miércoles, 14 de marzo de 2012

Semana Política




14 de marzo de 2012.


Hola, adjuntamos los sucesos más interesantes de la semana.

  1. La nueva modalidad del caos: el CJNG.

  2. Tarahumaras: peor que en Nigeria.

  3. Jugando con fuego: alimentos al alza.


LA NUEVA MODALIDAD DEL CAOS: EL CJNG. La detención del líder del cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) por parte del Ejército, el viernes a la tarde, desató en México la ira de su banda criminal, que ha respondido bloqueando con camiones en llamas 11 importantes vías de circulación en la zona metropolitana de Guadalajara. Estos disturbios ocasionaron la muerte de dos personas. Este “caos de los narcobloqueos” se produjo tras el enfrentamiento a balazos entres los militares y los supuestos delincuentes durante el operativo de captura del líder criminal, Erick Valencia Salazar, El 85, que finalmente fue detenido -al igual que su lugarteniente, cuyo nombre no ha sido revelado-. Los narcos reaccionaron agrediendo al Ejército y desatando una locura de camiones incendiados que buscaba desquiciar la circulación metropolitana y desestabilizar y amedrentar a toda la capital de Jalisco. No es la primera vez que Guadalajara sufre narcobloqueos. En febrero del año pasado hubo un episodio similar. Con todo, lo sucedido este viernes es de mayor envergadura. La carretera a Chapala (que es la misma que conecta con el aeropuerto internacional), la que va hacia la costa del Pacífico vía Colima y la que lleva a la autopista hacia Ciudad de México fueron obstruidas con camiones ardiendo. El sábado intentaron otro 'narcobloqueo' en una carretera secundaria aunque finalmente no se produjo ningún conflicto. Igualmente, en la ciudad, los delincuentes robaron vehículos de transporte público y los quemaron en importantes cruceros viales de distintos puntos de Guadalajara, considerada una de las tres urbes más importantes de México. El cártel Nueva Generación, supuesto responsable de esta de violencia, es un grupo criminal surgido tras la caída de Ignacio Nacho Coronel, uno de los hombres fuertes de Joaquín El Chapo Guzmán, al que presuntamente continúa ligada esta nueva agrupación narcotraficante de Jalisco. El CJNG, agrupación con un claro perfil militar y policiaco, es la expresión más nítida de la crisis del Estado mexicano en materia de seguridad, pues en los hechos está tomando el papel de persecución y justicia que las autoridades no han realizado. Baste recordar su primera aparición en los medios: “Jalisco, tierra de libertad y gente de trabajo. Muerte a los secuestradores y extorsionadores. Aquí en Jalisco no permitiremos que quieran entrar otros grupos que quieran imponer sus famosas cuotas. Empresarios, gente del gobierno, funcionarios públicos, policías de todas las corporaciones y la ciudadanía entera del estado de Jalisco. ¡No se preocupen! Que mientras el Cártel de Jalisco siga aquí, no permitiremos la autodestrucción de nuestro propio estado”. Tal cual lo demuestran lo hechos del pasado viernes, los actos del CJNG tienen una clara diferencia con los otros carteles: no se detendrán en el uso de la violencia para asesinar a sus adversarios y defender sus itnereses. Bienvenidos, pues, al futuro y al sinsentido de combatir al fuego con más fuego.

