viernes, 7 de agosto de 2009

Medio Oriente: el factor nuclear

Está de actualidad el interés de Medio Oriente hacia el sector nuclear civil. Lo hace desde el Forum económico y financiero para el Mediterráneo que tuvo lugar hace unos días en Milán, donde se debatieron los proyectos para la construcción de centrales electronucleares. Además de previsiones informales, también se lanzaron hikpótesis y hay quien prevé una importante presencia de energía nuclear en Medio Oriente para el 2015, con la puesta a punto de numerosas centrales de alta eficiencia. En pocas palabras, se asemejan al público somnoliento de principios de siglo,antiguas ambiciones nucleares de muchos de aquellos países árabes que normalmente se colocaban como fieles gestores de recursos petrolíferos inoxidables y permanentes, pero que sin embargo ahora, con los mismos recursos, deben comenzar a unir todas sus fuerzas. Países con proyectos pilotos sólo para valorar las propuestas de un occidente cada vez más especializado. En Rusia, el Primer Ministro Vladimir Putin y el Presidente Dimitry Medvedev han ofrecido su apoyo técnico a Arabia Saudita, Jordania y Qatar. Además, están muy unidos con Egipto para la construcción de su primera central nuclear. Para promover el sector nuclear francés, el Presidente Nicolás Sarkozy ha sido acogido en Kuwait, Abu Dabi, Omán, Libia y Túnez. Despúes se encuentran los alemanes, americanos, canadienses, japoneses, chinos y coreanos del sur, que desde hace pocas semanas han firmado un acuerdo de cooperación con los Emiratos Árabes Unidos para comenzar en septiembre de este mismo año la construcción de tres reactores nucleares renunciando a tener una autonomía propia en el enriquecimiento del uranio y reciclaje del combustible, abriendo así las puertas a una gestión conjunta que seduce a muchos. Turquía está en la misma posición,un determinate puente energético entre Medio Oriente, el mar Caspio y Europa.

