jueves, 3 de diciembre de 2009

EEUU y China: la disputa por el control de África

El compromiso militar de Estados Unidos en el Magreb se encuentra en continuo crecimiento. Tras la creación de la Asociación Transahariana de Contraterrorismo y del AFRICOM, los Departamentos de Estado y de Defensa continúan abasteciendo de armas, tecnología y adiestramiento de excelencia a los Estados del Norte de África. Esta política se enmarca en el cuadro de un renuevo estratégico del continente africano, iniciado el día después del 11 de septiembre, pero también se trata de un contraste a la creciente influencia ejercitada en la región por parte de Pekín y la poseída hasta ahora por Europa.

El redescubrimiento estratégico de África
El pasado mes de octubre Mali recibió del Departamento de Estado estadounidense medios de transporte militares, dispositivos de comunicación de última generación y otros equipamientos por un valor de 5 millones de dólares. La importante donación es el último ejemplo de cómo el continente africano ha ido adquiriendo un espacio mayor en la planificación estratégica de muchos países, sobre todo en Estados Unidos y China. El día después del 11 de septiembre, las regiones del Magreb, del Sahel y del Cuerno de África, se convirtieron en una encrucijada de varios intereses: por una parte la cuestión de la seguridad, con la proliferación de grupos terroristas islámicos y la permanencia de situaciones de inestabilidad en varios Estados; por otra, la cuestión energética y económica, sobre todo por las ingentes reservas de hidrocarburos y el enorme potencial que África representa para los inversiones de todo el mundo. En este contexto, muchos países han redefinido o potenciado sus intereses en el continente, dando el visto bueno a diferentes proyectos de cooperación en cada sector. Una de las colaboraciones más importantes, y en continua expansión, es sin duda la de Estados Unidos en el ámbito de la seguridad y antiterrorismo.

Los proyectos militares estadounidenses en el África septentrional
Desde el punto de vista militar, Washington se encuentra muy activa en el Norte de África: desde hace ya algunos años permanecen activos varios proyectos de colaboración “military-to-military” organizados por estructuras militares estadounidenses y dirigidos a ejércitos extranjeros. Entre éstos destaca la Asociación Transahariana de Contraterrorismo, un programa del Departamento de Estado que involucra a países del Magreb y del Sahel. El programa está orientado al desarraigo del terrorismo internacional, en concreto el ligado a Al-Qaeda, a través de una acción militar y diplomática. El programa está materialmente coordinado por el Comando África de Estados Unidos (AFRICOM), y está integrado por la operación Enduring Freedom – Trans Sahara (OEF-TS), organizada por el Departamento de Defensa, de la que dependen todos los aspectos estrechamente militares, desde el adiestramiento de los departamentos especiales de los países africanos a las maniobras conjuntas sobre el terreno. El presupuesto total del programa, de base quinquenal, es de 500 millones de dólares. La AFRICOM gestiona muchos otros programas: la International Military Education and Training (IMET) pone a disposición del personal militar de 49 países africanos fondos para llevar a cabo programas de adiestramiento profesional del ejército estadounidense, con un presupuesto de alrededor de 18 millones de dólares para el 2009. La Partnership for Integrated Logistic Operations and Tactics (PILOT) tiene la finalidad de aumentar la capacidad logística y organizativa de las fuerzas de rápida intervención de la Unión Africana, mientras que el African Contingency Operations Training and Assistance (ACOTA), bajo la supervisión del Departamento de Estado, es un programa de amplio espectro: junto al adiestramiento de las tropas africanas en sectores que van desde la gestión de los refugiados a las técnicas de combate para pequeñas unidades, a través de la ACOTA, se garantiza el abastecimiento de equipamiento militar a los países que forman parte y, sobre todo, se forman a los que serán futuros adiestradores africanos. La cobertura financiera de este programa está garantizada en cierto modo por el Foreign Military Financing (FMF), programa esencial en el cuadro estratégico africano, que proporciona equipamiento y servicios militares estadounidenses a los países miembros, con un presupuesto anual de cerca de 19 millones de dólares. A través del Foreign Military Sales (FMS), además, los ejércitos extranjeros pueden adquirir material militar (medios terrestres, aéreos, navales y equipamiento) que cuenta normalmente con la misma calidad que el usado por el ejército estadounidense, o recibir artículos militares excedentes. Por lo tanto, el compromiso militar estadounidense en África, que se desarrolla en varias plataformas militares y dicha inversión está justificada en el panorama de la lucha global contra el terrorismo, tiene el objetivo de potenciar la seguridad en África, sobre todo en las regiones septentrionales y orientales con mayor exposición al proselitismo ideológico y a la penetración islámica armada a causa de los precedentes históricos y de la crónica debilidad socio-económica, es concebido como una de las claves para garantizar los intereses y la seguridad de los Estados Unidos.

