viernes, 5 de marzo de 2010

Reino Unido ante las elecciones

La credibilidad del Parlamento de Westminster vacila cada vez más. Tras el elenco de mentiras y confabulaciones por parte de los honorables que financiaban sus hobbies y sus vicios con el dinero de las rentas fiscales, un nuevo acontecimiento sacude la ya precaria condición de la clase política inglesa, la apertura de una investigación sobre la difusa donación de Lord Ashcroft al partido Tory -el partido conservador inglés-. Así, la reestructuración de las cuentas económicas del país es uno de los puntos claves en torno al que se desarrollará la batalla política de los próximos meses, y a través de la cual se confirmará la presencia del partido laborista del primer ministro Gordon Brown, en las elecciones de la próxima primavera.

Lord Michael Ashcroft, “cabeza pensante” de los conservadores

Gordon Brown, en una entrevista exclusiva al periódico The Observer, ha hablado largo tiempo de la necesidad de restablecer la confianza en la política después de que salieran a la luz, las polémicas sobre los gastos de los diputados laboristas. El escándalo a inducido a pensar que una de las prioridades del gobierno será la reforma del sistema de los gastos parlamentarios, aunque el primer ministro se ha declarado realista ante el hecho de que todo esto podría no ser suficiente y que, probablemente, ha llegado la hora de emprender un discurso de reforma del Parlamento mucho más amplio y profundo.Del mismo modo, Brown no olvidó atacar la falta de transparencia en los vínculos financieros entre Ahscroft, un lord del partido Tory, y este mismo partido. Lord Michael Ashcroft, millonarío, cuyas fortunas patrimoniales se deben a actividades económicas que presentan su sede en Belize, ha financiado al partido conservador inglés en los últimos doce años, adquiriendo una gran influencia en la polícia nacional, sin haber demostrado nunca, sin embargo, una actitud clarificadora sobre el estado fiscal en el Reino Unido. De aquí, emergen dos cuestiones de notable importancia.Con el apoyo de su sociedad, la Bearwood Corporate Services, Ashcroft ha propuesto entregar una gran suma de dinero a los conservadores para la campaña electoral, con miras a las próximos elecciones del mes de mayo. Donaciones que actualmente, están siendo investigadas, por la comisión electoral, desde el momento en el que en Inglaterra para poder efectuar depósitos a los partidos, las sociedades han tenido que pasar a formar parte del registro presente en Companies Act 2006. Si se verificara lo contrario, los conservadores podrían estar obligados a restituir todo cuanto ha estado prodigado. La comisión no está aún preparada para presentarse en el Parlamento, a pesar de que las excesiva cifra proceda ya desde hace tiempo. Así, por esta razón, aumento la frustración de los laboristas y del primer ministro Brown, que de ningún modo, pueden presionar a la comisión, la cual es independiente del gobierno en sus funciones.El segundo nudo del caso Ashcroft reguarda su residencia ya que había prometido transferirse al Reino Unido ya en 2000 y aún, sus delatores están convencidos de que no haya cumplido su promesa. Gordon Brown, en el último mes, se ha encontrado en la necesidad de afrontar las percentuales de los sondeos. Un sondeo ICM comisionado por Sunday Telegraph da a los conservadores el 39%, un punto percentual menor que el pasado mes, pero en ventaja con respecto al 30% de los laboradores y el 20% de los socialdemócratas. Es la primera vez que los conservadores encontrándose bajo el umbral del 40%, desde el pasado mes de junio, este dato no produzca grandes consecuencias para la realización de sus ambiciones.

