miércoles, 10 de marzo de 2010

El Norte de África en la lucha contra el terros

Desde África del Norte a Pakistán, de Somalia a Yemen, las redes terroristas transnacionales representan actualmente, una seria amenaza para la seguridad del mundo occidental. Explotan y contribuyen la inestabilidad de los estados fallidos, tejiendo alianzas con clanes y tribus locales, las extensiones territoriales de Al Qaeda encarnan la idea de la vanguardia del movimiento yihadista global, así como la retórica qaedista. Los últimos acontecimientos registrados en Mauritania sugieren aún, que entre propaganda global y objetivos occidentales, Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) mire con un interés cada vez mayor las lucrosas actividades criminales.

AQMI y la alianza entre actividades terroristas y actividades criminales
Han transcurrido casi dos meses del secuestro de Sergio Cicala y su mujer Philomène Kabourée a manos de hombres armados, en el desierto de Mauritania. La pareja italiana se suma a la lista de los tres cooperantes españoles y al botánico francés de rehenes occidentales aún hoy en manos de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Una situación preocupante que fue anticipada por la oleada de secuestros registados en el curso del 2008. A pesar de que los expertos de la comunidad internacional apuntan, por el momento, entre la zona de Yemen y AfPak, y el área del Sahel, territorio que grosso modo se extiende desde el océano Atlántico y el Cuerno de África, con el fin de confirmar uno de los teatros privilegiados del terrorismo yihadista. La trayectoria evolutiva de Al Qaeda en el Magreb Islámico entierra sus raíces en el tejido histórico y social del África del Norte, caracterizado por las revueltas de los años 90, las cuales fueron explotadas inicialmente por los movimientos islámicos armados para sacar beneficios propios. AQMI ha sabido regenerarse, recomponiendo sus filas y ampliando sus objetivos, abandona la línea del movimiento argelino, que hacia finales de los años 90 parecía haber alcanzado un punto de flexión, para convertirse en una organización fuertemente transaccional que se impone como el principal protagonista no estatal del área. La organización, guiada por el emir Abdelmalek Doukdel, anteriormente conocida como Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), se presenta actualmente como la extensión territorial de Al Qaeda en el norte de África, y parece dispuesta a lograr una relevante intensidad en sus acciones, con la fama de Al Qaeda en la península arábiga (ver Yemen: la transformación de la Yihad global y la amenaza de al-Qaeda en la península arábiga), acrecentada tras el fallido atentado de Detroit en las pasadas navidades. Como ya sucedió a AQPA en Yemen, también AQMI ha conseguido conscientemente a aprovechar las candentes alianzas tribuales y entre los clanes que caracteriza la estructura social del área, creando una alianza entre actividades criminales y actividades terroristas que cada vez se muestran más complicadas de desligar. Lo que parece evidente en esta difícil situación es que la organización, gravemente debilitada a nivel financiero, ha lanzado una amplia campaña de secuestros principalmente con el objetivo de obtener fondos. AQMI necesita dinero para financiar sus actividades y mantener su estructura operativa; así el lucrativo negocio de los secuestros, realizados en ciertas ocasiones por los propios militantes y en otras, gracias a la colaboración de criminales y rebeldes del desierto, parece se haya convertido, gradualmente, en la principal fuente de ingresos. Tanto es que la organización ha también creado una vasta red de estructuras orientadas a esconder sus rehenes, como Tanezrouft, conocida también como la “tierra del terror”, en le norte de Mali, y Ouez Zouak, en le confín entre Mali, Níger y Argelia. Las actividades criminales del grupo no se limitan a los secuestros de personas, acción fundamental del grupo, sino que engloban también el tráfico de armas y coches robados, y el tráfico de cigarros y droga.Es precisamente este último aspecto, lo que en mayor medida preocupa a los expertos. Las vías del tráfico de droga no se limitan ya sólo al África del Norte y a los conductos con dirección a Europa, sino que continuando con la trayectoria, cada vez más transnacional del grupo, alcanzan incluso a América del Sur. La confirmación de estos hechos ha llegado, el pasado mes, cuando tras hombres de Mali fueron arrestados en Ghana acusados de financiar actividades de AQMI gracias a sus contactos con los traficantes de droga sudamericanos y con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Las indagaciones realizadas por los servicios especiales argelinos han recalcado, en varios ocasiones, la creciente interdependencia entre los líderes del narcotráfico y los grupos terroristas. Una colaboración forzada por la escasez de recursos que obliga a AQMI a crear nuevos tráficos y a asomarse a la posibilidad de nuevos mercados, y facilitada por el aprovechamiento de las alianzas con los clanes locales activos, sobre todo, en las áreas donde la presencia del Estado no se deja ver tan fácilmente.

