miércoles, 7 de octubre de 2009

Honduras: la resolución de la crisis política por el liderazgo del América Latina

Las tensiones en el país centroamericano, causadas entes de la expulsión del Presidente Zelaya dek país, y después de su vuelta, están sufriendo altibajos: momentos de diálogos con la comunidad internacional, seguidos de procedimientos extremos, que en seguida son retirados. La Comunidad Internacional se ha activado solamente porque un Jefe de Estado ha sido depuesto por la fuerza, pero sobre todo porque la resolución de la crisis hondureña podría establecer el futuro liderazgo en América Latina.

Indecisiones internas bajo la mirada de la Comunidad Internacional.

Desde que Zelaya decidió volver a Honduras, a pesar del parecer contrario de muchos Estados, en el país aumentaron las tensiones y las dudas.A la noticia de que Zelaya había sido alojado por la embajada brasileña en Tegucipalga, el Presidente hondureño “de facto”, Roberto Micheletti, respondió dando a Brasil un ultimátum para entregar a Zelaya a las fuerzas de policía, y expulsando a los mediadores de la OEA. Más allá de esto, el gobierno golpista había suspendido las libertades constitucionales por 45 días, como respuesta a las declaraciones de Zelaya, quien incitaba ala insurrección popular. Se prohibió a la prensa emitir cualquier información que dañase la imagen del gobierno o alterase el orden público.Micheletti cambió radicalmente su postura recientemente, a sabiendas de que una actitud más represiva no le facilitará el reconocimiento internacional, del cual no ha gozado desde que llegó al poder.Ello explica el retorno, previsto para esta semana, de una delegación de la OEA, para mediar entre Zelaya y Micheletti. Este último ha hecho notar que el Consejo de Ministros podría revocar el decreto de suspensión de las garantías constitucionales.Además, Micheletti ha retirado el ultimátum dado a Brasil por la hospitalidad hacia Zelaya en el interior de la embajada de Tegucipalga, dado que Brasil se está imponiendo como un interlocutor creíble en la región sudamericana y en las relaciones con las organizaciones internacionales.

Estados Unidos permanece apartado
El retorno de Zelaya provocó las críticas del gobierno de Washington, a través de su embajador en la OEA, definiéndole como “irresponsable y loco”.Estados Unidos se encuentran en una posición difícil. Rápidamente tras el golpe de estado, fueron acusados por Zelaya de haberlo orquestrado, dado que las relaciones entre los dos países habían empeorado formalmente a causa del giro contra “el imperialismo americano”, llevado a ello por las relaciones existentes en el ALBA con el líder venezolano Hugo Chávez. Pero Estados Unidos negaron rápidamente el reconocimiento de la nueva junta, condenando el golpe de estado, junto a la ONU, a la UE y a la OEA. Sin embargo, aunque Zelaya sea muy cercano a Chávez, y a pesar de que antes de su destitución hubiese hecho propaganda contra el imperialismo americano, Estados Unidos es el primer socio comercial de Honduras. El país centroamericano, uno de los más pobre de América, fue en los ´80 aliado de Washington, y Estados Unidos todavía mantiene una base con 600 hombre preparaos para intervenir en casos humanitarios y de socorro.

Tras el golpe de estado, Estados Unidos no reconocieron el nuevo gobierno, señalando a Zelaya como único Presidente, y retirando 30 millones de dólares de asistencia económica para Honduras. Zelaya querría que Estados Unidos usara métodos más contundentes para condenar el golpe: paradójicamente, después que en el pasado fuese acusado de injerencias en asuntos latinoamericanos y de imperialismo; ahora el gobierno estadounidense es criticado porno entrometerse bastante.Mientras tanto, algunos parlamentarios republicanos en el Congreso estadounidense, se están movilizando en apoyo del gobierno golpista, acusando a Zelaya de querer cambiar ilegalmente la Constitución y, sobre todo, incitando al Presidente Obama a no dar ninguna ayuda a un político que apoya a Chávez y que siempre ha criticado a Estados Unidos.Así pues, Obama se encuentra entre dos fuegos,: uno que querría una mayor presión sobre el gobierno hondureño de facto, permitiendo la vuelta de Zelaya en la vida política del país, y otro que sostiene que apoyar a Zelaya no es el mejor modo para restablecer la credibilidad democrática en el país.IDadas estas dificultades, y dados otros desafío internacionales sobre los que Estados Unidos han decidido concentrarse, es probable que el gobierno de Obama prefiera dejar gestionar a otro la crisis hondureña, posiblemente al Brasil de Lula, convertido ya en el principal interlocutor del área. Des este modo, la administración americana no alimentará las acusaciones de imperialismo en Sudamérica y no encenderá las polémicas entre Demócratas y Republicanos, mientras todavía de está debatiendo sobre la reforma sanitaria, que ya es causa de fuertes enfrentamientos entre ellos.