Afrontar el legado de la crisis como verdadero desafío para el nuevo gobierno

El nuevo año ha traído a los ingleses dos noticias, una positiva y otra negativa. La alentadora, es el hecho de que la crisis haya pasado o al menos se haya conseguido atenuar notablemente. La negativa, por su parte, es que el crecimiento del cuarto trimestre -desde octubre a diciembre de 2009- se sitúa en un corto 0,1%, muy por debajo del 0,4%, previsto por los economistas. La suma del último déficit de la balanza es de 178 mil millones de esterlinas, es decir, cerca del 13% del producto interno bruto del país. No existen dudas para afirmar que la mayor parte de los improvisos sucedidos a las cajas inglesas hayan sido causados por la crisis. En el transcurso del año apenas finalizado, el producto interno bruto ha caído un 4,8%. Este fenómeno no se registraba desde 1931, año en el que la producción nacional disminuyó un 5,1% tras la Gran depresión.El gobierno laborista ha puesto de relieve el hecho de que el declive se ha presentado inferior en relación al de otras economías del G7 como Japón, Alemania e Itala, entre otras. Por otra parte, es consciente de que los electores decidirán el voto de mayo, en una línea que se orienta más sobre las prospectivas de recuperación de la recesión que sobre lo que ha sucedido en pasado. La crisis económica ha inhibido los consumos privados, los consumos familiares, por este motivo el estado ha devido abrir las cajas para financiar la reestructuración de los bancos y las industrias. Por un lado, se ha generado una disminución de la producción en general, causada por el bloqueo parcial de los consumos; por otra parte, el gobierno ha buscado, con poco éxito, sin embargo, a través de la reducción del impuesto sobre el valor añadido (IVA), alimentar un mecanismo que incentive el aumento de las transacciones. Es fácil darse cuenta de como las elecciones estarán directamente vinculadas a las selecciones de política fiscal que el futuro gobierno británico deberá cumplir de cara al gasto público. Las últimas previsiones sugieren, con poco optimismo, que la economía alcanzará un impulso en el curso de los próximos dos años. El Fondo Monetario Internacional ha previsto para el Reino Unido, un crecimiento del 1,3% en 2010, más lento respecto al 2,7% para los Estados Unidos, pero ciertamente, mejor que el 1% de media previsto para el área de la zona euro.

Oficialmente, la campaña electoral ha comenzado a principios del mes pasado, y como estaba ya previsto, no han faltado recetas antidéficit propuestas por ambas formaciones. Los laboristas han comunicado que el gasto público sufrirá una visible reorientación, que buscará, al mismo tiempo, no empeorar los cortes en las inversiones para la escuela, la sanidad y la seguridad. También han confirmado el bloqueo retributivo para los top-manager de la administración del estado bajo una óptica de reorganización en los costes totales. La sugestión es presentar el nuevo programa fiscal no como un corte indiscriminado del gasto público sino como un razonado y meditado cálculo costes-beneficios.La respuesta del partido Tory ha sido confiada a David Cameron, primer artífice del impulso total de los conservadores. Este ha anunciando la ausencia de una salida fiscal para las franjas de renta alta, apoyo para las pequeñas y medianas empresas, aumento de la edad para la pensión y redifinición de las políticas sociales, capaces, según Cameron, de favorecer parasitismo y dependencia. Así, se presenta la nueva actitud para afrontar la fase de recuperación por parte del líder de la oposición, un mix de políticas que parecen inspirarse más en la doctrina del gobierno de Tony Blair que en la tradición conservadora thatcheriana. En relación con este sentido de responsabilidad y de renovado compromiso del estado sobre la economía, paradójicamente, el país, que ha construido sus fortunas sobre el libre mercado y sobre escaladas de Bolsa, parece ya haberse convertido en un ferviente paladín del dirigismo.A pesar de todas las tesis y las hipótesis realizadas, el camino que la economía deberá tomar es, realmente, bastante claro a ojos de todos, incluido los políticos ingleses. La crisis ha podido afrontarse gracias a un enorme sustento fiscal y una gran cantidad de liquidez monetaria. El déficit de la balanza ha alcanzdo niveles record, es decir, el sector público tendrá que subordinarse a una dura y prolongada dieta. En este tipo de situaciones, las financias públicas deberán estar cubiertas con un aumento de las tasas y un creciente pagamento de intereses sobre la deuda. Así, la selecciones financieras tendrán efectos negativos directos en la adquisición de los ciudadanos y de las empresas inglesas. Los ingleses temen que independientemente, de la formación vencedora en las próximas elecciones, se espere un periodo de gran austeridad para todos.

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