miércoles, 9 de diciembre de 2009

Nuevas tensiones entre Rusia y Polonia

La exacerbación en las relaciones, desde hace tiempo suavizadas, entre Polonia y Rusia han vuelto a aparecer en septiembre, tras el simulacro de un ataque de tropas bielorrusas y rusas contra Polonia y Lituania. Si bien el hecho ha sido clasificado como “defensivo”, no ha conseguido tranquilizar al gobierno polaco, que se ha mostrado fuertemente preocupado por las intenciones reales del Kremlin. Esta demostración de fuerza no confirma sólo las difíciles relaciones entre los dos estados, sino que también implica a los EEUU y a la UE, en particular a la OTAN. La expansión de la OTAN hacia el este, firmemente apoyado por Polonia; la creación de una base militar en Bulgaria y Rumanía, la guerra en Georgia, han dejado los acuerdos con la Rusia en estado crítico. Ni siquiera la decisión de Obama de frenar el proyecto de construcción del escudo misilístico en Polonia y República Checa han conseguido rebatir la agresiva política rusa. Esta situación ha dado aún más urgencia a la estrategia común entre UE y EEUU en la relación con Rusia, ésta última se hace cada vez más imponente en la escena política internacional.

Enfriamiento en las relaciones entre Rusia y Polonia
El 18 de septiembre ha sido el día en el que se ha iniciado el mayor ejercicio militar ruso de los últimos 30 años. Ha contado con la participación de tropas bielorrusas, un despliegue de cerca 13.000 tropas, 200 carros armados, 100 helicópteros y numerosos misiles nucleares. Los interesados se sitúan en la parte occidental del territorio bielorruso y en la región rusa de Kaliningrado, que se asoma por el mar Báltico. El simulacro ha sido denominado “Zapad”, o bien Ovest, 2009 y ha sido clasificado como “defensiva”.En particular las maniobras militares han respondido a un escenario visto como improbable, el ataque de minoría polaca en Bielorrusia del oeste y de terroristas lituanos en la región rusa de Kaliningrado. El objetivo del ejercicio ha sido, según las declaraciones del presidente ruso Medvedev, tomar medidas en los progresos de las fuerzas militares rusas y probar un nuevo sistema común de defensa contra Bielorrusia, para el mantenimiento de la seguridad nacional y regional. El “war game” ha alarmado al gobierno polaco que lo ha interpretado como un acto hostil ante el país mismo. Todo esto ha coincidio con el 70 aniversario de la invasión soviética en Polonia, dotando al caso de una simbólica relevancia. Las relaciones entre Polonia y Rusia no han estado nunca muy separadas, en estos años algunas cuestiones de relevancia internacional han acentuado la frialdad. En 2007 Polonia puso el veto al inicio de las negociaciones para el nuevo acuerdo de Partnership entre UE y Rusia, en reacción a un bloqueo injustificado de las importaciones de carne polaca, decidido por las autoridades rusas. Putin acompañó con otros actos de intimidación hacia Lituania y Estonia sobre lo que la UE no ha podido hacer nada. El acto ruso es parte de una estrategia de “divide et impera” que mira a dividir los países europeos entre ellos, con el aliado americano, haciendo referencia sobretodo a la alarma energética. Varsovia, blqueando el acuerdo de Asociación, ha tenido que hacer frente a las iras de muchos de los estados miembros, sobre todo Alemania, que en materia de energía, habría obtenido muchos beneficios. Otro punto de desencuentro ha sido la candidatura de Georgia y Ucrania a entrar en la OTAN, firmemente apoyado por Polonia, que va, en cambio, en dirección opuesta a la política de Putin de restabilizar una cierta influencia sobre sus vecinos del este europeo. Por el momento, la guerra en Georgia ha obstaculizado el progreso de este proceso de integración en la alianza atlántica y ha dejado latente la agresividad de la política externa rusa, que no excluye el uso de la fuerza militar. Con el crecimiento de las contraposiciones entre Rusia y Polonia, se ha sucedido también el apoyo de la misma al proyecto de Bush de construir un escudo misilístico sobre su territorio. Si bien el escudo anti-misil era inadecuado para afrontar el enorme arsenal ruso y el objetivo declarado fue la de defender Europa del arsenal iraní, Moscú lo había interpretado como una amenaza a su disuasivo nuclear y una tentativa de acercamiento americano y de expansión de su influencia hacia el este. En respuesta a este proyecto americano, el presidente Medvedev anunció la formación de numerosos misiles de corto alcance en el enclave ruso de Kaliningrado, situada entre Polonia y Lituania, para poder eventualmente, neutralizar la eficacia de las instalaciones antimisilísticas estadounidenses. La reciente declaración de Obama de no participar en la completación del proyecto del escudo misilístico ha llevado a Moscú ha retirar la propuesta del despliegue de misiles en Kaliningrado, pero no suavizado la política rusa que se enfrenta con el este europeo; el “war game” de septiembre lo demuestra.

