miércoles, 31 de marzo de 2010

La Europa mediterranea y el fuego griego

La crisis griega ha provocado que las instituciones europeas, en primer lugar la BCE, presenten una serie de interrogantes de cara a otros países, principalmente del área mediterránea, entre los que destaca Portugal. Los fundamentos económicos evidencian una situación económica preocupante que hace temer un posible efecto dominó. Sin embargo, el caso portugués, como el griego, se contextualiza en el escenario europeo donde parece que no es posible una discusión sobre las reglas y el futuro de la Unión monetaria.

La Europa mediterránea y el caso portugués
Portugal pertenece, junto a Grecia, Italia y España, al grupo de países que a menudo son definidos por la prensa anglosajona con el acrónimo PIGS. La característica común de Europa meridional, notar el caso irlandés que podría sustituir a Italia en el acrónimo PIGS, es el escaso dinamismo económico que presenta prestaciones inferiores respecto a las de la zona de los países del área septentrional. Más de una vez evidenciado por un gran número de expertos, estos países deberían realizar una serie de reformas estructurales (mercado del trabajo, asistencia previdencial, liberalizaciones) con el fin de hacer crecer su economía. Decisiones que, no siempre, encuentran la aprobación de la clase política que, como recuerda Paolo Savona, a menudo se encuentra concentrada en satisfacer las exigencias electorales necesarias para el futuro casi inmediato, más que en elaborar estrategias que la hagan florecer con el tiempo. Los acontecimientos portugueses se encuentran en este contexto que se ha visto agrabado por la actual recesión económica que ha exacerbado las históricas debilidades estructurales del área, especialmente la de Portugal, como se especifica a continuación en la tabla introducida:



PIB 2009 (%) Balanza de pagos (%) Deuda pública (%) Desocupación (%)
Grecia -0,8 -10 115,2 9,5
Italia -5,1 -2,5 108,1 9,1
Portugal -3 -9,9 75,2 9,5
España -3,8 -6 59,5 18,2
Releboración European Economic Forecast Autumn 2009, Cia Fact Book 2009

Los datos publicados por la Unión Europea (European Economic Forecast, Autumn 2009) muestran las preocupantes condiciones de la economía portuguesa. Portugal está pasando por una recesión económica similar a la de los otros países de la Unión Europea, a excepeción de Polonia que, en cambio, ha registrado un considerable crecimiento del PIB. A esta situación se añade, una deuda pública que va en aumento y que en pocos años, podría alcanzar el 100% del PIB. También el hecho de la desocupación parece en aumento aunque se sitúe en la media de los países de la Europa mediterránea y sea inferior a la española. Con todo, se registra un importante descenso de las exportaciones, como demuestra una balanza comercial deficiente. Notar el caso del sector textil donde el export total ha pasado del 4,1 mil millones de euros en 2005 a un 2,8 en los primeros 10 meses de 2009.La situación económica, enfatiza la relación con la Unión Europea, deriva de un mercado de trabajo excesivamente rígido, con un fuerte sindicalismo y una insuficiente acumulación de capital humano. Causas remotas que, en gran medida, explican el escaso dinamismo de la economía portuguesa durante el pasado decenio.Liboa, anclada en las bases del Maastricht, influenciada por la falta de avances de los países del área euro, no se encuentra en grado de resolver la situación. El verdadero problema portugués, y de toda el área euro, es la incompetencia de cara a los otros miembros de la Eurozona, como evidencian Baglioni y Bodignon (La casa della Grecia è l'euro, El Sole 24 ore, periódico italiano, 19 de febrero de 2010). Resultan interesantes los datos anualmente presentados por la World Economic Forum que tiene lugar en Davos (The Global Competitiveness Report 2009-2010). El informe analiza doce factores de naturaleza económica y político-institucional que describen la competitividad del país, valuando las posibilidades de crecimiento en poco tiempo. Portugal, a la par que otros países del Mediterráneo, se coloca en el puesto número 43, mientras que los países de la Europa septentrional, ocupan las primeras veintes posiciones. Sin embargo, la posición portuguesa es invariable desde los datos del 2008-2009. Muy diversa se presenta la situación de España que, aunque está entre los primeros puestos entre los países del área mediterránea, ha perdido numerosas posiciones, desde el puesto 29 ha pasado al 33. Así, aún más preocupante, la situación griega, el último informe la coloca en el puesto número 71, perdiendo cinco posiciones respecto al 2008.

