martes, 12 de enero de 2010

¿Qué hacer con los uigures?

Los uigures inundaron las crónicas mundiales el pasado verano tras los violentos encuentros entre las autoridades chinas y los manifestantes en la ciudad de Ürümqi, donde se calculan casi 200 muertos. Mientras la comunidad internacional se manifestaba contra el escándalo, China y Turquía reforzaban su acuerdo sobre la lucha contra el terrorismo, y Ankara giraba la vista a la represión china, expresando las críticas en relación a Pekín. Porqué Turquía debería renegar los vínculos históricos y culturales con Turkestán Oriental y dar la espalda a los hermanos oprimidos.

Uigures: ¿separatistas o terroristas?
Los uigures representan una de las 56 étnias reconocidas en China, de religión musulmana y con lengua turca, viven sobre todo en la región de Xinjiang, donde representan la mayoría de la población allí existente. Sin embargo, la realidad demográfica de la región sufrió un drástico cambio, fundamentalmente a partir de los años 90, desde que el gobierno chino adoptó una política forzada de sinización con la que coaccionaba al grupo étnico de los han, mayoritario en todo el resto de China, a desplazarse a Xinjiang. El resultado ha sido un aumento de la población han, del 6% al 40%, respecto al 45% de la población uigur. Este obligado cambiamento demográfico ha desencadenado grandes tensiones entre las dos étnias: reivindicaciones de autonomía y tendencias de asimilación. Para dar un mayor sentido a todo esto, se debe tener presente que Xinjang tiene una fundamental importancia estratégica para el gobierno chino, con límites compartidos con Afganistán, Kirguistán, Kazajistán y Tayikistán, es también la principal reserva de hidrocarburos de China. En 2008, con un 27,4 millones de toneladas de crudo, la región fue la segunda productora de petróleo del país, además de haber provisto de gas a una tercera parte de la necesidad nacional.

A principios del mes de julio, en el momento en el que manifestaciones pacíficas pero no autorizadas, fueron obstaculizadas por las autoridades, las tensiones explotaron definitivamente. Según fuentes seguras, los manifestantes pedían que se investigara a consciencia el asesinato de dos trabajadores uigures en la provincia de Guangdong a mano de los han cuando las fuerzas intervinieron causando uno de los episodios de violencia étnica más grave de los últimos años. Las autoridades chinas rápidamente atribuyeron la responsabilidad de lo sucedido a terceras personas, en particular a Rebiya Kadeer, una activista uigur que en ese momento residía en los Estados Unidos y precedía el Congreso Mundial Uigur. Rebiya, que es considerada por los uigures como su madre espiritual, fue una de las mujeres más ricas de Xinjiang gracias al comercio que mantuvo con los países limítrofes. Sin embargo, después de denunciar las condiciones de los uigures ante el Parlamento, comenzó a decaer, siendo arrestada por evasiones fiscales y detenida a cinco años de cárcel china. Tras haber obtenido asilo político en los Estados Unidos, consiguió situarse como un punto de riferimento de la diáspora y de la actividad de lobby en Washington. Por su parte, Kadeer ha desmentido haber protagonizado las protestas aunque a su vez, a lanzado profundas críticas a las polítcas del gobierno que miran a desacreditar a la población uigur. El gobierno chino clasifica todos los actos de protesta, por parte de los uigures, como actos terroristas.

Se sabe que gritar contra el terrorismo es un acto al que muchos gobiernos recurren facilmente cuando se encuentran en dificultad ante una minoría étnica poco dispuesta a la asimilación, pero, en cambio, parece que esconda algo más. Pekín ha entendido la dimensión del problema uigur, ha entendido lo que las protestas y las represiones que se suceden significan no solo en territorio chino, sino también fuera de los confines nacionales. Hasta 1949, cuando china retoma el control sobre toda la región -después de haber vivido casi 20 años independientemente, con el nombre de Turkestán Oriental- el gobierno de Pekín observó el problema del área como un problema fundamentalmente interno. Como consecuencia, sin embargo, con la llegada de los años 80 y la República popular con las reformas post Mao, que pusieron fin al aislamiento chino, así como con el colapso soviético, la situación sufrió cambiamentos radicales. China adoptó un gradual proceso de integración en la comunidad internacional. Los desplazamientos entre China y los territorios de las neonatas repúblicas centroasiáticas han permitido la exportación de la causa uigur al exterior, así la inmigración legal y la no tan legal, por su parte, han impulsado a la creación de una vivaz diáspora uigur al exterior cuyo eco ha sido amplificado por los medios. En estas condiciones, parece difícil ignorar el papel que la comunidad internacional puede jugar en su propia esfera doméstica. De hecho, los países que acogen a algunas significativas comunidades uigures son aquellos que expresaron ciertas preocupaciones por lo sucedido en julio, a la cabeza, Turquía.

Turquía sobre Xinjiang, buenas intenciones...
Los vínculos entre Turquía y el Turkestán Oriental han sido estrechos desde siempre. Las dieciseis estrellas de la bandera presidencial turca representan los "estados turcos" que han visto la luz durante el curso de la historia, una de las estrellas hace referencia al estado Uigur que existió alrededor del siglo VIII. La lengua uigur es la más parecida al turco entre las lenguas habladas en Asia Central. La historia, que cuenta como los turcos llegaron originariamente a Anatolia desde Asia, consigue que la opinión pública turca sea muy sensible a los hechos de los uigures. Además las relaciones turco-uigures se colocan en el vacuo de las relaciones turco-chinas. Históricamente y justo antes de su derrumbamiento, el imperio otomano se enfrentó a los chinos para controlar el Turkestán meridional. Sucesivamente Ankara demostró simpatía ante la aparición del nacionalismo uigur, aunque de forma cauta. Las relaciones entre las dos ex potencias imperales se enfriaron durante la Guerra Fría y la Guerra de Corea, en las cuales ambos bloques chocaron abiertamente.

