lunes, 18 de octubre de 2010

Perspectivas brasileñas para el 31

Por Niko Schvarz (*)

Cuando se cierre el segundo turno de las elecciones el próximo domingo 31 es posible (aunque parezca una paradoja) que la izquierda haya realizado en Brasil la mejor elección de su historia.

Todo indica que Dilma Rousseff será consagrada como la primera mujer presidenta de la República, y a ello se sumarán los grandes avances alcanzados en primera vuelta en las dos ramas del Congreso y en las gobernaciones de los estados. Además fueron borrados del mapa viejos carcamanes de la política, representantes del ancien régime que fueron desplazados o ni siquiera pudieron presentarse.

Ya he dicho que en la noche del 3 de octubre reinaba en la sede del PT en Brasilia un ambiente mustio (similar al del Hotel Columbia en el primer turno de la elección del Pepe Mujica) porque no se había definido la elección presidencial a pesar de que las encuestas apuntaban en esa dirección. Se produjo un retroceso en los últimos días. Quizá no se valoró adecuadamente el avance de Marina Silva a partir del pronunciamiento en su favor de los evangélicos. Pero además, los contrarios también juegan, y ya veremos en qué forma.

Ubiquemos el tema en sus justos términos. Lula no ganó en el primer turno ninguna de las dos elecciones en que alcanzó la presidencia. En 2002 obtuvo el 46,47% de los votos válidos contra José Serra y en 2006 el 48,61% contra Geraldo Alckmin (que perdió una ponchada de votos en la segunda vuelta). Dilma se situó en el medio con 46,91% y 47:651.434 votos. Recuerdo la calma absoluta con que Lula acogió aquellos resultados sin dudar de la definición final, cuatro semanas después. Además, fue notable la evolución de la curva de Dilma: empezó muy abajo, ascendió, cruzó la línea de Serra, lo distanció netamente y, a pesar del retroceso final, terminó ganándole por 14 millones y medio de votos y 14,3%.

Un logro sensacional se produjo en la elección del Senado y la Cámara de Diputados. Hoy en el Congreso la bancada del PT y sus aliados es minoría, por lo que vio frustrada la aprobación de reformas constitucionales y proyectos relevantes del gobierno, como la reforma política. Ahora pasa a ser mayoría, lo que facilitará la gestión del futuro presidente. En el Senado de 81 miembros (3 por cada uno de los 27 estados, incluido el Distrito Federal, de los cuales se renovaban 2) contará con más de 50 (de 52 a 58 según las estimaciones) y la oposición cae a 22, perteneciendo los restantes a otras formaciones independientes, que en Brasil son prolíficas. El PT pasó de sus actuales 8 senadores a 15. Proporcionalmente, quien ganó más espacio en el Senado fue el PT escribía Folha de Sâo Paulo bajo el título: Los aliados de Lula derrotan a la vieja guardia en el Senado .

En la Cámara de Diputados de 513 escaños, los partidos que apoyan al gobierno tendrán una inédita presencia, que sobrepasará la mayoría absoluta y también las mayorías calificadas. Marco Aurelio García nos explicaba en Brasilia que el PT hizo grandes esfuerzos y sacrificios para que en cada lugar se presentara el miembro de los partidos de la coalición de gobierno en mejores condiciones de triunfar. Esta política benefició al conjunto y también al propio PT, que logró el mayor crecimiento, de 79 a 88 bancas, lo que le permite aspirar a la presidencia de la Cámara. También creció el PSB (que tuvo una muy buena votación a nivel nacional), de 27 a 36 escaños, mientras que el PMDB, miembro centrista de la coalición de gobierno, disminuyó de 90 a 79. En algunos estados los legisladores fueron electos gracias a un flexible sistema de alianzas con los numerosos partidos que se ramifican en el país. En el campo de la oposición, la mayor caída fue para el derechista DEM, que pasó de 56 a 44 bancas y está en un proceso de regresión.

También la elección de gobernadores ha dado un formidable espaldarazo a la coalición de gobierno. Los gobernadores del PT fueron reelectos. Así sucedió en Bahía con Jaques Wagner, cuya primera elección en 2006 significó una reversión total en un estado dominado de tiempo inmemorial por la cáfila oligárquica de Antonio Carlos Magalhâes y familia; en Sergipe con Marcelo Deda; en el estado fronterizo de Acre, que gobierna desde hace 12 años, con Tiâo Viana; y disputará en segunda vuelta la reelección de Ana Júlia Carepa en Pará.

