jueves, 18 de noviembre de 2010

El conflicto fronterizo entre Costa Rica y Nicaragua

La situación política en América Latina dista mucho de ser todo lo estable que se ventila en lso medios de comunicación de la región. En aproximadamente un año se han producido en la región varios conflictos que  podrían ser enmarcados en la siguiente clasificación:

a) La crisis institucional de Honduras, que dividió políticamente al continente y que recién ahora se va superando;

b) El recrudecimiento de conflicto entre Colombia y Venezuela -país sudamericano pero caribeño-, que tuvo lugar en el final del gobierno de Uribe y que ha cerrado ahora su sucesor Santos;

c) La crisis de seguridad que sufrió Jamaica con las revueltas violentas que tuvieron lugar para impedir la extradición de un jefe narco;

d) La llegada a la Presidencia en Guyana de un ex golpista, condenado en ausencia en Holanda por tráfico de drogas este mismo año;

e) La crítica situación que vive Haití cuando siete años después del terremoto, casi dos millones de personas todavía no tienen casa, una epidemia de cólera -que pude extenderse en la región- ha provocado casi un millar de muertes, han tenido lugar revueltas violentas contra los cascos azules por ello y las próximas elecciones presidenciales se realizan en un contexto político muy incierto; y

f) El conflicto limítrofe surgido entre Costa Rica y Nicaragua, que ha implicado el despliegue de tropas en la frontera.  

Este último conflicto evidencia que pese a la globalización económica, la integración regional y la generalización de la democracia, los viejos diferendos fronterizos siguen siendo fuente de conflicto. Un fallo de la Corte Internacional de la Haya de hace 15 meses parecía haber puesto fin definitivamente al conflicto por la navegación del un río fronterizo (San Juan) y la posesión de una isla de 156 kilómetros cuadrados (Calero). El problema escaló ahora desde el 21 de octubre y ambos países desplegaron tropas en la frontera. En el caso de Costa Rica (uno de los dos países de América Latina que, junto con Panamá, no tiene Fuerzas Armadas), movilizó policías. En ambos países ha surgido una ola nacionalista, que incluso ha endurecido la retórica de los cancilleres. Los dos países integran la Comunidad de Estados Centro-Americanos y también el Mercado Común regional, que tiene un TLC con EEUU y otro con Europa. Al problema nacionalista se agrega el ideológico. La Presidente costarricense (Chinchilla), que lleva solo seis meses en el poder, puede ser definida como de centro-derecha y ha firmado un acuerdo para el uso de sus instalaciones por parte de fuerzas de los EEUU. A su vez, el Presidente nicaragüense (Ortega) ha llevado su país al ALBA y es el aliado más firme de Chávez en América Central.  

La OEA ha intervenido en el diferendo, pero hasta ahora con poco resultado. Su Secretario General (Insulza) se trasladó a ambos países, hablando con los dos presidentes pero sin lograr un acuerdo. El 13 de noviembre el Consejo Permanente de esta organización aprobó una resolución que invita a los dos países a iniciar en forma simultánea y sin dilación el diálogo, exhortó a Nicaragua a retirar sus tropas y pidió instalar una comisión binacional en el lugar. Es la primera resolución adoptada por mayoría y no por consenso en décadas. La resolución fue aprobada por 22 votos a favor, 2 en contra (Venezuela y Nicaragua) y tres abstenciones (Ecuador, Bolivia y Guyana). Fue evidente la solidaridad política que mostraron con la posición nicaragüense la mayoría de los países del ALBA. Nicaragua rechazó tajantemente la resolución y su canciller (Santos) mencionó la posibilidad de abandonar la OEA, reclamando que se reúnan los cancilleres o incluso los presidentes de los países que la integran. Por su parte, el canciller costarricense (Castro) celebró la resolución como un triunfo de la paz y el derecho. Antes de la resolución, Costa Rica había anticipado que si la OEA no resolvía el conflicto, lo llevaría ante el Consejo de Seguridad de la UN. Para la organización interamericana, que ha venido perdiendo peso e influencia en las últimas crisis regionales, hubiera sido un golpe muy duro. Costa Rica denunció a Nicaragua por daño ambiental en la isla Calero ante un organismo intergubernamental (RAMSAR), el viernes 19 llega una nueva misión de la OEA y podrían ser convocados los cancilleres para el 29 o 30 de noviembre. 