Ambiciones compartidas en la búsqueda de fuentes energéticas alternativas
Las perspectivas de un boom nuclear en medio Oriente y África del Norte alientan las ambiciones de los constructores internacionales, pero a su vez preocupan a los analistas sobre la expansión de la explotación de los recursos, indispensables para el desarrollo de las actividades, y de las reservas de materias primas. De hecho, jugarán un papel protagonista el uranio y las llamadas “siete hermanas del uranio” que gestionarán la producción y el mercado. Sin embargo aún no ha comenzado la partida en el ámbito de los desechos radiactivos y el progreso tecnológico que trabaja a un ritmo acelerado para encontrar de resolver una liquidación económica, rápida y segura. Sin embargo, las centrales del futuro podrían utilizar en menor medida el uranio en lugar del plutonio, adaptado a la fabricación de armas nucleares, y con menos desperdicios. La Agencia para la Energía Nuclear de la ONU (AEN) está muy preocupada en este sentido. Se teme que la utilización civil de la energía nuclear pueda transformarse en la cabeza de puente para la fabricación de armas de destrucción de masa atómica, anulando todos los acuerdos de no-proliferación. Para evitar esta amenaza los altos cargos de la Agencia han estudiado la posibilidad de establecer una “banca de reservas nucleares” (de uranio y plutonio), dirigida directamente por la ONU, a la que podrían acceder los países que necesitan reservas energéticas para alimentar los reactores civiles. Hipótesis que no dejan lugar a dudas sobre el estado actual de la situación. Muchos países del área de Oriente Medio y del Norte de África que han desarrollado un reactor nuclear, como Siria y Egipto, junto a otros para unirse , como Marruecos y Túnez, a importantes países productores de petróleo convencidos de la necesidad de definir una política energética alternativa a los hidrocarburos y con una diversificación de los planes industriales estratégicos. El temor sobre la posibilidad de que el petróleo se estanque es bastante palpable. De las últimas investigaciones de algunos de los más acreditados investigadores internacionales en la materia (como la: British Petrol Statistical Review Of World Energy), resulta que las reservas de petróleo serán suficientes para los próximos cuarenta años, y para muchos se trataría ciertamente de una visión optimista del fenómeno. La energía atómica supondría una alternativa a tener en cuenta para el desarrollo y el crecimiento económico, incluso para algunas de estas realidades que se han enriquecido con el petróleo, y que desean mantener el mismo estándar de bienestar a ctual. Sin embargo cuando se hable de energía nuclear es necesario recordar que no se trata exclusivamente de una cuestión geopolítica o militar. La bomba atómica es un arma política, un disuasorio y un motivo de orgullo para cualquier país que desee asumir la posición de las grandes potencias mundiales. El caso de Pakistán es un claro ejemplo. Pero energía nuclear supone también una fuente energética de excepcional productividad y eficiencia. También un recurso peligroso que ha sido objeto de polémicas en años pasados, probablemente por su relación con la bomba atómica. Numerosos países que decidan renunciar a sus ambiciones nucleares y civiles, tras el desastre de Chernobyl de 1986. Hoy el derecho internacional guía la materia a través de una serie de importantes acuerdos internacionales y regionales. Por ejemplo, el Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP) de 1968, firmado por 189 países, acuerdo que sanciona la prohibición a los países participantes la posesión de un arsenal atómico, como también la búsqueda y la producción de energía nuclear para la fabricación de armas atómicas. Tratado que reconoce además a los cinco países miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (China, Francia, Estados Unidos, Rusia y Reino Unido), disponer propias armas atómicas con la clausula de no exportar material, tecnología e información a otros países y cuya revisión comenzará en el 2010. Pero el TNP es un tratado en riesgo que continuará teniendo una función solamente si se refuerza con inspecciones, controles internacionales, sanciones, etc. El problema iraní es un incentivo concreto en este sentido. Demuestra que los cambios en la base del TNP (acceso alas tecnologías nucleares pacíficas, a cambio de la renuncia a las armas atómicas), deja muchos espacios grises. De hecho, es real el temor de que un país pueda desarrollar tecnologías nucleares pacíficas de acuerdo con el TNP y para posteriormente retirarse de él y pasar al uso militar. Como ha sido el caso, precisamente, de Corea del Norte. Prevenir una situación similar se convierte ahora en algo decisivo. Dentro de la cuenca mediterránea y Oriente Medio, solamente Israel y Pakistán han optado por la no-ratificación del tratado. Todos los demás países, desde un punto de vista formal, están regulados por él. Los países del Norte de áfrica (Marruecos, Túnez, Argelia, Egipto y Libia), firmaron, en cambio, el African Nuclear Weapon Free Zone Treaty, desde 1996, conocido como Tratado de Pelindaba, sede del lugar africano donde se promulgó). Éste tratado preveía, entre otras cosas, el desmantelamiento de todos los arsenales atómicos presentes en África y, en consecuencia, la desnuclearización militar de todo el continente. El TNP no ha excluído las investigaciones para el desarrollo y la producción de energía nuclear con fines civiles y es precisamente a partir de este punto desde el que Irán ha reemprendido la investigación y las actividades de enriquecimiento del uranio.

Desde septiembre de 2006, se hizo oficial de forma unánime que los 22 países de la Liga Árabe pudieron producir energía nuclear, un derecho garantizado por la adhesión al TNP es el acceso a la energía atómica de uso pacífico. Esta iniciativa implica, de hecho, a países del norte de África, países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Arabia Saudí, Kuwait, Omán y Qatar), pero también países como Yemen y Jordania. Afganistán, Líbano e Irak quedan fuera de esta iniciativa a causa de sus situaciones interiores, de gran precariedad política y económica. En líneas generales, por tanto, en lo que respecta al menos a los países de la Liga Árabe, el objetivo nuclear no tiene connotaciones militares, aunque sí económicas e, incluso, políticas. Los vínculos impuestos por los tratados internacionales (Tratado de No Proliferación Nuclear y de Pelindadba) han hecho desistir a los estados y gobiernos seguir ese camino. El caso iraní sirve como ejemplo (sanciones y aislamiento internacional). Los intereses estratégicos y las ambiciones geopolíticas sobre la cuestión, por lo tanto, se han templado.

