martes, 20 de octubre de 2009

Estados Unidos-Irán


El estudio geopolítico de las áreas sensibles no puede dejar de lado los efectos derivados de los nuevos armamentos usado en guerras cada vez más tecnológicas. Guerras que, tal vez, como en el caso del Irán nuclear, ninguna de las dos partes quiere combatir en realidad. Mientras Ahmadineyad festeja el lanzamiento con éxito de los misiles de media alcance, Estados Unidos hace correr la noticia de la posible aplicación de bombas capaces de golpear objetivos subterráneo, dando a entender que los sitios nucleares iraníes no están seguros. No hay todavía elementos para prever un ataque militar, pero parecen haberse retomado conceptos como “first strike capability” y “ataques quirúrgicos”. La tensión podría levantarse posteriormente, pero las nuevas armas pueden evitar el despliegue de tropas?

El precio de una guerra convencional
Las guerras en Iraq y en Afganistán demandan de Estados Unidos un elevado número de efectivos en el campo: 130.000 unidades estadounidenses estaban presentes entre agosto y septiembre de 2009 en Iraq, y 50.000 en Afganistán, Las pérdidas suman 4.345 unidades en Iraq sin contar los contractors y a 870 unidades en Afganistán (dato de septiembre de 2009). La opinión pública está cansada de llo, y en el caso de un conflicto en Irán, un despliegue de fuerzas por parte del nuevo presidente Obama en un territorio hostil no estaría bien visto. Los planes de ataque de Estados Unidos para una guerra convencional. En la cual los soldados se emplean sobre el terreno, podrán estar preparados desde hace tiempo. Esta es un reflexión sobre el posible éxito de ese arma. Por tanto, se entremezclan diversos problemas que permanecen, pero necesarios para un correcto análisis estratégico y geopolítico. Existen obstáculos de tipo jurídico, como la legitimidad de un ataque preventivo en el caso de ausencia de armas de destrucción masiva en el caso de Irán; problemas humanitarios, como el desastroso efecto que tendría una guerra sobre la población que vive en las grandes ciudades cercanas a los búnker; y problemas económicos conectados a las consecuencias de una guerra sobre el precio del petróleo, más allá que a las eventuales retorsiones iraníes.(Ver: Iran: Humanitarian and Geopolitical Implications of Iran’s Pursuit of Nuclear Capacity).