El conflicto entre Costa Rica y Nicaragua es el primero de límites entre dos países, en el cual Google juega un rol importante. El 5 de noviembre, ante un reclamo del gobierno costarricense, dicha empresa debió reconocer que su servicio de mapas estaba equivocado, lo que fue considerado un éxito diplomático por Costa Rica. Por su parte, el canciller nicaragüense escribía a Google para pedirle que dejara la frontera donde la tenía. Los comentarios de los usuarios de Internet de los dos países -en algunos casos reproducidos por los medios de comunicación de masas- también jugaron un papel para incrementar la tensión entre los dos países. El líder sandinista Edén Pastora tiene un rol en este conflicto, porque el gobierno de Nicaragua le encargó el dragado del río San Juan que desató la crisis, y que comenzó a realizar con maquinaria adquirida por el gobierno de Venezuela. A ello se agrega el riesgo de xenofobia, dado que 300.000 nicaragüenses emigraron hacia Costa Rica en los últimos años en busca de trabajo. Este país y Panamá son los dos países de mayor ingreso per cápita en América Central, mientras que Nicaragua tiene el más bajo. La cuestión militar también juega un rol. Aunque Costa Rica no tiene Fuerzas Armadas, su ministro de Seguridad (Tijerino) dio a conocer por los medios de comunicación que los nicaragüenses saldrán de la zona en conflicto por la razón o por la fuerza. Como burla, el gobierno nicaragüense se refirió a las tropas de las fuerzas armadas costarricenses, que son inexistentes desde 1948 por disposición constitucional. Ortega busca su reelección y está muy enfrentado con la oposición, que ahora se ve obligada a cerrar filas con el gobierno; en el caso de Chinchilla, que recién comienza su gobierno, la oposición también ha salido a respaldarla. 

En cuanto a la relación de fuerzas en el plano militar, no es tan desfavorable para Costa Rica como en principio parece. Según el Balance Militar del Instituto de Estudios Estratégicos de Londres de este año, Nicaragua tiene 12.000 hombres en sus Fuerzas Armadas, con una población de 5,8 millones. Están 10.000 en el Ejército 1.200 en la Fuerza Aérea y 800 en la Marina. El gasto total en defensa que le asigna esta fuente es de sólo 40 millones de dólares. Costa Rica, con un a población de 4,2 millones, si bien no tiene Fuerzas Armadas, sus fuerzas de seguridad, cuentan con 10.000 hombres y se invierte en ellas 180 millones de dólares al año, cifra muy superior a la que gasta Nicaragua en Defensa. Cuenta con 4.500 en la Guardia Nacional, 2.500 en la Policía Fronteriza, 400 en la Guardia Costera y 1200 en la Unidad de Vigilancia Aérea. Si bien esta fuente no suma a Nicaragua los efectivos de las fuerzas de seguridad, sumándolos a los militares, se acercan a los 20.000 hombres y entonces duplican los efectivos costarricenses. Si bien Nicaragua tiene armamentos mucho más poderosos, el bajo nivel de gasto implica muy poco mantenimiento con lo cual la mayoría de sus blindados y el material de vuelo estarían fuera de servicio y lo mismo sucedería con misiles de corto alcance adquiridos en Rusia en la primera etapa sandinista.    

En conclusión: el conflicto entre Costa Rica y Nicaragua muestra que en América Central y Caribe hay mayores tensiones que en América del Sur; se evidencia así que pese a la globalización económica, la extensión de la democracia y la integración política y económica, los conflictos de fronteras pueden seguir enfrentando a los países; la OEA ha intervenido en el conflicto, pero hasta ahora con poco resultado, al rechazar Nicaragua la Resolución que dispone que retire las tropas desplegadas en la zona, este ha sido el primer conflicto de fronteras entre dos países en el cual los mapas de Google han jugado un papel en los reclamos diplomáticos y en cuanto a la relación de fuerzas en el plano militar, si bien es favorable a Nicaragua, no lo es tanto al analizar el gasto y el mantenimiento y funcionamiento de sus sistemas de armas.

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