País por país, las ambiciones escondidas a la sombra del desarrollo nuclear de uso civil

Emiratos Árabes Unidos. Crece la demanda energética en Emiratos Árabes Unidos, y lo hace a un ritmo vertiginoso, casi un 10% al año. El crudo ya no basta y salen a la luz ambiciosos planes nucleares preparados para poner en marcha los primeros reactores de 1.500 MW en el 2015, y otros antes del 2020. Además, junto a Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos ha firmado acuerdos de cooperación nuclear con Francia, Japón, Gran Bretaña y Estados Unidos (último acto de política exterior de la administración Bush). Y es precisamente el acuerdo con Estados Unidos el que llevaría a Emiratos Árabes, con reservas petrolíferas de cerca de 100.000 millones de barriles, sexto productor mundial, a convertirse en el primer país árabe en desarrollar una industria nuclear antes del fin de la próxima década.El programa de Emiratos Árabes, promotor también de un programa nuclear regional del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), está entre los más colosales y apunta a superar los 12 reactores nucleares en pocos años, con una inversión de alrededor de 45.000 millones de dólares. Los analistas estiman que antes del 2020, Emiratos Árabes necesitará 40.000 MW de electricidad para satisfacer la demanda nacional; de este modo, mientras gran parte se suministrará por los hidrocarburos y por las fuentes renovables, el programa nuclear pacífico debería satisfacer, al menos, 15.000 MW. Según algunos cálculos, ello significaría seis o más plantas nucleares, con un coste estimado de unos 5.000 millones de dólares cada una. Con una iniciativa a la vanguardia, los Emiratos firmaron un pacto de cooperación también con Francia, y diversas empresas francesas que, desde entonces, han presentado propuestas para el desarrollo de dos reactores. Serán dos empresas estadounidenses los que gestionarán las posteriores inversiones en el sector.

Kuwait. Apertura y disponibilidad a un diálogo con Irán, también sobre el tema nuclear. La vía alternativa a los hidrocarburos, recurso limitado, según el Primer Ministro kuwaití Sheik Amiral Al- Sabah, pasa necesariamente por los programas de investigación nuclear civil. Americanos y franceses han sido invitados a presentar sus contribuciones. El estado kuwaití, sin recursos hídricos, debe hacer sus cálculos sobre el supuesto de un creciente consumo y demanda energética interna, en gran parte destinada a las actividades de desalinización del agua.

Jordania. Es importante destacar las intenciones del Rey Abdallah de desarrollar un programa nuclear civil para satisfacer las exigencias energéticas de Jordania. Por una parte, la carencia de recursos petrolíferos hace que el país sea económicamente menos potente que sus vecinos, como Arabia Saudí; por otra, la dinastía ashemita ha demostrado ser un interlocutor de nivel en las resoluciones de las crisis diplomáticas de la región, lo que ha influido en la estabilidad política del país. Las carencias petrolíferas e hídricas y una agenda económica llena de compromisos de desarrollo, hacen el resto. Aunque con retraso respecto al resto de países de la zona, el interés nuclear en Jordania está de plena actualidad en los últimos tiempos. El soberano ha subrayado en varias ocasiones que tanto Egipto como los países del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico han señalado el mismo objetivo. Abdallah ha solicitado comenzar rápidamente las negociaciones para llegar a acuerdos de paz, con una mención explícita al problema palestino. Una carrera atómica en toda la zona solo podría empeorar las cosas y las consecuencias serían fácilmente imaginábles. El rey de Jordania ha asegurado de todos modos que desea atenerse a las disposiciones vigentes en materia nuclear y ha recordado que cada país que quiera iniciar programas de este tipo debería hacer lo mismo. Para poder establecer una base sólida de colaboración recíproca, el OIEA ha puesto plena confianza en las ambiciones jordanas y ha pedido que no se entorpezca el camino de Jordanía la que se beneficiaría también de las ayudas extranjeras.

Yemen. Para satisfacer la creciente demanda de energía, también Yemén declaró en 2004 tener ambiciones nucleares, aunque únicamente con fines pacíficos. El objetivo es disminuir la dependencia económica de Estados Unidos y Canadá, comenzar con la puesta en marcha de las primeras centrales en 2010 y acercarse a la autonomía energética. Este es un proyecto plausible incluso para los técnicos del OIEA que ya iniciaron hace tiempo una investigación para valorar como afectaría a Yemen su pacífica carrera atómica, a pesar de las tensiones polĺiticas internas que, hoy más que nunca, están en la crónica internacional. Ya se han finalizado casi todos los proyectos piloto y los proyectos de desalinización del agua marina, para convertirse después en el motor de la economía local en un momento de estancamiento evidente debido al desgaste de las reservas petrolíferas. Son proyectos determinantes y delicados al mismo tiempo, que están esperando a ver la luz para no volverse en contra de la credibilidad del gobierno.

