viernes, 18 de septiembre de 2009

Afganistán: los objetivos y movimientos de la India, Pakistán e Irán tras las elecciones

La India, Pakistán e Irán han seguido la campaña electoral para las elecciones presidenciales en Afganistán teniendo en cuenta sus respectivas prioridades. Cada uno parece haber tenido como principal objetivo el desacuerdo en la intervención de otro sujeto externo en la nación asiática.

Las elecciones presidenciales llevadas a cabo en Afganistán el 20 de agosto de 2009, además de (como es obvio) en el plano interno, también tendrán consecuencias desde el punto de vista internacional, y, sobre todo, en las relaciones con sus países vecinos. En el momento en que estamos escribiendo este análisis, aún no se han difundido los resultados definitivos. Teniendo en cuenta que los datos que se van conociendo, expondremos las consecuencias de estas elecciones en las relaciones con la India, Pakistán e Irán.

Pakistán: ¿el gran derrotado?
Con motivo de las elecciones, Pakistán ha mantenido en general un perfil que podremos definir más adelante. Entre otras cosas, los días de las elecciones, cerró la frontera entre los dos países por motivos de seguridad. Según datos de la ONU, en su territorio se refugian alrededor de 860.000 prófugos afganos que se encuentran en edad para votar. Pero, al contrario de lo que sucedió en las elecciones anteriores, en esta ocasión, no se ha previsto ningún mecanismo para consentirles el ejercer su derecho al voto.A pesar de que existan algunas cuestiones pendientes de gran importancia (como la delimitación de la frontera entre los dos países y la de los prófugos afganos), el principal objetivo de Islamabad en escenario afgano consiste en su oposición a la acción de la India. En esta óptica, Pakistán ha juzgado de manera negativa al presidente saliente Hamid Karzai, ya que durante el transcurso de su anterior mandato favoreció el aumento de la influencia india en Afganistán. Sin embargo, ahora parece haberse resignado a su confirmación, ya que una posible victoria de su principal opositor, Abdullah Abdullah, será vista por Islamabad de manera aún más desfavorable. Abdullah, tayiko por parte de madre, se mantiene firmemente hostil a Pakistán y a una reconciliación con los talibales, que provienen mayoritariamente de la etnia pashtún. Por otro lado Karzai, un pashtún, defiende una pacificación nacional que englobe algunos sectores de los talibanes.El proceso de reconciliación podría dar a Islamabad la oportunidad de recuperar parte de la influencia que perdió con la caída del gobierno talibán liderado por el Mullah Omar al que había apoyado. A pesar de haberse desmentido, en Occidente se considera que Pakistán aún apoya a la guerrilla en Afganistán, desde el momento en que la considera un instrumento útil para perseguir sus fines en el plano geopolítico. De hecho, según algunos analistas pakistaníes, conseguir poner sobre la mesa de negociaciones al menos a los sectores “moderados” de los talibanes obligaría a Washington a presionar a Pakistán, para que “aprovechara” sus lazos con los rebeldes: ésto, como consecuencia, aumentaría el peso de las negociaciones.Dado que la oposición a los exponentes de la Alianza del Norte constituye una de las estrategias puestas en marcha por Islamabad, un resultado importante ha sido el asesinato (reivindicado por los talibanes) de Abdullah Laghmani, subdirector de la Agencia Nacional de Seguridad (el servicio secreto afgano), el 2 de septiembre de 2009. Según el analista indio M.K. Bhadrakumar, Laghmani (de etnia tayika) habría sido el punto de mira del servicio de seguridad pakistaní “Inter Service Intelligence” por su habilidad en descubrir y contraatacar los movimientos de los pakistaníes y de sus aliados. Además se dice que su superior, Mohammed Fahim (también tayiko) debería hacerse cargo de la vicepresidencia de Karzai. También Fahim ha catalogado de hostil la influencia del país vecino meridional. Por lo tanto, el asesinato de Laghmani representaría un primer movimiento en la preparación del retorno al poder de unos dirigentes no maleables de cara a Islamabad.Se dice que otorgar prioridad a las relaciones con la India por parte de Pakistán, también en la intervención en Afganistán, es una elección sustancialmente apoyada por Washington. Que este comportamiento, indudablemente pragmático, sea realmente útil para los Estados Unidos es algo que aún está por demostrarse. De hecho, ésto terminaría repercutiendo en su relación con Afganistán, además de con la India. El hecho de considerar a Pakistán como un socio principal tiene el riesgo de obstaculizar a Washington la posibilidad de mejorar su posición en la zona.