La crisis hondureña para el liderazgo en América Latina
El país sudamericano que se encontraba más cercano políticamente a Honduras, antes del golpe, era Venezuela. La implicación de Brasil en los sucesos hondureños podría quitarle a Chávez el país centroamericano de las manos, después de que Cuba también se haya movido en esa dirección.Chávez estaba seguro del apoyo de Honduras, habiéndole hecho entrar en el ALBA, el proyecto de cooperación político y socio-económico entre algunos países de América Latina, promovida por Venezuela y Cuba, en alternativa al ALCA promovida o Estados Unidos.El acercamiento a Venezuela por parte de Honduras, declaró Zelaya, se debió a la falta de apoyo internacional por parte de las instituciones financieras internacionales. Chávez estaba usando con Honduras la misma política que llevaba adelante con Cuba y otros países latinoamericanos: suministraba petróleo venezolano a precios reducidos a cambio de la alianza política y la implicación en la organizaciones internacionales guiadas por Venezuela.

Tras el golpe de estado en Honduras, Chávez había buscado levantar los tonos, poniendo sus soldados en estado de alerta, en caso de que el gobierno golpista se dirigiese contra la embajada venezolana en Tegucipalga. Pero el país que se está imponiendo como auténtico mediador u resolviendo la crisis hondureña es Brasil, el cual, tras el golpe de estado, había pedido la convocatoria del Consejo de Seguridad de la ONU, y cuando Zelaya decidió volver a su país, se refugió en la embajada brasileña de Tegucipalga, provocando la condena por parte de Micheletti, acusándolo de injerencia en asuntos internos hondureños.

El intercambio de acusaciones entre Caracas y Brasilia sobre el regreso de Zelaya ha evidenciado la uerte competitividad y las tensiones crecientes entre ambos países. Lula desmintió cualquier implicación brasileño en la vuelta de Zelaya, y los diarios brasileños acusan a Chávez de haber empujado a Zelaya refugiarse en la embajada brasileña. Por su parte, Chávez admitió haber ayudado a Zelaya en su plan de retorno. Quedan dudas sobre el hecho de que Chávez haya preferido enviar a Zelaya a la embajada brasileña, conviertiéndolo en el verdadero protagonista de las negociaciones en América Latina.

Brasil se está ocupando mucho en el plano internacional, para resolver las crisis regionales de América Latina. Juega el papel de mediador del diálogo entre Estados Unidos y Cuba, y su crecimiento económico, unido a una posible relevancia diplomática, podrían hacer de Brasil uno de los protagonistas mundiales en los próximos años.

Las elecciones en Honduras serán cruciales para el retorno a la normalidad
El nudo alrededor del cual rueda la presencia de Zelaya en Honduras son las elecciones presidenciales de otoño. El problema interno es evidente: hay un aprofunda crisis institucional. El presidente Zelaya fue depuesto por militares por orden de la Corte Suprema, con elapoyo del Parlamente. Pero ningún país, ni las instituciones internacionales, reconocen el nuevo gobierno, manteniéndolo aislado e nivel internacional. Además de esto, las tensiones entre las fuerzas del orden y los partidarios de Zelaya, son constantes.En las próximas elecciones, según la Constitución hondureña ni Zelaya ni Micheletti podrán presentarse. La vigilia electoral ya provoca tensiones: exponentes del Partido de la Unificación Democrática (PUD), de inspiración socialista, fueron asesinados poco después del golpe de estado.Muchos países americanos, como Brasil, México, Argentina, Chile Estados Unidos, han afirmado que no reconocerán el resultado electoral si es gestionado exclusivamente por el gobierno golpista. Si el gobierno Micheletti desea que el futuro gobierno hondureñi sea reconocido por la comunidad internacional, deberá, necesariamente, alcanzar un acuerdo con Zelaya y sus seguidores.

Conclusiones
La probabilidad de que se llegue a un acuerdo entre Zelaya y Micheletti para una gestión compartida de las elecciones es muy alta. Unas elecciones gestionadas solamente por el gobirno golpista no serían reconocidas por ningún país.Es muy probable que se llegue a un compromido sobre la llamada porpuesta de San José, promovido por Costa Rica, que vería el retorno de Zelaya a sus funciones hasta la finalización legal de su mandato, en enero de 2010. Asñi se garantizaría una gestión compartida, a cambio de la promesa de Zelaya de no organizar un referéndum para extender su mandato, loq ue, teóricamente, había provocado el golpe deestado.Estados Unidos se sigue manteniendo a parte, favoreciendo a algunos inerlocutores, pero sin intervenor directamente.Si la crisis hondureña debiese resolverse, como parece, rápidamente, mediante un compromiso entre las dos partes en controversia, parte del mérito será del país que más se ha empeñado en este conflicto: Brasil. El creciente protagonismo de Brasil en Maérica Latina, en términos económicos y diplomáticos, está alarmando a Venezuela, el cual, gracias a los ingentes recursos de hidrocarburos de los que dispone, pensaba poder convertirse en uno de los protagonistas de Sudamérica, atrayendo los países circundantes. La resolución de la crisis hondureña podría transformarse en un punto de inflexión en cuanto al liderazgo del área. En este momento, Brasil se encuentra en ventaja para este rol, sea por su creciente fuerza económica, sea porque es capaz de dialogar con países no exclusivamente de izquierdas, o bien porque ya es tomado como un interlocutos sobre el plano mundial, mientras que Chávez representa más desafíos que oportunidades para Sudamérica en el mundo.
 

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