miércoles, 20 de enero de 2010

Perspectivas asiáticas


Con la decisión de crear un fondo de 120 mil millones de dólares entre China, Japón, Corea del Sur y los países del ASEA, los equilibrios económicos, financieros y geopolíticos de Asia sufrirán importantes cambios. Asia al alcance de las propias manos asiáticas. La hegemonía económica de Washington es cada vez menor. Economia internazionale: l'Asia agli Asiatici

Importantes inversiones y libre comercio
El pasado mes de mayo se ha firmado en Bali, Indonesia, un acuerdo que prevé para el 2010, el nacimiento de un fondo de liquidez de cerca 120 mil millones de dólares, con el fin de hacer frente a posibles crisis económicas y/o financieras. El fondo ha sido creado por los diez países que forman la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático): Brunéi, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Birmania, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam; y los tres estados económicamente más fuertes del continente: China, Japón y Corea del Sur. El acuerdo prevé que los países en dificultad económica puedan acceder a capitales líquidos, en proporción a la percentual de su contributo en dicho fondo. China, Japón y Corea del Sur, contribuirán con un 80%. Tokio y Pekín, concretamente, versarán poco menos de 40 mil millones de dólares, cada uno; mientras que Seúl alrededor de los 20 mil millones. Los países de la ASEAN proveerán el resto.

Debido a las consecuencias de la reciente crisis económica mundial, la peor después de la sufrida tras la segunda guerra mundial, la utilidad de este acuerdo parece evidente. Las ya frágiles economías de los países del Sureste Asiático están pasando por una fuerte recesión; además, tras la quiebra de las exportaciones hacia Occidente, ha sido casi por completo anulado, el flujo de entradas de capital extranjero, absolutamente indispensable debido a las débiles divisas locales. Así pues, el fondo podrá garantizar liquidez y dar un importante impulso a la economía. El acuerdo, que será completado por acuerdos bilaterales, no prevé reestructuraciones políticas precisas ni reestructuraciones en los derechos humanos. Será un sustituto inédito del Fondo Monetario Internacional que, siendo fruto del liberalismo occidental, exige al menos en teoría, determinados requisitos no sólo económicos, para acceder a financiamientos y préstamos.

Para llegar a entender la importancia de este acuerdo, es indispensable considerar que desde el 1 de enero ha entrado en vigor el ACFTA (ASEAN-China Free Trade Agreement). Con el nuevo año, se han abolido las barreras aduaneras entre los diez países de la ASEAN y Pekín, cambiando la cara a los intercambios comerciales del continente. Los productos chinos, sobre todo los relacionados con la alimentación, gracias a sus reducidos costes, están dando sustento a millones de personas que con la crisis económica han perdido el poder de adquirirlos, mientras las exportaciones hacia China, sobre todo en cuestión de materias primas, podrán garantizar un nuevo flujo de capital a los pequeños países del Sureste Asiático.

China y el "soft power"
El nacimiento de este fondo y la entrada en vigor del ACFTA, confirman a China como el país más activo en materia de financiamientos y de inversiones respecto a las economías de los países del Sureste Asiático. En 2009, el volumen de comercio entre ASEAN y China rozó los 231 mil millones de dólares, con un 14% de incremento respecto al 2008, superando el comercio con los Estados Unidos que hasta la llegada de la reciente crisis ocupaba el primer puesto. Estos acuerdos económicos y financieros parecen corroborar la teoría del "soft power" que asegura que la utilización de instrumentos económicos y los acuerdos bilaterales se presentan como auténticas ventajas, útiles para extender la esfera de influencia china sobre todos los países asiáticos. Las ayudas económicas concedidas a los países en dificultad, producen un "efecto de consentimiento" entre las diferentes poblaciones, que miran a China con gratitud.