Por otra parte Turquía, desde 1950, dio asilo al líder uigur y a algunos refugiados que escaparon de China. Con el paso de los años introdujeron asociaciones y organizaciones de varias ordenes y géneros. Sin embargo, del lado de aquellos que desean preservar la cultural uigur, figuran también los que buscan sus objetivos de forma extremista, como la East Turkestan Liberation Organization (DKTO) y la East Turkestan Islamic Organization, aunque esta última permanece inactiva desde la muerte de su fundador en 2003. Así de fácil es para las autoridades chinas justificar las causas de terrorismo, como sucedió en abril cuando dos uigures fueron ajusticiados en Kashgar por haber colaborado en un atentado con el fin de sabotear los juegos olímpicos. Hasta el momento no se ha encontrado ninguna conexión entre dichas organizaciones y Al Qaeda. Por este motivo desde los años 90 Turquía se mantiene al margen de las presiones chinas. Detrás del apego que los políticos turcos tenían hacia los uigures, destacaba también el estima que les concedían a líderes como Isa Yusuf Alptekin, considerados como los antepasados de la embrionaria cultura turca, puesto que la caída de la URSS brindaba a Turquía la posibilidad de ejercitar su influencia, basada en la afinidad histórica, lingüística y cultural de la república centro asiática.

…o búsqueda de intereses
Sin embargo, los vínculos que convertían a Turquía en el hermano mayor uigur, ensombrecían los conflictos en las calles de Ürümqi, donde los oficiales chinos y turcos reforzaban sus propios acuerdos militares. En realidad, los tratados entre ambos países han ido aumentando en el curso de los últimos quince años, especialmente durante el transcurso del 2009. Si los contactos militares entre Ankara y Pekín se establecieron a principios de los 80, es a partir de la década sucesiva cuando Turquía se dirige a oriente por el comercio de armas. Cuando los Estados Unidos descubren que Turquía está usando sus armas para acabar con el movimiento curdo, paralizan el acuerdo. Motivo por el cual tiene lugar el primer tratado turco-chino promovido para el abastecimiento de misiles en 1997. En marzo del mismo año, el general Hasan Aksay, comandante de la academia militar turca, visita Pekín, lugar donde se acordó la posibilidad de incrementar la colaboración en terreno militar, procediendo conjuntamente tanto en el adiestramiento y la ejercitación de los ejércitos como en los proyectos de producción.

Dos factores fueron decisivos para que la política turca cambiara de rumbo en relación con los uigures. En primer lugar, el aumento descomunal de la economía china, que a su vez conllevaba a tener un poder militar y político sin precedentes (de hecho la noticia en la cual China supera a Alemania y se convierte por primera vez en el mayor exportador mundial, corresponde a estos días) con la consecuencia de toda una serie de ventajas económicas que Turquía no pudía ignorar. En segundo lugar porque China actúa en dos direcciones por una parte atacando Turquía cuando trataba los derechos de los uigures y por otra defendiendo a los curdos. Si preguntamos a Pekín, ¿cómo puede Turquía sostener el separatismo uigur y al mismo tiempo rechazar a los curdos? El resultado de la interacción de ambos factores sería reducir drásticamente las actividades propuestas por las asociaciones uigures en Turquía, que los uigures sean privados de los privilegios que disfrutan los ciudadanos como el alojamiento o el soporte financiero, de manera que muchas de estas asociaciones se trasladan al extranjero sobre todo a Alemania. Desde el punto de vista de las relaciones entre China y Turquía, el resultado fue una serie de declaraciones a nivel oficial donde Ankara enfatiza la idea de que Xinjiang forma parte del territorio nacional chino, sosteniendo plenamente la fórmula "One China".

EL 28 de junio, el presidente Gül afirmó, en una ponencia en la Universidad de Kinjiang, que los uigures representan el vínculo de amistad de las relaciones entre China y Turquía. Esta idea puede ser aceptada desde el punto de vista político pero errónea a nivel económico, puesto que durante la visita, ocho compañías turcas han realizado acuerdos comerciales con un valor total de 3.000 millones de dólares. Xinjiang, una de las regiones menos desarrolladas de China y punto de entrada de la mercancia turcar en los mercados chinos, podría convertirse al mismo tiempo en un forma para incluir la región en los mercados internacionales, diversificando las fuentes de inversión extranjera.

El espacio dedicado por los medios turcos a los hechos que se suceden en Xinjiang, demuestra abiertamente cuanto Turquía, no solo en la opinión pública, simpatiza con la causa uigur. Sin embargo, teniendo presente las inestables relaciones entre Turquía y los aliados de siempre, los Estados Unidos, y, por otra parte, también con el estado de Israel, incluso también los estancados vínculos con la UE -mientras avanzan las alianzas alternativas con los países de medio oriente-, en el futuro de Turquía parece fácil divisar una tímida y cordial amistad con el gigante chino, a quien es difícil decir que no, pero que también a perdido a los hermanos uigures.

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