martes, 8 de septiembre de 2009

Afganistán: en el centro del nuevo Gran Juego

La presencia militar estadounidense en Asia Central se está reforzando para gestionar el conflicto afgano. La estabilidad de Afganistán refleja su importancia en un contexto mucho más amplio relacionado con el juego de influencias que Estados Unidos, China y Rusia mantienen para conseguir el control de una zona extremadamente importante en el plano geoestratégico como es la centroasiática.

El Presidente tayiko, Emmomali Rakhmov, y el Presidente afgano, Hamid Karzai, inauguraron el 26 de agosto un puente que une ambos países centroasiáticos. La estructura, de 700 metros de longitud, se erige sobre el río Pyanj entre el puerto tayiko de Nizhny Pyanj y el afgano de Sher Khan Bandar, cercano a la frontera uzbeka. Las autoridades de ambos países han acordado la apertura de zonas de libre mercado entre los dos márgenes con el fin de promover las actividades comerciales y se está considerando, además, la idea de facilitar los trámites aduaneros y de visado por el mismo motivo. Evidentemente, es de vital importancia destacar que el país que más ha contribuido al proyecto ha sido Estados Unidos, con 37 millones de dólares, es decir, la mayor parte del capital necesario, y su indispensable conocimiento. Otros países inversores han sido Noruega, Japón y la Unión Europea. Aunque los gobiernos tayiko y afgano se afanen en destacar que la estructura tiene una finalidad principalmente comercial, es evidente que ésta tiene una importancia decisiva desde el momento en que, a principios de año, Dushanbe concedió a Estados Unidos el uso de la red de carreteras y líneas ferroviarias para el transporte de mercancías no letales a Afganistán. Poco después, el gobierno turkmeno tomó una decisión similar al poner a disposicón su espacio aereo y también el uzbeko, que no sólo ha abierto la red ferroviaria y de carreteras sino que ha puesto a disposición de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN la nueva base aerea de Navoi, restaurada recientemente gracias a la financiación de Corea del Sur. La decisión de Dushanbe llega tras la decisión del gobierno kirguiso de cerrar la base de Manas a las fuerzas extranjeras, probablemente debido a la importante financiación económica de Moscú. Esta era la única base aerea centroasiática que continuaba a disposición de las fuerzas estadounidenses tras la clausura de la uzbeca K2 (Karshi-Khanabad) tras la ruptura de las relaciones militares entre Washington y Tashkent. Este acontecimiento ser produjo tras la masacre de Andijan en 2005, cuando el gobierno uzbeko fue duramente criticado por sus métodos represivos contra la población civil. Las concesiones de los gobiernos centroasiáticos son una bendición para Washington que tiene que gestionar una situación post electoral confusa en Afganistán y que debe lidiar continuamente con Rusia y China en la zona.

