martes, 29 de septiembre de 2009

Irán: continuan las ambiciones nucleares

La controversia entre Irán y las Naciones Unidas sobre el tema de la cuestión nuclear ha provocado tensiones en los últimos años. La situación actual, aunque no descarta posibles avances, parece sufrir aprobaciones y rechazos según la línea habitual de los hechos que enfatizan los tonos del conflicto en momentos en que se necesita una mayor claridad. Sin embargo hay que diferenciar el marco que se está esbozando en estos momentos y quizás la perspectiva de un nuevo desarrollo del problema.

En los términos específicos de la cuestión, no es difícil imaginar que Irán pueda continuar con el procedimiento mostrado por India, seguido por Corea del Norte, que encuentra en el desarrollo de la cuestión nuclear civil un equivalente necesario al uso militar. En apoyo de esta teoría, rechazada en numerosas ocasiones por las autoridades iraníes, permanece el hecho de que Irán sea hasta ahora el único país que posee dos instalaciones de enriquecimiento de uranio sin disponer de centrales donde utilizarlo. Instalaciones de este tipo, utilizadas de manera diferente a lo que las autoridades iraníes declaran, puede ser utilizadas para abastecer materiales explotables para la producción de pruebas atómicas. La situación parece aún más inexplicable considerando la escasa cantidad de uranio que dispone Teherán, además de las importaciones de la materia prima en el país prohibidas por sanciones de la ONU. Tal y como ya se ha demostrado en el pasado y confirmado por las pruebas efectuadas estos días, Irán posee la tecnología necesaria para la realización de vectores gracias también a colaboraciones pasadas con Pyongyang.

Ciertamente es una de las situaciones más preocupantes. Sin embargo los conocimientos técnicos adquiridos por Corea del Norte en la fabricación de vectores para transportar pruebas nucleares podría relacionarse con la capacidad de enriquecimiento de uranio que Teherán demuestra poseer. Los dos países ya han participado anteriormente en colaboraciones de este tipo. Además Corea del Norte ya colaboró con otros estados, basta pensar en el reactor nuclear sirio construido con la ayuda de Pyongyang y destruido por las incursiones aéreas israelíes en 2007.

El principal impulsor de la cuestión nuclear, así como ex traficante internacional Abdul Qadeer Khan ha ofrecido un cuadro definido sobre cómo países como Libia pueden acercarse a los recursos necesarios para el desarrollo de la tecnología nuclear, aumentando las preocupaciones sobre la posibilidad de que Teherán consiga desarrollar la propia producción bélica, todavía más considerando que los inspectores de la Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ya poseen experiencia en señales relacionadas con el rastreo de uranio iraní o con la disminución de los suministros declarados. En este escenario, Corea del Norte y sus pruebas con misiles, despreciando las condenas internacionales, constituyen ciertamente un mal y peligroso ejemplo.

Tal y como viene normalmente subrayado, la cuestión se relaciona con dos aspectos: en primer lugar, cómo administrar las tecnologías que puedan ser utilizadas de forma legítima para producir electricidad y que no sean destinadas a objetivos bélicos; en segundo lugar, qué índices o leyes reconocidas de manera universal pueden censar a los países autorizados para tener un propio programa nuclear nacional. En este contexto hay que añadir la actuación de la OIEA y el espíritu del Tratado de No Proliferación Nuclear, que prevé la posibilidad para los países firmatarios de acceder a las tecnologías para el uso civil (sin embargo hay que señalar que no forman parte de este propósito los países “nucleares” como India, Pakistán, Israel y Corea del Norte).

Un nuevo acercamiento
En el cuadro de las negociaciones, diversos estados están ofreciendo a la situación iraní la propia colaboración en el campo de la energía nuclear a condición de que el país aclare la ausencia de programas en ámbito militar. En términos generales, la idea es la de sistematizar un tipo de acercamiento compartido a los procedimientos derivados de la energía atómica a la que pueden acceder diferentes países a través de instalaciones situadas no necesariamente en el propio territorio. En este sentido se mueve la propuesta rusa de abrir la instalación de enriquecimiento de uranio de Angarsk a los inversores interesados en beneficios y energía (sin compartir la tecnología) y poner a disposición de la OIEA una determinada cantidad de uranio utilizable sólo para objetivos civiles. Incluso los Estados Unidos y Gran Bretaña contemplan planes estabilizadores para el abastecimiento de materias primas, mientras que Alemania propone la creación de una instalación de enriquecimiento multilateral en un país que todavía no tenga una, garantizando así el suministro de uranio a condición de que se ofrezcan garantías anti proliferación.

