jueves, 14 de enero de 2010

Otra vez Irán

Otra vez más, el movimiento verde se ha manifestado contra el régimen iraní. Esta manifestación afecta a la población en general, como si también de una manifestación contra ellos se tratara. El pasado y el presente se entrelazan, la masa de disidentes quiere hacer valer sus derechos, la dureza de la policía no les frena. El régimen bicéfalo, guiado por Ahmadinejad y Jamenei, parece advertir los primeros golpes; la falta de un líder en el movimiento de la oposición, no es necesariamente un punto débil. El movimiento verde, al mismo tiempo que encuentra a nuevos mártires a los que poder creer, donde poder depositar su confianza, se prepara para afrontar la futura situación en la que tras un posible éxito, el poder pudiera caer en sus manos. A largo plazo, emergerán fuerzas profundas, connaturales a la historia del país, que alcanzarán a vaciar completamente la República Islámica y harán frente al surgimiento de una nueva historia.

La fuerza y la autonomía del Movimiento verde

No parece azaroso el querer comprender los últimos hechos sucedidos en el interior de un país como Irán, colocando en la base algunos sucesos de fuerte significado religioso, visto que es propio en precensia de la solemnidad religiosa cuando la acción de los iraníes se carga de significado. De hecho, el pueblo iraní tiene estrechos lazos con determinados aspectos de la rama islámica chiita y esto tiende a manifestarse en el transcurso de la vida cotidiana. El caso de la Ashura es un ejemplo, sobre todo si se relaciona con otros luctuosos hechos como el trascurso de una semana desde la desaparición de Husein Alí Montazerí, opositor del régimen de Jamenei. El día de la Ashura, que este año giraba en torno al 27 de diciembre según el calendario Gregoriano, es la festividad chiita más sagrada y en esta ocasión se recordaba el martirio del profeta Hussein, sobrino de Mahoma. Hussein fue asesinado por ser considerado para los chiitas como un soberano injusto (el Omeya Yazid), representa la justicia total, propia del cielo y de la tierra, que se contrapone a la opresión perpetrada por la injusticia terrena.

Sobre la base de esta festividad, el pueblo iraní ha renovado el significado profundo de la solemnidad, cargándola de significados actuales, orientándola contra el régimen de Ahmadinejad, considerado el jefe de los opresores. La fuerza de la festividad deja al fiel disponible al martirio, considerado como medio de liberación y salvación eterna. Por esto, se hace posible para este pueblo conducir una lucha aún con mayor determinación contra el poder que llegue a la liberación y la realización de la justicia divina; así como, desde un punto de vista jurídico-político, según las palabras de Khatami "para la libertad y la justicia" como derechos fundamentales. Es como si el movimiento verde estuviera descubriendo cierto conocimiento y sus miembros estuvieran dispuestos a arriesgar aún más en la manifestación contra el poder central. El mismo Musaví declaró sentirse preparado a morir por su gente, es decir, convertirse en un mártir, a sabiendas de que el hecho de su desaparición no supondría una crisis para la sensibilidad ni para la fuerza del pueblo.