Portugal no es Grecia

La situación de Grecia está en constante evolución, en Fráncfort se teme que una posible ayuda, como sostenía la canciller, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, pueda desencadenar un efecto dominó, poniendo a prueba el principio, firmado en Cardiff en 1998, por el cual la participación en la Unión monetaria no permite solicitar ayudas financieras. El temor se agudiza con el surgimiento de la crisis deudora portuguesa que ha llevado, el pasado mes de enero, a las agencias Standard & Poor, Ficht y Moody a observar una nueva bajada en los puestos de la deuda portuguesa. Comparando lo sucedido en Grecia, el pasado mes de diciembre, afirma el Financial Times, la situación portuguesa parece menos preocupante, aunque los fenómenos presentes no mantengan la misma magnitud. Además, influencia también la situación griega, la ausencia de transparencia respecto a las cuentas públicas que, en cambio, no ha manifestado en el caso portugués. Se trata de una diferencia de notable importancia, ya que Grecia se le impone la necesidad de recuperar la credibilidad de cara a las instituciones europeas y a los mercados internacionales. La situación económica de los dos países es muy diferente. La economía portuguesa parece en su mayoría diversificada en algunos sectores, como el manufacturero, orientados a la export. En este sentido, Portugal se ha resentido de la crisis la demanda global en la línea de otros estados, pero con la mejoría vista en la crisis, el sector de las exportaciones podría inciar a aumentar. En este sentido, afirma Carlo Altomonte della Bocconi, un papel importante ha jugado España, el principal aliado comercial portugués, cuya economía parece profundamente deprimida.Un factor que no debemos olvidar es la situación política. El país está guiado por el socialista José Socrates, pero la izquierda ha perdido la mayoría absoluta parlamentaria en las elecciones del mes de septiembre de 2009. La eficacia de la política económica del gobierno, está conectada con la capacidad de la clase dirigente portuguesa de mostrarse de acuerdo en adoptar una línea compartida, una actitud que podría tranquilizar tanto a la Unión Europea como a los mercados extranjeros.

La crisis de la deuda es un problema europeo, el sueño federalista
No parece posible leer el caso griego o el portugués como caso aislado de la realidad nacional, ya que están introducidos en el mismo contexto europeo. Parece necesario llevar hacia delante una reflexión sobre las condiciones de la institución económica europea. Anterior a esta situación, esta exigencia había sido confirmada por Paolo Savona, según el cual, las instituciones europeas actuales, no son coerentes con el original modelo político de Monnet y Schumann. La adopción de reglas fijas, que solo en parte tienen en cuenta las diferencias entre los diferentes países, no están en grado de sustituir un verdadero gobierno económico. El problema que la Unión Europea, tras la ratificación del Tratado de Lisboa, está afrontando abarca el futuro del área de intercambio. Se trata de una cuestión, que resurge tras la ratificación de los tratados de Maastricht y Amsterdam, que ha interesado a numerosos economistas. Según los estudios de Mundell sobre las áreas óptimas de divisas, una característica relevante es la capacidad de actuación de un federalismo fiscal que permite transferir recursos de las economías en buena salud a la que, en cambio, presentan límites de estabilidad. La realización de una cláusula silimar provocaría, en el caso europeo, un avance político destinado a dar a la Unión Europea un orden federal en el que no parece, por el momento, gozar de una volutad real por los estados miembros. Durante la última reunión del ECOFIN del 16 de febrero, los ministros de la economía han presentado un documento conclusivo en el que se requieren una serie de indicaciones orientadas a Grecia, con el fin de respetar los parámetros de Maastrict antes de 2012. Incluso tratándose de una situación en continúa evolución, no parece posible una inversión inmediata hacia prospectivas de federalismo fiscal, que requerirían largos periodos técnicos e importantes negociaciones políticas.

En conclusión, el caso portugués no se puede analizar en una dimensión exclusivamente nacional, sino bajo una óptica europea. La realización del federalismo fiscal, no se encuentra entre las prioridades de Bruselas ni Fráncfort, sin embargo no se configura dispuesto a discutir. En este sentido, como ha evidenciado Barry Eichengreen (All'Europa serve un fondo per le emergenze, Il Sole 24 ore, 17 febrero de 2010), una de las soluciones ofrecidas por algunos miembros de la Eurozona, enfocada a la crisis de la deuda, podría ser la impostación de un fondo de actival en caso de emergencia. Sin embargo, incluso en este caso, el programa de acción no es económico, sino político y prevé posteriores reorganizaciones, en clave federal, sobre la soberanidad de los estados independiente.

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