Los Estados Unidos y los Emiratos árabes se posicionan sobre otra posible alternativa con su 123 Agreement, que debería tener validez desde octubre: a cambio del traspaso de parte de la tecnología, los Emiratos garantizan la no aplicación de actividades de enriquecimiento de uranio o de proliferación, una confirmación de acercamiento con la actividad de la OIEA.

Otros programas prevén un tipo de “aseguración” sobre la provisión de productos energéticos para desincentivar la difusión de centrales nucleares. Entre éstos, se difunden ideas para la creación de una “Banca del Carburante”, apoyada por diferentes países, que a través de la OIEA pueda suministrar recursos energéticos a precios de mercado a los países que sin motivaciones válidas ven el recorte de los suministros. La propuesta, concebida por la misma empresa, parece no ser viable actualmente, sobre todo por los diferentes intereses dentro de la OIEA ; los que tratan de explotar completamente la propia disponibilidad de uranio o bien los que no pierden ocasión para subrayar en esta sede las tensiones existentes entre países específicos, incluso los desvinculados de la cuestión nuclear. En cualquier caso, la empresa presenta diversas dudas sobre la disponibilidad de Irán a atenerse a las peticiones de claridad respecto al programa atómico. En el informe efectuado por el director general de la empresa, Mohamed El Baradei, el pasado 7 de septiembre, se señala que frente algunas “concesiones” (como el acceso a las instalaciones de Arak y Natanz) Teherán no ha demostrado su voluntad de aclarar el resto de cuestiones relacionadas con el propio programa nuclear, en particular el cese de la actividad de enriquecimiento de uranio y los proyectos relacionados con las actividades sobre el agua pesada, tal y como pide el Consejo de Seguridad.

Pero si por un lado las tensiones entre las Naciones Unidas e Irán no parecen haber alcanzado un nivel de estabilidad, la ONU también posee algunas voces objetoras, debidas en particular a la actitud de los países occidentales de “imponer” su propia voluntad en contraposición con el interés nacional de otros países en Irán así como en otros países.

Así las declaraciones de apertura de la actual administración americana coexisten con posiciones más intransigentes, como la israelí, según la cual no puede existir una situación alternativa a la imposición de sanciones. Por el momento, con el comienzo de los debates el próximo 1 de octubre, las variables en juego no permiten aún mostrar desarrollos ciertos. El comienzo de los 5+1 no puede cancelar el acercamiento unilateral que en los últimos años ha contribuido con toda probabilidad a desarrollar la intransigencia de la posición iraní; por otra parte las declaraciones de Ahmadinejad serán determinantes incluso en cuestiones de política interna, debido a la inestabilidad que caracteriza al país desde las elecciones. Una de las intenciones por parte de Irán, tal y como se desveló en las declaraciones del pasado 9 de septiembre, es el comienzo de un diálogo con el grupo de los 5+1 a condición de que la agenda no trate la cuestión nuclear que Teherán continúa subrayando como movimiento únicamente pacífico. La voluntad es probablemente la de evitar sanciones que podrían ser deliberadas por las Naciones Unidas, dado que China y Rusia parecen poder apoyar la aplicación de medidas más restrictivas en los enfrentamientos de Irán.

Conclusiones
Considerados los elementos en juego, no parece posible esperar que Irán renuncie completamente a su programa nuclear bajo la amenaza de sanciones ya que este sistema no ha producido hasta ahora resultados satisfacientes. Al mismo tiempo Teherán no goza de una confianza con la que su “autodeclaración” de abstención de cualquier aplicación bélica del propio programa nuclear pueda ser aceptada. Simplemente se trata de una cuestión de seguridad internacional en una situación bastante complicada. Por el momento la hipótesis más probable y conveniente parece ser aquella hacia la que se están dirigiendo los programas energéticos de muchos países, es decir, una supervisión internacional reforzada pero en un contexto multilateral de uso de los recursos energéticos.
 

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