lunes, 30 de enero de 2012

Libro de la semana: por el bien del imperio


  • Josep Fontana. Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945. Josep Fontana. Pasado y Presente. Barcelona, 2011. 1.230 páginas.

El profesor Fontana en la fase más madura y fecunda de su capacidad como historiador ha acometido el proyecto más extenso, descomunal de manejo bibliográfico, casi infinito de sugerencias, apuntes e incluso revelaciones de toda su obra. Son de esperar en el futuro nuevas e importantes aportaciones del autor catalán, pero su historia del mundo desde 1945 marca un punto y aparte en su ya abundante producción.

En Por el bien del imperio, donde el título ya actúa como referencia política, Josep Fontana ha hecho eso que tan comúnmente se suele calificar de "llenar un vacío", solo que en esta ocasión el tópico no puede ser más cierto; no me consta que exista, en España o América Latina, en castellano, un material de estas dimensiones. Y nos hallamos no ante otra historia mundial contemporánea, sino ante la otra historia de este tiempo.

El propósito del profesor Fontana ha sido el de equilibrar, contrarrestar o producir una narrativa que se oponga a las versiones dominantes, estándar, sobre el suceder de las últimas décadas. Es esta también una historia total en la que, inevitablemente, predomina lo político, el hecho superestructural, pero que está admirablemente fundido en lo que es también una historia económica, sociológica, de las mentalidades y de la cultura. Lo primero que probablemente ha de decidir el historiador al plantearse una obra de esta envergadura es dónde hacer el corte: cuánto entra, dónde y cómo del acontecer político, y cómo se hace la fusión con las grandes fuerzas en juego, el contexto en el que se desarrollan, y todo ello valorado con un permanente news analysis de los porqués de un pasado que sigue tan presente.

Ese vasto propósito tiene un hilo conductor -el grand récit- que es la llamada guerra fría, el enfrentamiento por actores interpuestos de las dos superpotencias que nacieron de la derrota de Alemania en 1945. Y el veredicto es inapelable: no hubo fuerzas que inexorablemente condujeran a ese enfrentamiento, sino una serie de errores, incomprensiones, y, sobre todo, planes disfuncionales, muy mayoritariamente del lado norteamericano, que condujeron al secular enfrentamiento por poderes. En esa narrativa, el presidente Truman y su secretario de Estado Dean Acheson -el que estuvo 'presente en la creación'- y, en menor medida, George F. Kennan, se mostraron claramente inferiores a su tarea. Y, aunque Josep Fontana no lo diga explícitamente, podría inferirse de ello que la guerra fría no hizo sino consolidar entre miedos e insuficiencias al bloque soviético, alargando, quizás, medio siglo la división de Europa y la supervivencia del estalinismo, así como imponer una hegemonía del mundo anglosajón raramente ejercida con prudencia.

No estamos ante un ensayo histórico, a la manera de la espléndida Europa ante el espejo, sino más bien ante una historia con ensayo, que se sostiene sobre una permanente tensión revisionista de tantas versiones homologadas solo por su repetición. Y en esa fusión de niveles de lectura, el autor no rehúye el cuerpo a cuerpo de la viñeta personal sobre los grandes protagonistas. Harry S. Truman era un pequeño tendero de Misuri; John F. Kennedy nunca habría llegado a la presidencia si se hubiera conocido su precario estado de salud; Josef Stalin salió de la Gran Guerra Patriótica envejecido y usado por la victoria; Ronald Reagan, un actor de serie B que fue apenas presidente part-time, experimentó, sin embargo, una conversión a un pacifismo cauteloso, y Mijaíl Gorbachov, el aprendiz de brujo que quiso sacar un conejo de la chistera y resultó que la chistera no tenía fondo. Por la variedad y brillantez de muchas de esas viñetas hay quien, sin embargo, podría reclamar un De Gaulle o una señora Thatcher, o en el mundo hispánico, un Juan Domingo Perón.

En un mural de esas dimensiones habrá asimismo lectores que se pregunten por qué España y América Latina son las grandes ausentes, aunque su papel no sea especialmente relevante en una historia de esa naturaleza; o qué habría de decir de la revolución informática, que no juega aquí un papel determinado en la construcción de la posmodernidad o aquello que le siga en el tiempo. Pero el profesor Fontana ha completado un más difícil todavía con esta su otra historia del mundo: el libro de referencia en castellano sobre la materia seguramente para varias generaciones.




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jueves, 26 de enero de 2012

Imperios: fecha de caducidad

Por Niall Ferguson

Los imperios dirigen la historia, pero los de los últimos cien años tuvieron vidas cortas y no sobrevivieron para ver el amanecer del nuevo siglo. Hoy día no existe ninguno, al menos oficialmente. Pero esto podría cambiar pronto si Estados Unidos, o incluso China, abrazan su destino imperial. ¿Cómo pueden evitar sufrir el mismo final que aquellos que les precedieron?


Los imperios, más que los Estados nación, son los actores principales de la historia. Gran parte de ésta consiste en las hazañas de los 50 a 70 imperios que en su día gobernaron múltiples pueblos. No obstante, a medida que ha pasado el tiempo, su duración ha tendido a disminuir. Este fenómeno de una reducida esperanza de vida imperial tiene profundas implicaciones para nuestra época.

