miércoles, 23 de febrero de 2011

Semana política


Síntesis GALMA


23 de febrero, 2011
 
¡Hola!  Adjuntamos los sucesos más interesantes de esta semana.

  1. La gran confrontación: AMLO VS Chuchos.
  2. Lecciones no  aprendidas para 2012.
  3. ¿Sin maíz no hay país?


La gran confrontación: AMLO VS Chuchos. La licencia solicitada por Andrés Manuel López Obrador al PRD se inscribe en una larga serie de episodios que han confrontado la estructura de fuerzas del partido, y  vislumbra, más que la ruptura definitiva, la continuidad de la confrontación. La solicitud de licencia responde a la aceptación del Consejo Político Nacional del partido a realizar una consulta popular para la formulación de una alianza con el PAN en la elección del Estado de México. La votación es significativa, tanto por sus consecuencias para la consolidación de una eventual alianza, como para la vida interna del PRD rumbo a la renovación de su dirigencia porque expresa numéricamente el apoyo con el que López Obrador cuenta dentro del Consejo del partido, el 36%. En vista de que los números en el Consejo no le favorecen, la amenaza de López Obrador –herramienta sistemática en su estrategia– va en dos sentidos: tener que enfrentarse a él en el Estado de México, además de a Peña Nieto; y hacer presión para que la nueva dirigencia del PRD no quede en manos de los chuchos. Es decir, la amenaza en realidad no pasa por renunciar del todo al partido. Y por otro lado, la dirigencia del PRD tampoco parece considerar seriamente expulsarlo. El factor clave es el tiempo. Es posible que si la actual dirigencia hubiera expulsado a López Obrador cuando tuvo oportunidad de hacerlo –al hacer campaña a favor de otro partido en elecciones previas– hubiesen tenido tiempo de consolidar su postura y, quizá incluso, la del candidato a la Presidencia que desean apoyar. Sin embargo, aun año de la elección presidencial el tiempo favorece a López Obrador, pues la ruptura que ocasionaría su expulsión dejaría al PRD con nulas posibilidades de éxito en 2012. Esta constante confrontación en el PRD puede remontarse a sus inicios. El partido se formó con un grupo que cobijaba un movimiento pragmático encabezado por Muñoz Ledo y uno ideológico en Cárdenas. Estas vertientes fueron compatibles en la medida en que buscaban la salida del PRI y llegar a la Presidencia. La situación ha cambiado mucho a lo largo de 20 años. Ni la ideología de López Obrador es la de Cárdenas, ni el pragmatismo de Ortega es el que manifestaba Muñoz Ledo. No obstante, sin haber llegado a la Presidencia, el desgaste de la ideología frente al pragmatismo es evidente. Por un lado, subsiste un puritanismo ideológico que se niega a establecer alianzas con el partido que, para él, es usurpador del poder. Y por el otro, el pragmatismo ha adquirido mayor importancia al acentuarse el éxito de las alianzas en los últimos años. Sin embargo, sin una visión clara, el pragmatismo del grupo de Ortega ha sido incapaz de sustituir la contribución ideológica de Obrador. Con una ideología intransigente y un pragmatismo incapaz, el PRD tendrá que seguir esperando para definir su cohesión y futuro.

Lecciones no aprendidas para 2012. La elección de 2012 se vislumbra como un proceso extraordinariamente complicado si la dinámica política que hasta hoy se percibe continua su marcha. Si bien en este momento el escenario de una elección tan competida como la de 2006 se antoja poco probable  –lo que facilitaría la gestión del proceso– lo cierto es que a pesar de la expectativa de triunfo que existe alrededor del PRI, los últimos ejercicios electorales demuestran que nada está escrito y nadie tiene la victoria asegurada. Y para una elección que no se resuelva por un margen significativo, los distintos actores políticos estarían creando condiciones poco favorables para la labor del arbitro de la contienda, el IFE, y más que poner en práctica las lecciones aprendidas, se tropiezan con los mismos obstáculos y ponen nuevos en el camino. demás del clima de descalificación mutua que se está construyendo entre partidos, el IFE atraviesa un claro periodo de fragilidad. De entrada está la falta de disposición de los partidos en el Congreso a nombrar a los tres consejeros faltantes, que además de afectar la operación del instituto, abre la puerta a la tentación de hacer cambios en el Consejo General del IFE como parte de una negociación política a conveniencia de los partidos y grupos de interés. Por otra parte, la confianza en el IFE está siendo minada desde diversas trincheras, tanto políticas como mediáticas. Un escenario similar atraviesan muchos de los institutos electorales en los estados. En el ámbito del diseño institucional del IFE, se le han otorgado muchas facultades pero pocos instrumentos para hacerlas valer y atribuciones crecientes sin recursos suficientes (institucionales y financieros) para operarlas. En el largo plazo, cuando esté obligado a procesar la gran cantidad de quejas que se pueden preveer y las reglas del juego sean difíciles de aplicar, será nuevamente la confianza en el IFE la que se verá afectada por el discurso político que le adjudicará la culpa de todos los males. A menos que la diferencia en la elección sea grande, se estarían gestando las condiciones para el conflicto.

¿Sin maíz no hay país?
Rara vez el Gobierno Federal ofrece una muestra tan clara de su estrategia para este año preelectoral: expandir la red de seguridad social. En esta ocasión, no se trata de un nuevo programa, sino de atender a un sector de la población al que tradicionalmente el PAN no ha estado asociado: el campo. Si bien las heladas que congelaron la producción de maíz blanco en el norte del país –y que minarán el ingreso de miles de campesinos este año– llegaron de sorpresa, la realidad es que este tipo de contingencias es común en el sector y los productores deberían estar preparados para ellas. Ante la coyuntura, y el hecho de que los campesinos no contaban con ningún seguro contra eventualidades naturales, se presenta una oportunidad de oro para que el Gobierno Federal capitalice la tragedia.Detrás del rescate –y de la aparente intención de promover una mayor productividad en el campo– está la expansión de una red electoral y un intento de golpear al voto duro del PRI. Se entiende que el Gobierno expanda la red de seguridad social a poblaciones más vulnerables que no tienen acceso a seguros privados para la producción. Pero, ¿por qué hacer transferencias a cultivos poco productivos? Si la intención fuera disminuir la vulnerabilidad de los productores del campo, el Gobierno podría aprovechar los desastres naturales para promover una migración de los campesinos a cultivos más productivos y redituables. El incentivo hacia las elecciones es muy claro: los productores de maíz en su mayoría constituyen bastiones priístas. Un rescate del Gobierno Federal buscaría precisamente minar su lealtad a ese partido. Hacia 2012 el PAN le apuesta a un crecimiento –bajo pero positivo– de la economía que reditúe en votos. Estabilidad es sinónimo de crecimiento y eso lo puede aprovechar el PAN, rescatar al campo en un momento de vulnerabilidad es como darle una mano estabilizadora (si bien no desarrolladora) que esperan tenga implicaciones positivas en lo electoral. Es decir, se continúan mezclando temas: por supuesto que se pueden tener objetivos sociales que busquen aplacar condiciones adversas para un sector de la población que está marginado. Lo que no funciona es decir que la intención es ayudar a los productores a mejorar su productividad, cuando en realidad se trata de acciones electoreras disfrazadas.

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