¿Estrategia calculada?
De hecho es, sobre estos clanes y estas tribus nómadas que, el antiguo GSPC argelino ha construido su estrategia de expansión hacia la zona de Sahel, especialmente al desierto de Mali, y con el nuevo nombre de AQMI. Desde finales de los años 90, diversos líderes magrebíes se han transferido hacia el sur, con el objetivo de introducirse en los tráficos ilegales que, con el tiempo, se han multiplicado y rentabilizado, comenzando a afianzar relaciones con los locales gracias sobre todo, a los matrimonio de conveniencia. De este modo, AQMI ha conseguido obtener al mismo tiempo, complicidad y protección, cualidades copiadas por Yemen pero que no por casualidad, no han funcionado, en cambio, en Iraq, donde la ausencia de sólidas relaciones con las tribus del lugar han ocasionado para Al Qaeda en Mesopotamia, una importante reorientación de los objetivos. Los últimos secuestros organizados por AQMI demuestran que el grupo ha optado definitivamente, por extender su radio de acción, una decisión que responde, en primer lugar a un cambio de dirección estratégico y calculado. Por primera vez, AQMI secuestra a occidentales en Mauritania, anteriormente tomaba como base Tunéz, Níger y Mali. Entre 2007 y 2009, el país del África del norte sufría continuos ataques por parte del grupo terrorista hasta que, el 8 de agosto de 2009, con el atentado contra la embajada francesa en Nouakchot anticipaba las futuras líneas que tomaría la actividad yihadista en Mauritania y en toda la región. Sucesos acelerados con toda probabilidad por la elección de Mohamed Ould Abdel Aziz, líder del golpe del 2008, que en diversas ocasiones, ha recibido amenazas directas por parte de Al Qaeda acusado de ser guía de un gobierno formado por golpistas, impío y con numerosas colaboraciones en occidente.La reciente acción terrorista podría por lo tanto, interpretarse como una nueva respuesta lanzada por el grupo contra el nuevo gobierno y contra su compromiso en la lucha contra el terrorismo, señalando entre otras cosas, que la estrategia en Mauritania de los grupos yihadistas, patrocinados o inspirados por Al Qaeda ha actualmente, cambiado. El vasto territorio por donde se extiende Mauritania ha aumentado sus posibilidades, ya no es más utilizado como simple punto estratégico para reclutar y adiestrar o como un refugio a partir del cual lanzar ataques hacia el interior, sino que se ha transformado, al mismo tiempo, en un campo de batalla y en un objetivo latente. El negocio de los secuestros (solo durante el 2008 han sido 8 los occidentales secuestrados) proporciona además a AQMI multiples beneficios. Más allá de garantizar una enorme fuente de rentas para el grupo y para su “mano de obra”, compuesta principalmente por bandas criminales y rebeldes del desierto que secuestran conscientes de poder revender fácilmente su botín, los rehenes representan un importante factor propagandístico no solo de cara al mundo occidental sino también de cara a los diversos componentes del actual movimiento yihadista global. Así, no es por casualidad, que la organización a través de los comunicados difundidos por el jefe de su aparato mediático, Salah Gasmi, a menudo reivindique, en primer lugar, la responsabilidad del secuestro y a continuación, dicten, a grandes rasgos, las condiciones de la liberación. Y es por esto que los terroristas pidan también la liberación de sus compañeros detenidos no solo en África del Norte sino también en Europa, como es el caso del turista británico, Edwin Dyer. Hasta este momento, el único rehén de AQMI asesinado. En ésta ocasión, el grupo no solo pretendió el pago de un rescate millonario, sino que llegó incluso a pedir al gobierno británico la excarcelación de Omar Mahmud Othman, más conocido como Abu Qatada, considerado por diversos círculos como el jefe espiritual de Al Qaeda en Europa.

El pasado mes de septiembre, el presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, solicitó a la Asamblea General de las Naciones Unidas prohibir el pagamento de los rescates. Sin embargo, conforme diversas fuentes, se cree que estén ya en curso negociaciones para entregar los 5 millones de euros que los terroristas han fijado para la liberación de los tres españoles. Así, en el caso del rehén italiano, AQMI ha pedido el pagamento de un rescate y la liberación de algunos de sus detenidos, además, en el comunicado del 4 de febrero ha acordado un nuevo ultimátum para la liberación de Sergio Cicala, con el probable objetivo de ceder la verdadera responsabilidad a la mediación por parte del gobierno italiano. La situación actual representa un motivo de fuerte preocupación para diversos gobiernos europeos a causa, sobre todo, de la cercanía del Magreb con el Viejo Continente, y a la histórica presencia de células argelinas en países como Italia, España Y Francia.Bajo esta perspectiva ha concluido, recientemente, la visita de diez días en Mauritania, de los expertos de la seguridad de la Unión Europea, donde se ha discutido la manera de invertir cerca de 156 millones de euros con el fin de apoyar los esfuerzos que realiza el país con el anti-terrorismo. Entre los proyectos que han sido examinados figuran programas de adiestramiento para las fuerzas de la seguridad, jueces e investigadores, y actividades de soporte para instituir controles en las fronteras y reforzar los procedimientos de control de los documentos de identidad. Washington observa atentamente al Sahel y al Magreb; a finales del mes de enero envió a Argelia al comandante de Air Force, Ronald Ladnier, con el objetivo de desarrollar una estrategia conjunta con las fuerzas aéreas argelinas para garantizar la estabilidad del área, debido al interés estadounidense de continuar con la proliferación terrorista también en área africana.

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