Oficialmente, hoy sólo existen 192 Estados. Sin embargo, los fantasmas de los imperios pasados siguen pululando por la tierra. Los conflictos regionales desde África Central a Oriente Medio, y desde Centroamérica al Lejano Oriente, se explican —y a menudo de forma poco sincera— en términos de anteriores pecados imperiales: una frontera arbitraria por aquí, una estrategia de divide y vencerás por allá.

Además, muchos de los Estados más importantes de hoy son de forma reconocible la progenie de imperios. Véase la Federación Rusa, donde algo menos del 80% de la población es rusa, o Reino Unido, que es, a todos los efectos, un imperio inglés. La Italia y la Alemania modernas son el producto no del nacionalismo, sino de la expansión piamontesa y prusiana. La herencia es aún más evidente fuera de Europa. India es la heredera del Imperio Mongol y, de forma todavía más patente, del Imperio Británico. China es descendiente directa del Imperio del Centro. En las Américas, el legado imperial se hace aparente desde Canadá en el Norte hasta Argentina en el Sur. El mundo de hoy es tanto de ex imperios y ex colonias como lo es de Estados nación. Porque, ¿no son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU un acogedor club de imperios pasados? ¿Y qué es la intervención humanitaria sino una versión más políticamente correcta de la vieja misión civilizadora de los imperios occidentales?

Solemos asumir que el ciclo de vida de grandes poderes y civilizaciones goza de la característica de la regularidad. Pero es sorprendente la extraordinaria variabilidad en la expansión tanto cronológica como geográfica de su dominio. La mayoría de los imperios modernos tienen una vida mucho más corta que la de sus predecesores de la Antigüedad e inicios de la Edad Moderna.

El Imperio romano de Occidente data del año 27 a. C. y acabó cuando Constantinopla se estableció como una capital rival con la muerte del emperador Teodosio en 395, sumando 422 años. El Imperio romano de Oriente nace entonces hasta, al menos, la toma de Bizancio por los turcos en 1453, con un total de 1.058 años. El Sacro Imperio Romano —el sucesor del Imperio de Occidente— duró desde el año 800, cuando Carlomagno fue coronado emperador, hasta que Napoleón acabó con él en 1806. Es decir, cada imperio romano duró una media de 829 años.

Tales cálculos nos permiten comparar la duración de los distintos imperios romanos, que tuvieron largas vidas. Los imperios de Oriente Medio (incluyendo el Asirio, el Abásida y el Otomano) vivieron poco más de 400 años; el Egipcio y el de Europa oriental en torno a 350 años; el Chino gobernó durante más de tres siglos. Los imperios indios, persas y de Europa occidental en general sobrevivieron entre 200 y 300 años. Por lo tanto, después de la toma de Constantinopla, aquel de más larga vida fue el Otomano, de 469 años. Los imperios de Europa oriental de los Habsburgo y los Romanov existieron cada uno durante más de tres siglos. Los mongoles gobernaron 235 años en una parte sustancial de lo que hoy es India. El reino de los safávidas en Persia tuvo una duración casi idéntica. Por su parte, los imperios británico, holandés, francés y español permanecieron todos durante aproximadamente 300 años. La vida del portugués se acercó más a los 500 años.

En cambio, aquellos creados en el siglo XX fueron comparativamente cortos. La Unión Soviética de los bolcheviques (1922-1991) sobrevivió menos de 70 años, un récord exiguo, aunque no ha sido igualado por la República Popular China. El de Japón, cuyo inicio puede datarse en el momento de la adquisición de Taiwan en 1895, duró 50 años. El más fugaz de todos los imperios modernos fue el Tercer Reich, duró 12 años. Aunque, ejerciendo el poder sobre pueblos extranjeros, sólo vivió la mitad de ese tiempo. Únicamente Benito Mussolini fue menos eficaz que Hitler.

¿Por qué los imperios del siglo XX resultaron tan efímeros? Los que surgieron con la Primera
Guerra Mundial no se conformaban con la organización administrativa, desordenada pero que funcionaba, que había caracterizado a los viejos imperios, incluyendo las caóticas mezclas de ley imperial y local y la delegación de poder y estatus a ciertos grupos indígenas. Heredaron de los constructores de naciones del siglo XIX una sed insaciable de uniformidad. Repudiaban las constricciones religiosas y legales tradicionales sobre el uso de la fuerza. Se empeñaron en crear nuevas jerarquías para reemplazar las estructuras sociales existentes. Les encantaba barrer las viejas instituciones políticas. Por encima de todo, hicieron de la ausencia de piedad una virtud. Era típico de la nueva generación de emperadores en ciernes que Hitler acusara a los británicos de ser excesivamente blandos con los nacionalistas indios.

Los Estados imperio de la mitad del siglo XX fueron en gran medida los arquitectos de sus propias caídas. En particular, los alemanes y los japoneses impusieron su autoridad sobre otros pueblos con tal ferocidad que minaron la colaboración local y pusieron los cimientos de la resistencia. Las ambiciones territoriales eran tan ilimitadas —y su gran estrategia combinada tan poco realista— que rápidamente crearon una coalición invencible de rivales imperiales configurada por el Imperio Británico, la Unión Soviética y Estados Unidos.

POR QUÉ LUCHAMOS
En público, los dirigentes de EE UU y China niegan que alberguen intenciones imperiales. Son Estados producto de una revolución y tiene una larga tradición de antiimperialismo. Sin embargo, hay momentos en que se les cae la careta. En 2004, un asesor de alto rango del presidente Bush confiaba al periodista Ron Suskind que "hoy somos un imperio y, cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad... Somos actores de la historia". Los líderes chinos puede que piensen parecido. Pero incluso si no lo hacen, es perfectamente posible que una república se comporte como un imperio, mientras niega la pérdida de su virtud republicana.

