miércoles, 24 de marzo de 2010

Rusia 2012

El presidente Medvédev ha dado a conocer, en los últimos meses las líneas político-económicas de su presidencia. Surge la duda sobre si este proceso es solo un pretexto con el fin de aportar al aparato político ruso un mayor grado de pluralismo político o si, en cambio, la competición entre Putin y Medvédev es real, estando este último, comprometido a ampliar las bases de su sustento interno en vista de una candidatura en las elecciones presidenciales del 2012.

Un sistema político híbrido
El sistema político ruso de los últimos diez años tiene una estructura de poder centralizada, jerárquica, que gira en torno al “culto de la persona” de Putin, líder que se ha mostrado en grado de ejercitar su influencia sobre las élites burocráticas, económicas y políticas de Rusia, asegurando posiciones privilegiadas al poder gracias a la acción realizada por el aparato estatal, el cual está dotado por un personal enorme, tanto por el número como por las capacidades que presentan. El nombramiento de Medvédev como presidente podría encuadrarse en la lógica sistémica de la “vertical del poder”. El nombramiento presidencial proviene desde arriba (desde Putin) y viene asegurado gracias al sustento garantizado por el partido Rusia Unida, y gracias al amplio apoyo popular que tiene el mismo Putin. Los porcentajes plebiscitarios que han proporcionado la victoria de Medvédev en 2008, así como la victoria de Rusia Unida en las elecciones administrativas y parlamentarias del 2007 y del pasado mes de marzo hacen intuir que, al menos desde el punto de vista de la estabilidad política, este sistema funciona perfectamente.Medvédev es la figura débil del tándem en el poder. Ha sido elegido, a pesar de no gozar de la mayoría de los consensos entre la población ni entre las élites al poder, solo por el hecho de ser considerado el delfín de Putin. En este sentido, su mandato representa un paréntesis temporal que ofrece la posibilidad de confirmar a Rusia (y al mundo occidental) que Putin y su partido operan bajo una absoluta legalidad, bajo lo establecido por la Constitución federal, que prohibe la sucesión de tres mandatos consecutivos en el cargo. El 11 de septiembre de 2009, delante a los miembros del Valdai Club, en Moscú, Putin anunció su candidatura a la presidencia para el 2012, dos días después de la publicación del artículo de Medvédev “¡Rusia, adelante!”, una clara señal política de reclamo al orden, de cara a la primera tentativa oficial de distanciamiento de su sucesor. Cualquier tentativa que realice el nuevo presidente para echar abajo el sistema que lo ha instalado en el poder está destinado a fracasar, por múltiples razones: el sistema ruso actual no caerá tan rápidamente dado que ha penetrado, profundamente, en la política, en la economía y en la sociedad; las fuerzas reformistas en Rusia son minoritarias y no gozan de representación parlamentaria; las figuras políticas, económicas y burocráticas en el poder continuarán a apoyar a Putin ya que, él mismo les consiente mantener con el status quo y con la posibilidad de instaurar una reforma. Pensar que la Rusia del tándem ha asumido características de una república parlamentaria -en el sentido de que algunas prerrogativas han sido tomadas por el primer ministro, que debe responder a la Duma- sería un error. Rusia es aún una república “super presidencial” donde el poder pasa por herencia política y donde el hombre fuerte (Putin) cambia formalmente de cargo pero manteniendo firmemente el poder material (incluso en la política externa), y está destinado a asumirlo apenas sea concedido por la Constitución.

