martes, 13 de octubre de 2009

La reelección de Evo

Bolivia se encuentra a un paso de las nuevas elecciones generales que tendrán lugar el próximo 6 de diciembre, día en el que el pueblo será llamado a elegir un nuevo jefe de estado, además de 130 diputados y 36 senadores. El pasado 10 de septiembre, el actual presidente Morales ha presentado oficialmente su campaña electoral como máximo dirigente del Movimiento al Socialismo (MAS). A dos meses de las elecciones, el consenso entorno a la figura del primer presidente indio de Bolivia, parece ser muy fuerte si bien, no homogéneo. El país resulta profundamente dividido no solo desde el punto de vista político, sino también desde el punto de vista económico y étnico. El resultado del referendum constitucional, realizado el pasado día 25 de enero y las tensiones relativas a la aprobación de la nueva ley electoral son la prueba. Sin embargo, la oposición parece débil y muy fragmentada. La ausencia de rivales fuertes en grado de hacer frente a Evo Morales, parece intuir muy probablemente, su reelección.

Fuerte el consenso de Morales a pesar de la inestabilidad política
El escenario político boliviano de los últimos meses ha estado caracterizado por una fuerte inestabilidad. Prueba de esto, el referendum constitucional realizado el pasado 25 de enero, a partir del cual se manifiesta un país partido por la mitad (59% a favor, 49% en contra). Por una parte, las poblaciones indígenas, de las que Morales, primer presidente indio de Bolivia, es líder indiscutible. De la otra parte, en cambio, ha encontrado la dura oposición por parte de la provincia oriental de Pando, Bendi, Santa Cruz y Tarija. Resultado previsible, este último, si se considera que el nuevo texto constitucional, firmando el control del estado sobre los principales sectores económicos y la limitación de la propiedad privada hasta 5.000 hectáreas ‒además de la posibilidad para el actual presidente de ser reelegido‒ no se enfrenta, ciertamente con la política llevada acabo por Morales desde el inicio de su mandato. Una política centrada en las nacionalizaciones y en la redistribución de las tierras, a favor de la población indígena, que ha sido siempre fuertemente obstaculizada por los departamentos autonomistas de la media luna, formados principalmente, por blancos y por la fuerza económica del país, gracias a la agroindustria y a las reservas de hidrocarburos. Los emprendedores y los latifundistas del área, que constituyen la élite del país, se han perjudicado por la elección del gobierno Morales, por , entre otros ausntos, anular las concesiones hechas a los emprendedores de la provincia de Santa Cruz ‒relativas a 20.000 hectáreas de terrreno‒ a favor de los indígenas de Guaraya. Estas elecciones son válidas para tachar de populismo al presidente Morales, acusado de explotar la causa de los indígenas para elevar su consenso. De la otra parte, las nacionalizaciones, que han implicado a los principales sectores comerciales del país, antes que todo lo relacionado con los hidrocarburos en el 2006, han sido el origen de las tensiones también a nivel internacional, sobretodo con Brasil, fuertemente dependiente de la reserva de gas natural del país andino. Sin embargo, la tensión entre los dos países se ha rebajado, si Brasil, principal aliado económico de Bolivia, pudiera alcanzar el anhelado objetivo de independencia energética, la economía del país sufriría graves consecuencias. Sin embargo, Morales parece decidido a continuar por el camino de las nacionalizaciones que, según lo anunciado por el presidente, el pasado julio, se verán ampliadas también, a la electricidad y al sector ferroviario. Si, el Movimiento al Socialismo puede contar entre sus principales sustentos con Venezuela y Ecuador. Lo que une a Morales, Chávez y Correa no es solamente, aquello que ha sido definido por algunas partes como, “populismo radical” ‒donde se introducirían las políticas de nacionalizaciones‒ sino la aversión en cuanto respecta a los Estados Unidos, expresada en innumerables ocasiones. Esta ha provocado también, un agravio en las relaciones con Colombia, aliado fiel de los EEUU. Los tres jefes del gobierno han, de hecho, obstaculizado, el acuerdo con Estados Unidos en relación a la concesión de bases militares sobre territorio colombiano, mostrando la necesidad de defender la soberanía de toda la América Latina. Morales, ex-sindicalista cocalero ‒ movimiento que ha dado siempre un fuerte apoyo al presidente boliviano‒ ha criticado el objetivo oficial del acuerdo, la lucha contra el narcotráfico, declarando que esta última se ha revelado como desastrosa y constituye solo una coartada para la política imperialista de los Estados Unidos. También, durante la reciente visita oficial a España, el presidente boliviano no ha reprimido su fuerte tono que mostraba la insatisfacción hacia los EEUU, acusándoles de ser los responsables del reciente golpe de estado en Honduras.

