viernes, 8 de enero de 2010

Argentina: expectativas 2010


Las expectativas del gobierno de Cristina Kirchner para este nuevo año 2010, no se vislumbran especialmente rosas. A partir del pasado 10 de diciembre, el Congreso se presenta dominado por una oposición que además de estar constituida de una forma extremadamente heterogénea, se constituye como un fuerte obstáculo para las acciones del ejecutivo, ya que se servirá del control ejercido sobre las principales comisiones parlamentarias. Por otra parte, la crisis financiera internacional ha causado una importante paralización a la economía argentina. El gobierno ha tomado la decisión de servirse de parte de las reservas de divisas extranjeras del Banco Central para la creación de un fondo que garantice el pago de la deuda pública en este año. Esto, por una parte, ha suscitado protestas de la oposición, por otra parte, sin embargo, no parece haber calmado las preocupaciones de un nuevo default por parte de inversionistas extranjeros. Con todo, si bien en el ámbito del último encuentro del Mercosur se han llegado a avanzar sobre pasos significativos, no en el consolidamiento interno del problema pero sí en el frente de las relaciones con el exterior -en particular, en relación al potenciamiento de las relaciones entre los países del bloque y la Unión Europea- Argentina continúa en el camino de la integración regional, junto a las más grandes potencias del área (Brasil y Venezuela), eligiendo la vía de las relaciones bilaterales.

Los Kirchner y el nuevo Congreso

Las elecciones parlamentarias celebradas el pasado 28 de junio han supuesto un duro fracaso para la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El gobierno no goza ya de mayoría en el Congreso. La Cámara de Diputados se presenta en estos momentos, dominada por una oposición heterogénea: por una parte, el Acuerdo Cívico y Social (AcyS), alianza electoral de centroizquierda constituida por Coalición Cívica (CC), la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista (PS); por otra parte, la Propuesta Republicana (PRO), alianza unida a una tendencia peronista antikirchneristas. Pocos son los puntos de encuentro entre Elisa Carrió, a la cabeza del ACyS y Mauricio Macri, líder del partido de centroderecha y Jefe de Gobierno de Buenos Aires. La oposición parece con todo, preparada para unirse con el fin de obstacularizar la postura kirchnerista, moviéndose sobre diversos planos y sirviéndose del control de las comisiones legislativas. Las posturas que presentan un mayor acuerdo entre todos parecen centrarse en la necesidad de actuar para profundizar las investigaciones sobre la presunta corrupción y el ilícito enriquecimiento de algunos miembros del gobierno, la reforma del INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censo) y del Consejo de la Magistratura, con el fin de eliminar el control del ejecutivo con el nombramiento de los jueces. Además, ya desde hace tiempo, el partido de centroderecha viene manifestando la intención de llevar a discusión la ley sobre las telecomunicaciones, aprobada -no con pocas protestas- por un Congreso conformado con una vieja composición, en el mes de octubre y presentada por el gobierno como un instrumento de democratización de los medios. Los opositores, con Macri a la cabeza, ven en cambio, en las medidas una maniobra que perjudicaría al Clarín, el mayor grupo editorial del país, sobre todo a causa de las críticas relacionadas con la gestión de los encuentros entre el gobierno y la lobby agrícola. Aún las reformas de la ley sobre las telecomunicaciones divide incluso a los grupos de la oposición, constituyéndose esto también como un tema espinoso. Con todo, a pesar de todas estas labores que se han tomado con el objetivo de debilitar al gobierno, el kirchnerismo no parece dispuesto a quedarse con las manos cruzadas, tiene a su disposición toda una serie de instrumento a su favor: desde el veto presidencial, un arma que cuenta con una gran potencia a disposición del Jefe del Estado, que, sin embargo, podría producir una parálisis de la producción legislativa en el Congreso, con la intención de explotar la fragilidad de la oposición, exasperando las diversidades ideológicas internas para atraer a su esfera -sobre todo en el Senado, donde la diferencia de escaños entre el gobierno y la oposición es menos fuerte- a los opositores menos convencidos, entre los que destacan los peronistas disidentes.

