miércoles, 9 de diciembre de 2009

La importancia de las materias primas en Sudamérica

Latinoamérica puede obtener una enorme riqueza gracias a las materias primas. Sin embargo la recesión global ha impuesto la suspensión al proceso de fuerte expansión económica y desarrollo social que ha llevado a cabo la región en los últimos años, la presencia de importantes recursos parece garantizar a los estados sudamericanos un papel más relevante en la escena política y económica mundial. Diversos gobiernos intentan explotar las reservas de las que disponen para el desarrollo nacional, impidiendo o limitando la intervención de los inversores extranjeros. La nueva frontera constituida por el desarrollo de la energía renovable tiene como protagonista al litio – indispensable para el funcionamiento de los coches eléctricos – donde su demanda está en contínuo crecimiento. Si Bolivia, que posee cerca del 50% de las reservas mundiales de explotación, ha iniciado planes de producción y extracción del metal alcalino, en lo referente a las exportaciones de carbonato de litio, Chile es considerado el líder mundial. El país, que disfruta de una de las economías más dinámicas del sur de América, es también el mayor productor y exportador mundial de cobre. Venezuela destaca como el mayor productor de petróleo en la región y los nuevos yacimientos descubiertos en Brasil, que ya han obtenido la autosuficiencia energética, podrían aumentar la capacidad de exportación del coloso carioca. Sin embargo, el peso que las exportaciones de dichos recursos representan en las economias sudamericanas les hace extremadamente vulnerables a las variaciones de los precios.

La importancia estratégica del litio como fuente energética del futuro
Hoy, un cuarto de la cantidad de litio extraído está destinado a la producción de baterias con iones de litio, utilizadas para la alimentación de teléfonos móviles, ordenadores y otros dispositivos electrónicos portátiles. Este metal alcalíno, muy importante también en el sector farmacéutico, gracias a sus propiedades, está destinado a ocupar un papel de mayor importancia en el sector energético, sobre todo en perspectiva de la lucha contra el sobrecalentamiento global. Por ser el metal más ligero en el mundo, presenta una gran capacidad para almacenar energía, razón por la cual el carbonato de litio es utilizado para la alimentación de los coches eléctricos. Muchos gobiernos están desarrollando ambiciosos proyectos en el sector de la energía alternativa y de la industria automovilística, para enfrentarse al agotamiento de los combustibles fósiles, además se han preparado para invertir en la producción de coches híbridos o completamente eléctricos. La demanda de litio, que ya presenta una tasa de crecimiento anual del 7%, está destinada a incrementarse aun más con el aumento de la fabricación de vehículos ecológicos. El precio del metal por tonelada ha aumentado un 238% respecto a los datos de 1998. Esto explica el valor estratégico de las reservas, que comprenden aproximandamente cerca de 11 millones de toneladas, de las cuales 9 millones se encuentran entre Bolivia, Chile y Argentina. Estos dos últimos países, actualmente, se establecen como los principales proveedores del mercado mundial de litio y sobre todo aventajan a los Estados Unidos.

Chile, en particular, ocupa el papel principal en la extracción y exportación del metal, con una producción que, en el 2008, se ha certificado en torno a las 12.000 tonaladas. La explotación de los enormes yacimientos del Salar de Atacama están controlados por la SQM (Sociedad Química y Minera de Chile), sociedad presidida por Julio Ponce Leoru, yerno de Pinochet, privatizada en un 99,9% entre el 1983 y el 1988, pero la concesión que permite la extracción vencerá en 2030. Sin embargo, al frente de la creciente importancia que está asumiendo el litio, están aumentando las presiones para que el estado retome el control.

El 50% de las reservas mundiales de litio están situadas en Bolivia. El Salar de Uyuni que, con una superficie de 12.000 km², representa el mayor lago salado del mundo, dispone de cerca de 5,4 millones de toneladas analizadas que, si se explotaran, permitirían el funcionamiento de vehículos eléctricos durante décadas. El descubrimiento de los grandes yacimientos ha despertado inmediatamente los intereses de numerosas compañías (entre las cuales destaca la japonesa Mitsubishi y Sumitomo, la francesa Bollorè, la coreana LG y, pero no última, General Motors) que han intentado adjudicarse la explotación de las reservas del preciado mineral. Sin embargo, el presidente Morales, por un lado no descarta los acuerdos de colaboración con los inversores extranjeros, pero por otro parece convencido de mantener estos recursos bajo el control estatal para utilizar sus ganancias y redistribuirlas, excluyendo la posibilidad de que Bolivia exporte el metal en estado natural. Las condiciones que ha puesto el gobierno a las empresas extranjeras que quieran intervenir en el yacimiento boliviano pronostican, de hecho, la obligación de construir las fábricas en la zona adyacente a la extracción, de forma que la materia prima pueda ser elaborada. En caso contrario, el gobierno rechazará los financiamientos externos. Bolivia, a diferencia de Chile y de Argentina, no exporta todavía carbonato de litio pero el gobierno, en abril de 2008, inició junto a Comibol (Corporación Minera de Bolivia) un proyecto piloto en la ciudad de Río Grande que preve la construcción de una instalación para la extracción y la elaboración del litio, desde la cual se espera una producción aproximada de 480 toneladas al año. El objetivo es comenzar la producción comercial de carbonato de litio a partir de 2013. Aunque la explotación de los yacimientos pueda representar una ocasión importante para la economía boliviana, existen dudas sobre la capacidad del país para afrontar los gastos derivados de la construcción de las instalaciones y la dificultad para extraer el metal (dados los fuertes depósitos de magnesio que han sido econtrados en los yacimientos) sin el apoyo de socios extranjeros.

La producción de cobre en Chile
Chile constituye una de las economías más dinámicas de Latino América que ha prestado desde siempre mayor atención al libre comercio, estableciendo densas relaciones comerciales con numerosos países, normalmente reguladas por acuerdos bilaterales. La producción y la exportación de cobre constituye un importante pilar del presupuesto del país, correspondiente a una tercera parte de los fondos del gobierno (Codelco – Corporación Nacional del Cobre – es la empresa estatal constituida en 1976 para explotar el cobre nacionalizado en 1971). Chile representada, de hecho, como líder también en este sector, con una producción que, en 2007 era el 36,5% de la producción mundial por valor de 32.700 millones de dólares, correspondientes al 20% del PIB nacional. El valor total de las exportaciones de cobre, en el mismo año, ha sido de 38.000 millones de dólares. El precio del cobre, después de haber sufrido fuertes oscilaciones en los últimos dos años, está actualmente integrado en un contexto alcista, donde el descenso en la demanda de parte de Estados Unidos y la Unión Europea ha sido compensado por el aumento de las importaciones sobre todo por parte de China, con el fin de reconstruir las reservas estratégicas estatales. Sin embargo, la fuerte dependencia de la economía chilena sobre las exportaciones de cobre, la vuelve extremadamente vulnerable a los cambios de precios, como se ha demostrado en el derrumbamiento del 70% registrado en el balance comercial el pasado mes de enero (respecto a enero de 2008), debido principalmente a la disminución de los precios de la materia prima.

La explotación de los recursos petrolíferos en Venezuela y Brasil
Venezuela, se encuentra hoy entre los principales productores mundiales de petróleo. El país ocupa el décimo puesto en cuanto a reservas verificadas (99.300 millones de barriles estimados en 2009) y establece relación con todas las grandes potencias mundiales, es uno de los principales distribuidores de los Estados Unidos (a pesar de la política anti-americana representada por Chávez) pero también ha mantenido acuerdos con Irán, China, Rusia y Japón. La compañía petrolífera estatal, Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), reviste un importante papel en el mercado del crudo. La cual produce el 70% de la producción nacional de petróleo, ocupando una posición de mayoría en una empresa conjunta creada con los inversores extranjeros. El país es el quinto exportador mundial de petróleo, que representa la principal voz de la exportación venezolana. El buen camino que traza la economía del país está estrechamente relacionado con las ganancias derivadas del crudo. Estos últimos, de hecho, el año pasado representaron el 30% del PIB, el 90% de los beneficios provenientes de las exportaciones y cerca del 50% del balance federal. El gobierno supo encontrar enormes ventajas al aumento del precio del petróleo, que en julio de 2008 alcanzó el record de 147 dólares americanos por barril. Ha comenzado a llevar a cabo una serie de nacionalizaciones gracias a las cuales el estado domina casi completamente la economía del país, las importaciones y los gastos públicos han aumentado de manera significativa, así como los consumos (generando por otra parte también un boom en la inflación que ha llegado hasta el 30%). Sin embargo, el descenso de los precios del crudo observados a finales del año pasado, puso en evidencia la extrema vulnerabilidad de la economía venezolana. Según las previsiones, la tasa de crecimiento del país, que desde el 4,9% de 2008 ha bajado 6 puntos en el porcentaje y será negativo también en 2010. Un crecimiento sostenido de los precios del crudo, iniciado después de la crisis mundial y que, según el vicepresidente de la PDVSA, aumentará como consecuencia del crack de Dubai, es necesario para evitar el estallido o una posible contracción de la economía del país después de años de gran expansión.