Siria. El tema sirio respecto a la energía nuclear civil es un capítulo delicado. Hay poca información oficiosa y prácticamente ninguna oficial. Además, la falta de información difícilmente puede hacer suponer un interés real en la cuestión por parte del gobierno de Bashar Al-Assad. La actual necesidad energética, las condiciones socio-económicas del país y su situación delicada en el contexto internacional se conjugan para limitar en este momento los intereses de Siria en el desarrollo de las energías alternativas, especialmente de la nuclear. Pero la realidad podría ser otra y la forma de mostrarla es la que han tomado los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) que han declarado el pasado junio que han detectado restos de uranio en un pequeño reactor utilizado para investigación en Damasco y que ahora estarían buscando una conexión con el material encontrado en al-Kibar (localidad y sede sospechosa de tener un reactor nuclear fuera de uso tal y como ha señalado en muchas ocasiones la inteligencia estadounidense). Estados Unidos e Israel hace tiempo que sospechan que, de hecho, Siria se está dotando secretamente de estructuras para la construcción de armas atómicas. En 2007, Israel bombardeó un edificio militar sirio que aparentemente estaba en desuso. Washington ha presionado mucho a la ONU para que enviase inspectores del OIEA para efectuar controles. Pero tiempo después del inicio de las inspecciones, un informe del organismo ha denunciado la escasa colaboración por parte de Damasco Ésta responde negando las acusaciones y hablando que el material nuclear oculto es estrictamente para uso civil.

Arabia Saudí. Arabia Saudí continúa ostentando el liderazgo del mercado petrolífero mundial y los planes de diversificación energética alternativa a los hidrocarburos están en reserva. En 2006, precisamente en el seno de la Liga Árabe, Riyadh formalizó sus intenciones de desarrollar la enegía nuclear con fines civiles. A pesar de que el tema esté todavía en una fase embrionaria, el interés de los posibles inversores extranjeros es muy alto, al igual que las preocupaciones de los gobiernos que temen que esta ambición pacífica pueda transformarse algún día en una carrera armamentística. Por otro lado, los orígenes de esta ambición de Arabia Saudí en el sector nuclear vienen de 1975. A lo largo de los años setenta las ambiciones cultivadas por la monarquía saudí en el sector eran manifiestamente la obtención de un arma atómica en el nombre de un ideal panislámico, que de hecho habría llevado a que Arabia Saudí fuera el lider de todo Oriente Medio. La bomba atómica habría permitido a Riyadh a convertirse en una potencia en la zona reduciendo la hegemonía que ostentaba El Cairo en ese momento. Una perspectiva que no ha encontrado fundamento sino un interés meramente simbólico. En los años ochenta Riyadh se presentó, de hecho, interesada en un plan de producción propia de energía nuclear, pero también con la intención, si se diera el caso de adquirir un arsenal ya preparado para presentar a la comunidad internacional como un elemento disuasor de ese plan nuclear israelí que no era precisamente de uso civil, como se sospechaba desde hacía tiempo. Ahora la perspectiva histórica se esfuma frente a una larga espera de si los acontencimientos confirman o no dichas elecciones; elecciones que serán también consecuencia de lass ambiciones geopolĺiticas respecto a la vecina Irán.

Egipto. Hace tiempo que Egipto sueña con la energía nuclear civil y podría tener finalmente su primer reactor (de 1.000 MW) en 2015 retomando las ambiciones de 1961 de cooperación en el sector con Rusia. El Cairo había bloqueado su plan nuclear como Italia, en respuesta al desastre de la central de Chernobil. Ahora las cosas parecen cambiar a la sombra de un negocio de más de 3.000 millones de dólares por la puesta a punto de las primeras cuatro centrales dentro de pocos años. Se trata de una cuestión de orgullo nacional junto a una demanda de electricidad que crece casi un 10% al año, gracias al crecimiento del PIB que es de una media del 7%. Para sostener el desarrollo de la demanda, las autoridades egipcias decidieron construir una serie de centrales de turbo gas, integradas en las instalaciones eólicas del Golfo de Suez, mientras que, además, se está construyendo una central híbrida solar en los suburbios de El Cairo. Sin embargo, cada vez están más convencidos de que la verdadera alternativa es el desarrollo del sector nuclear civil. Egipto tiene importantes reservas de uranio, que, bien explotadas, permitirían hacer realidad todas las ambiciones de El Cairo. Según las estimaciones del Gobierno, el país pondrá en marcha una central equipada con ocho reactores de 1000 MW de potencia cada uno, que funcione a pleno rendimiento, en el plazo de diez años, y que deberá satisfacer al menos el 40% de las necesidades energéticas del país. Todavía no se ha firmando ningún contrato de cooperación internacional pero ya suenan los nombres de los alemanes y de los chinos, éstos últimos formalmente invitados formalmente a dar su apoyo al Presidente Mubarak, en la cumbre chino-africana que tuvo lugar en Pekín hace algún tiempo.

