martes, 5 de enero de 2010

balance AL 2009

Lula está  terminando su segundo mando con aproximadamente 80% de aprobación. No sólo es el presidente más popular en la historia de Brasil, sino que, en un año signado por la crisis global, es uno de los que registra la más alta del mundo. No es una excepción en la región. Bachelet termina su período en Chile siendo también la Presidente más popular en la historia de su país, con más del 70% de aprobación. A su vez, Tabaré Vázquez en Uruguay lo está terminando con un porcentaje similar y también es el Presidente más popular desde que hay sondeos respecto a sus predecesores. Hasta acá, podría plantearse la idea de que el modelo de izquierda social-demócrata o moderada en América del Sur se caracteriza por la alta aprobación con la cual están terminando los presidentes que lo ejecutan. Pero al mismo tiempo, Uribe en Colombia finaliza el segundo mandato superando 70% y Evo Morales termina en Bolivia siendo reelecto en primera vuelta y con más del 60% de aprobación. Se repite en estos países el fenómeno de los tres anteriores de ser los presidentes con el consenso más alto en la historia de sus países. Siendo el colombiano el que está más a la derecha de América del Sur y Evo Morales el primero indigenista y además un miembro de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA), junto con Cuba y Venezuela, es evidente que el fenómeno presidente más popular de la historia al terminar el mandato no tiene una explicación por la ideología.  

Es un fenómeno particular porque por lo general sucede lo que acaba de pasarle a Obama: al ganar la elección su popularidad superó el 70%, para descender antes de cumplir el año por debajo del 50%. Se trata de un fenómeno normal. Lo excepcional es lo que pasa en estos cinco países, que son la mitad de los diez latinoamericanos de América del Sur pero en conjunto representan cuatro quintas partes de la región en términos de población, PBI y territorio. Tampoco lo económico-social presenta una explicación convincente, ya que 2009 ha sido un año difícil por las consecuencias de la crisis global y los indicadores sociales han retrocedido.

En América Central y México, el fenómeno de la popularidad también parece ser común, aunque no tanto a la finalización del mandato. Hay tres presidentes recién electos -Funes en El Salvador, Martinelli en Panamá y Lobo en Honduras- con buena imagen, lo cual resulta lógico ya que recién inician gestión, aunque en comparación con sus predecesores es la mejor aprobación que se haya registrado. Los tres se acercan o superan el 80% de aprobación. El de Costa Rica (Arias) termina el mandato a comienzos de 2010 y su popularidad es alta, superando 60%. En cuanto a México, el partido del Presidente Calderón -el PAN- ha perdido la elección legislativa de medio mandato el pasado 5 de julio, pero su nivel de aprobación se mantiene por encima del 60%.  

Varios de los presidentes del ALBA (Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador), al igual que el de Guatemala (Colom), están por debajo del 50%, pero por encima de 40%. Están gobernando países con una división muy fuerte de las sociedades en partes relativamente iguales. Alan García en Perú, Lugo en Paraguay y Ortega en Nicaragua tienen una aprobación cercana al 30%. Pero es la Argentina, el país cuyo titular del Poder Ejecutivo tiene la aprobación más baja. En algunos sondeos aprueba a Cristina Kirchner uno de cada cinco, en otros uno de cada cuatro y las causas parecen más radicar en lo político que en lo económico. Ello resulta coincidente en los tres estudios realizados sobre la popularidad de los presidentes latinoamericanos en los últimos meses, el de la consultora mexicana Muchofsky con sede en México, CID Gallup Latinoamérica con base en Costa Rica y el Latinbarómetro dirigido desde Santiago de Chile.   

No todos los fenómenos políticos y sociales encuentran una hipótesis explicativa clara y esto parece suceder hoy con que América Latina tiene los presidentes con la mayor aprobación del mundo.  

Lo que sí pareciera es que este fenómeno tiene más de positivo que de negativo y que reduce los riegos de crisis de gobernabilidad. Una hipótesis a explorar es que América del Sur es la región del mundo con menos presidentes provenientes de la política tradicional. En Brasil es un líder sindical, en Venezuela un militar, en Paraguay un obispo, en Uruguay llega al poder un ex guerrillero, en Chile probablemente ganará un empresario exitoso y en Bolivia gobierna un líder indigenista. El Presidente de  Ecuador es un economista y el de Colombia, si bien proviene de la política, no es el arquetipo de un político profesional, sino todo lo contrario. Los dos presidentes de America del Sur que tienen trayectoria de político profesional son Alan García en Perú y Cristina Kirchner en Argentina y ambos son los que registran la imagen más desfavorable.    

En conclusión: América Latina en general y América del Sur en mayor medida tienen los presidentes más populares del mundo; la mayoría de ellos están terminando sus mandatos con alta popularidad, lo que es excepcional ya que, por lo general, el desgaste la reduce durante la gestión; ni la ideología ni la economía explican este fenómeno y una hipótesis a explorar es que en América del Sur, al mismo tiempo que están los presidentes con mayor aprobación, es donde hay menos políticos tradicionales ejerciendo este cargo.




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