lunes, 7 de septiembre de 2009

Filipinas: el envío de dinero de los emigrantes, ¿savia vital o talón de Aquiles?


En el 2002, la Presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, fue al aeropuerto para recibir a un grupo de inmigrantes que entraban en el país: en la mano sujetaba una bolsa que contenía los nombres de las personas que entraban en el país, de la que extrajo el nombre del afortunado vencedor de 2.000 dólares. Quizás este episodio pueda dar una idea del impacto que provocan los envíos de dinero por parte de filipinos que trabajan en el extranjero en la economía del país y del grado de consciencia de las autoridades del gobierno. De hecho, la economía filipina consigue sobrevivir gracias a las ayudas que estos últimos envían a sus familias. Pero si por un lado el país obtiene savia vital de los envíos de los emigrantes, o mejor dicho de las ganancias que consiguen, por otro lado ésto puede constituir un punto de debilidad: un factor que crea un equilibrio que quizás, a largo plazo, podría resultar de dudosa estabilidad.

La migración: motivos y datos

Desde hace tiempo Filipinas es protagonista de grandes flujos de emigraciones: en particular la diáspora alcanzó grandes cifras tras la segunda guerra mundial y se vio reforzada durante el gobierno de Marcos, desde 1973 hasta 1981. De hecho, en esos años el presidente proclamó la ley marcial, bajo la que las instituciones democráticas fueron suprimidas y las libertades civiles limitadas: como consecuencia, a las primeras migraciones provocadas por motivos económicos se le añadieron los disidentes políticos. En cualquier caso, los filipinos que emigran lo hacen sobre todo por los problemas económicos y laborales dentro de su país: el desempleo ha alcanzado y superado el 1'8% de la mano de obra, mientras que el subempleo se encuentra en el 25%; no es sorprendente que la población que vive bajo el umbral de la pobreza alcance el 40% del total. Los OFWs (Trabajadores Filipinos en el Extranjero) residen en todo el mundo: en total las personas que han abandonado su tierra de origen son unos once millones, un 1'11% de la población total, de los que dos millones se han establecido en los Estados Unidos y más de un millón y medio en los países de Oriente Medio; también se pueden encontrar grandes comunidades en Japón, Hong Kong y Taiwán. La historia de las Filipinas está relacionada en cierta manera con España y los Estados Unidos. De hecho el país fue una colonia de ambos estados. Los españoles dominaron el archipiélago durante más de tres siglos, desde 1565 hasta 1821, y el hecho por el que la mayoría de los habitantes sean católicos es un legado de los misioneros españoles. Por otro lado, los Estados Unidos gobernaron el país de 1898 hasta 1946; son muchos los enfrentamientos, incluso sangrientos, los que sucedieron entre los colonizadores y la población en ese período. A pesar de esto, para los filipinos hoy es bastante fácil integrarse en la sociedad americana: de hecho representan el segundo grupo étnico asiático más numeroso en el país con 4 millones de personas. Se puede decir lo mismo de los filipinos en España: suponen el segundo grupo étnico asiático en el país, 300.000 personas en total, después de los chinos; además son muchos los españoles de origen filipino. Los emigrantes filipinos pudieron integrarse sin dificultad en el país de acogida, en parte gracias al conocimiento de la lengua inglesa y en parte a su alto nivel de formación. Sin embargo, la mayor parte de los trabajadores recibe un bajo salario o desarrollan trabajos de baja especialización: desde trabajos domésticos en Oriente Medio, a las tareas en las fábricas de azúcar en Sudán; en particular en el extranjero ocupan los trabajos de camareros, dependientes, trabajadores en el servicio doméstico y agricultura. Sin embargo existe otro porcentaje de estos inmigrantes que consigue encontrar trabajos como médico, enfermero o ingeniero, sobre todo en los Estados Unidos. Muchos de ellos se ven obligados a dejar a los hijos y familiares, ya sea por motivos económicos o por el empeño que ponen los filipinos en su vida social y religiosa, la mayor parte de las comunidades al otro lado del océano están muy unidas e integradas y a menudo se ayudan entre ellos. Conseguir trabajar en el extranjero, además de alimentar a sus hijos o familiares y ofrecer la esperanza de un futuro mejor, sobre todo permite mantener el desempleo interno del país de origen bajo control. Por todos estos motivos, pero en particular por la gran contribución que recibe la economía de país de los envíos de dinero de los inmigrantes, los que emigran son vistos con buenos ojos por el gobierno filipino, que a menudo busca adoptar políticas e iniciativas a su favor: los emigrantes por ejemplo tienen asistencia sanitaria gratuita y en el 2003 obtuvieron el derecho al voto para las elecciones presidenciales en el país.