Medvédev será candidato pero no será reelegido como presidente de Rusia
Medvédev es consciente de que durante su mandato presidencial ha estado realizando solo alguna de las prerrogativas posibles. Desde el punto de vista retórico, puede hacer propaganda reformista y puede criticar el sistema ruso puesto en pie por Putin desde hace algunos años (realizado en el artículo “¡Rusia, adelante!”, como preámbulo del discurso sobre la Nación del 12 del pasado mes de noviembre) pero no puede sobrepasar los límites, criticando abiertamento a Putin ni a la Rusia Unida. Desde un punto de vista más concreto, podría tomar algunas iniciativas personales para que estas no se orienten a fragmentar las bases fundamentales del sistema político y económico ruso. Podría modificar el umbral mínimo para el ingreso a la Duma de los partidos, pero no puede eliminarla por completo. Podría favorecer el acceso a las nuevas tecnologías de la población y de las organizaciones de la sociedad civil, pero no puede aprobar por ley el derecho efectivo a informar y a ser informado.Existe la duda de que Medvédev haya madurado con el paso de los años una consciencia política que le ha dado la posibilidad de adquirir un mayor conocimiento sobre los grandes males que atañen a Rusia y que le ha empujado a criticar los fundamentos políticos sobre los que se basa el sistema, así como los fundamentos ideológicos del sistema económico y social ruso. Aún esta consciencia solo la comparte una parte de las élites rusas y la sociedad civil, por lo que no le servirá para derrocar a Putin en las próximas elecciones.Las críticas que expone Medvédev al sistema son en parte ciertas y espontáneas, pero al mismo tiempo refuerzan al sistema mismo ya que lo presentan a los expertos externos, bajo una perspectiva más democrática y pluralista. La victoria de Medvédev en las presidenciales de 2012, otorgaría legitimidad política al nuevo mandato de Putin. Continuando sobre esta línea, Medvédev reforzaría las bases del sistema que quiere cambiar. En palabras de ciertos expertos, Rusia sería un “resilient authoritarian regime” (sistema autoritario resistente) que no puede ser revocado en pocos años, y ni mucho menos a manos de un personaje político que se ha constituido bajo este preciso régimen.Las razones que permiten prever la derrota de Medvédev en las próximas presidenciales, a excepción de que se sucedan cambios improvisados que lo obliguen a no candidarse nuevamente, se centran en los intereses y en las estrategias de las figuras políticas y económicas que están en el poder en Rusia y que no aceptarían el inicio de una “nueva Perestroika”. En primer lugar, el ejecutivo de Vladímir Putin, el verdadero poseedor del poder político. A pesar de que en este periodo de crisis, el malestar social esté creciendo, el Ejecutivo cuenta con un apoyo popular superior al 60% y representa a ojos de la población, la única figura capaz de llevar al país fuera de la crisis. En segundo lugar se encuentra el partido Rusia Unida, instrumento de ramificación política del control del gobierno de Putin en el Parlamento, en la autoridad descentralizada y en la sociedad. Este partido representa el campo de negociación con mayores intereses presentes en la actual Rusia y consiente a Putin mantener bajo control los conflictos y los desacuerdos que puedan aparecer, presentándose como el mediador, por encima de las partes, entre las diversas instancias. Muy ligada a la maquina partidista de Rusia Unida se encuentra la gigantesca burocracia del estado ruso, cuyos vértices han sido nombrados por Putin durante los ochos años precedentes, que no ve con buenos ojos los proyectos de reforma y de mayor transparencia anunciados por Medvédev. El mismo discurso puede hacerse para los siloviki, es decir el personal que deriva del sector militar y de la seguridad que presenta en gran parte a los “Aparatos de Fuerza” del estado (Ministerio de Defensa, Ministerio de Justicia, Ministerio del Interior, Ministerio de Defensa de civiles en situación de emergencia y para la gestión de las consecuencias derivadas de las catástrofes naturales, Servicio de Inteligencia Federal, Servicio de Inteligencia Exterior, Servicio de la Guardia Federal, Directivo para los programas especiales de la Presidencia) y, en menor medida, a las élites burocráticas. Una visión todavía más conservadora y lejana del espíritu reformador de Medvédev es la que defienden las Fuerzas Armadas Tradicionales (Ejército, Marina y Aviación), cuyos pilares siguen comprendidos en la ideología comunista e incluso antidemocrática. Además, Putin goza del apoyo incondicional de las grandes corporaciones económicas que están a la cabeza de los sectores estratégicos de la economía rusa, especialmente en los sectores de extracción y de las comunicaciones, frente a las cuales Medvédev se ha opuesto en el discurso de la Nación: las oligarquías económicas, tal y como las afirma Medvédev, no tienen ningún interés de cambiar las condiciones del país, en cuanto al mantenimiento del status quo que les permite mantener enormes riquezas y privilegios.

Ninguno de los personajes rusos que más relevancia presentan en temas de política y economía sostienen interés alguno en el hecho de apoyar la relección de Medvédev. Las fuerzas reformistas y progresistas a las que el presidente hace llamamiento en vista a una candidatura en 2012, son minoritarias en la sociedad rusa y (casi) ausentes en los aparatos del poder. Al contrario, Putin tiene un control casi absoluto sobre estos aparatos y el escaso interés que la población muestra respecto a la vida política del país juega a su favor.La elección de Medvédev de ocupar el papel de sucesor, ha sido un movimiento estratégico, bien estudiado y con soluciones positivas realizado por el actual primer ministro ruso y por su comitiva. Putin nunca ha dejado de ejecutar el poder real, en 2012 volverá a ser presidente, aún más fuerte y más legítimo respecto al 2008, momento en el que cedió el cargo a su delfín.

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