El imperio estadounidense es joven según los parámetros históricos. Su expansión continental en el siglo XIX fue descaradamente imperialista. Sin embargo, la facilidad comparativa con la que territorios poco poblados fueron absorbidos en la estructura federal original contravenía el desarrollo de una mentalidad imperial y generaba una tensión mínima para las instituciones de la república. En cambio, la era de expansión de EE UU allende los mares, cuyo inicio puede marcarlo la guerra hispano-americana de 1898, ha sido mucho más difícil, y, por esta razón, ha conjurado a menudo el fantasma de una presidencia imperial. Dejando aparte Samoa, Guam, las Islas Marianas del Norte, Puerto Rico y las Islas Vírgenes, que siguen dependiendo de Washington, las intervenciones estadounidenses en el extranjero han sido habitualmente breves.

En el siglo XX, Washington invadió y permaneció en Panamá durante 74 años, 48 en Filipinas, 47 en Palau, 39 en Micronesia y las Islas Marshall, 19 en Haití, y 8 en la República Dominicana. Las ocupaciones formales posteriores a la guerra de Alemania Occidental y Japón continuaron, respectivamente, durante 10 y 7 años, aunque las fuerzas estadounidenses aún continúan en esos países, así como en Corea del Sur. También desplegaron tropas en Vietnam del Sur, pero para 1973 se habían marchado. Este patrón apoya la asunción generalizada de que la presencia militar estadounidense en Afganistán e Irak no durará mucho más una vez Bush deje el cargo. El imperio —sobre todo cuando cuya existencia no se reconoce— es efímero de un modo que distingue bastante a nuestra época de las anteriores.

En el caso americano, la principal causa de esta brevedad no es la alineación de pueblos conquistados o la amenaza que representan imperios rivales, sino las constricciones nacionales. Éstas adoptan tres formas distintivas. Hoy Estados Unidos tiene tan sólo un soldado por cada 210 iraquíes. El problema no es estrictamente demográfico, porque EE UU no carece de gente joven, sino que prefiere mantener una proporción relativamente pequeña de su población en las Fuerzas Armadas: un 0,5%. Sólo una parte pequeña y muy bien entrenada de estos militares está disponible para el combate fuera del país. Los miembros de este grupo de élite no son fáciles de sacrificar, tampoco de reemplazar. La segunda constricción es el déficit presupuestario. Los costes de la guerra en Irak están demostrando ser superiores a los pronósticos de la Administración: 290.000 millones de dólares (unos 225.000 millones de euros) desde la invasión en 2003. Esa cifra no es muy grande en relación con el tamaño de la economía de EE UU —menos del 2,5% de su PIB—, pero ha demostrado ser insuficiente para lograr una rápida reconstrucción del país que podría haber evitado el incipiente conflicto civil de hoy.

Finalmente, y lo que es quizás más importante, hay un déficit de atención americano. Los imperios del pasado tenían escasas dificultades para mantener el apoyo del público a largos conflictos. Estados Unidos ha demostrado hacer esto peor. A una mayoría de estadounidenses les llevó menos de 18 meses empezar a considerar un error la invasión de Irak. Unos niveles comparables de desilusión con la guerra de Vietnam no se produjeron hasta tres años después de su comienzo, cuando el número de estadounidenses muertos en combate se aproximaba a 30.000.

Existen toda clase de teorías para explicar la disminuida durabilidad de los imperios en nuestros días. Algunas dicen que el alcance de las noticias 24 horas dificulta mucho ocultar los abusos de poder. Otras sostienen que la tecnología militar ha dejado de conferir una ventaja inexpugnable a EE UU. Sin embargo, las razones reales por las cuales los imperios de hoy son tanto efímeros como no declarados están en otra parte. Los imperios (los reconozcamos como tal o no) emergen como actores de la historia debido a las economías de escala que crean. Existe un límite demográfico al número de gente que la mayoría de los Estados nación pueden poner en armas; un imperio, sin embargo, está mucho menos constreñido: entre sus principales funciones está movilizar y equipar a grandes fuerzas militares reclutadas de distintos pueblos y recaudar los impuestos o tomar los préstamos necesarios para pagarles, de nuevo utilizando los recursos de más de una nacionalidad.

MÁS VENTAJAS QUE COSTOS

Pero, ¿por qué entablar guerras? La respuesta tiene que ser económica. Los objetivos interesados de la expansión imperial oscilan desde la necesidad de garantizar la seguridad de la metrópolis derrotando enemigos, hasta la recaudación de arrendamientos e impuestos de sus pueblos súbditos, por no hablar de los más obvios trofeos de tierras nuevas para colonizar, materias primas y tesoros. Como regla general, un imperio necesita conseguir estas cosas a precios más bajos de lo que les costaría en un intercambio libre. Aunque puede al mismo tiempo proporcionar bienes públicos, es decir, las ventajas del sistema llegan no sólo a los gobernantes, sino a los gobernados y también a terceros.

El gobierno imperial no consiste únicamente en poner botas en el campo de batalla. No sólo los soldados, sino también los funcionarios, colonos, asociaciones voluntarias, firmas y élites locales pueden, de diferentes formas, servir para imponer la voluntad del centro sobre la periferia. Ni tampoco las ventajas del imperio tienen por qué alcanzar sólo a los gobernantes del imperio y sus clientes. Además de las élites locales, los colonos procedentes de las capas más pobres de la metrópoli también pueden compartir los frutos.