Este año la Ashura tenía lugar siete días después de la muerte del ayatolá Alí Montazerí, el más honorable disidente del régimen. Montazerí había sido perseguido y se encontraba bajo arresto domiciliario desde hacía seis años. El ayatolá fue uno de los fundadores de la República Islámica y fue alumno de Jamenei, parecía estar destinado a convertirse en su sucesor pero era contrario a la política represiva del ala radical del régimen. Montazerí era la "consciencia crítica del régimen", una figura moral que no tenía sin embargo, un papel político. Había sido repudiado por Jamenei, poco antes de su muerte, por su oposición a los métodos del régimen. Sus funerales (celebrados en Qom), ocasión que podría haber sido crucial para renovar su mensaje y recordarlo como un ejemplo contra la opresión, en cambio, se desarrollaron bajo un clima en el que la presencia de la milicia Basiji se encargó de cancelar las manifestaciones. El mensaje de esta importante figura religiosa puede ser considerado un catalizador para el pensamiento de los disidentes. Montazerí había incluso admitido recientemente que el principio de gobierno del jurisconsulto, querido por los revolucionarios del 1979, y considerado como base del sistema de gobierno postrevolucionario, era un error en cuanto al cambio de dirección tomado respecto al primer significado originario. Aún, hasta pocos días de su muerte, a la edad de ochenta y siete años, condenaba la represión puesta en marcha por Jamenei y por Ahmadinejad contra el movimiento verde. De hecho, en los últimos encuentros se realizaron cerca de trescientos arrestos según la policía únicamente en Teherán, donde Pasdaran y Basiji dispararon a ciegas a la multitud. Sin embargo, en otras ocasiones se considera su solidaridad con los manifestantes, dando la sensación de no estar dispuestos a poner en peligro la seguridad de los ciudadanos; pero en este caso, cuando la tensión de los encuentros alcanzó su punto cúlmine, los disparos no se pudieron omitir, ni mucho menos, los diversos muertos, entre ellos el nieto de Musaví.

Se necesita pues, atender al significado que se encuentra en la postura tomada por Montazerí en una situación como la actual, sobre todo desde el punto de vista de un pueblo que se organiza de manera flexible y que no se reconoce con un guía político específico sino que se reúne a través de Internet y se mueve como si estuviera inspirado por sus mártires. Montazerí, perseguido durante años por el régimen, ha estado definido como la persona justa, oprimida injustamente y aclamado por los manifestantes como la guía espiritual suprema y permanente. Con todo, se debe recordar las limitaciones que han restringido el peso político de la ayatolá Montazerí, en la actual crisis política en Irán. Su función rozaba simplemente el aspecto moral, así el movimiento verde se ha podido mover sobre bases directivas elaboradas bajo una política centrada más en personajes como Khatami y Rafsanjani, independientes de la figura y de la obra de Montazerí. Por lo tanto, desde una perspectiva política, la perdida de un líder moral no significa absolutamente la salida de efectos decisivos sobre el movimiento. La interrogación que se coloca tras la muerte del ayatolá Montazerí es la de la dirección en la que se moverá, en los próximos años, la República Islámica de Irán; cuán dura será la reacción del régimen y cómo la suerte del movimiento verde.

La oposición y su futuro
Por un lado las discordia se extiende desde el mundo de la cultura y universitario hasta el perteneciente a los laboratorios, conquistando a jóvenes, sobre todo a mujeres que son involucradas ya sean de clases sociales urbanas como rurales. El movimiento puede incluso permitirse movilizar y conseguir resultados a través de las huelgas generales, aunque el mundo de los fabricantes, los vendedores y las diversas organizaciones sectoriales no pueden ser coordinadas porque les hace falta un líder que centralice la acción. También los bazaares parecen estar a favor de las propuestas del movimiento. Estos son mercaderes asociados, familias de origen antiguo que tienen estrechas relaciones con el clero y que gozan de un fuerte poder político. Por ejemplo en 1979, la alianza con el clero fue decisiva.

El movimiento tiene éxito, por ello tiene que crecer y darse a conocer en las plazas para después estar preparado ante posibles situaciones donde poder mostrar una personalidad clara que a la vez sirva de guía. Es posible localizar un mecanismo de dos fases en esta toma de consciencia gradual del pueblo iraní, o al menos de la parte que se asocia al movimiento verde. La primera fase se caracteriza por la formación de un movimiento independiente en el cual los personajes de la política y de la religión son orientados desde el interior hacia el objetivo común de volcar la situación a la cumbre. Esta primera fase está en pleno desarrollo, y podría conducir a una situación efectiva. Después de haber obtenido acceso a los cargos más importantes, comenzaría la segunda fase, donde el movimiento verde fabricaría a sus propios líderes, labor que hasta ahora no se ha conseguido.

