viernes, 25 de septiembre de 2009

Estados Unidos – Brasil: entre la amistad y la controversia comercial

Las relaciones entre Estados Unidos y Brasil se están redefiniendo. Teniendo en cuenta los resultados económicos obtenidos en los últimos años y su posición cada vez más afianzada como protagonista de la política internacional, Brasil puede iniciar un diálogo más consciente con Washington y desde una posición más relevante. Estados Unidos, debilitado económicamente por la crisis, pero estado hegemónico del sistema internacional, reconoce la importancia de Brasil en el equilibrio de fuerzas del hemisferio y del panorama mundial. Hace poco, la Casa Blanca definió a Brasil como un "socio estratégico" de Estados Unidos. A pesar del la importancia de las relaciones entre ambos países, todavía subsisten grandes divergencias en el ámbito comercial.

Brasil en los tiempos de Bush
Los años del gobierno de Bush pusieron en un segundo plano la relación entre Estados Unidos y América Latino debido a la mayor atención que se dedicó a Oriente Medio y a la lucha contra el terrorismo internacional después de los atentados del 11 de septiembre. Las principales preocupaciones relacionadas con el continente fueron temas sobre la seguridad nacionales, la inmigración o el narcotráfico. La lucha al narcotráfico era la base de una relación privilegiada con la Colombia de Uribe, decidida a acabar con la guerrilla de extrema izquierda cuya principal fuente de financiación era el tráfico de droga. Sin embargo, Brasil, tras los positivos resultados obtenidos en los años noventa con MERCOSUR (Mercado Común Sudamericano) y el declive de ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), seguía profundizando en sus relaciones políticas y comerciales con los países de América del Sur. El país lusófono rellenaba el hueco dejado por Washington y se convirtió en la fuente de donde surgían las iniciativas multilaterales con vocación regional (incluida entre ellas UNASUR); contenía los im pulsos políticos de los países marcadamente antiestadounidenses (Venezuela y Bolivia); hacía de mediador de las complicadas relaciones entre Colombia y los países vecinos (Venezuela y Ecuador). El ritmo de crecimiento económico anual se situaba en torno al 5% del PIB, lo que colocaba a Brasil entre las potencias económicas emergentes, haciendo del país no sólo un interlocutor político de confianza, sino un importante socio comercial. El gobierno de Bush, ocupado en el terreno euroasiático, reconocía el papel de Brasil como garante de la estabilidad sudamericana y su acción de contención en los conflictos con la Venezuela de Chávez. A pesar de las preocupaciones iniciales sobre Lula y su pasado político, muy pronto la Casa Blanca de los neoconservadores aprendió a distinguir el chavismo del modelo socialdemocrático del gobierno brasileño. De hecho, se produjeron numerosos contactos diplomáticos entre ambas delegaciones diplomáticas y ambos presidentes, que culminaron con el encuentro de marzo de 2007 entre Lula y Bush, donde los países demostraron dialogar sobre la base de una buena relación donde se expresaba la voluntad de colaborar en el tema de los biocombustibles. De hecho, el etanol es un asunto importante en la relación entre ambos países ya que son los mayores productores mundiales. En Brasil se obtiene la caña de azúcar a un coste que, según las autoridades, sería 6 u 8 veces más competitivo que el etanol producido en Estados Unidos, que se extrae del maíz. El etanol estadounidense está protegido por una tarifa de 0,54 dólares el litro que constituye una sólida barrera a la entrada del etanol brasileño en el mercado estadounidense. Las barreras comerciales de Estados Unidos constituyen un obstáculo a la entrada de los productos brasileños, sobre todo a los de la industria agroalimentaria. Mientras tanto, los estadounidenses se lamentan de las barreras en la entrada de los servicios en el mercado brasileño. Los obstáculos al comercio entre ambos países son análogos a aquellos más generales entre los flujos norte-sur. En la última sesión de negociación de la OMC sobre el Plan de Doha, no se habían registrado progresos debido a las divergencias entre Estados Unidos e India. En ese caso, Brasil mostró una posición más flexible que la India y otros países del G-20.

Brasil en los tiempos de Obama
Estados Unidos ha sido tradicionalmente el principal socio comercial de Brasil; por su parte, Brasil ocupa el undécimo puesto entre los socios de Estados Unidos. Con la crisis, las exportaciones brasileñas a Estados Unidos han caído cerca de un 30% y desde abril, es China es socio comercial más importante del país carioca. Los flujos comerciales entre ambos países ya se estaban redefiniendo; en 2008, Brasil habían registrado un saldo anual positivo de 1.798 millones de dólares en el balance comercial con Estados Unidos y el aumento de las exportaciones brasileñas hacia Estados Unidos fue del 9,4% frente a un aumento general del 23,2%. Brasil importa de Estados Unidos bienes de alta tecnología mientras que en el flujo contrario, los bienes exportados son principalmente materias primas (petróleo en primer lugar). Las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Brasil se han visto perjudicadas en gran medida por por subsidios estadounidenses a la agricultura (los más controvertidos han sido los relacionados con el etanol, pero también con el algodón, el azúcar y la carne), por ello, ha iniciado acciones legales en la OMC y ha sido autorizado a aplicar represalias comerciales a las importaciones estadounidenses. La crisis ha contribuido a levantar las barreras comerciales entre ambos países. El paquete anticrisis de Obama prevé la cláusula Buy American (Compre estadounidense), por lo que los fondos destinados a proyectos infraestructurales dedicados a la recuperación de puestos de trabajo se deben usar exclusivamente productos estadounidenses con un gran prejuicio para el acero brasileño.