Un imperio, entonces, cobrará existencia y perdurará siempre y cuando, a ojos de los imperialistas, las ventajas de ejercer poder sobre pueblos extranjeros superen los costes; y siempre y cuando, a ojos de los súbditos, los benefios de aceptar la dominación superen los costes de resistirse. Por el momento, los inconvenientes de administrar países como Irak y Afganistán son demasiados a ojos de los estadounidenses; las ventajas de todo ello se perciben, como poco, nebulosas, y ningún imperio rival parece capaz o inclinado a hacer un trabajo mejor. Con sus instituciones republicanas abolladas, pero aún intactas, Estados Unidos no tiene el aire de una nueva Roma. Aunque el actual presidente se ha esforzado por darle poder al Ejecutivo, no es ningún Octavio.

Pero todo esto podría cambiar. En nuestro cada día más populoso mundo, donde ciertos recursos naturales están destinados a ser más escasos, los viejos resortes principales de la rivalidad imperial permanecen. Sólo hay que mirar cómo busca China relaciones privilegiadas con los grandes productores de materias primas en África y en otros lugares. O preguntarse cuánto tiempo una América neoaislacionista permanecería desligada del mundo musulmán si se produjeran nuevos ataques terroristas islamistas. El imperio hoy día, bien es verdad, es no declarado y no deseado. Pero la Historia sugiere que el cálculo de poder podría virar de nuevo a su favor mañana.

   

Para tener más información sobre los retos que afrontan los imperios de hoy día, consúltese el libro de Niall Ferguson Coloso: auge y decadencia del Imperio americano (Editorial Debate, Barcelona, 2005).

El clásico de Edward Gibbon Historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano (Turner, Madrid, 1984) explora la longevidad del Imperio Romano. Para un repaso de la historia del Imperio Oriental, véase el libro de John Julius Norwich 's Byzantium (Knopf, Nueva York, 1989). La obra esencial sobre imperios del mundo moderno es Auge y caída de las grandes potencias (Globus Comunicación, Madrid, 1994), por Paul Kennedy. El libro de Mark Mazower Dark Continent: Europe's Twentieth Century (A. A. Knopf, Nueva York, 1999) examina los fracasos de los imperios europeos del siglo XX .

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Semana Política





25 de enero de 2012.


Hola, adjuntamos los sucesos más interesantes de la semana.

  1. La sequía nuestra de cada día.

  2. Las cifras de la desigualdad.

  3. Gordillo no quiere al PRI.

  4. Las pensiones, la calidad de vida y el 2012.


LA SEQUÍA NUESTRA DE CADA DÍA. La sequía que afecta a México desde hace meses se ha convertido estos días en un tema especialmente candente. “Tiene efectos en 19 Estados de la República”; “se pronostica que persista en los Estados que ya la vienen padeciendo y que se extienda e intensifique hacia los del centro de México; “es un problema delicado al que nos estaremos enfrentando de manera aguda en las próximas fechas y en los próximos años…, es un asesino silencioso”. ¿Palabras de ecologistas trasnochados? ¿Discurso de la oposición? No, son comunicaciones oficiales del secretario de Agricultura y de los encargados del agua y de la protección civil del Gobierno de la República. Se calcula que hasta el momento hay al menos 2 millones de afectados de manera directa. Las consecuencias de la falta de lluvia, que afecta a casi la mitad de los municipios del país, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), han provocado que la oposición critique al Gobierno por “falta de sensibilidad”, así como una pugna entre la Administración de Calderón y el Congreso por un paquete de ayuda de 10.000 millones de pesos (587 millones de euros) y también una movilización de agricultores ligados principalmente al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que han anunciado una marcha hacia la capital mexicana para el 31 de enero. Se ha perdido el 80% de la producción de frijol y el 50% de la de maíz. A pesar de la gravedad de la situación, que ya dura meses, el asunto saltó estos días de nuevo al primer plano después de una mentira. El fin de semana se difundió por las redes sociales un vídeo de un canal local de televisión de Chihuahua. En él, un líder comunitario afirmaba con la voz entrecortada que 50 indígenas tarahumara se habían suicidado, tirándose por un barranco, a causa del hambre derivada de la sequía. No fue cierto, pero se reactivó el tema de la sequía, del hambre y la discusión sobre si no hace falta replantear el modelo de producción de alimentos en México. Hay que recordar que desde los años noventa, cuando el país firmó un tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, México perdió la capacidad de la producción de bienes agrícolas. Con la ilusión de que con el libre comercio resolveríamos nuestro problema de abasto alimentario, perdimos tanto la capacidad de almacenamiento como de regulación de los precios de los alimentos. México ha jugado con fuego, porque está en riesgo el abasto básico, la seguridad alimentaria, de la mayoría de los habitantes del país. Pero, tal parece, que la clase política del país, parece estar mirando hacia otro lado, particularmente, hacia julio de 2012.

