miércoles, 10 de febrero de 2010

Taiwan en las relaciones de EEUU y China

Parte del bloque comunista, que se enfrentó a estadounidense durante la Guerra Fría, Taiwán (La República de China), entre otros, hoy representa un factor importante para el control marítimo en el mar de China Meridional. Sin embargo, los desplazamientos militares constituyen un obstáculo a la hora de establecer buenas relaciones entre la República Popular China y los Estados Unidos.

El valor de Taiwán y las relaciones en el Estrecho
Para Pekín, Taiwán posee un elevado valor simbólico, relacionado con el orgullo nacional chino. La isla representa además un problema naval dado que, por su posición puede prohibir los movimientos marítimos entre el Mar de China Meridional y el Mar de China Oriental, aislando la costa septentrional de China y Shanghái de la parte suroccidental del país. Taiwán es la prueba de la presencia y la injerencia estadounidense en los asuntos chinos. La cuestión de Taiwán entra nuevamente en el ámbito de la seguridad nacional china.
Pekín intenta aislar internacionalmente a Taiwán (actualmente solo 24 países mantienen vínculos diplomáticos con la isla), y esto lo realiza a través de lo que ha sido definida por el New York Times como la “pocketbook diplomacy”, es decir, condicionando los acuerdos económicos y los sustentos financieros a la rotura de las relaciones con Taiwán.
La disputa concierne al estado jurídico de la isla de Taiwán. Pekín sostiene la existencia de una única China, a la que Taiwán pertenece, manteniendo como inaceptable una posible declaración de independencia de la isla respecto a la China continental. Como disuasivo de esta acción, ha desplegado ya desde hace tiempo, sistemas misilísticos en el Estrecho de Taiwán. El secretario de defensa estadounidense, Robert Gates, declaró que a finales de 2008 el ejército chino  desplegó 1.050-1.1150 misiles balísticos a corto alcance M-9 y M-11, cerca de 60-80 misiles más respecto al año anterior (fuentes: CRS); se calculan un total de 1400 misiles, incluyendo aquellos a medio alcance. Además, a estos últimos debemos añadir los temidos misiles anti nave “Sunburn” de producción rusa, a disposición de la marina china. Estas instalaciones hicieron afirmar al Ministro de Defensa taiwanés, en el mes de agosto de 2006, que en dos años, Pekín estaría en grado de golpear la isla en escasos 7 minutos.
Sin embargo, en los últimos años, las relaciones económicas entre los dos países han aumentado, en línea con la idea de empujar a construir vínculos económicos y culturales, posponiendo la solución del contencioso político. La China continental representa para Taiwán el principal aliado económico, en 2007 su mercado ha absorbido el 30% de las exportaciones taiwaneses. También en 2007, los intercambios comerciales entre los dos alcanzaron los 102 mil millones de dólares (en 1991 eran 8 mil millones), situando a Taiwán en el séptimo puesto entre los aliados comerciales de Pekín. Los dos gobiernos, así como una gran parte de la opinión pública taiwanesa, están a favor de mantener el status quo, evitando así, peligrosos riesgos directos.

Dinámicas internas y gastos económicos

Taiwan siempre ha apoyado la unidad de China, de la que sin embargo, esta sería la guarda y la heredera legítima. Se siente amenazada por una posible acción de fuerza china y para responder a las exigencias de seguridad se abastece de armas, sobre todo, cedidas por los Estados Unidos. Desde el 2004 al 2007, el transferimento de armas ha sido de unos 4,3 mil millones de dólares (fuentes: CRS). Los Estados Unidos, respetando desde 1979 el principio de la “One China Policy”,  se compromete a garantizar la seguridad de Taiwán. Los dos países no se han unido por ningún tratado de defensa pero la superpotencia está obligada por el Taiwan Relations Act (TRA) del 1979, a ayudar a la isla en su defensa. Desatendiendo, por otra parte, el comunicado conjunto, sino-americano de 1982, con el que la Administración Reagan se ocupaba de “no tomar una política a largo plazo de venta de armas a Taiwán”.

El balance de la defensa de Taiwán para el 2004 era de aproximadamente 7,8 mil millones de dólares, un 2,4% del PIB. Chen Shui-bian en el curso de su cargo anunció un aumento del 3% en la cuota del PIB destinada a la defensa, objetivo que ha sido después mantenido por el actual presidente, Ma Yung-jeou. Así, en 2008, el gasto militar alcanzó los 10,5 mil millones de dólares, un 2,5% del PIB, mientras en 2009 se detectó unos 9,6 mil millones, equivalente al 2,7% del PIB (el dato sin embargo, debe ser relativizado en grado de los efectos económicos de la crisis sobre el PIB taiwanés, para el que el aumento percentual debe vincularse con la reducción del PIB).

