viernes, 18 de septiembre de 2009

El fantasma de la carrera armamentista

La preocupación expresada por el Pentágono por la compra de armas de Venezuela y la reunión de los ministros de Defensa y Relaciones Exteriores de Unasur en Quito, tienen lugar en momentos que el fantasma de la carrera armamentista crece en la región.  

Mientras tanto Brasil confirma su decisión de ser la potencia militar del continente. El acuerdo con Francia no sólo implica que el país invertirá 12.000 millones de dólares en armamentos, sino también que accederá a la tecnología nuclear, la que será utilizada para el proyecto del submarino a propulsión atómica que dará al país una clara ventaja regional en términos de tecnología militar. La compra de 36 aviones de caza modernos dará un paso en los próximos días -en el largo plazo se prevé adquirir un centenar- compitiendo EEUU, Suecia y Francia por el contrato, y teniendo éste último país una supremacía política importante para ganarlo a partir del acuerdo. Es que el gobierno francés ha ofrecido montar en el país un centro regional para fabricación y mantenimiento de este tipo de aviones de tecnología avanzada. El acuerdo también incluye la compra de fragatas, corbetas y misiles para la Armada. Paralelamente, el Ejército brasileño lanzó el plan Amazonía Protegida, que contempla la adquisición y renovación de su material por 10.000 millones de dólares. Incluye el despliegue de 28 bases en la frontera norte y la compra de 450 radares desarrollados por la industria brasileña, además de 150.000 fusiles FAL, 400 tanques y 1500 vehículos de combate. De esta manera, el Ejército se puso en línea con las adquisiciones que realiza la Armada y la Fuerza Aérea en el marco del acuerdo con Francia (cabe señalar que, como gesto simbólico, fue firmado el 7 de septiembre, día de la Independencia del Brasil). Paralelamente, los últimos hallazgos de petróleo en la plataforma submarina del país, además de justificar la renovación militar para defender los recursos naturales, transforman al país en la octava potencia energética del mundo (antes del hallazgo se ubicaba en el puesto 16), al mismo tiempo que se consolida como una de las tres potencias más importantes en la exportación de alimentos.  

Paralelamente, Venezuela ha firmado en Rusia nuevos contratos para la adquisición de armamentos, los que parecen tener como referencia un eventual conflicto con Colombia. Chávez denunció que EEUU quiere convertir a dicho país en el Israel de América Latina. En tres años, Venezuela ha comprado armas en Rusia por 4.000 millones de dólares y los contratos ahora firmados en Moscú suman 2.200 millones más, cifra algo superior a la mitad del monto total del acuerdo firmado por Brasil con Francia. La primera cuota de dicha suma sería un crédito de 300 millones de dólares para comprar un centenar de tanques T72 y T90, destinados al despliegue en la zona fronteriza con Colombia. Pero el acuerdo también incluye medios acorazados, helicópteros, misiles con 300 kilómetros de alcance y submarinos diesel. El Presidente venezolano ha dicho que Rusia apoyará a Venezuela en su proyecto nuclear, el que según él no tendrá por fin fabricar bombas. Agregó que pronto llegarán los misiles rusos para defender y no atacar. Paralelamente, Venezuela reconoció la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, tomando partido por Rusia en el conflicto con Georgia. Al mismo tiempo se firmó un acuerdo para la explotación de petróleo y gas en la cuenca del Orinoco, el que tendrá una inversión de 1000 millones de dólares, cuando Repsol descubre nuevos yacimientos de gas y quizás ello lleve a España a ofrecer mediar en el conflicto con Colombia. Pero durante la visita a Irán, Chávez avanzó en un acuerdo para la transferencia de tecnología nuclear, reconociendo que dicho país ayuda a Venezuela con su plan nuclear. La cooperación nuclear entre Caracas y Teherán genera preocupación en Washington, pero también en Brasil.   

Si bien no puede hablarse todavía de una carrera armamentista en la región, las compras de Brasil y Venezuela están teniendo diversas consecuencias. EEUU se ha consolidado como el primer exportador de armas del mundo, pero está perdiendo terreno en América del Sur, lo que ocasiona preocupación en las empresas del sector. Es que los armamentos que se suministran a Colombia y los que comienza a recibir México para luchar contra la guerrilla y el narcotráfico, tienen un valor económico sensiblemente menor que el de los armas convencionales modernas que están comprando Brasil y Venezuela. Bolivia compró a Rusia un avión presidencial en 30 millones de dólares, como parte de un acuerdo más amplio de adquisición de equipos militares, el que contempla un crédito de Rusia por 100 millones de dólares y la instalación en el país de un centro para el mantenimiento de aviones y la entrega de cuatro aviones de transporte a la Fuerza Aérea Boliviana. Desde España, el Presidente boliviano volvió a reclamar contra el uso de las bases colombianas por parte de EEUU, en momento que se confirma el hallazgo en el país del principal yacimiento de litio del mundo, insumo vital para la fabricación de celulares. A consecuencia de las compras de Bolivia, Paraguay no sólo le ha pedido explicaciones, sino que además ha anunciado que también comprará. Ecuador, Chile -donde Bachelet anunció la intención de terminar con la llamada Ley del cobre, por la cual se destina al reequipamiento militar un porcentaje del ingreso por la exportación de dicho metal-, Perú y hasta Uruguay tienen en ejecución planes de reequipamiento militar de distinta envergadura. Sólo Argentina permanece al margen de ello, habiendo tenido lugar la última adquisición de armamentos hace quince años, comprándose entonces 24 aviones cazas Skyhawk en los EEUU.     

Brasil se abastece de armas en Francia, Venezuela en Rusia e Irán y Colombia en EEUU e Israel. No hay carrera armamentista, pero la renovación de armas combinada con conflictos regionales e intereses energéticos es una combinación peligrosa que mejor conviene desmontar.

 

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