LAS CIFRAS DE LA DESIGUALDAD. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó el reporte Reduciendo la inequidad en ingreso mientras se propicia el crecimiento económico: ¿puede hacerse?, que clasifica a los Estados miembros en cinco categorías según su grado de inequidad. Por tercer año consecutivo México está entre las naciones con mayor desigualdad en salarios y distribución de la riqueza: es uno de los países en donde las diferencias entre el 10% más rico de la población y el resto son mayores. Esta razón explica en buena medida el alto grado de desigualdad en nuestro país. Entre las razones que explican el marcado grado de desigualdad en México se encuentra la mayor varianza en la educación (la varianza es un indicador estadístico que mide el grado de dispersión que existe con respecto a un promedio). A partir de un ejercicio comparativo entre jóvenes de 18 años de edad, México ofrece una varianza de 14 años, en tanto que Estados Unidos -con datos de 2006- ofrece una varianza de sólo 2 años entre su población joven. Los jóvenes mexicanos (15 a 19 años) que configuran una masa poblacional de 10.1 millones, registran la mayor desviación de años de escolaridad (14 años) lo que refleja extremos poblacionales jóvenes que no estudian o están poco capacitados para incorporarse al mercado de trabajo, situación que encadena un proceso de desigualdades, de bajos salarios y escasos ingresos. Otro dato significativo, y que permite cerrar la explicación sobre el círculo de transmisión de desigualdad, se refiere al número de hijos y de educación promedio de la mujer en la familia, donde a mayor educación de la mujer corresponden mejores oportunidades salariales de la familia, mayor participación laboral y menor informalidad, limitada por hijos mejor educados (así como menos hijos), un mayor ingreso familiar y por tanto una mejor distribución del ingreso. No obstante que los datos globales para México han mejorado, al bajar la tasa de fecundidad a 2.5 hijos por mujer, debido al mayor nivel de instrucción femenina y su incorporación económica, hay estados donde se concentra la pobreza (Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, Puebla y la Península de Yucatán) y por lo tanto el indicador de fecundidad continúa como hace cincuenta años (3.5 hijos por mujer). Este diferencial regional también es un factor que fortalece una transmisión incluso intergeneracional de la desigualdad. Pero el problema ya no sólo es la desigualdad, si no sus efectos: el país posee una baja base fiscal, con alta tasa de pobreza y con un ingreso disponible por hogar que se ubica muy por debajo de los otros integrantes de la OCDE. Las recomendaciones que hace la OCDE oscilan en diversas materias, tales como las reformas del mercado laboral, los impuestos y los sistemas de transferencias, la educación de alta calidad. Con ellas se puede producir un doble dividendo: aumentar el producto interno bruto mientras se reduce la desigualdad del ingreso. El principal desafío al que ahora se enfrenta el gobierno es la implementación de reformas que rencaminen el crecimiento, pongan a trabajar a la gente y reduzcan la acentuada brecha de ingresos. Para ello, la prioridad debe ser la reducción o eliminación de las exenciones impositivas, que benefician principalmente a los ricos, lo que crearía un espacio para las reducciones favorables al crecimiento en tasas impositivas marginales para todos los contribuyentes.


GORDILLO NO QUIERE AL PRI. En noviembre pasado, el PRI y el Partido Nueva Alianza (PANAL), fundado en 2005 a petición del Sindicato Nacional de Trabajadores, firmó una alianza electoral en la que también estaba el Partido Verde Ecologista de México (PVEM). A cambio del apoyo a Peña Nieto, la líder sindical recibió las candidaturas a cuatro senadurías y 24 diputaciones. De las primeras, una sería para su hija (Chiapas), otra para su yerno (Sinaloa) y otra más para Jorge Kahwagi, un controvertido político al que considera su hijo. Los priistas cedieron además posiciones al PVEM, entre ellas la candidatura a la gubernatura de Chiapas, que junto con la presidencial y seis más también se renuevan este año. En los últimos días, militantes priistas de distintos estados se rebelaron ante lo que consideraron imposiciones del equipo de Peña Nieto y una cesión desproporcionada a los otros partidos de la alianza. Incluso una senadora chiapaneca renunció al PRI al que se enfrentará por la gubernatura de ese estado. Desde que era gobernador del Estado de México (2005-2011), Peña Nieto había venido tejiendo una relación con Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el SNTE, y líder detrás de los bastidores del PANAL, una organización política surgida en 2005 a partir de los cimientos del gremio magisterial compuesto por más de un millón de maestros. Gordillo, una priista de toda la vida, salió de manera forzada de ese partido en el mismo año en que fundó su propia organización. Se considera que el peso del PANAL fue determinante para que en 2006 el presidente Felipe Calderón se impusiera al candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador. Gordillo habría garantizado al hoy mandatario que buena parte del magisterio votaría al Partido de Acción Nacional (PAN) en aquella cita. A cambio, durante todo el sexenio panista gente de la maestra, como es conocida coloquialmente, ha estado en posiciones clave del gobierno calderonista. Peña Nieto había recibido críticas por la asociarse con Gordillo, a quien especialistas consideran un obstáculo para la modernización de la educación en México, un renglón donde el país aparece siempre en los últimos lugares de, por ejemplo, los rankings que comparan a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En una entrevista con el diario español EL PAÍS en diciembre pasado, el candidato priista había defendido esa alianza argumentando que su partido ganaba competitividad y que mostraba además que no estaban confiados. “El gran reto del PRI es ganar de manera contundente”. PRI y PANAL se reunieron la noche del viernes para tratar de encontrar una salida a la crisis que amenazaba con desbordar a los primeros. Casi a la medianoche, ambos partidos informaron que “de común acuerdo”, se separaban (el PRI y el PVEM seguirán juntos), y que eso se debió a que “no se alcanzaron las condiciones políticas necesarias en los equilibrios internos de los partidos”. El escenario es turbio, de neuva cuenta. Es casi impensable que la líder magisterial apoye al candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, quien la ha denostado hasta el cansancio y a quien culpa de haberle “robado” la presidencia en 2006. No se sabe si el precandidato panista que resulte ganador de entre Josefina Vázquez Mota (ex secretaria de Educación y enemistada con la maestra), Santiago Creel y Ernesto Cordero tratará de conseguir el apoyo de Gordillo. Las filas del PRI habrán ganado sosiego momentáneo, pero también amanecieron con la novedad de que la gran aliada será de nuevo adversaria, un giro casi digno de las telenovelas que tanto gustan al candidato del PRI. A los tres puntos porcentuales que le costaron en las encuestas “los errores de diciembre”, ahora Peña Nieto también deberá decir adiós a los que le sumaba, según él, Gordillo. El guión que sostenía que la elección sería un paseo campestre para el PRI no existe más.