Diplomacia militar y penetración de China
La responsabilidad militar estadounidense en el norte de África no es debida solamente a su deseo de seguridad principalmente antiterrorista, la cooperación militar es un pilar importante en el plano de las relaciones entre el continente africano y los gobiernos anteriormente mencionados que, sobre todo en esta región, tienen numerosos intereses, la mayoría económicos, que salvaguardar. Entre otros sujetos a comprometerse en el continente africano, se distinguen por importancia, además de los Estados Unidos, Europa y China. La primera está activa en África, sobre todo desde el punto de vista económico, más que como Unión Europea, los países del viejo continente prefieren actuar individualmente. La influencia cultural francesa en la zona, conectada desde la época colonial, se mantiene viva en París y despreciada en algunas regiones africanas, mientras otros actores como Italia han firmado contratos destinados sobre todo a explotar las reservas de hidrocarburos al norte de África. Existen también proyectos y acuerdos entre los estados del Magreb y la Unión Europea con su complejidad (como por ejemplo el Proceso de Barcelona o el proyecto de un área de libre mercado entre Europa y el norte de África) que implican varios ámbitos de cooperación, incluso sin alcanzar todo su rendimiento. Es, sin embargo China la que tiene el papel más importante en la zona de operaciones del Magreb. En general en el continente africano el gigante asiático lleva a cabo desde hace tiempo una estrategia de penetración económica y diplomática, construida sobre instrumentos económicos-diplomáticos como ayuda al desarrollo, prestamos, adquisiciones empresariales y financieras, influencia cultural y cooperación. Desde los años 60, Pekin exporta mano de obra especializada, personal médico, profesores y organiza programas de escolarización con diversos niveles para los jóvenes africanos además de garantiar préstamos industriales con bajos intereses. El IV Forum sobre Cooperación China – África (FOCAC) del pasado noviembre es uno de los principales vehículos de la prenetación china en África, desde el punto de vista económico, cultural y político. La presencia china se hace notar también en el ámbito social (incluso China está investigando en torno a una vacuna contra la malaria que el gobierno de Pekín introducirá en el mercado africano) y económico, a través de financiamientos particularmente sustanciosos destinados al sector de infraestructura y al de tecnología (basta con saber que a principios de 2009, los intercambios entre China y África alcanzaron una cifra record de 80 mil millones de euros), con una presencia masiva en el mercado de los hidrocarburos, pero también a través de la distribución de aportaciones para el desarrollo desvinculado respecto estándares democráticos, según la estrategia china de “no intervención” en las cuestiones internas de otros estados. A causa de la eficacia de la estrategia china que incluso se ha extendido a otra subregión, la región del Magreb, hasta ahora al margen de la ofensiva política y económica de Pekín, el activismo militar estadounidense se explica también como una suerte de contención diplomática, de acercar la acción económica y cultural evidentemente vistas como insuficientes. Ofreciendo a los gobiernos africanos mayor seguridad a través de la tecnología, medios y competencias militares, los EEUU se aseguran la importante alianza de estados-clave desde el punto de vista estratégico, como Algeria o Marruecos. No es casualidad, que muchos de los programas descritos anteriormente, a pesar de su naturaleza predominantemente militar, estén administrados (y financiados) por el Departamento del Estado, uno de los centros de la diplomacia y de la política extranjera estadounidense. Así, tampoco es una casualidad que hayan sido, propio los Estados Unidos, la primera potencia a enviar a un embajador a la Unión Africana, y que numerosos grupos de expertos americanos se hayan ocupado profundamente de la competición económica, cultural y militar entre EEUU y China en el continente africano. El AFRICOM, nacido a partir del U.S. Europe Command, ha sido fomentado bajo la administración Bush jr. con el objetivo de fungir tanto como trámite diplomático con los estados africanos, cosolidando los ya existentes vínculos que Washington tiene en el continente, como un medio para extender en África la influencia económica y comercial de los Estados Unidos, así como cualquier acción que sirva para asegurar la disponibilidad de los ricos yacimientos de hidrocarburos de la región.

Los varios programas militares americanos en el continente africano, en particular en la parte septentrional, responden a una serie de intereses: por una parte, la cuestión de la seguridad que no puede ser ignorada dada la inestabilidad del continente y la existencia de varios grupos armados, entre los que se encuentran algunos en la línea de Al-Qaeda, como el Al-Qaeda en el Magreb Islámico, activo sobretodo en Algeria y Mali. Por otra partte, es imposible ignorar el aspecto diplomático y económico de la cuestión, la estrategia redescubierta en África ha fomentado una mayor atención por parte de Washington si se concentrara tanto en la necesidad de mantener buenas relaciones con los principales países africanos, considerados aliados clave en lo relacionado con la situación posterior al 11 de septiembre, como en la importancia de los recursos naturales y de potencial económico del continente. El gran éxito de los programas militares de Washington en Magreb y Sahel, verá sus frutos solo a medio o largo plazo, y dependerá también del comportamiento de la administración Obama con respecto a esta estrategia, inaugurada con presupuestos políticos muy diferentes a aquellos que mantenía el presidente Bush. La continua dotación de competencias hacia los militares africanos responde a la exigencia de aportar a los ejércitos nacionales una plena independencia en el sector de la seguridad. En los próximos años se asistirá a una competición cada vez más dura entre EEUU y China para el control económico, cultural, energético y militar del continente africano, y en particular de la parte septentrional. En esta región, además, Europa también tiene sus políticas de refuerzos y un peso diplomático y económico específico que no cederá a ninguno de los dos colosos extramediterráneos. África del norte, en su totalidad y dados los grandes intereses internacionales que se encuentran en el área, posee una importante estrategia para alinearse entre las competencias dadas por EEUU, China y Europa.
 

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