Se reconquistó tras un interregno de 8 años el gobierno de Río Grande do Sul con Tarso Genro, ex ministro de Lula. Además, el PT contribuyó a la elección, en coalición, de gobernadores de partidos a aliados, a saber: de Sergio Cabral, del PMDB, en Río de Janeiro; de Renato Casagrande, del PSB, en Espírito Santo; de Eduardo Campos, del PSB, en Pernambuco; de Cid Gomes, del PSB, en Ceará.

En el segundo turno se disputarán además las gobernaciones de Brasilia, Distrito Federal, con Agnelo Queiroz, del PT, que va en punta; de Alagoas, con Ronaldo Lessa, del PDT; de Paraíba, con José Maranhâo, del PMDB; de Goiás, con Iris Rezende, del PMDB; de Piauí, con Wilson Martins, del PSB; de Amapá, con Camilo Capideribe, del PSB; de Roraima, con Neudo Campos, del PP; y en Rondonia con Confucio Moura, del PMDB.

Por añadidura, varios gobernadores ya electos hacen causa común con la candidatura de Dilma. Son ellos: Roseana Sarney, obviamente en Maranhâo; Omar Aziz, del PMN (un partido local) en Amazonas; y de Silval Barbosa, del PMDB, en Mato Grosso.

Por su parte la coalición que sostiene a Serra, integrada por el PSDB, el DEM y (para vergüenza) el PPS, podrá contar con los gobernadores de Sâo Paulo, Minas Gerais, Paraná, Tocantins, Mato Grosso do Sul, del PSDB; y de Santa Catarina y Río Grande do Norte, del DEM.

Decíamos que otro rasgo altamente revelador de la actual elección fue el desplazamiento de viejos líderes políticos derechistas al extremo, que pasaron al archivo. Ya citamos lo sucedido desde la anterior elección en Bahía. Ahora se agregan los siguientes casos, entre otros: Tarso Jereisatti, del PSDB, tres veces gobernador de su feudo en Ceará y senador desde 2002, fue derrotado por los llamados senadores de Lula; en Pernambuco pierde por primera vez en décadas Mario Maciel, que fuera vicepresidente de FHCardoso y senador, y en ese estado, que es la cuna de Lula, gana la gobernación Eduardo Campos, del PSB, con 82% de los votos; también son barridos dos representantes casi vitalicios de Piauí, Heráclito Fortes, del DEM, y otro conocido como Mâo Santa; lo mismo el senador de Amazonas Arturo Virgilio, del PSDB, y el tránsfuga César Maia, que fue vicepresidente de Leonel Brizola, luego prefeito de Río, y ahora en el DEM. Dice Folha de Sâo Paulo que los senadores nombrados fueron puntas de lanza del bloque opositor al presidente Lula en el Senado y trancaron proyectos importantes del gobierno. Ahora la miran de afuera.

Esto señala el sentido y la magnitud de los cambios impresos por el gobierno de Lula, que significó la llegada a los órganos de gobierno de representantes de otros sectores sociales, relegando a miembros conspicuos de las clases dominantes. Se va insinuando un cambio de composición social.

El PT procesa la discusión sobre el primer turno y al mismo tiempo intensifica la campaña. Dilma tuvo un notable desempeño en la confrontación con Serra el domingo pasado por la Bandeirantes. De las razones que ya se han señalado respecto al trasiego de votos de Dilma hacia Marina Silva en los días finales, quiero subrayar el papel mayúsculo de los medios de difusión, de la prensa, la TV y las radios.

Quien no lo haya visto en directo es difícil que pueda imaginar la virulencia, la intensidady la absoluta falta de escrúpulos de esta campaña, concentrada en los días decisivos. Ahora se ha hecho la luz sobre la gigantesca manipulación en torno a la posición de la iglesia católica en la contienda. Apenas tres de los 466 obispos que alberga la CNBB (Conferencia Nacional de Obispos de Brasil) llamaron a no votar a Dilma, pero esto se presentó como una posición oficial de la iglesia católica, y diarios, canales y radios machacaron sin cesar en esos días con ataques a Dilma sobre esa base.

La CNBB aclaró que ese documento era falso, que no se había pronunciado sobre la elección, lamentó profundamente la tergiversación y la manipulación, pero lo hizo recién el 8 de octubre, cuando el daño ya había recorrido todo Brasil. Ahora Dilma y su comando realizan un esfuerzo didáctico para revertir la situación. Leonardo Boff difundió una nota titulada Por una alianza entre Marina y Dilma , que recuerda los orígenes de la primera en el PT como ministra del gobierno de Lula. Por otra parte, en su discurso de la noche de la elección, en que celebró su inesperada votación de cerca de 20 millones de votos, Marina se mantuvo neutral ante el segundo turno, sin brindar ninguna indicación a sus electores.

(*) Periodista y analista.

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