El papel de la oposición
A pesar de que los partidos de la oposición ‒Poder Democrático Nacional (Podemos), Unidad Nacional (UN) y Movimiento Nacionalista Revolucionario (MRN)‒ disfrutan de la mayoría en el senado, no han estado en grado de impedir los planes del gobierno y satisfacer la investigación de las provincias orientales, sobre las que presume tener el control. La aprobación de la ley electoral, el pasado 15 de abril, a pesar de las fuertes tensiones sucedidas en el parlamento, lo demuestra. Constituye, de hecho, la enésima victoria de Morales, en cuanto que ha permitido anticipar las elecciones presidenciales al próximo día 6 de diciembre y ha garantizado ocho escaños en el parlamento para el sector indígena, reforzando así, el consenso de la figura del presidente proveniente de estos ambientes. Los resultados de los sondeos, con el 47% de los electores a favor de Morales, hacen sospechar la posibilidad de una reelección hasta el 2014. Además, fracasada la tentativa de crear un frente unitario de oposición, del que Jimena Costa, sería la posible candidata, la oposición parece muy fragmentada. Por una parte, Costa, que veía en la oposición del bloque electoral la única posibilidad real de enfrentarse a Morales, ha retirado su candidatura. Así Quiroga, líder del Podemos y Cárdenas, dirigente de una nueva oposición de izquierda, se han, también, retirado. Entre los candidatos a la oposición, Manfred Reyes Villa, ex-alcalde de Cochabamba y Leopoldo Fernández, en el lugar de la vicepresidencia, constituyen la principal fuerza rival. Este dúo representa una parte del país, aquella constituida por las provincias autonomistas de la media luna, desde siempre escenario de enfrentamientos violentos con los defensores del gobierno de Morales. Si bien, Reyes Villa y Fernández pueden contar con los votos de tales departamentos orientales, no parece que constituyan rivales en grado de obstaculizar al presidente saliente. Lo mismo se puede decir de Samuel Doria Medina, líder de la Unidad Nacional y del bloque de izquierda, constituido por la alianza “indígena” formado por Alejo Véliz, Román Loayza y Felipe Quispe.

Hacia una probable victoria del presidente Morales
A pesar de la fuerte inestabilidad política que ha caracterizado los últimos dos años del gobierno de Morales, debida a la dura oposición ejercida por las provincias bolivianas orientales, el presidente saliente, a pocos meses de las elecciones, puede contar con un fuertísimo consenso. Su posición parece lo suficientemente sólida como para sospechar su probable reelección el próximo 6 de diciembre. Entre las filas de la oposición falta, de hecho, un candidato en grado de desbancarlo. La imposibilidad de crear un frente unido que reúna a todos los partidos de la oposición, ha cancelado la posibilidad de evitar la victoria de Morales. Según algunos sondeos, el apoyo que el actual presidente recivirá en las próximas elecciones, será superior al obtenido en las últimas elecciones presidenciales. Así, probablemente, el Movimiento al Socialismo obtendrá la mayoría parlamentaria tanto a la Camara de los Diputados como al Senado, que hasta ahora ha sido controlada por los partidos de la oposición. Esto significa que estos últimos perderán la posibilidad de ejercer la prohibición legislativa para la iniciativa presidencial que, hasta este momento, tenían el Podemos, la UN y el MRN, si bien no han sido capaces de ejercer este poder de manera significativa.
 

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