Una solución en los nuevos instrumentos de penetración subterránea?
En octubre de 2009, el Pentágono obtuvo del Congreso el permiso para destinar fondos para las nuevas bombas de alta penetración subterránea. Los Massive Ordnance Penetrators (MOP) son unas bombas con cabeza no nuclear guiados por satélite, capaces de golpear blancos subterráneos. Como los búnker, de hasta 60 metros de profundidad. Miden 6 metros de largo y pesan unas 15 toneladas. Estas bombas no son nuevas. Ya se emplearon en Iraq, pero siguen perfeccionándose a grandes pasos. Como si su uso tuviese que ser urgente, y ello puede hacer pensar en una inmediata aplicación en los escenarios de guerra que puedan representar amenazas significativas. Los blancos por excelencia parecen se los sitios nucleares iraníes, para alcanzarlos con los stealth B-2, los celebres aviones dotados de tecnología que los hacen difícilmente perceptible a los radares. Los sitios nucleares se construyeron bao tierra, de modo que no pudiesen ser golpeados por los ataques aéreos y pos las bombas inteligentes. Desde un punto de vista estrictamente militar, el tipo de bomba hace pensar que la aplicación se destine precisamente a objetivos como los iraníes. Se excluye, de hecho, su utilización en Afganistán, donde el conflicto tiene unas características de “caza al hombre”, y se combate en superficie.
Se hipotiza que uno de los objetivos principales de una eventual guerra en Irán sea la destrucción de los sitios nucleares y que, al mismo tiempo, se debería impedir el lanzamiento de misiles iraníes contra Israel, que podría venir como respuesta tras el ataque estadounidense. Se intentará, además, analizar las posibilidades efectivas de un empleo de tropas de tierra mínimas, asociado a un eficaz bombardeo con las MOP, que resuelva rápidamente el conflicto. Si se considera la situación estática en la primera fase de la guerra, en la cual está a disposición de Estados Unidos el elemento MOP, se abriría la opción de un ataque con utilización de tales bombas para destruir de forma rápida los búnker iraníes.Si las nuevas armas permitiesen realizar un ataque sistemático contra los principales sitios nucleares, la destrucción del búnker podría excluir la necesidad de una operación masiva de limpieza final (teniendo en cuenta que una operación de control en el territorio golpeado será respondida). Este tipo de operación, por lo tanto, podría consentir actuar “quirúrgicamente” sobre sitios sensibles, evitando un vasto despliegue de hombre en el territorio. Dada la difícil situación creada en los escenarios de guerra iraquí y afgano, y dada la tampoco muy deseada perspectiva de posteriores pérdidas de este tipo, se necesitaría de un alto nivel no solamente desde el punto de vista cualitattivo, si no cuantitativo. La acción militar debería, de hecho golpear contemporáneamente con precisión extrema un elevado número de sitios secretos para poder llamarse eficaz, y la intervención de los hombres debería ser inmediatamente sucesivo. Ahora, dando una rápida ojeada al mapa de Irán, se comprende claramente que una acción simultánea sobre todo el territorio sensible, no es posible. Los territorios internos podrían ser difícilmente alcanzables desde las fronteras, con lo que una incursión rápida vía terrestre desde el Este y desde el Oeste es impensable. Las desventajas que los soldados deberían afrontar hacen pensar en una acción muy difícil. El territorio iraní es mucho más amplio que el iraquí, e inhóspito como el afgano. La resistencia de las guardias revolucionarias sería fuerte, sobre todo, en zonas cercanas a las más importantes ciudades en el Golfo, como Abadan, Ahvaz y Shah Bahar, o sobre los confines iraquíes, como Hamadan o Khorramshahr o en el confín afgano como Mashad, desde donde la logística y los apoyos podrían ser puestos en peligro. La alternativa podría ser, entonces, una intervención de los paracaidistas, violando el espacio aéreo iraní, pero exponiéndose a la espera de una defensa que tendría tiempo para organizarse.

Si el arma fuese utilizada con éxito en un eventual escenario de guerra iraní, se podría verificar la destrucción en un solo golpe de os más importantes sitios nucleares en los cuales se sospecha que se produce el enriquecimiento de uranio con fines bélicos o, incluso, la construcción de misiles nucleares. Frente a tal resultado, el régimen iraní se encontraría inmediatamente en crisis, y podría desincentivarse al combatir en una guerra en la cual Estados Unidos podría no estar dispuestos a aventurarse con el empleo ingente de tropas de tierra. Aunque la “first strike capability”, es decir, la capacidad de causar el máximo daño con la primera intervención, tuviese que acabar con la capacidad iraní para enriquecer uranio, sería muy difícil, en cualquier caso, se consiguiese acabar con todos los sitios nucleares. El sistema iaraní, estrecturado en red, prevé una pluralidad de centros y consiste en una ramificación de sitios distribuidos cerca de algunas de las ciudades más importantes del país, como Bushenr, Arak, Isfahan, Teherán, Bandar Abbas, Natanz y Qom.

Siempre teóricamente, estando así las cosas, el uso eficaz y coherente de las nuevas bombas MOP, en cuanto arma autónoma en la búsqueda de un significativo éxito militar, se podría tener en un contexto de “guerra relámpago”, es decir, con un mínimo y rapidísimo empleo de tropas de tierra. Los ataques aéreos contra los bunkers debería darse al mismo tiempo, y las tropas de tierra deberán intervenir rápido para controlar la eficacia de las operaciones e inmovilizar lo que quede del enemigo. Probablemente, sería necesario reducir los tiempos entre los bombardeos y la intervención sobre el campo, y no se puede excluir que este cálculo se haga no sobre semanas, si no sobre días. Una operación de guerra excesivamente larga significaría probablemente dificultades para salir. Los elementos geográficos, la conformación del territorio, la amplitud del desierto, el número de sitios para golpear, las dificultades para alcanzar ciudades lejanas de la frontera, como Natanz e Isfahan, el riesgo objetivo que unos misiles de medio alcance puedan golpear Israel, hacen pensar que esta solución no sea posible. Es difícil pensar en una guerra que se pueda vencer sin emplear hombres y controlar el territorio. El riesgo en Irán, según este análisis, parece,por tanto, excesivo.
 

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