El respeto de la soberanía contribuye a esta situación, los financiamientos y las inversiones chinas no pretenden aplicar ajustes institucionales, están convencidos de prescindir de la situación humanitaria y legislativa del país. Situaciones que, sin embargo, son fundamentales para estados como Birmania, Laos y Vietnam, donde los derechos humanos a menudo son oprimidos por los régimenes autoritarios. Este hecho marca una clara diferencia en las ayudas económicas desde el punto de vista occidental, el Fondo Monetario Internacional exige reformas estructurales para activar las financiaciones, y las administraciones de los países individuales, principalmente Estados Unidos, deben hacer las cuentas con la dinámica de la política interna y la opinión pública (que no ve bien ni las negociaciones, ni los favores económicos puesto que son evidentes las violaciones de los derechos humanos). Beijing no tiene estos problemas, los derechos humanos no son materia política, ni siquiera dentro del territorio nacional, y la opinión pública tiene pocos recursos para imponerse. El secreto del éxito del "soft power" chino es su costumbre de conceder capitales sin establecer los propósitos a los que va dirigido, como por ejemplo rendimientos políticos, económicos o fines humanitarios. Sin embargo, China obtiene la aprobación de proyectos e inversiones como la investigación petrolífera en Birmania, la construcción de infraestructuras dirigido al transporte en Vietnam y Laos o el proyecto agrícola a gran escala en Filipinas.

Washington cada vez más lejana
La situación asiática, desde el punto de vista de los Estados Unidos, se está complicando, no sólo porque China se esté apoderando de la supremacia económica (y no solo en la región, después del colapso de la industria automobilística americana) sino también porque Japón se está alejando de la Casa Blanca. El acuerdo que establecer el fondo de liquidez, es sólo una de las últimas elecciones inéditas de la reciente historia nipona. Con el primer ministro Hatoyama, la política exterior parece haber cambiado de ruta. Washington ya no es el socio comercial imprescindible, sobre todo depués de la crisis y mucho menos desde que Beijing se ha convertido en el mayor adquisidor de los productos exportados en Tokio. La perpetua guerra contra el terrorismo, focalizada en la región de oriente medio, ha alejado la atención del aliado americano de los problemas de seguridad sufridos mayoritariamente en Japón, como el arsenal nuclear de Corea del Norte y el imparable crecimiento militar chino. Tokio ha comenzado a mirar por sus intereses. El pasado mes de septiembre, el primer ministro democrático asistió a diversos encuentros con las autoridades chinas, deliberando sobre la llamada "East Asian Community", proyecto por el que se sigue debatiendo y se prevé el nacimiento de un ente supranacional, elaborado para facilitar y desarrollar el comercio ente los países asiáticos. Japón, que ocupa el segundo puesto en la economía mundial, está proyectando su comercio hacia el continente asiático, donde países en vías de crecimiento como Birmania, Filipinas e Indonesia (a pesar de la reciente crisis mundial) podrían convertirse en socios muy rentables. La participación del país del Sol Naciente en el acuerdo con la ASEAN llegó a la siguiente conclusión, que la región asiática dispone de recursos suficientes para alcanzar el crecimiento económico y, por lo tanto, Tokio no quiere seguir mirando.

Próximo objetivo de Obama, ¿Yemen?
Diversos analistas, entre los cuales se encuentra el embajador hindú Bhadrakumar, ven la aproximación de la política exterior estadounidense en Yemen, como una clara reacción ante la pérdida de influencia de la Casa Blanca en territorio asiático, y en particular como respuesta a la creciente influencia china sobre el Océano Índico. Reforzar la presencia americana en la península arábiga tendría como consecuencia consolidar el eje comercial entre India y Estados Unidos, manteniendo, por lo tanto, el control de las rutas Asia-Europa, fundamentalmente en los intercambios comerciales. Los esfuerzos americanos en Yemen son considerados, más que como un compromiso bélico contra el terrorismo, una represión de la expansión china. La adopción de esta postura se explica en que la apertura de otro frente militar no tendría coherencia con el programa establecido por el nuevo premio noble de la paz y en el aumento del tráfico mercantil chino sobre el Océano Índico, ya sea hacia Europa o África. El dominio del Porto di Aden por parte de Washington anularía los esfuerzos de Beijing por obtener autoridad en esta zona, crucial para controlar el comercio mundial.

El acuerdo tomado para el nacimiento del fondo común entre la ASEAN, China, Japón y Corea del Sur es seguramente un evento decisivo para el desarrollo de una nueva prospectiva geopolítca en el continente asiático. El acuerdo sanciona la supremacía China en la región, y el cambio total de la política extranjera de Tokio, cada vez menos vinculada a los históricos aliados americanos. Por otra parte, los Estados Unidos, no pudiendo hacer frente al fuerte crecimiento asiático, no parece por el momento poder actuar de manera directa. Si el análisis de Bhadrakumar es correcto, la estrategia de la Casa Blanca sería un enroque táctico orientado al mantenimiento del control sobre un área clave, la cual los considera ya hegemónicos. La pregunta que surge es la siguiente: ¿hegemonía por cuánto tiempo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario