jueves, 24 de septiembre de 2009

Turquía-Israel: un matrimonio de interés por el equilibrio en la zona


El pasado 15 de septiembre, mientras se apresuraba para comenzar los trabajos de la segunda jornada del Consejo de Asuntos Generales y Exteriores en Bruselas con los veintisiete Ministros de Asuntos Exteriores, el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Javier Solana, anunciaba que Irán se reunirá próximamente con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania, indicando, sin rodeos, que la sede de este encuentro sea probablemente Turquía. El tema nuclear será el principal asunto a resolver en la zona de Oriente Medio y probablemente en torno a lo que gire el orden del día, mientras que la elección de Turquía como sede del encuentro podría ser la ocasión perfecta de Ankara para consolidar su papel estratégico central en la política de Oriente Medio un día después de su investidura oficial como país mediador influyente en la crisis palestino-israelí, junto a Siria y al resto de países árabes moderados.

Israel y Turquía, carrera hacia las alianzas para evitar los peligros del aislamiento internacional
Las duras declaraciones del Primer Ministro turco, Recep Tayyp Erdogan, el pasado mes de febrero en el Foro Económico Mundial en Davos, hacia el gobierno israelí, culpable de la desproporcionada intervención militar en Gaza en diciembre de 2008, pertenecen probablemente a la historia de una situación regional bastante peculiar pero, sobre todo, a la imprevisible política turca (de hecho, el día anterior a las elecciones locales del 29 de marzo de 2009, se presentó como la prueba fundamental del apoyo al AKP, el partido islámico moderado del Primer Ministro Erdogan, al que los analistas suponían un gran descenso en el respaldo social desde hacia tiempo). Un guiño a la opinión pública de mayoría pro palestina, con una actitud de complicidad hacia la acción de Jerusalén, sólo habría comprometido la continuidad del partido, ya de por sí delicada. Sin embargo, se trató de un movimiento instintivo politico, cuyo valor estratégico quedó respaldado por la reelección del AKP como partido de gobierno aunque fuese un éxito moderado.

Por lo tanto, la solidez de las relaciones con Israel sólo habrían supuesto un ligero punto de inflexión, pero en la actualidad, para la geopolítica de la región, es mucho más interesante la sensación cada vez más difundida del papel que Ankara puede desempeñar en la zona, con su capacidad de diálogo con todas las partes involucradas como mediador en quien confiar tanto para Israel como para Hamás, los países árabes (más o menos moderados), Estados Unidos y Europa. Erdogan, en una fase de debilidad estructural del estado israelí y de sus relaciones con los Estados Unidos de Barack Obama, trata de pasar a un plano más reducido la relación bilateral con Israel también para favorecer el nexo entre Turquía y la Federación Rusa, que tiene interés en mantener la presión israelí sobre Estados Unidos y la UE de forma que su gas y petróleo salgan beneficiados. Para Turquía es de fundamental importancia además la cuestión del agua con Israel. El acuerdo de transporte marítimo de agua dulce podría tener efectos estratégicos relevantes y mientras tanto, a nivel bilateral, se producirá un flujo estable de capital entre ambos países. Sin embargo, para Turquía, Israel es un interlocutor fundamental, primero en materia de seguridad una vez consolidada la alianza con los acuerdos de 1996 que supusieron un cambio en el cambio de la importancia de seguridad nacional en los años en los que Ankara estaba especialmente aislada en su lucha contra el terrorismo kurdo, bajo un verdadero ataque indirecto por parte de Siria e Irán y sobre la cuestión armena, ratificada últimamente, gracias a la acción de los grupos de presión sinoestadounidenses para que Washington renunciase a mantener afirmaciones inaceptables para el orgullo nacional turco, como el uso de la palabra “genocidio”. A su vez, Turquía desempeña un papel importante para Israel al evitar el aislamiento en la zona que siempre se ha producido y para su importante actividad de mediación diplomática con los los propios interlocutores árabes (Siria, Irán y Hamás), precisamente por ser un país musulmán. La fuerza de Turquía podría, por un lado residir en el hecho de lograr tejer toda una serie de relaciones en la zona ya que ha sido invitada ahora a asumir una posición central entre Israel y el resto de países de Oriente Medio, pero por otro, la acusación de una tendencia islamista en la naturaleza profunda del AKP, el partido de la mayoría y del Primer Ministro Erdogan, precisamente por su sutil cercanía al Irán de Ahmadineyad y a los grupos árabes radicales palestinos como Hamás, aún está lejos de solucionarse. Sin embargo, no se puede entender que hasta hoy Ankara siga siendo el principal factor capaz de contribuir seriamente en la estabilización de la zona, como mediador creíble allí donde otros países, por motivos culturales, sociales o históricos, no pueden hacerlo. Las palabras de apertura con las que Turquía está retratando su protagonismo en la zona están siendo aceptadas también por la intransigente Francia de Sarkozy que siempre se ha manifestado contraria a su posible ingreso en Europa, pero a lo que Ankara siente que tiene derecho. Turquía, e Israel lo sabe de sobra, entre las más de 50 naciones de mayoría islámica, es la única miembro de la OTAN y además está situada en el centro del tablero internacional donde se juegan importantes partidas políticas, como es el Caúcaso o Asia Central, pero, sobre todo, en la cuestión de las rutas energéticas, tema central en el debate económico local. Después de todo, Turquía es históricamente el único gran aliado de Israel en la región al haberse posicionado en cada momento al lado de Tel Aviv contra los intentos de agresión de los estados árabes primero, y las acciones terroristas en su territorio después. Este trato preferencial ha permitido a Ankara gozar del apoyo de todas las fuerzas políticas israelíes, desde Likud hasta la extrema derecha, desde los Laboristas hasta el partido Kadima, en lo que se refiere a la reapertura del diálogo con Damasco, con quien cada vez es más fuerte el entendimiento y la intención común de reforzarlo.