LAS PENSIONES, LA CALIDAD DE VIDA Y EL 2012. Calderón dio a conocer un apoyo monetario a adultos mayores de 70 y más años, tal cual se hace en la Ciudad de México desde que Andrés Manuel era Jefe de gobierno. La medida a estas alturas de la administración no puede ser otra cosa que electoral, pues con ese apoyo de 500 pesos al mes, se pretende llegar a una meta de 3.5 millones de beneficiarios ubicados en zonas de alta o muy alta marginación y que no cuentan con pensión de instituciones formales. También es cierto que, a pesar de ello, se ha dado pie a la reflexión sobre el estado de las pensiones y la calidad de vida de los pensionados. Vaya por delante que cualquier solidario es loable, pero particularmente este nuevo apoyo es insuficiente: su fondeo es no inflacionario, ya que se encuentra dentro del presupuesto aprobado. Veamos un poco las cifras: en nuestro país de un total de 112 millones de habitantes, las personas mayores de 65 años son 6.9 millones de personas, esto es el 6.2% del total. Dentro de este rango, las personas que cuentan con una pensión institucional (IMSS e ISSSTE) son 3 millones 600 mil personas, esto representa el 3.2% del total nacional y el 52% respecto a la población de 65 años y más. Comparado con Chile, por ejemplo, las personas mayores de 65 años y que están pensionados, equivalen al 72% de ese rango de edad. La cifra de pensionados en nuestro país son pocos, esta es una situación difícil, además el nivel de pensiones es muy corto, lo que se está haciendo por parte del Gobierno Federal, son mecanismos de compensación necesaria. En la actualidad este nivel de pensiones es importante pero solo en algunos casos, cuando se tiene más de 65 años, hay gente inválida o enferma, y se les exige una situación a dichas personas mayores: una “comprobación de supervivencia de pensionados”. Pero la cantidad de gente que no puede ir por tener dificultades físicas; además del trato, en este caso inhumano y denigrante por parte del ISSSTE e IMSS, hacen que la comprobación física cada seis meses sea una verdadera tortura. Alguna institución o bien una de muchas comisiones del Congreso deberían realizar una investigación. El nivel de ingresos de pensiones es bastante inequitativo, principalmente son los ex empleados del gobierno y de Instituciones públicas como IMSS, PEMEX o empresas financieras, los que tienen niveles de pensión altos. Tenemos una cantidad de 3.5 millones de habitantes pensionados, de estos, pocos tienen pensiones de vivencia lógica. El nivel promedio de pensiones de gente común y corriente, no les alcanza para un nivel de sobrevivencia, lo que conlleva posteriormente al abandono de los adultos mayores. Es una vergüenza que en México sea inhumano y denigrante todo el mecanismo de pensiones para las personas de mayor edad y, que, con mira a las elecciones federales se intente tapar el sol con un dedo.


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lunes, 23 de enero de 2012

Libro de la semana: el libro negro

  • El libro negro. Vasili Grossman e Ilyá Ehrenburg. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. Barcelona, 2012. 1.226 páginas

Como muchos textos gestados en la Rusia soviética, El libro negro arrastra tras de sí una historia penosa y delirante. Destinado a recoger los atroces crímenes en masa perpetrados por los fascistas alemanes contra los judíos, nunca vería la luz en la Rusia de Stalin. De hecho, no llegó íntegramente a las librerías rusas hasta 1993. La idea, acopiar material que brindase evidencias documentales de lo que más tarde se llamaría el Holocausto, contó al principio con el beneplácito de las autoridades soviéticas. Una vez ganada la guerra, sin embargo, esa actitud cambió de raíz: se borró de un plumazo la solidaridad internacional para con los judíos y la histeria antisemita reapareció en Rusia. Tampoco jugó a favor el incipiente clima de la guerra fría.