Israel. A pesar de que se trate de un país probablemente dotado de armas nucleares, Israel no posee ninguna central nuclear civil activa. Sin embargo, algunas previsiones realizadas recientemente por parte de la prensa internacional confirman la inminente decisión del gobierno israelí de realizar una central eléctrica nuclear con el fin de satisfacer, al menos parcialmente, la creciente demanda nacional de electricidad. La economía interna de Israel depende mucho de la importación de petróleo y de carbón, y la situación podría llegar a ser insostenible y demasiado costosa en un corto periodo de plazo. La Asociación Nuclear Mundial ha confirmado la presencia en el país de un reactor de investigación de 5 MW de potencia, creado tras una colaboración con Francia, bajo el control del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), y que está situado cerca de Tel Aviv, en el Valle de Soreq. Más allá de estas declaraciones ocasionales, la situación geopolítica y económica del área, no pueden eximir a Israel de tener en consideración ésta posibilidad.

Turquía. A pesar de que no forme parte de Oriente Medio o del “Mundo Árabe”, Turquía se encuentra en una situación central y estratégica entre los límites fronterizos de los países islámicos y Europa. Los intereses nucleares de Ankara coinciden en parte con los de los países árabes, y las ambiciones políticas que la empujan a entrar de pleno derecho en la Unión Europea, prevén para ella un desarrollo energético autónomo. En el 2007 el Gobierno turco dio vía libre a la construcción de las tres primeras centrales, con una capacidad de 5.000 MW, y que deberían estar en marcha antes del 2015. La noticia ha suscitado mucha polémica en la opinión pública, reabriendo el debate sobre el sector nuclear civil, bastante en calma desde hace algunas décadas. El primer reactor de investigación, de 1 MW de potencia, se remonta a 1960, y se volvió a hablar del tema en 1974 por una segunda planta que sin embargo no vio nunca la luz. La sugestión posterior al desastre de Chernóbil no se mitigó hasta 1998 cuando, con el gobierno de Turgut Ozal, se reavivaron las intenciones nucleares del país. Sin embargo fueron proyectos que no se consideraron viables y que pronto fueron archivados. La crisis del gas entre Rusia y Ucrania del 2006, puso de actualidad la cuestión de la dependencia energética de Turquía del exterior, empujando a Ankara a alargar la red de gas y a concluir importantes acuerdos con gobiernos de Asia Central y del Cáucaso, con Moscú y con Teherán. La demanda de energía cada vez es mayor, junto a un progresivo y rápido desarrollo económico, que están reabriendo la cuestión del sector nuclear civil, también con la búsqueda de inversores y posibles capitales extranjeros, a pesar de que la disconformidad interna es aún bastante relevante.

Conclusiones
A nivel mundial la industria nuclear aún se encuentra en un estado de tranquilidad, prácticamente quieta desde hace tiempo en lo que se refiere a la construcción de nuevas centrales con un objetivo civil. Los programas de Oriente Medio y del Norte de África, con muchos proyectos que realizar entre el 2015-2020, corren el riesgo de entrar en competición con los planes nucleares de otras regiones (como Europa y Asia), tanto en lo que respecta a los recursos como a la mano de obra especializada. A día de hoy, más de 30 países que no poseen energía nuclear, como Italia, están dispuestos y preparados para adquirir centrales. Los países nucleares son también una treintena y a primeros del pasado mes de junio se encontraban activos 436 reactores, capaces de generar el 15% de la energía eléctrica total.

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