El reciente acuerdo militar entre Estados Unidos y Colombia ha levantado la preocupación en varios países sudamericanos, entre ellos Brasil. Colombia ha concedido el uso de siete bases militares que acojeraneran al personal civil y militar de Estados Unidos (1.400 personas en total) para ampliar el compromiso adoptado contra el narcotráfico y las FARC en el llamado Plan Colombia. Brasil, como otros países sudamericanos, ha pedido en UNASUR los detalles de la operación y la garantía de que las tropas americanas no sobrepasen las fronteras colombianas. Al mismo tiempo, preocupa la decisión del año pasado de reactivar la IV flota militar estadounidense; muchos en Brasil ven con sospecha esta decisión al pensar en los yacimientos petrolíferos pre-sal. Sin embargo, según las autoridades estadounidenses, la flota no tendrá operabilidad de tipo militar.

En la reunión del G-20 en L'Aquila, los presidentes de Estados Unidos y Brasil se han mostrado dispuestos a colaborar en varios temas como la energía y el clima, de forma que se llegue a una posición común en la conferencia sobre el cambio climático del próximo mes de diciembre, la restauración de un gobierno legítimo en Honduras, el destino de la economía mundial y, finalmente, sobre el tema iraní. En América Central, zona en la que Brasil se ha convertido en los últimos años en un interlocutor de relieve, Estados Unidos y Brasil han mostrado posiciones similares frente al tema del golpe de estado que derrocó al presidente hondureño Manuel Zelaya, adoptando medidas de naturaleza diplomática y económica con el gobierno del país. Respecto a Irán, Brasil cree que las sanciones provocarían únicamente el aislamiento del país. En teoría, el gobierno brasileño no sabe por qué Irán no debería desarrollar su programa nuclear para usos civiles. Basándose en eso, y en virtud de un beneficioso flujo comercial, existe un diálogo activo con el país de Oriente Medio. Debido a estas posición a contracorriente con los países occidentales, Estados Unidos ha solicitado a Brasilia que convenza a Irán a sacar adelante su programa según las condiciones dictadas por las instituciones internacionales para tener garantías del uso pacífico de la tecnología nuclear.

Perspectivas del comercio bilateral
En el último encuentro de la Ronda de Doha, Brasil mostró cierta flexibilidad sobre la posición estadounidense de avanzar con las negociaciones. El país lusófono, al contrario que muchos países del G-20, aceptaría las condiciones de Estados Unidos para que se eliminaran los subsidios agrícolas. Las divergencias entre ambos países provienen de estos últimos. Estados Unidos ha violado constantemente las normas de la OMC, tal y como ha reconocido la propia organización cuando Brasil le pidió que se manifestara sobre el tema. Con este propósito, se ha aprobado una represalia comercial; el Congreso brasileño está valorando el desarrollarla bajo la forma de una violación de la propiedad intelectual respecto a algunos productos de las gigantes farmacéuticas estadounidenses. Sin embargo, si las represalias fuesen desproporcionadas, Estados Unidos podría eliminar el sistema de preferencias del GATT que garantiza tarifas preferentes para algunos productos brasileños en tanto en cuanto provienen de un país en vías de desarrollo, título que cada vez se aplica menos a Brasil. Es complicado que Estados Unidos reduzca los subsidios a la agricultura a corto plazo, o al menos, hasta que la economía se recupere de la crisis de forma satisfactoria, independientemente de donde se efectúen dichos recortes. El primer producto (en valor) exportado por Brasil a Estados Unidos es el petróleo y es algo verosímil que, pasada la crisis, esta tendencia se refuerce, pero solo a medio plazo ya que el tiempo que necesitará Brasil para aumentar su rango de producción. Estados Unidos, de hecho, querría diversificar las importaciones de crudo de la zona debido a las dudas sobre la dependencia de la Venezuela de Chávez.

Previsiones
Brasil ocupa cada vez una posición más relevante en el contexto internacional y en su hemisferio. En lo que respecta al hemisferio americano, Junto con la Venezuela de Chávez, Brasil ha cubierto, relativamente, parte del vacío dejado por Estados Unidos. Ha participado activamente en los organismos regionales de América del Sur, pero también ha ganado fuerza en Centroamérica a través de la diplomacia económica del etanol y de la diplomacia política de los programas sociales. En ámbito global, Brasil ha sido pragmático y ha dialogado con todos los países, independientemente de la posición democrática de los interlocutores. El país ha sido criticado por los canales abiertos con países no democráticos, que infringen los derechos humanos o que son gobernados por dictaduras (Irán, Rusia, China, Venezuela, Uzbekistán, Corea del Norte, etc.). El argumento del gobierno es que el país tiene una tradición diplomática de no intervención interna en otros países, y que es contraria al aislamiento como solución de posibles controversias. El pragmatismo brasileño se dirige a buscar el reconocimiento internacional y el apoyo para obtener una asiento permanente en una posible reforma del Consejo de Seguridad de la ONU. Dicha postura puede hacerle perder apoyos en las democracias occidentales, en primer lugar el de Estados Unidos, país que prefiere el diálogo con los países democráticos. El cambio presidencial en Estados Unidos no ha hecho sentir los efectos esperados en cuanto a la atención hacia América Latina, probablemente a causa del programa impuesto por la crisis. A pesar de ello, la relación con Brasil es más viva que nunca, ya que Estados Unidos reconoce la importancia de Brasil para compartir los riesgos unidos a la estabilidad de la zona.

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