Con una suma de reservas verificadas de 12.200 millones de barriles en 2007, Brasil posee los yacimientos más extenso de Latino Amércia después de los venezolanos. El país produce 2,422 millones de barriles al día, que lo colocan en el décimotercero puesto de la clasificación de los principales productores mundiales. Aunque Brasil satisface casi la mitad de la demanda nacional de energía sirviéndose de fuentes renovables, la producción petrolífera está en constante crecimiento, de tal forma que en 2010 el coloso carioca pueda competir con Venezuela. De hecho, el reciente descubrimiento de yacimientos en la banda del pre-sal (bajo la capa marina, sobre una superficie de cerca 150.000 km²), con una consistencia estimada de 100.000 millones de barriles, podría convertir Brasil en exportador de petróleo y, según las previsiones más optimistas, alcanzar uno de los primeros puestos de la clasificación de las principales potencias petrolíferas mundiales. Sin embargo, la profundidad a la que están situados los recursos (7.000 metros bajo en nivel del mar) mete en gran dificultad, sobre todo relativamente a las teconologías a utilizar, convirtiendo la extracción difícil y costosa. Petrobras (la compañía petrolífera en la cual el estado posee el 33,2% de las acciones) está altamente especializada en la extracción submarina y los precios del petróleo están aumentando, las inversiones que deberían afrontar son enormes y arriesgadas. Por lo tanto, el gobierno de Lula prometió intervenciones normativas que podrían modificar la regulamentación relativa a la explotación de los recursos petrolíferos, intuyendo un régimen de participación con las sociedades privadas (también extranjeras) y el estado. Este último sería representado por una nueva sociedad pública, Petrosal, que gestionaría los contratos con los inversores extranjeros. Estos, a su vez, estarían obligados a establecer una empresa conjunta con Petrobras, que ocuparía un papel privilegiado porque tendría una cuota de participación de al menos el 30%. El plan normativo propuesto por el presidente Lula prevé, además, la creación de un Fondo Social, hacía el cual deberían desembocar las ganancias derivadas de la explotación de recursos, con el fin de financiar programas de desarrollo para el país.

La explotación de las materias primas juega un papel muy importante para las economías de los países latinoamericanos y constituye el primer factor para sostener el crecimiento. Si Chile abastece desde hace mucho tiempo el mercado mundial a través de acuerdos bilaterales, países como Bolivia tendrán próximamente planes de explotación para sus recursos. En cada caso, es común la voluntad de llevar a cabo esta explotación de forma nacional, esta elección puede ser tomada como una reacción a la explotación de compañías extranjeras que históricamente no han aportado grandes beneficios a la población local, pero por otro lado esta decisión podría penalizar las inversiones extranjeras y no garantizar los capitales necesarios. Sin embargo, si las riquezas naturales del área latinoamericana constituyen el punto de fuerza para la economía nacional, al mismo tiempo representan un exponente débil e inestable. De hecho, los balances estatales, incluso el de los países económicamente más desarrollados, aparecen dependientes a las oscilaciones de los precios, como se demostró el año pasado a consecuencia de la caída de los precios de cobre y petróleo sobre las economías venezolanas y chilenas.
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