El tema de la seguridad interna ha sido desde siempre uno de los problemas principales para los Estados Africanos. Desde el periodo de la descolonización, las guerras han sacudido la mayor parte del continente negro, con consecuencias en la población y en los recursos, sin que ninguna nación interna o externa fuese capaz de imponer algún tipo de Pax Africana, con el fin de garantizar las bases para un desarrollo concreto y una salida de la condición de atraso que caracteriza la mayor parte de los países africanos. Diversas entidades externas han intentado buscar en el último siglo sustituir a las naciones africanas en el mantenimiento de la paz, la primera de ellas la ONU. Los repetidos fracasos verificados, sin embargo, han subrayado como la seguridad interna de estar garantizada necesariamente, en primer lugar por los actores locales, gracias a la cooperación entre estos últimos, sostenido por ayudas exteriores, con el fin de lograr un escenario de paz efectiva, pero sobre todo sostenible y autónomo. Que pueda actuar de manera rápida y eficiente, una entidad que todavía está tomando forma: la African Standby Force.
Si bien en una primera fase inicial se pensó en construir la ASF como una fuerza homogénea y centralizada, enseguida se prefirió adoptar una estructura descentralizada, basada sobre cinco comandos regionales bien distintos, con competencias limitadas a la propia área de intervención (Norte, Sur, Central, Este y Oeste). La decisión provocó un desarrollo a diversas velocidades de los varios comandos, con base a la disponibilidad política de los respectivos Países hegemónicos.El proyecto de constitución del African Standby Force, iniciado en 2002, preveía dos etapas fundamentales de verificación: la primera, ya transcurrida, el 30 de junio de 2006; la segunda será el 30 de junio de 2019, fecha en la cual debería garantizarse la plena operatividad de la estructura. En este umbral temporal, se han establecido los escenarios estándar de la intervención, según una escala de importancia que parte del escenario 1, en el cual los componentes del ASF son únicamente llamados como consejeros militares para ofrecer apoyo n un encuentro político, hasta el escenario 6, el cual prevé casos extremos, como acciones de peace enforcement en situación de genocidio.La primera etapa debería lograr la capacidad para operar hasta en el escenario 4, el cual comprende las misiones de guardar la paz y construir la paz. La Unión Africana debería haber logrado la capacidad de gestión estratégica de las mismas, mientras a las entidades regionales competía la creación y la consolidación de unidades militares de nivel brigada. El segundo paso prevé el logro de los requisitos para operar en escenarios mucho más complejos (5 y 6), con un enorme esfuerzo para completar las estructuras ASF.
Los resultados alcanzados
A menos de una año del previsto para el logro de la plena operatividad, el frican Standby Force es un proyecto en gran parte por realizar. Diversos objetivos programados para el 2006 están todavía en fase de desarrollo, el primero de ellos la realización de las brigadas militares: de los cinco comandos regionales, solamente tres disfrutan ahora de una real operatividad de sus fuerzas, mientras los restantes están ocupados en la estructuración de los componentes ejecutivos. Más allá del problema militar, otros target no se lograron en el tiempo establecido, como por ejemplo la implementación de elementos de policía militar y civil, indispensables en los contextos de pacificación y reconstrucción post-conflicto. De relieve es, además, la falta de un sector dedicado a la conexión y al diálogo entre componentes civiles y militares, en contraste con la tendencia de desarrollo del sector, similares a las organizaciones militares occidentales, como el caso de la OTAN. Otras complicaciones que parecen sin solución desde tiempo atrás es el nivel inadecuado de preparación y de estructuración en el sector de la planificación. Una gran falta en el proyecto de estructuración de la ASF, por ejemplo, está relacionado con el concepto operativo: si bien existe claridad sobre el comando estratégico y el comando táctico, en las manos del PSC y del ASF respectivamente, actualmente no hay un nivel de comando estable en todas las brigadas. Además, algunas no lo prevén, a fin de poder recortar los costes de mantenimiento, para instituirlo provisionalmente, solamente en casos de crisis.