La venta de armas estadounidense
Según opiniones de algunos expertos, el gobierno estadounidense podría haber suspendido (no oficialmente) la venta de armas para el 2007 y el 2008 pero en el mes de octubre de 2008 acordó con Taipéi la venta de un equipamiento militar valorado en 6,4 mil millones de dólares. Esta inversión incluía la adquisición de 30 helicópteros Apache AH64D, 330 misiles Patriot PAC-3 y 32 misiles anti nave Harpoon UGM-84L. China, como protesta, suspendió los contactos militares con Washington, reabilitándolos sin embargo, en el mes de julio de 2009. China siempre se ha presentado contraria a la venta de armas que realizan los Estados Unidos a Taiwán. Así, el pasado mes de diciembre, cuando un miembro de la Administración Obama anunció la posibilidad de una nueva venta de armas a la isla, China mostró su inconformidad, apoyándose en que las relaciones sino-americanas hubieran sido buenas solo en ausencia de este hecho. El reciente anuncio de la adquisición por parte de Taiwán, del ya mencionado paquete militar de 6,4 mil millones de dólares cedido por los EEUU, ha suscitado nuevamente reacciones por parte de Pekín. El paquete, notificado al Congreso el pasado 29 de enero, incluía 114 misiles anti misiles PAC-3 (Patriot “Advanced Capability”-3), 60 helicópteros Black Hawk UH-60M y dispositivos para los F-16 (pero no los F-16, que tanto requería Taipéi), más de 12 misiles anti nave Harpoon. El gobierno chino interpreta esta adquisición como un acto que no tiene en consideración los intereses nacionales chinos y pone en peligro su seguridad nacional. Pekín se siente en la obligación de considerarlo como un acto que debe ser sancionado; es decir, sancionar a las empresas que se ocupan de la venta de armas en la isla. Sin embargo, el potencial de retorsión puede ser aún más amplio si se considera el papel de China en el “diálogo a seis” con Corea del Norte y el poder de prohibición del que dispone en el Consejo de Seguridad de la ONU, así como el apoyo en la cooperación ambiental.

Consecuencias en las relaciones triangulares Washinton-Pekín-Taipéi

Bajo el punto de vista de ciertos expertos, las capacidades chinas de proyección sobre la región permanecen aún limitadas; aunque china esté invistiendo mucho en el sector militar, apuntando a modernizar y a informatizar sus fuerzas, tanto terrestres como navales. De cualquier modo, probablemente China no estaría en grado de ocupar la isla, no dispone de la capacidad de conducir fuerzas anfibias ni de abastecer el terreno, además no posee de una superioridad aérea sobre el Estrecho de Taiwán. Pekín sabe que no está en grado de contrastar la potencia convencional estadounidense y sabe también, que no podrá invadir la isla sin la ayuda de Washington y sin crear un clima de desconfianza regional. La actual superioridad militar de Washinton se combina con el control de los mares, constituyendo una espina clavada en territorio chino, dejándolo vulnerable desde el punto de vista económico en caso de bloqueo en las ruedas marítimas. Esto se traduciría, de manera indirecta, como un daño esencial también para los Estados Unidos, hecho que tienen en consideración.
Washinton está a favor de encontrar una solución que no altere los equilibrios, para lo que preferiría una pacificación en el interior de la actual condición de confronte. Así, sería contrario a una acción agresiva por parte de Pekín, pero frena también las miras independientes por parte de cierta política de Taiwán, advirtiendo que en este caso, podría tomar la decisión de no intervenir en su defensa. Los Estados Unidos sostienen que el partido de Kuo-Min Tang, sea favorable al acercamiento con Pekín, contra el componente nacionalista taiwanés, representado por el Partido Progresista Democrático (Democratic Progressive Party -DPP-), y por otras realidades menores. Muy probablemente la decisión es debida también a la precensia de un grupo de presión, pro taiwanés en el Congreso, activo desde los tiempos de la guerra civil china, y que actualmente, conforman pareja, que sobre todo, en ambiente militar, temen al “peligro amarillo” y luchan por una política más rígida de cara a Pekín. A tal propósito, un reciente informe de la defensa americana, el Quadrennial Defense Review (QDR), siendo difinido por algunos exponentes chinos como “el más constructivo” en relación con China, considera a éste como un país que merece de una “alta vigilancia”, y sostiene que el ejército está adoptando planes de batalla para afrontar la creciente militarización china. Esta nueva venta de armas indica de que, en el Estrecho, se continúa con una política de “ambigüedad estratégica” por parte de los americanos, que miran tanto, a crear incertidumbre sobre sus intenciones, en modo de lograr ciertos cambios en el status quo, como a defender su credibilidad y sus intereses en la región.
Una hipótesis que se podría plantear es que los Estados Unidos impidieran un desequilibrio estratégico entre Taiwán y la República Popular con el fin de inducir a esta última a cumplir una acción de fuerza, obligándola posteriormente a intervenir. Se intentaría ofrecer a Taiwán para esta acción un disuasivo, incluso arriesgando la posibilidad de una reacción por parte de china. La posición oficial estadounidense se constituye como la necesidad de reducir las divergencias estratégicas de la isla de cara a China, contribuyendo así a la “estabilidad y a la seguridad de la región”. Hipótesis complementaria a la posición oficial de las autoridades taiwaneses, que en palabras del presidente Ma, esta adquisición sirve para conferir “más confianza y un sentido de seguridad” para continuar con el diálogo sobre el Estrecho de Formosa.

Algunas consideraciones sobre las relaciones económicas y los equilibrios militares hacen improbable una situación de conflicto. China, actualmente, no quiere arriesgar su crecimiento económico, ya que sabe de la posibilidad de entrar, posteriormente, en un conflicto en el que saldría probablemente derrotada. Concienciados en un crecimiento pacífico, inclinados por el status quo. Los Estados Unidos, de su parte, empeñados en otros contextos, amenazados por las consecuencias económicas de una coalición, y a la espera de una China como aliado responsable y cooperativo, tienden a evitar el confronte directo, el sustento militar a Taiwán puede ser visto como la tentativa de actuar en el actual confronte, dejándoles como disuasivo más directo que indirecto. Ni China ni Washington tienen la intención de iniciar un conflicto por Taiwán, tendría efectos devastadores para ambas potencias. Aunque, a pesar de esto, la hipótesis de una escalation derivada de acciones erróneamente calculadas, no se puede dejar de valorar. En cualquier caso, esta situación ha afianzado los lazos de cooperación entre la Administración Obama y Pekín, siendo más fuertes aún si el Presidente americano confirmara el próximo encuentro con el Dalai Lama.

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