En Gentes, años, vida, las voluminosas memorias de Ilyá Ehrenburg que se publicarán en la editorial Acantilado, el escritor dice: "A finales de 1943, junto con V. Grossman, empecé a trabajar en una compilación de documentos... Decidimos reunir diarios, cartas personales, relatos de víctimas supervivientes o de testigos oculares de la aniquilación de los judíos cometida por los nazis en los territorios ocupados". Así es. Al frente de este ambicioso proyecto concebido por el físico Albert Einstein, en el que colaboraron más de cuarenta periodistas sobre todo entre 1944 y 1946, estuvieron dos personalidades tan contrapuestas como Ehrenburg y Grossman. Si bien poseían muchas cosas en común -ambos eran escritores soviéticos de familias judías que gozaban de gran prestigio y visibilidad por las crónicas de guerra que redactaban para el periódico militar Estrella Roja-, discreparon abiertamente tanto por su manera de ser como de entender la obra. Mientras que Ehrenburg era un pragmático que procedía según las exigencias del momento y se movía como pez en el agua entre la nomenklatura, Grossman era un epígono del humanismo ruso y europeo para quien la Solución Final tenía una gran carga emotiva debido, sobre todo, al asesinato de su madre. Así, Ehrenburg, más sagaz políticamente, entendía que para burlar la censura se debían soslayar ciertos aspectos. Por ejemplo, la colaboración de ciudadanos soviéticos con los alemanes o el excesivo hincapié en la condición judía de las víctimas. No se equivocaba. La comisión encargada de revisar el material detectó un "grave error": "En los textos presentados se aprecian descripciones demasiado pormenorizadas de la abyecta actividad de los ucranianos, letones y representantes de otras nacionalidades que traicionaron a la patria. Con ello, se rebaja la acusación principal y definitiva que presume al libro, a saber, la acusación contra los alemanes". Y, no obstante, para extirpar al Untermensch (subhumano), las SS de Himmler tuvieron que servirse de todo tipo de ardides y de mucha planificación. Sin la colaboración local, difícilmente se habría ejecutado con tanta eficacia el genocidio. La línea oficial de Stalin en el tratamiento del Holocausto fue "no dividáis a los muertos", algo que Ehrenburg llevó a la práctica como marxista consagrado a la idea de la fraternidad universal.

El libro negro estuvo auspiciado por el Comité Judío Antifascista, creado tras la invasión de Rusia por los alemanes en 1941, cuando Stalin ansiaba ganarse el apoyo internacional judío que había perdido con la invasión conjunta de Polonia por Alemania y la URSS, a raíz del Pacto Ribbentrop-Mólotov. La prohibición de que se publicara esta acta de la brutalidad no fue más que el preludio a la ejecución de varios miembros del comité. La ola de antisemitismo que atravesó Rusia tendría uno de sus máximos exponentes en el llamado "Complot de los médicos", en virtud del cual se acusaba a doctores judíos de haber intentado envenenar a los dirigentes del Kremlin. En este sentido, Grossman fue más lejos que Solzhenitsin, al dejar al descubierto no sólo la corrupción del marxismo-leninismo, sino también el espíritu xenófobo imperante en Rusia. Si bien el autor de El archipiélago Gulag reconoce la existencia de pogromos en Ucrania, por ejemplo, negó que en Rusia hubiese un sentimiento racista.

Con mucho retraso, nos llega este catálogo de la infamia cuyas particularidades no por ya mejor conocidas ahora dejan de ser escalofriantes: violaciones en masa, sadismo, pogromos, inanición, quema de personas vivas, estrangulamiento de niños, gases letales, perros entrenados para morder órganos sexuales. Historias cuya veracidad se ha discutido largamente encuentran aquí pruebas, como el jabón hecho de cadáveres humanos: "Los alemanes seleccionaban a los presos más corpulentos, los asesinaban y los cocían para fabricar jabón con su grasa". El libro presenta cierto carácter soviético: alguna referencia positiva al genio estratégico de Stalin, el énfasis en la ayuda brindada por los no judíos a las víctimas y la escasa mención al colaboracionismo, pero su significado no queda oscurecido. Cuando Grossman llega a Treblinka y ve el campo desmantelado por los nazis antes de la llegada del Ejército Rojo, se pregunta: ¿acaso creían que el crimen sería olvidado? Si por un instante el escritor quiso pensar que todo era fruto de una pesadilla, los mechones de pelo que escupía la tierra vinieron a confirmar las declaraciones de los testigos. El libro negro es un documento perturbador, valiente y controvertido. Con su publicación en nuestro país se salda una cuenta pendiente. Ninguna historia del Holocausto estará completa sin hacer referencia a él.


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miércoles, 18 de enero de 2012

Libro de la semana: Tierras de sangre

  • Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin. Timothy Snyder. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. Barcelona, 2011. 620 páginas

En septiembre de 1939, los ministros de Exteriores de la Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin firmaron un pacto que establecía unas fronteras que marcaban los límites de su reparto de una fracción de Europa: esa línea se conoció por los nombres de sus firmantes: Mólotov-Ribbentrop.

Alrededor de esa línea artificial, de carácter político, se cometió, entre 1932 y 1945, el mayor de los crímenes de la historia de la humanidad: el exterminio intencionado, fruto de un cálculo político, de catorce millones de personas. Una cifra que resulta casi inconcebible por su magnitud, y que ha pasado desapercibida porque no tenía nombre propio. No coincide con el Holocausto de los judíos, ni con el genocidio de los armenios. Los asesinatos masivos decididos por Hitler y Stalin en esa amplia zona, que incluye una parte de Polonia, Ucrania, Bielorrusia y las Repúblicas Bálticas, tuvieron unas raíces fuertemente políticas, por encima (o simultáneamente) de las motivaciones ideológicas raciales o nacionalistas que se utilizaran, o bien se ocultaran, en cada caso.

Timothy Snyder es uno de esos historiadores que cambian la perspectiva. No en vano ha sido colaborador de Tony Judt, a quien debemos una historia de Europa que ha removido viejos conceptos y nos ha permitido alcanzar un mejor conocimiento de los fundamentos de lo que ahora conocemos por un continente democrático y relativamente consolidado. En esa misma línea, Snyder trabaja ahora en solitario en la preparación de una historia de la Europa oriental.

