponer al electorado boliviano la protagonización de una alternativa al MAS, por lo menos a nivel local.

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