La creación del Fondo del Bicentenario
El gran crecimiento económico manifestado en Argentina a partir de 2003, constituyendose como una de las bases del consenso para el gobierno kirchnerista, se encuentra, actualmente, frente una situación en la que se debe afrontar cierto estado de parálisis. El Balance preliminar de las económias de América Latina y el Caribe, presentado por la CEPAL (Comisión Económica para América y el Caribe) ha mostrado como, durante el 2009, se registró en el país un fuerte descenso del gran crecimiento, con un aumento del 0,7% del PIB (aunque a nivel per capita el resultado será negativo y asumirá un -0,3%), una brusca frenada respecto a la media de 8% de los años precedentes. Aunque, si bien la balanza comercial ha registrado un avance de 15.727 millones de dólares, superior al 32% del año precedente, a causa de una importante disminución de las importaciones respecto a las exportaciones (debido al derrumbamiento tanto del precio como del volumen de las materias primas), la incertidumbre económica y política se ha influenciado de los mercados financieros, determinando una fuerte fuga de capitales privados. Esta misma cuestión ha hecho comprometer las relaciones con los inversores estadounidenses que, como ha evidenciado el responsable del Departamento de Estado para las relaciones con América Latina, Arturo Valenzuela, mantienen cierta preocupación por la situación de incertidumbre jurídica y por la gestión económica puesta en práctica por el gobierno. A pesar de que las declaraciones de Valenzuela durante su última visita a Argentina, han provocado tensiones en los vínculos forjados con Washington, el ejecutivo parece decidido a afrontar la contracción económica. La idea es la de dar una oportunidad, ofreciendo cierta confianza a los inversores a través de la constitución del Fondo del Bicentenario que, sirviéndose de una parte de las reservas en divisas extranjeras "excesivas" del Banco Central, que ascienden a 6.569 millones de dólares, garantizaría el pagamento de la deuda pública en este nuevo año y restituiría a los mercados un mayor grado de certeza. El proyecto, tirado por el ministro de economía Amado Boudou con el apoyo de Kirchner, no ha recivido sin embargo, la aprobación de la oposición, suscitando así protestas por parte de los grupos tanto de centroderecha que de centroizquierda. La PRO, la UCR y la CC han contestado, ciertamente, que la función principal del Banco Central es la de preservar el valor de la moneda argentina, enfatizando la necesidad de que el órgano permanezca independiente del ejecutivo. Realmente, estas protestas contarán con escaso efecto dado que el gobierno dispone de un importante arma, constituida por la ley de la Emergencia Económica, recientemente prorrogada al 2011 por el Senado (en su vieja formación). Esta atribuye al ejecutivo una amplia serie de facultades de intervención en el sector económico y financiero, lo que permitirá a Kirchner llevar hacia adelante sus proyectos, eludiéndose del control del Congreso.

Diálogo bilateral con Chávez y Lula

A nivel regional, las relaciones entre Argentina y los otros países del área parecen dotar de privilegio la vía de los acuerdos bilaterales. Por otra parte, el último encuentro del Mercosur -la mayor unión sudamericana, constituido por Argentina, Brasil, Uruguay e Paraguay, a los que se debería también anexionar Venezuela- no ha proporcionado resultados muy satisfacientes, al menos desde el punto de vista interno. A pesar de que se ha corroborado la necesidad de promover una fuerte integración entre los estados, que vaya más allá de los simples vínculos comerciales y que dé la posibilidad de eliminar las asimetrías y de afrontar de manera conjunta la crisis económica, la consolidación interna del grupo no ha sufrido evoluciones sustanciales. No se ha alcanzado, por ejemplo, la redacción definitiva del común código aduanero, ni se ha definido aún el acuerdo sobre la futura composición, a partir de 2011, del Parlamento del Mercosur. En cambio, en el aspecto externo, las relaciones con la Unión Europea, iniciadas ya hace diez años, han obtenido un fuerte impulso. Mientras tanto, las relaciones bilaterales entre Argentina y Venezuela se han reforzado a través de la firma de catorce nuevos acuerdos, junto a los sesenta y tres ya existentes que engloban varios sectores, entre ellos el energético (relativamente al abastecimiento de crudo a Argentina por parte de Venezuela), el naval y el aeronáutico. Por otra parte, procede el diálogo entre Kirchner y Lula. En el ámbito de su último encuentro, realizado en Brasilia, los dos jefes del gobierno, han enfatizado sobre la necesidad y la voluntad de cooperar para afrontar las dificultades económicas. Al presidente brasileño ha llegado la condena de las medidas proteccionistas adoptadas tanto por su país como por Argentina, en cuanto el proteccionismo no llegaría a constituir un arma justa para afrontar la crisis global.

El gobierno de Cristina Kirchner debe hacer frente a la difícil situación, tanto desde el punto de vista de la estabilidad política interna como desde el punto de vista económico. De hecho, el Congreso, con su nueva formación, que ve al gobierno privado del apoyo de la mayoría de la que gozaba hasta entonces, parece dispuesto a contrastar la fuerte postura kirchnerista de los últimos años. Kirchner, lejos de sentirse constreñida a rendirse, utilizará todo instrumento que disponga -desde el veto presidencial a la ley de Emergencia Económica- para llevar su acción al control parlamentario, teniendo como último objetivo fragmentar la unidad de la oposición, alzada bajo un frágil equilibrio. Aunque la situación económica ciertamente, no goce de un aire favorable, el ejecutivo ya ha tomado el camino a la cooperación bilateral con las mayores potencias del área, Brasil y Venezuela, cuyos apoyos serán fundamentales para el retomo de la economía. A pesar de que el apoyo de este último, pueda propiciar ciertos problemas de oportunidad política a nivel internacional.


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