viernes, 18 de diciembre de 2009

Los retos occidentales en Somalia


El reciente atentado producido en Mogadiscio ha sumido de nuevo en el caos a la capital de Somalia. Los milicianos de Al-Shaabab cada día refuerzan su presencia en los distritos meriodionales y en la ciudad situada a lo largo de la frontera con Kenia, que advierte el aumento de posibles conflictos a pocos kilómentros de su frontera. La comunidad internacional parece afrontar la crisis somalí limitándose a conceder su apoyo político al gobierno central pero el nuevo plan de adiestramiento de la UE y los últimos avances en la cuestión de la piratería podrían representar un incentivo para movilizar una mayor implicación.

Nuevos conflictos en la capital y en la frontera con Kenia
El nuevo atentado presenciado recientemente en Mogadiscio, en el cual han perdido la vida 19 personas, incluidos tres ministros del Gobierno Federal de Transición (GFT), afirma indudablemente que la crisis somalí se encuentra lejos de obtener una mejora. Según los profesionales internacionales presentes, el acto terrorista del pasado 3 de diciembre representa la explosión de violenza más aguda desde junio y demuestra como, sin embargo el apoyo de la comunidad internacional, el GFT no está preparado para contener los ataques de las milicias islámicas de Al-Shaabab y del resto de grupos armados antigubernamentales. El gobierno central no tiene el control de la mayor parte de los distritos de la capital y no posee los recursos económicos necesarios para potenciar la seguridad. La incapacidad política y la ausencia de medios financieros pone en riesgo la posible paralización del gobierno de Sheik Sharif Ahmed Sharif, que lo dejaría desarmado ante el avance de los islamistas radicales. No es por lo tanto Mogadiscio la única que puede ser asediada por los milicianos de Al-Shaabab. Los grupos rebeldes controlan de hecho casi todos los barrios de Somalia meridional y los últimos acontecimientos han visto caer también la provincia entera de Lower Juba.La región de Jubaland es particularmente significativa desde el punto de vista estratégico, asomándose al Océano Índico por el sureste garantiza una salida directa al mar y la posibilidad de ser utilizado como base terrestre de coordinación para el tráfico ligado a la piratería. La frontera al oeste con Kenia ofrece a Al-Shaabab nuevas propuestas de expansión en un país donde sólo el 11% de la población cree en la fe islámica. Después del avance de las Cortes islámicas en 2006, el gobierno keniata decide cerrar las fronteras con Somalia ya sea por intentar limitar el incalculable número de prófugos a la fuga que desde los conflictos, cada día, atravesaban las fronteras, como por evitar que el enfrentamiento llegará hasta su territorio. Hoy Nairobi se ocupa de afrontar la misma problemática que desde hace tres años, a finales de noviembre, después de la toma de ciudadanos en la frontera de Dobley por parte de los milicianos islamistas, se dispone a incrementar la vigilancia sobre el límite entre Somalia y Kenia. La elección de la autoridad keniata de reforzar las medidas de seguridad habría sido dictada también por los recientes conflictos relacionados con el control de territorios meridionales somalíes entre Al-Shaabab y el grupo islamista rival, Hizbul Islam, algunos integrantes de este último consiguieron sobrepasar las fronteras y refugiarse en los asentamientos urbanos del distrito keniata de Garissa.

La violación de las fronteras por parte de los milicianos, representa una amenaza para el gobierno de Nairobi y pone en riesgo de desplazar el conflicto activo de Somalia a nivel regional. Hizbul Islam, en principio aliado con Al-Shaabab en la lucha contral el GFT, está perdiendo lentamente su capacidad de control sobre la región de Jubaland y podría por lo tanto adoptar una táctica territorial, con la intención de penetrar Kenia y dejando prácticamente Somalia en manos de Al-Shaabab. Según recientes declaraciones, esta última no tendría ninguna intención de llevar el conflicto a territorio keniata, aunque en el pasado intimó con el gobierno, en varias ocasiones, para reducir el número de soldados alineados en las fronteras, amenazando con posibles represalias a la ciudad fronteriza. Desde el territorio keniata Hizbul Islam podría reorganizar su base mas sólida para retomar el terreno perdido en Somalia y además tendría posibilidades para financiar a la guerrilla con acciones de atraco en los distritos noroccidentales de Kenia. Las autoridades de Nairobi, están de alguna manera obligadas a reaccionar y prefigurar, con el objetivo de devolver a los milicianos islamicos a su territorio, un aumento militar en Somalia con la intervención del ejército nacional.

