miércoles, 2 de diciembre de 2009

El gas como símbolo del expansionismo ruso

Tras Dinamarca, también Suecia y Finlandia se han adherido al proyecto Nord Stream. La instalación de los tubos en el fondo del Mar Báltico está, por tanto, más cerca, y en pocos años el gas ruso será transportado directamente a Alemania, y desde allí al resto de Europa Occidental. Pero definir todo esto como simples relaciones de negocios sería reduccionista. Los países escandinavos solamente son las últimas teselas de un mosaico ruso mucho más complejo. De hecho, el Nord Stream no es un interés netamente sueco ni finlandés, ni escandinavo en general. ¿Qué motivaciones, o necesidades, tras este proyecto? El paranoico síndrome de “cerco” de la Federación Rusa lo explica todo: nunca ha dejado de existir y se refleja en sus proyectos internacionales. Cambian los instrumentos con los que afrontarla. La respuesta europea, y más generalmente occidental, no parece lo bastante fuerte como para contrastar la voluntad rusa.

Ayer tanques, hoy petróleo
    El Nord Stream es un gaseoducto, hasta ahora sobre el papel, que permite transportar gas desde Rusia, directamente a Alemania. El proyecto prevé un conducto de 1200 km de largo que permitiría transportar 5 mil millones d metros cúbicos de gas al año. Los conductos deberían atravesar las zonas económicas exclusivas (zee) de Finlandia, Suecia, Dinamarca, Alemania y Rusia. Para seguir este proyecto, se necesita la aprobación de todos los países interesados. En realidad, aunque estos países no lo hubiesen aprobado, los promotores del proyecto estaban preparados con el plan alternativo: modificar el trazado del gaseoducto pasando por aguas internacionales, sin la necesidad de autorizaciones nacionales. Ello demuestra que la voluntad rusa no se habría parado ante impedimentos burocráticos. Pero no ha sido, de todos modos, necesario.
En época soviética, muchos conductos para transportar gas se han construido en territorio soviético o sobre el de los países del Pacto de Varsovia. Con la caída de la URSS, muchos países se han encontrado, de esta manera, con esta fortuna en casa. Pero las exigencias de los ex estados satélites han enfadado a Moscú, y han dado lugar a una serie de controversias y “guerras del gas”, que han llegado hasta hoy. El Kremlin ha reaccionado cerrando el grifo. Con ello ha conseguido una posición de fuerza respecto con sus antagonistas, pero también ha impedido el suministro hacia los países europeos, con ingentes pérdidas económicas. De aquí la idea de un conducto sin filtros, desde Rusia hasta Europa Occidental. El interés en el proyecto no es solamente económico. Se nota rápidamente que el trazado del Nord Stream permite esquivar los tradicionales países de tránsito para el gas ruso. No es por casualidad que sean los hostiles a la política post-soviética del Kremlin. Si la guerra en Georgia de agosto de 2008 era una clara demostración de fuerza, el Nord Stream representa para estados como Ucrania, Repçublica Checa y Polonia, una posterior demostración de la hostilidad rusa a sus políticas filo-occidentales y filo-estadounidenses. La Federación Rusa ha demostrado mas una vez más o menos explícitamente que mantiene todavía estos países como parte de su esfera de intereses. Se ha llegado a paragonar el Nord Stream con el pacto Molotov-Ribbentrop. La similitud es seguramente excesiva, pero muestra la idea de como Rusia quiere todavía mantener alta su influencia sobre sus ex “posesiones”. Cambian los instrumentos. Si antes el Kremlin privilegiaba acciones de fuerza, hoy prefiere responder de un modo más sutil, pero igualmente eficaz, separando Europa Oriental de la Occidental.