El doble juego con el que Ankara mira a occidente pero estrecha las relaciones militares con Irán y Siria

La solidez de las relaciones de Turquía con Israel se ha basado siempre, al menos durante los últimos sesenta años, en un eje triangular con Estados Unidos. Sin embargo, ahora que Israel duda de su relación con el Estados Unidos de Obama tras el periodo de Bush, Turquía sigue siendo una fuerza capaz de promover una nueva fase de percepción cultural de la cuestión hebrea y hacer aceptar de derecho a Israel como una parte integrante del panorama geopolítico regional, defendiéndose de la influencia estadounidense, tanto positiva como negativa, en Oriente Medio. Entre el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el Presidente estadounidense, Barack Obama, existen grandes desacuerdos en muchos, probablemente demasiados, frentes, sin tener en cuenta las diversas orientaciones políticas. Obama parece listo para caer en la trampa en la que han acabado muchos de sus predecesores: el pensar que podían estabilizar los tiempos y las condiciones de paz entre Israel y Palestina y el creer que podía lidiar con la cuestión de los asentamientos israelíes en Cisjordania, el verdadero nudo de la cuestión, cuya detención, tantas veces pedida, ha sido definitivamente excluida en las últimas declaraciones del Primer Ministro israelí. Grandes desacuerdos, por tanto, en los temas centrales de la cuestión palestino israelí, así como sobre el papel de Hamás y sobre la fuerte rivalidad entre las diversas facciones. El tema nuclear es otro capítulo aparte que, muy probablemente, acarreará un repliegue de todos los protagonistas sobre sus posiciones. Washington insiste en querer reforzar el papel del Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT), que ha perdido vigor en los últimos años, incitando claramente a Israel (cercano a India y Pakistán) a adherirse. Tel Aviv sin embargo teme, y no lo esconde, la posibilidad de que Estados Unidos trate des sintonizar las peticiones que ha presentado el Irán de Mahmud Ahmadineyad (sobre la suspensión del enriquecimiento del uranio) y las posibles peticiones al propio Israel sobre su programa. Así, Turquía, no lejana a Estados Unidos y mucho menos a Irán, aseguraría a Israel una sólida contramedida política para sus posiciones más radicales. De aquí podría derivar ahora la inédita faceta del Primer Ministro Erdogan como un hábil equilibrista diplomático y precavido para no caer en las alianzas aisladas y contraproducentes. El acercamiento de Ankara y Teherán, iniciado en 2002 y que continua hasta hoy, provoca grandes dudas sobre si Turquía podría ocupar el papel de Estados Unidos en la gestión de la cuestión nuclear con Irán. No hay que olvidar las palabras del Primer Ministro Erdogan el pasado mes de diciembre en Washington cuando afirmaba que “los países que se opongan a las armas nucleares iraníes deberían a su vez no tenerlas”. Las últimas salidas turcas en el tema de la cooperación militar en la zona con Siria e Irán (en lo que concierne a Kurdistán), en un tipo de doble juego con Israel, dejan mientras tanto incrédulos a los altos cargos militares israelíes, escépticos sobre un posible posicionamiento de Turquí en caso de conflicto entre Israel e Irán o entre Israel y Siria e impulsan a revisar a su vez los términos de cada colaboración militar. Los tratados de cooperación estratégica con Irán y Siria, por tanto, podrían aparecer como pruebas irrefrutables del decidido cambio de dirección turco, cuyo gobierno podría replegarse detrás de hábiles actitudes diplomáticas, especialmente del líder de Asuntos Exteriores, Ahmet Davutoglu, sobre el que recae la confianza a nivel regional e internacional para tomar una posición clara e indiscutible. Es cierto que la posición de Ankara perjudica bastante los deseos del nuevo gobierno estadounidense de encontrar un punto de inflexión entre Israel por un lado e Irán y Siria por otro, con Turquía probablemente en una posición central prudente y certificada.

Conclusiones
Ankara y el Primer Ministro Recep Tayy Erdogan sobre la cuestión palestina y el activismo diplomático presente en ella, temen que haya una sólida ambición de trasfondo más actual que nunca: la necesidad de salir definitivamente de una posición de aislamiento regional y de incerteza internacional, y llegar a ser protagonista de las cuestiones políticas de la zona, incluso a costa de realizar movimientos incómodos y contrarios a los de sus posibles aliados.Un papel de primera plana, en la enrevesada cuestión israel-palestina, que permitirá a Turquía mover libremente las filas de muchos y diferentes actores que se encuentran hoy presentes en Oriente Medio.
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