La India, la “débil” vencedora
La competición entre los dos principales candidatos a las elecciones presidenciales, Hamid Karzai y Abdullah Abdullah, es bien vista para la India, contenta gane quien gane. Si desde el principio Nueva Delhi ha visto con buenos ojos una confirmación de Karzai, quien ha desarrollado notablemente las relaciones entre las dos naciones, también considera que Abdullah (exponente de la Alianza del Norte que la India ha apoyado en la lucha contra los talibanes) podría llegar a ser un presidente “amigo”. Por lo tanto, sea quien sea el que gobierne, la India estará entre los beneficiados. Y la ventaja más importante será la pérdida de influencia de Islamabad en la nación asiática.Además de ésto, se considera que en los últimos años el gigante asiático ha consolidado su posición apoyando el desarrollo económico de Afganistán a través, entre otras cosas, de la construcción de infraestructuras. Pero el beneficio del que goza Nueva Delhi, derivado también del hecho de no ser percibida como una potencia con intención de dominar el país, es en realidad débil con respecto del que dispone aún Pakistán. Pakistán, por su parte, está ejerciendo presiones sobre Estados Unidos para que limite los movimientos de la India. Y no sólo en territorio afgano.La estabilización de Afganistán y la apertura de sus mercados, así como las vías de comunicación que lo atraviesan, constituyen los principales objetivos para los indios. El problema es cómo conseguir tales objetivos. Por el momento se puede decir que, si el apoyo a las Fuerzas Armadas y de Seguridad afganas (a través, por ejemplo, de su adiestramiento) sigue siendo un instrumento de intervención por parte de Nueva Delhi, un compromiso militar directo como consideran algunos, podría tener consecuencias negativas. Algunos objetivos de los indios ya están en el punto de mira de la guerrilla de talibanes. En el caso de que sus soldados se vieran acorralados en Afganistán (también bajo petición de Kabul) y, por ejemplo, provocaran involuntariamente la muerte de civiles afganos, serían vistos por los musulmanes que viven en los países de la zona (incluídos los que viven en la India) como persecutores de los islámicos. El capital conscientemente acumulado desaparecería en poco tiempo complicando, por ejemplo, las delicadas relaciones con los árabes.

La maniobras de Irán
Si Pakistán tiene como objetivo fundamental impedir el crecimiento de la influencia india en Afganistán, Irán tiene entre sus principales intereses controlar y, si es necesario, contrastar el peso que Estados Unidos tiene en el país vecino.En realidad, existe una convergencia de intereses entre Washington (principal protagonista extranjero) y Teherán en lo que se refiere a la estabilización de Afganistán. Irán, entre otros, acoge a cientos de miles de prófugos afganos de los que tiene la intención de favorecer su entrada en el país. Ambos países tienen como punto común el contener el extremismo sunnita, del que proceden los talibanes. Y los dos quieren combatir el tráfico de estupefacientes que salen desde Afganistán para ser vendidos en los mercados de la zona y en los mercados occidentales. A pesar de los desacuerdos relativos al programa nuclear iraní, sin embargo, para Washington sería favorable tener a Teherán como aliado en el contexto afgano.Pero Irán tiene también objetivos que divergen de los de EE.UU y su persecución podría empujarle a poner en marcha una serie de medidas dañinas para los adversarios. Éste tiene la intención de poner en crisis el status quo a nivel geopolítico, que desde el momento lo relega a una posición que se puede catalogar de marginal. De hecho, no se deja de lado el hecho de que la experiencia política y religiosa iraní se presenta como revolucionaria.Para afirmar su papel en el escenario medio oriental y asiático, Teherán puede decidir debilitar a Estados Unidos apoyando a sus adversarios, en concreto a los talibanes, suministrando armas y, según algunos, adiestramiento. De este modo, Teherán, como promotor de la Alianza del Norte contra los talibanes (decididamente anti chiíes) se ha convertido en socio del antiguo enemigo para combatir uno más potente, Estados Unidos. El proyecto a largo plazo, sería debilitar el adversario aumentando las pérdidas humanas. Como marca el diario Tehran Timen, el consejero militar del Líder Supremo Iraní, el General Mayor Yahya Rahim Safavi, ha pronosticado que Afganistán será un nuevo Vietnam para Washington.Hay que destacar que, apoyando a los talibanes, el gobierno iraní favorece a Islabamad, que parece ser el principal patrocinador externo de tal movimiento insurreccional. Este es un elemento a tener en cuenta en el análisisde las relaciones entre los dos países, que entre otros, están poniendo en marcha el proyecto de un gaseoducto que les una.Las dificultades que Estados Unidos encuentran en la pacificación de Afganistán y su intención de involucrar a la República Islámica en la discusión sobre el futuro del país, empujó a algunos sectores a incubar la idea de que Estados Unidos necesitaba a los iraníes más de lo que los iraníes necesitan a los norteamericanos. Este estado de ánimo, expresado también en un editorial del diario Kayhan del 27 de julio de 2009, da a entender que Washington podría resignarse a la idea de un Irán nuclear a cambio del apoyo en Afganistán. Está aún por demostrarse que este análisis sea correcto.

Estados Unidos no tiene intenciones de depender de la ayuda de Teherán ni, aparentemente, de consentir lo referente a su programa nuclar. Desde hace tiempo, algunos sectores de la inteligencia norteamericana, acusan a los iraníes de suministrar armamento a los talibanes, aunque estas acusaciones son criticadas por otros analistas.Entre los dos principales candidatos a las presidenciales, según algunos, Teherán prefería a Abdullah, más ligado a la Alianza del Norte, patrocinada también por Teherán. El embajador iraní en Kabul, Fada Hossein Malesi, declaró el 5 de septiembre de 2009 que Teherán desea la creación de un gobierno de coalición en Afganistán.

Conclusiones
Los nuevos dirigentes que subirán al poder en Afganistán deberán enfrentarse con las prioridades y las estrategias de los tres países vecinos (en primer lugar con las políticas de Pakistán), equilibrándolas con las peticiones de Washington.La celosa hostilidad de Islamabad, el apoyo de Nueva Delhi y el apoyo de Teherán (que tiene a Washington en el punto de mira) son tres elementos que condicionarán, positiva o negativamente, la acción del liderazgo de Kabul. De forma individual, ninguno de ellos resultará determinante, pero, en conjunto con otros factores, externos o internos, podrá contribuir a comprometer la estabilidad de Afganistán.Por favor, acuérdese del Medio Ambiente antes de imprimir este correo.

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