- Tamaulipas: el crimen y la política
- Elba Esther Gordillo: el verdadero peso de la maestra
- COFETEL: cambiar para controlar
Tamaulipas: el crimen y la política. El asesinato de Rodolfo Torre Cantú, el candidato puntero al Gobierno de Tamaulipas, tiene lecturas particularmente preocupantes. La primera es la profunda división que existe en la clase política sobre el tema del crimen organizado. Como en el asesinato del Cardenal Posadas Ocampo en 1993, el asesinato de quien era el virtual ganador de las elecciones para Gobernador ha provocado indignación y las condenas apropiadas, pero no está generando una sensación de crisis ni llevando a la oposición –particularmente al PRI– a otorgar el apoyo a una estrategia de seguridad.
De manera abierta, el PRI señala que no comparte la sensación de urgencia que infunde al Ejecutivo Federal desde que se lanzó la campaña contra el crimen organizado. Frente al asesinato la dirigencia del PRI ha decidido seguir aprovechando el esfuerzo del Ejecutivo Federal para apuntalar con fuerzas federales a sus gobernadores –incluyendo al de Tamaulipas– sin asumir ninguna responsabilidad compartida por ello, aprovechando en cambio la oportunidad para cobrarle al Presidente los agravios reales o imaginarios que el PAN ha infligido al PRI en las últimas semanas. Por otra parte, el Gobierno Federal está perdiendo la oportunidad de dejar su protagonismo a un lado y sentarse con las distintas fuerzas políticas a impulsar un plan.
La lectura más preocupante, la del atentado al proceso democrático, parece menos probable y aunque los actores políticos deban condenar el asesinato como tal, en realidad no hay indicios de ello aún. Esto es, aunque no se puede descartar el riesgo de que el crimen organizado haya descubierto la política como otros antes descubrieron la religión –desarrollando su propia agenda de qué rumbo debe tener el país– la realidad es que no hay suficiente evidencia en este sentido. Esto llevaría a pensar que el resto de los procesos electorales deberían desarrollarse de manera normal.
Elba Esther Gordillo: el verdadero peso de la maestra. El respaldo electoral que Elba Esther Gordillo y el sindicato magisterial que encabeza representan para el partido que lo requiera es limitado. Si bien podría contribuir en cierta medida con recursos, lo máximo que puede aportar en una campaña local no va más allá del despliegue de observadores de casilla el día de la elección y de la movilización de un número cada vez menor de seguidores.
El poder real de la maestra Gordillo está en su capacidad de contribuir o no a la gobernabilidad de un estado. Es así que si bien su apoyo electoral no es definitorio en una elección, algunos prefieren pactar con ella anticipadamente a su gestión. Esto le ha permitido imponer a funcionarios públicos locales, principalmente los vinculados al ámbito educativo, obtener rentas políticas y mostrarse como un factor real que contribuye con los gobiernos locales a la resolución de conflictos.
A nivel federal la maestra Gordillo hizo valer ante el Ejecutivo, en un principio, la lógica de que fue gracias a su apoyo (sindicato magisterial – PANAL) que el presidente Calderón ganó la elección de 2006, por lo que su valor político era amplio y debía ser compensada. Posteriormente se consolidó como el único interlocutor del magisterio con capacidad para mover, en cierta medida, la agenda educativa. Esto ha llevado al Ejecutivo a ceder el control de piezas clave como la Subsecretaría de Educación Básica, la dirección del ISSSTE y la Lotería Nacional.
Independientemente del partido al que se adhiera vía coalición electoral, las alianzas más efectivas para la maestra Gordillo son aquellas que se consolidan una vez que el aliado asume el cargo. En la medida en que la maestra continúe perdiendo el control al interior del sindicato, debido a fracturas internas, no sólo se mermará su capacidad de movilizar al electorado sino que su peso como factor de gobernabilidad se irá deteriorando.
COFETEL: cambiar para controlar. Con la renuncia de Héctor Osuna a la presidencia de la Cofetel se abrió espacio para un nuevo Comisionado y para la ofensiva por el control del organismo. La votación para elegir al nuevo Presidente de la Cofetel se da en el propio Pleno, donde 3 de 5 Comisionados deben elegir entre ellos mismos. Si bien Osuna podía ser reelecto, días antes de su renuncia se daba por entendido que no contaba con los votos suficientes, ya que 3 de los otros 4 Comisionados también querían ocupar el cargo.
Con el nombramiento de Mony de Swaan como Comisionado, el Ejecutivo podría mover la balanza a su favor en el control de la Cofetel, considerando que otros dos Comisionados –del Villar y Martínez Pous– no sólo fueron designados por esta administración, sino que fueron funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) en este sexenio.
En el fondo, se trata del mismo juego de control que se viene desarrollando en el sector desde la creación del organismo, causado principalmente por la falta de definición respecto a la política para el sector y a la incertidumbre jurídica que implica la duplicidad de funciones entre Cofetel y SCT.
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