TARAHUMARAS, PEOR QUE EN NIGERIA. La remota sierra Tarahumara, en el Estado de Chihuahua, saltó en enero a las primeras planas de los medios por una noticia espeluznante: decenas de indígenas se habrían suicidado desesperados por la hambruna causada por la sequía. La información era falsa, pero contribuyó a llamar la atención sobre una sequía y una hambruna muy reales que afectaba sobre todo a la etnia rarámuri, de 70.000 a 100.000 personas, según los imprecisos censos. Al menos una niña murió y los hospitales se llenaron de afectados por desnutrición severa pero el país se volcó generoso con la región. Pero dos meses después, acallados el ruido mediático y la avalancha solidaria, las ONG que trabajan sobre el terreno avisan de que solo se ha tapado el sol con un dedo. Nada se ha hecho para evitar la erosión de la tierra, hacer zanjas, limpiar los bosques o para evitar los incendios. Y sobre todo, nada se ha hecho para intentar retener el agua, ya que se calcula que el 95% de la que cae se evapora o se pierde. Aunado a esto, tampoco se han concretado acciones para ayudar a la realización de las mujeres indígenas, quienes son objeto de una doble discriminación: su condición de género y de origen étnico. Además, no se ha ligado ninguna de estas acciones con el presupuesto federal, de manera qye bo se ha podido ligar la progresividad del gasto público y el nivel de desarrollo humano de la población indígena. Los rarámuri–“los de los pies ligeros”- constituyen el grupo mayoritario en la sierra y mantienen modos de vida tradicionales dedicados a la agricultura, el pastoreo o la caza. La palabra tarahumara, con la que también se les denomina, es una versión en castellano de la original. Según un informe de 2010 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el Índice de Desarrollo Humano de algunos municipios de la zona, como Batopilas, e inferior al de Nigeria, el país más atrasado del mundo. Los hallazgos de este informe muestran que la población indígena se encuentra en clara desventaja en los logros en salud, educación y particularmente en las oportunidades de generación de ingreso. Por otra parte, se encuentra que la asignación del gasto público federal se ha focalizado hacia los municipios con población indígena con menor desarrollo humano. Sin embargo, no existe evidencia contundente de que estos recursos estén beneficiando a los indígenas, lo cual abre una brecha de análisis sobre la planeación eficiente y eficaz del uso de los recursos públicos. De aquí se deriva la importancia de incorporar a los pueblos y las comunidades indígenas en la toma de decisiones sobre el destino y distribución del gasto que les es asignado. Un desarrollo con identidad demanda la elaboración e implementación de estrategias y acciones de los tres órdenes de gobierno –federal, estatal, municipal- enfocadas a superar los rezagos en servicios e infraestructura; fomentar la sustentabilidad; garantizar los derechos humanos, sociales y culturales; impulsar el desarrollo territorial; e impulsar la transversalización de la variable indígena en la planeación de las políticas públicas. Dejar de lado estos aspectos, tal cual lo están haciendo el gobierno de Chihuahua y el gobierno federal, condena a un avance lento y deficiente del desarrollo integral de los pueblos y comunidades indígenas

JUGANDO CON FUEGO: ALIMENTOS AL ALZA. México se ubica entre los países con más alta inflación de alimentos. El dato más demoledor es aquel que indica que en los primeros dos meses del presente año la inflación de los alimentos superó en alrededor de 3 puntos porcentuales a la inflación general. Según la FAO nuestro país encabeza, junto con Chile, el fenómeno de la inflación de alimentos, conocido como agflación, término que popularizó la consultora Merrill Lynch en 2007. En el país sudamericano se registró una inflación del 9.0% en el primer mes del año en tanto que la inflación de la región de América Latina y el Caribe fue del 8.7%. A nivel mundial, y según datos de la OCDE, México se ubicó como la tercera economía con el mayor incremento en los precios de alimentos sólo detrás de Turquía y Chile. En contraste es que el promedio de la OECD (34 países) de inflación anual de alimentos en enero fue del 4.3%, para los países del G-7 fue de 4.2% y en la Unión Europea fue de 3.1%. Cifras que si bien son bajas en el contexto de las economías latinoamericanas, superan el promedio general que fue del 2.8%. Ahora bien, este fenómeno no es reciente en nuestro país, ya que desde 2006 los precios de los alimentos han mostrado incrementos superiores a los de la inflación general. Destaca el 2008 año de la crisis mundial, en el que la inflación de alimentos fue de 10.2% mientras que la general fue de 6.5%. Se pueden identificar tres causales de este fenómeno inflacionario: la sequia en regiones productoras, producto del cambio climático, lo que limita la oferta; el desvío de la producción de determinados productos hacia la producción de biocombustibles lo que, si bien es un fenómeno positivo desde punto de vista de la sustentabilidad, encarece la producción para el consumo humano; y el aumento en el consumo per cápita derivado del aumento población en regiones no productoras. Estas tendencias nos indican que la demanda mundial de productos agrícolas seguirá en aumento, si no es combatido con mayor es inversiones e incentivos al campo. Sin embargo, el campo mexicano está en una situación de semiabandono, como lo reconoce El Barzón, lo que nos obligará a elevar nuestras importaciones. Si bien el aumento en los precios de los alimentos puede ser un aliciente para estimular la producción nacional, hay un grupo de mexicanos directamente perjudicados: los pobres. Recordemos que entre menos ingreso se tenga, se destina una mayor proporción del gasto al consumo de alimentos. Lo anterior nos lo corrobora la más reciente encuesta de ingreso-gasto de los hogares publicada por el INEGI, publicada esta semana, en donde los hogares destinan en promedio el 22% de su ingreso total al consumo de alimentos y bebidas. En este contexto, si los precios de los alimentos se encarecen, cada día los hogares tienen que estirar sus raquíticos presupuestos para llevar comida a su mesa. Tenemos, aquí, en toda regla la paradoja entre lo macro y lo micro: si bien la inflación general está “controlada”, la inflación de alimentos -la que afecta per se a los bolsillos del ciudadano consumidor- está creciendo escandalosamente, lo que sin duda no aporta nada a la reducción de los niveles de pobreza.

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