Los recientes monitorajes y obras de la Unión Africana primero, y de otros actores interesados en el proyecto, han puesto a la luz posteriores grabes problemas que minan la estabilidad y la credibilidad del ASF, incluso antes de nacer:
- El problema logístico. EN el desarrollo del African Stand-by Force se ha dado extrema importancia al componente combat de las brigadas, trascurando, sin embargo, el sector logístico. Si en un escenario de conflicto bélico, la prioridad estratégica reside en la superioridad de los armamentos y en la calidad de las fuerzas en el campo, en un contexto de salvaguarda de la paz, el corazón de la misión debería consistir en la sostenibilidad de las fuerzas y en la capacidad de proyección de las mismas, posibilidad a la cual sólo el sector logístico puede hacer frente. El panorama africano, compuesto de vastísimos territorios y con frecuencia difícilmente practicable, pone en evidencia esta falta crítica, que puede comprometer todos los esfuerzos para una plena operatividad.
- Los componentes marítimos y aéreos. Los dos sectores, de hecho, sufren carencia en la asignación de recursos: si el problema puede ser de menos importancia en cuanto al sector naval, no puede decirse lo mismo para el sector aéreo. Sin el apoyo aéreo, las brigadas pierden una de las características esenciales previstas por la ASF, que consiste en la capacidad de desplegamiento rápido. Actualmente, las misiones de la UA dependen para la parte aérea de ayuda externa, en modo especial de la estadounidense. Tener que depender del exterior significa que en el momento de la intervención, si no se tiene el apoyo de terceras fuerzas, toda la misión podría abortarse, limitando la autonomía y la capacidad de respuesta.
- La escasa uniformidad en el procedimiento operativo entre brigadas. Por ahora, de hecho, el adiestramiento e las brigadas se realiza sobre base regional. Ello significa que el comando meridional africano, probablemente tendría doctrinas de empleo operativo diferente al septentrional, con pésimos resultados a largo plazo. Sería necesario un centro de adiestramiento centralizado, con espacios para todos los componentes de las ASF, comprendiendo todas las secciones para realizar una homogeneidad que facilite operaciones conjuntas entre brigadas, sobre todo en territorio en los cuales la responsabilidad para el mantenimiento de la paz esta compartida entre diferentes comandos (como la República Democrática del Congo, cuya tutela está en común entre el sector meridional y el central)
- La financiación de la infraestructura y, sobre todo, de su mantenimiento. Este es el problema que más amenaza el futuro del African Standby Force. A día de hoy, de hecho, no ha sido todavía programado un sistema de recogida de fondos para mantener el mayor proyecto de autodefensa nunca realizado en territorio. La actual política de donaciones sobre base voluntaria supone una clara situación precaria, que debe resolverse en breve tiempo, puede conducir a la disolución de toda la compañía.
Conclusiones
El proyecto de African Standby Force presenta todavía numerosos fallos, que seguramente no se sanarán en breve. La deadline del próximo año difícilmente podrá ser respetada, aunque la voluntad política para realizar el sistema de seguridad colectivo ya descrito no falta. Probablemente la ASF podrá ser declarado operante dentro de no menos de dos años, aunque prosigan los esfuerzos conjuntos actuales. Y aunque la estructura fuese activa, no se ha dicho que funciones de modo impecable: numerosos factores pueden incidir sobre el funcionamiento de la institución, en primer lugar la cuestión identitaria. Por ejemplo, los países norteafricanos, cuya identidad frecuentemente está enlazada con el mundo árabe y medio oriental más que al africano, lo que podría empujar hacia resoluciones contrarias al interés común de los otros estados subsaharianos. El elemento religioso probablemente actuará como factor desestabilizador de la estructura: fácilmente predecibles pueden ser las reacciones de la población de mayoría musulmana frente a los militares de paz de prevalencia cristiana, aunque comprendan la misma región operativa (véase el caso de la reciente intervención de las fuerzas armadas de Etiopía -de mayoría cristiana- en una Somalia casi totalmente musulmana)Todos estos elementos deben tenerse en consideración en las próximas fases de la realización del African Standby Force. Un éxito en el programa llevará indudablemente hacia una mejora del proceso de integración africano, y servirá de base para un verdadero desarrollo humano y económico en el continente.
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