Afganistán, afectado de por sí por innumerables problemas internos, se encuentra en medio de un tablero internacional en el que las potencias estadounidenses, chinas y rusas se disputan la influencia en Asia Central e, incluso, en Asia y Oriente Medio. Ya en 1919, Sir Halford Mackinder formuló la Teoría del Heartland, según la cual, quien controlase el corazón del mundo, es decir la zona comprendida entre el Mar Báltico y el Hindu Kush, controlaría Eurasia y, en consecuencia, el mundo entero. A pesar de que haya que leer la teoría de Mackinder en su contexto histórico, se puede establecer una relación con la situación actual. Numerosos expertos utilizan la expresión “Gran Juego” para señalar el conflicto silencioso que tuvo lugar entre Reino Unido y Rusia entre el siglo XIX y el XX por el control de Asia Central. En este momento, la necesidad energética, el terrorismo islámico y la emersión de China como una nueva potencia mundial han hecho que Asia Central juegue un papel de eje para las grandes potencias y que el nuevo tablero se llame “Nuevo Gran Juego”. A pesar de que las grandes potencias han estabilizado en cierto modo el régimen de cooperación en la lucha contra el terrorismo, aún sigue sin resolverse el hecho de que China y Rusia no vean con buenos ojos su presencia en las cercanías de sus fronteras. Esta presencia se está reforzando gracias a los acuerdos que los estadounidenses han firmado con los gobiernos centroasiáticos para gestionar el conflicto afgano. Precisamente debido a las repercusiones políticas que esta guerra está causando en los países centroasiáticos, hay que tratar de contrarrestar la expansión de la militancia islámica que está llegando a comprometer gravemente la estabilidad de los gobiernos centrales. Tayikistán tiene que estar atento a la gran minoría tayika que representa cerca del 38% de la población afgana y que es un asunto que tuvo gran relevancia política en la batalla de los muyahidines contra la URSS y en la de la Alianza Norte contra los talibán, después. Incluso la minoría uzbeka de Afganistán ha asumido una importancia política durante la guerra a los talibán gracias a su despiadado comandante Dostum, que parece que ha vuelto a las filas de Karzai. Estos gobiernos, sin embargo, deben tener cuidado con la influencia que la militancia tiene en su población. El Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU) fue declarado hace tiempo organización terrorista y trata de contrarrestar al gobierno autoritario de Karimov en Tashkent captando adeptos a lo largo de todo Asia Central. Contribuir a la gestión del conflicto afgano para los gobiernos centroasiáticos significa tratar de controlar su propia estabilidad interna. Además, es posible que la cooperación con Estados Unidos se traduzca en una gran ayuda económica desde el momento en el que muchos de estos gobiernos tienen que afrontar situaciones económicas pésimas debido a la crisis mundial. Si Rusia sigue tratando de mantener aún el control sobre los gobiernos centroasiáticos para no perder su base de influencia en Asia Central, China tratará de introducirse económicamente en la zona para afrontar su enorme necesidad energética. En febrero de 2008, China y Turmekistán acordaron que la CNOC (China National Petroleum Corporation) y Turkmengaz comenzaran la construcción de un oleoducto de 3.000 kilómetros de longitud que uniera Xinjiang, la región más noroccidental de la República Popular China, con la zona kazaka del Mar Caspio, de forma que China recibe 10 millones de toneladas de petróleo al año, cantidad que se duplicará en 2011. Incluso el factor geopolítico, junto al económico, desempeña un papel fundamental en las decisiones políticas de Pekín. Las buenas relaciones militares que unen Estados Unidos con los gobiernos centroasiáticos, las renovadas alianzas militares con Indonesia y Vietnam, las grandes alianzas con India y Japón y las críticas relaciones con Irak, Irán y Corea del Norte hacen, entre todas, que la potencia asiática se sienta, en cierto modo, rodeada por la presencia estadounidense.

Dentro del tablero geopolítico actual, la prioridad estadounidense en lo referente al conflicto afgano seguramente sea la de mantener la estabilidad en la zona. Numerosos representantes de la militancia islámica ya se han introducido en Asia Central, especialmente en Uzbekistán y Tayikistán a través del MIU y del Hizb at- Tahrir (partido de la liberación). La caída definitiva del gobierno afgano y una recuperación del poder por parte de los talibán comprometerían la frágil estabilidad política del país centroasiático, ya débil por la crisis económica internacional. Tayikistán, por ejemplo, comparte con Afganistán una frontera de 1.200 kilómetros de distancia. La estabilidad en la zona es, por tanto, uno de los objetivos en común entre Estados Unidos y los gobiernos centroasiáticos y, en parte, también de China. La República Popular China está preocupada por su influencia política en Asia Central, pero también por la estabilidad de su región noroccidental de mayoría musulmana. También hay que tener en cuenta que un conflicto de mayores dimensiones en la zona centroasiática podría llevar a un conflicto más directo entre las grandes potencias para afirmar su supremacía en la zona. Estados Unidos no puede permitirse perder Asia Central debido al papel de puente que tiene en Oriente Medio; del mismo modo China, no puede perder terreno en el conflicto con Washington ya que le podría cerrar el acceso a las enormes fuentes energéticas de Asia Central. En conclusión, los gobiernos centroasiáticos no pueden afrontar una posible inestabilidad política causada por las militancias islámicas y menos aún sobrevivir sin la ayuda y la inversión económica de las grandes potencias. Por su parte, el gobierno afgano no puede por ahora cultivar buenas políticas de vecindad con los países desde los que Estados Unidos transporta el material para sus misiones. Para Washington será importante adoptar políticas adecuadas con estos países, ya sea por un motivo estrictamente estratégico militar o ya sea por contener la expansión china, aunque sin hacer que la República Popular se sienta amenazada por una amenaza posterior. Además hay que recordar que muchos de los gobiernos centroasiáticos desgraciadamente son famosos por sus políticas autoritarias, medidas ante las que Washington debería ser contraria pero que quedan apartadas momentaneamente por el ievidente interés estratégico. Desempeñar el papel más relevante respecto a la unión militar contra Afganistán también podría ayudar a los países centroasiáticos a retomar una relevancia política y no sólo estratégica dentro de la zona. Si estos gobiernos lograsen jugar sus cartas inteligentemente, podrían lograr importantes ventajas políticas y económicas de las grandes potencias y podrían incluso abandonar esporádicamente su papel de meros peones en el juegos de las grandes potencias.
 

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