La consolidación del apoyo internacional y el plan de adiestramiento de la Unión Europea
Los recientes episodios de violencia han puesto en evidencia la extrema vulnerabilidad del gobierno somalí. Sufre falta de autoridad, así como del reconocimiento necesario para ejercer un poder fuerte y centralizado que imponga el control en el país, hecho imposible sin el apoyo de la comunidad internacional. Bajo este propósito el GFT cuenta con recibir por parte de los donantes occidentales cerca de 80 millones de dólares que, a partir de 2010, deberían estar destinados a reforzar el sector de seguridad y a la imposición de la piratería. En esta fase del conflicto, la comunidad internacional no puedo limitarse a matener la defensa política, aunque es fundamental que el gobierno central reciba una estabilidad en el ámbito financiero y militar. Sobre estos hechos se incluye el plan propuesto en noviembre por la Unión Europea, se ha completado el adiestramiento de cerca de 2.000 soldados somalíes en una base de Uganda, localidad elegida para evitar posibles ataques por parte de los grupos islamistas durante las jornadas de entrenamiento. El plan representa en primer lugar la implicación militar de forma indirecta de la UE en Somalia, sin embargo la ampliación de los sectores en los cuales Bruselas apoyaría al gobierno de Sheik Sharif, se ha limitado a la asistencia humanitaria y a la ayuda al desarrollo. La misión necesita todavía la aprobación final pero podría iniciarse en los primeros meses de 2010 bajo la guía política española, que a partir de enero asumirá la presidencia de la Uni&oac ute;n Europea. Una preparación militar muy metódica podría consentir al ejército regular somalí restablecer el control de la capital y de otros puntos estratégicos como el puerto de Kismaayo en el suroeste del país, articulaciones esenciales para desarrollar una ofensiva eficaz contra los grupos rebeldes y reconquistar consecutivamente los distritos meridionales. La elección tomada en Bruselas lanza una mensaje preciso al resto de actores internacionales, en primer lugar a los Estados Unidos que colaboran en la lucha del terrorismo internacional, hasta ahora muy prevenidos en cuanto a la hipótesis de incrementar su participación en el conflicto. Somalia se sitúa en una posición clave para convertirse, como en cierto modo está ocurriendo, en el nuevo objeto de atracción para la milicia islámica y, en el caso de que la comunidad internacional no contribuyera con total eficacia a resolver la crisis actual, corre el riesgo de que a corto plazo la situación degenere hacia un escenario similar al afgano. Los dos países presentan importantes analogías ante la crisis, ambas sufren la inexistente figura de un gobierno capaz de detener el monopolio del uso legítimo de la fuerza y de un sistema de bienestar, capaz de garantizar a la población condiciones de vida dignas y esenciales servicios públicos. Estos hechos han dirigido tanto a Afganistán como a Somalia a deslegitimar la autoridad constituida y a fortalecer progresivamente los grupos religiosos fundamentalistas y las organizaciones criminales. Respecto a Afganistán, el escenario somalí es todavía más crítico a causa del escaso e indirecto apoyo militar procedente de la comunidad internacional. Por lo tanto, parece más difícil la recuperación institucional del país y el restablecimiento del control sobre el territorio nacional por parte de las autoridades centrales. El plan de la UE podría llevar a una reconstrucción inicial gracias al avance adoptado hasta ahora a nivel internacional en el conflicto somalí, siguiendo la estela trazada por la administración de Barack H. Obama. Aunque los Estados Unidos han modificado parcialmente las medidas operacionales establecidas en Somalia durante los dos mandatos presidenciales de George W. Bush que se basaba exclusivamente en la lucha contra el terrorismo islámico, inaugurando por lo tanto una serie de actividades que tienen la finalidad de asumir un papel más activo en la asistencia al GFT. Durante los pasados meses, fuentes gubernamentales americanas enviaron cerca de 40 toneladas de armas y municiones al gobierno central somalí, además de desarrollar cursos de adiestramiento para el ejército regular. Los EEUU continuan manteniendo un perfil intervencionista demasiado bajo y fuertemente condicionado por la piratería.

Continua la lucha contra la pirateria
Desde 2008 la Unión Europea se ocupa de la piratería a lo largo de las costas somalíes y recientemente el Consejo de la Unión Europea, con el apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas decidió dilatar la operación naval EUNAVFOR Somalia (operación “Atalanta”) hasta finales de 2010. La noticia llegó contemporaneamente con el anuncio del nacimiento de una asociación criminal para la gestión y el refuerzo de las operaciones de secuestro y extorsión seguidas por los piratas somalíes. La nueva organización debería reunir cerca de 72 barcos pirata y establecer su sede en Haradhere, ciudad costera que vive de las rentas procedente de las actividades ilícitas realizadas en el mar y donde su gobierno desde hace tiempo no está en condiciones de ejercitar ningún tipo de autoridad. La evolución del fenómeno de la piratería en Somalia se desarrolla con la extensión del ángulo de acción hacia el sur en dirección a las islas Seychelles y la consecuente institución de una estructura centralizada compuesta por delegaciones dependientes que refuerzan el negocio ligado a la piratería y los secuestros por mar. La fragmentación de los centro de poder y la total ausencia de un estado fuerte y centralizado han fomentado la proliferación descontrolada de múltiples criminales dedicados a la piratería. El nacimiento de esta asociación en Haradhere, representa el camino hacia un grado de criminalidad superior, donde las organizaciones centralizadas son una señal de alarma, no solo para la UE sino también para la comunidad internacional. La correlación entre el conflicto actual sobre tierra firme y el fenómeno de la piratería es evidente, alcanzar una cierta estabilidad política dentro del estado somalí contribuiría a disminuir los ataques de los piratas contra las naves mercantiles extranjeras, en cuanto a que vendría restaurado el mínimo nivel de legalidad necesaria para interrumpir la cadena de ilícitos que se han cometido por mar. Para contribuir de forma efectiva a la resolución de la crisis, la comunidad internacional debería tratar el problema de la piratería como una variable ligada a la consolidación del poder de los grupos islamistas bajo territorio somalí, trabajando en este sentido para promover un avance operativo que tenga en cuenta la profunda relación entre ellos.

La ampliación del soporte internacional a nivel político, diplomático y militar indirecto al gobierno central somalí es esencial para obtener una solución en un conflicto que parace estar destinado a prolongarse aún más. Sheik Sharif y sus nuevos ministros, viven en una condición de aislamineto y no tienen la capacidad ni los instrumentos necesarios para combatir a los grupos rebeldes. Sólo a través de una mayor implicación de la comunidad internacional, sobre todo en relación a la defensa interna, Somalia podrá salir de la condición de estado fragmentado en la que está sumido desde hace casi 20 años, razón que condiciona su desarrollo.

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