EEUU y UE carentes de estrategias
Algunas iniciativas promovidas por los Estados Unidos, como la expansión de la OTAN hacia la Europa oriental, la creación de bases militares en Bulgaria y Rumanía y el proyecto de instalación de un sistema de defensa antimisil en Polonia y República Checa, por el momento revocado, muestran como América está conduciendo una política de expansión de su influencia hacia Europa oriental, a menudo a través de la OTAN. Sin embargo, la alianza atlántica que incorpora a gran parte del territorio ex soviético y extiende su influencia hasta los confines rusos, ha generado fuertes protestas por parte del Cremlino. De hecho, Moscú convenciéndose del diseño expansionístico estadounidense que va en contra suyo, ha presentado una política aún más agresiva que no rechaza el uso de la fuerza, como confirma el caso de Georgia. Si bien las dificultades en las que se encuentran las relaciones entre EEUU y Rusia, tienen en realidad, todo el interés para una distensión de sus acuerdos, sea para reprender las negociaciones sobre el tratado de limitación de las armas convencionales en Europa, suspendido a causa del escudo misilístico, sea para otras cuestiones fundamentales como lo es la lucha contra el terrorismo, la proliferación de las armas de destrucción masiva, las crisis nucleares con Irán y Corea del norte. En cuanto respecta a la UE, la independencia con Rusia es aún más clara y por esto las relaciones tienden a ser menos conflicivas, aunque en ciertos temas los desencuentros se suman a la orden del día. Como ya hemos visto, el uso político de los recursos energéticos ha sido a menudo, la causa de tensiones no solo con Rusia sino también en el interior de la Unión Europea. La estrategia rusa apunta a alimentar y a servirse de las disidencias internas europeas para salir vencedora. Desde las divisiones trae su poder disuasorio con el que favorece sus propios intereses nacionales, exacerbando así las relaciones con el Occidente. La capacidad rusa de hacer esto, tiene su base en la falta de actuación, por parte de Occidente, de responder en modo unitario a las presiones rusas, dosificando las aperturas y los cierres en modo de defender la posición común. Los intereses nacionales continúan, con una temática relevante, a anteponerse a las comunes exigencias europeas, sosteniendo así la estrategia rusa del “divide et impera”.

Implicaciones
El simulacro del ataque militar contra Polonia ha puesto en vilo la deriva a la que las relaciones entre los dos estados confluyen. Rusia tiene muchos problemas de seguridad en el interior de sus confines y sus fuerzas armadas necesitan una remodelación, por esto es difícil creer que prepararse para un improbable ataque de las fuerzas occidentales (ocupadas en otros contextos, como Afganistán) sea una prioridad para el ejército ruso. Así el “war game” debe ser interpretado como una señal de la agresividad con la que cuenta la política rusa en ese área. Su objetivo es el de marginar a sus ex satélites en el interior de la UE en modo que pueda continuar practicando acuerdos bilaterales con sus aliados europeos. Rusia, dando importancia a su dependencia, sobre todo, en el campo energético con países como Italia, Francia, Alemania, podrá neutralizar el poder contractual de un frente común europeo y maximizar sus intereses. Polonia, en cambio, junto a Estonia y Lituania busca obtener un cambio de dirección en la política europea en la línea con Rusia, que aún parece ser directa a las políticas nacionales de los países miembros más influyentes. Este ejercicio, que ha hecho aumentar las tensiones, particularmente con Polonia y los otros estados de Europa oriental, ha tenido el efecto de entorpecerla en sus posiciones de oposición contra Rusia, dejando a Europa aún más dividida y confundida. Ha tenido además el efecto de incrementar el estrecho acuerdo cooperativo entre Rusia y Bielorrusia y de alejar así los ex satélites soviéticos de una posible futura integración en la UE.

El enfriamento entre Polonia y Rusia en los últimos años influye en las difíciles relaciones de cooperación existentes entre Rusia, la UE y los EEUU, sobre todo, en cuestiones vinculadas a la OTAN. El ataque simulado, preparado contra Polonia, evoca al espectro de la guerra de Georgia, precedida de una serie de enormes ejercicios militares. Si bien la explosión de una guerra es improbable, es cierto que Rusia, a través de estos últimos acontecimientos, quiera mantener abierta la posibilidad de encuentros locales en Europa oriental, que asustan por su parte, a Polonia y a los países bálticos y dividen a Europa. Ante una política rusa agresiva y segura de sus movimientos, se siente la falta de una compleja respuesta del frente occidental. Una coherente línea común en la gestión de las relaciones con Moscú, implicaría algunos requisitos pero obligaría a Rusia, por una parte, a mantenerse sobre el camino de la cooperación y a actuar contra su política agresiva, por otra parte, a tener que ceder sobre algunas cuestiones en el frente transatlántico. Una política de contemporización, aconsejada porque tendría más el efecto de quitar coraje a Rusia ante la estrategia de amenaza a los países vecinos que a aumentar el precio de una cooperación por todos anhelada.
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