Un nuevo instrumento de control sobre Europa
El Nord Stream está entre las redes energéticas trans-europeas (TEN-E). Formar parte de esta red quiere decir que la UE considera este proyecto de fundamental importancia para la seguridad del aprovisionamiento y el abastecimiento del mercado interno. La cuestión es controvertida. Si de hecho el Stream permite conectar directamente y por primera vez Rusia y Europa, al mismo tiempo hace a Europa directamente y por primera vez Rusia y Europa. En una visión de conjunto, el Nord Stream es parte fundamental de la estrategia rusa para readquirir poder económico y político sobre el viejo continente. Desde un punto de vista económico, quiere conseguir el monopolio del suministro. En un continente que dispone notoriamente de gas, Rusia asegura ya casi el 50% del gas que necesita la UE. Desde el punto de vista político, se quiere explotar la dependencia energética como un instrumento para debilitar la unidad de la UE y de la OTAN. El proyecto Nord Stream, todavía sin realizar, ha hecho oscilar algunos equilibrios en el seno de estas dos grandes organizaciones internacionales. Repúblicas Bálticas y Polonia, consideran las tuberías submarinas en el Mar Báltico una retorsión política por parte de Rusia pos su adhesión a la Unión. Ucrania, además, continúa recibiendo mensajes amenazantes de Rusia por su candidatura a la OTAN, tal como Georgia. Por su parte, Washington ha declarado que prefiere Nabucco como línea de suministro de gas hacia Europa. Aquello que, sin embargo, preocupa es la capacidad europea de reaccionar en caso de necesidad. Existe, de hecho, la gran duda, compartidas por muchos, que la UE no sabrá tener una postura de fuerza ante Rusia. Es, de hecho, cierto que se llegará a un enfrentamiento político directo entre estas dos potencias. El hecho que destapa mayores preocupaciones es la respuesta que será capaz la Unión. En cuanto “enano político”, muchos esperan que la UE no sabrá permanecer fuerte y unida, sucumbiendo así a la voluntad rusa. Más allá que poder, Rusia quiere reconquistar control. La activación del Nord Stream permitiría esto en parte. La tubería atravesará el Mar Báltico, pasando por las zee de Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania. Ello quiere decir que las naves de la marina militar rusa estarán legitimadas a pasar por estas zonas. Particularmente preocupada por esta eventualidad parece estar Suecia, que ha vuelto sobre la cuestión en repetidas ocasiones, antes de aprobarlo. Suecia, está incómoda ante la posibilidad que Rusia, transitando sobre la zee sueca con su marina, pueda aprovecharse para realizar actividades de espionaje e inteligencia. Es más, tener la marina militar rusa en las propias aguas no es nunca un buen negocio. Los países escandinavos tenían poco poder para influir en el proyecto. Más que remarcar una atención a la protección del medio ambiente mariono, no podrían haber hecho, y han convenido que una respuesta favorable era la única que podían dar.
 
No sólo Nord Stream. El South Stream y la competición con Nabucco
La estrategia rusa tiene una perspectiva muy amplia y no se focaliza solamente en el Norte. En el sur de Europa continúa el risiko energético. La opción de Moscú está representada por el South Stream, la tubería que debería transportar gas ruso del Mar Negro a Bulgaria, y desde aquí, atravesando países amigos, hacia Austria e Italia. En directa competición está Nabucco, gaseoducto que salta completamente a Rusia, cargando gas desde Azerbayán y de otros países del Caspio para llevarlo a Austria. Fuertemente apoyado por Bruselas, Nabucco se beneficia del status de “proyecto prioritario” para la UE, ya desde el 2004 y goza, además del apoyo de Washington. El Nabucco, por tanto, nació antes mientras la respuesta rusa llegó en 2007. A pesar de que sean proyectos iniciados en momentos diversos, ambos deberían concluirse y entrar en función en 2015. Es una carrera para llegar primeros. La primera estructura que funciones haría inñutil el otro proyecto. No solamente porque el primer gaseoducto que funcione será el preferido, si no tambien porque existe la sospecha de que la oferta de gas no será suficiente para dos infraestructuras de estas dimensiones, Cuando se habla de recursos energéticos, en Europa se objeta, frecuentemene, que existe la necesidad de diversificar. El South Stream y el Nabucco diversifican, pero dos cosas muy diversas. El primero, de hecho, varía el recorrido del aprovisionamiento; el segundo la fuente. Aquello que no cambia es el metano. El gaseoducto europeo debería suministrarse de gas, más que de Azerbayán, de otros países de la ribera del Mar Caspio. Los mismo ocurre para el Stream. Así pues, antes de que los gaseodcutos funcionen, la competición se sitúa en otro terreno. La puesta en juego hace que para instalar los tubos, se deba tratar con dictadores locales. Y en este concurso, Moscú es claramente la favorita.

No son asuntos simples los relacionados con el Nord y el South Stream. Parece más bien, un sistema integrado donde la voluntad punitiva rusa no es rápidamente bien visible, pero de todas formas, si está presente. Sin incomodar Molotov- Ribbentrop, este sistema de gaseoductos, de todos modos, determina el confñin entre países hostiles y países amigos para Rusia. Entre estos últimos, Alemania e Italia, represental las cabezas de puente respectivamente de los proyectos Nord Stream y South Stream, para llegar primeros en estas nuevas competiciones entre gaseoductos. Para responder al viejo síndrome de cerco, Rusia reacciona hoy de un moo diverso. La nueva estrategia se realiza en exclusión de los países hostiles. Pero no sólo. Teniendo buenas relaciones con la UE, y con algunos de sus miembros en particular, la Federación Rusa quiere minar la unidad. En este punto, la pelota vuelve a la UE.
 

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