Los envíos de dinero: ventajas y puntos débiles

Dado que un número tan alto de filipinos emigra y consigue trabajo en el extranjero, la cantidad de envíos que éstos mandan a sus familias en el país de origen es relevante y consistente: en el 2005 acumulaban cerca de 10.000 millones de dólares y en 2008 incrementaron a 15'9 millones de dólares, sin tener en cuenta las no oficiales, que podrían haber aumentado bastante el resultado. Por lo tanto, Filipinas es el cuarto país beneficiario del mundo en recibir estos envíos extranjeros después de India, México y China. El dinero enviado al país de origen representa para este país el 13'5% del PIB, la proporción más alta en la economía interna entre las economías de los cuatro países más potentes de la lista; su contribución a la economía interna es mucho mayor al de la agricultura. En los últimos años los envíos de los emigrantes han supuesto las mayores entradas extranjeras en el país, sobrepasando la suma de todos las inversiones directas extranjeras. La diáspora se ha convertido, en este punto, en una especie de táctica económica, de industria: de hecho, parece que los emigrantes antes de abandonar el país se preparan para llegar preparados profesionalmente con el fin de integrarse con más facilidad en el ámbito laboral extranjero. Por ello parece un modelo de inmigración bien organizado: quizás por ello la criminalidad en los países extranjeros potenciada por personas de nacionalidad filipina es poco relevante. Más allá de los aspectos positivos ya citados, se podría citar algunos aspectos negativos en ciertas situaciones: por ejemplo, si el peso tuviera que obtener valor frente al dólar, tal y como sucedió en 2007, la economía filipina obtendría ganancias por una parte pero perdería por la otra. Tendría la posibilidad de obtener barriles de petróleo con condiciones muy ventajosas y ventajas de la consiguiente disminución de los intereses sobre el pago de la deuda. Sin embargo, los que con el propio trabajo ayudan a que la economía prospere, sufrirían un impacto negativo: los emigrantes que trabajan al otro lado del océano para mantener a sus familias en el país de origen verían disminuir el poder de adquisición del dinero. Otros problemas podrían crearse si los emigrantes filipinos en el extranjero perdieran su trabajo por cualquier motivo, por ejemplo por la crisis económica, y tuvieran que volver a su país: además de la falta de financiación tanto para ellos como para sus familias, el porcentaje de desempleo dentro del país aumentaría considerablemente, creando un efecto dominó sobre todo la economía, pudiendo alcanzar, en el peor de los casos, el estancamiento.

Conclusiones

Es difícil afirmar que los envíos de dinero puedan constituir una seguridad económica, sobre todo si se piensa a largo plazo: un país necesita ser económicamente fuerte de por sí sin tener que contar con la contribución proveniente de los emigrantes, sin que estos vengan en muchas ocasiones empujados a emigrar para resolver la situación de los que permanecen y hacer descender la tasa de desempleo. Como se ha dicho, Filipinas no es el único país que debe contar con los envíos del extranjero; el problema principal es que los sectores internos de su economía no parecen lo bastante fuerte para sustituir a esto envíos si por cualquier motivo faltasen. A pesar de que el crecimiento económico del archipiélago en estos años es continuo, aunque no muy estable, el país debería poner en marcha una serie de reformas y mejoras internas: desde la lucha contra la corrupción, a un mayor gasto social o un reforzamiento y diversificación del sector de las exportaciones.En el caso de que el país entrase en crisis a causa de una drástica reducción de los envíos, podría verse obligado, para sobrevivir, a aceptar ayudas, no precisamente desinteresadas, por parte de otros estados. China es un ejemplo, un país con alto crecimiento económico y de los más cercanos a Filipinas, podría estar interesada en invertir y ayudar, a través de nuevos acuerdos, ya que en los últimos años las relaciones económicas han ido en aumento. Pero Filipinas podría, de este modo, encontrarse demasiado ligada y dependiente de la política de un tercero. El riesgo es precisamente este: no lograr hacer que la economía filipina sea tan dependiente de las remesas de los emigrantes, lo que podría suponer que acabase perdiendo otro tipo de independencia más importante, y quizás no sólo económica.

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