El movimiento no está ni ha estado jamás bajo el control de Moussavi, ni de ningún otro líder político. Simplemente está eligiendo los símbolos que mañana puedan dominar el significado del aparentemente intocable Ayatollah y del presidente Ahmadinejad. Por lo tanto aunque Moussavi pueda ser un exponente de las propuestas de la población, en este caso sería un prototipo del alma política. De hecho el movimiento seguirá su camino aunque Moussavi y Karroubi deban perder la vida. Moussavi reconoce este hecho al afirmar que él morirá pronto junto al resto de miembros del movimiento, consciente de ser un símbolo a manos de los revolucionarios. Moussavi continua, sin embargo, esperando una solución pacífica a través de la cual se excluya la posibilidad de envolver al gobierno en esta violencia, sobre todo después de la reciente mejora del país. Entre sus propuestas aparece una nueva ley electoral que garantice elecciones libres e imparciales, es decir sin interferencias, aprobación de la imprenta y de los medios de información ya puestos al mando y reconocimiento de los derechos del pueblo a manifestarse de forma legal y a constituir partidos y grupos políticos.

Pero en Irán se preguntan, ¿cuál puede ser el futuro de un movimiento fluido y acéfalo como el movimiento verde? Un día el poder podría recaer en manos del pueblo, y esto conduciría a elegir por vía democrática a sus representantes. La capacidad democrática de Irán es un objetivo lejano, sobre todo porque lo que el movimiento está proponiendo hoy, es la expulsión de Ahmadinejad. La exigencia de obtener un resultado justo en las elecciones no es tan importante como conseguir crear un estado que cumpla con los requisitos del pueblo, sobre todo si este no está dirigido por ningún líder. La sociedad iraní es muy compleja. Existen diversos centros de poder coordinados y aliados por vías absolutamente informales. Entre ellos podemos encontrar al clero, los Bazaaris, los fabricantes, el pueblo, los políticos reformistas, los radicales, y si se quiere llegar a un futuro desarrollo de Irán, no se puede ejecutar a través de analizar los códigos del sistema occidental. El pueblo no está gobernado y por lo tanto no están sometiendo a nadie. Las exigencias de reforma llegan desde abajo, y el mismo pueblo no está dispuesto a tolerar una opresión del estado con tendencias desviadas respectos a sus premisas ideológicas. Al mismo tiempo, la redistribución del poder democrático necesita algunos personajes clave. ¿De qué forma podrá contextualizarse concretamente el cambio exigido por el movimiento verde? En un estado basado en el Corán, creer que la Asamblea Constituyente pueda pacificar la situación es difícil, a no ser que les otorguen un papel importante a los religiosos. La tendencia en Irán es dirigirse siempre hacia el cargo político que menos confíe en los representantes del clero, como demuestra la composición actual del Parlamento, en el cual el número de parlamentarios perteneciente a dicha élite es mucho menor que en el pasado.

Si el pueblo eligiera como dirigente del país a un personaje de la talla de Moussavi, ¿respondería a las exigencias de renovación del país? Quizás las garantías que el movimiento verde solicite serán muy exigentes, pero hasta el momento nadie ha estado atento ni preparado para aprovechar la oportunidad y presentarse como una válida alternativa estructural. No hay nadie con valor para representar el nuevo equilibrio, como hizo Khomeini en 1979. Por el momento no hay esperanzas de que se acontezca un cambio democrático de extrema fluidez que no sea sea filtrado, ya sea por la compleja formación de los partidos, las coaliciones o incluso los conflictos abiertos y violentos. Es necesario recordar que Irán es uno de los países más importantes de Medio Oriente, y que los mismos entusiastas que hoy incitan al cambio, probablemente sustentarán la búsqueda del diálogo con los partidos del mañana. Parte de lo que hasta ahora no está bien definido, al representar las exigencias extremas en un confuso mañana, aunque parcialmente marcado por un antiguo papel de gran protagonista, llevará a cabo un camino confuso y lleno de dificultades en dirección al nuevo equilibrio.


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