Snyder se ha tomado el trabajo de romper algunos muros que nos impedían valorar una buena parte del pasado reciente, y comprender, por tanto, importantes fenómenos del presente que nos perturban. Antes de su investigación sobre lo que llama "tierras de sangre", predominaban algunas explicaciones dominantes que impedían acceder a fenómenos tan drásticos como las grandes matanzas. Una de ellas era el Holocausto, que hizo que la atención de casi todo el mundo se fijara en el mayor genocidio de todos los tiempos y obviara otros asuntos de gran importancia. Otra, la propaganda de posguerra realizada por el eficiente aparato estalinista, que arrojaba sobre los nazis toda la responsabilidad de las atrocidades, dejando en un lugar menor las acciones masivas de los soviéticos. A esa inteligente propaganda se sumó el eurocentrismo de las potencias aliadas. La URSS había formado parte esencial de la entente que acabó con el nazismo. Al acabar la guerra no parecía prudente para las potencias como Inglaterra y Estados Unidos sacar a la luz las criminales acciones de Stalin. La intelectualidad de izquierda de Francia y otros países se encargó del resto. Y se aligeró el peso de la responsabilidad soviética.

No es sólo el caso de las matanzas de Katyn, quizás el más célebre de los engaños de la dirección comunista. Hay muchos otros acontecimientos de una enorme atrocidad que cometieron Hitler y Stalin en esas tierras de sangre.

El primero de ellos, sustancial para la tesis de Snyder sobre el carácter político de las matanzas, fue la gran hambruna provocada por Stalin en Ucrania, con un resultado de más de tres millones de muertos. Pero hay más, bastantes más, como las matanzas étnicas provocadas por los nacionalistas ucranios contra civiles polacos; o las matanzas posteriores de civiles ucranios por polacos. El caso de Bielorrusia, atrapada entre las fuerzas nazis y las del Ejército de Stalin, es escandalosamente desconocido. El diezmado de la población, judía y no judía, fue de proporciones descomunales. Y para qué hablar de los más de tres millones de prisioneros rusos que los ejércitos alemanes (o sea, la Wehrmacht, no sólo las SS) dejaron morir de hambre y frío, a propósito, en campos rodeados de alambradas y ametralladoras.

La lista es interminable, los números imposibles de concebir. Y el diagnóstico aterrador: Hitler y Stalin, apoyados por un aparato político que implicaba la colaboración de muchos miles de sus conciudadanos, pergeñaron esas matanzas en función de sus intereses económicos (por tanto, políticos). Hitler quería hacer desaparecer a la mayoría de los eslavos para convertir el Este de Europa en un gigantesco productor de alimentos para Alemania. Stalin quería hacer desaparecer el campesinado para convertir grandes territorios, como Ucrania, en productores de alimentos para los obreros soviéticos, y también le sobraban los campesinos. Las grandes matanzas no fueron pergeñadas por odiosos demonios malignos, sino por modernos estadistas. Fueron obra de burócratas antes que de sádicos. Y concitaron una enorme complicidad tanto en Rusia (más que en la URSS) como en Alemania.

Posiblemente el Holocausto fue el único de esos gigantescos crímenes que tuvo una base ideológica, aunque no fue en principio concebido como un exterminio, sino como el desplazamiento (con sus muertes necesarias incluidas) de todos los judíos a Madagascar o al Este de la Unión Soviética.

Una de las mayores monstruosidades de esa increíble etapa europea fue la cómplice liquidación de Polonia entre Stalin y Hitler. Ambos coincidían en liquidar a los polacos como pueblo. Para ello invadieron al unísono el país. Y su primer empeño fue el de acabar con todos aquellos ciudadanos que tuvieran un mínimo nivel de formación.

Las políticas de memoria suelen ser selectivas, porque son, sobre todo, políticas. De eso hay numerosos ejemplos vigentes hoy. Y España es un buen caso para ilustrar el asunto. La Historia rigurosa y contrastada de los acontecimientos es el único antídoto para librarse de ese mal de la memoria selectiva. El problema es que suele tardar mucho en producirse.

Snyder nos brinda uno de los mejores libros que se han producido en mucho tiempo para que la Historia desplace a la memoria interesada (normalmente nacionalista). No tiene la elegancia y la brillantez de Judt en su prosa, pero es más que un digno epígono.


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miércoles, 11 de enero de 2012

Semana política




11 de enero de 2012.

Hola, adjuntamos los sucesos más interesantes de la semana.


  1. GDF en clave presidencial.

  2. IFE: llegó la hora.

  3. Perspectivas económicas.


GDF EN CLAVE PRESIDENCIAL. Ya está más que definido la forma en la que el PRD escogerá al candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México; de hecho hoy miércoles se llevo a cabo un interesante debate entre los cinco precandiatos (Marti Batrés, Alejandra Barrales, Carlos Navarrete, Joel Ortega y Gerardo Fernández Noroña) con temas como empleo, desarrollo económico, jóvenes, seguridad y servicios públicos. El partido ha escogido un proceso de selección similar al que utilizó para definir a su candidato presidencial, una encuesta. Definido el método, los dilemas para los grupos internos se tornan evidentes: candidato con base fuerte, capaz de ganar vs. Candidato cercano a López Obrador pero, potencialmente, incapaz de ganar la elección. Como partido, su dilema está en escoger a un candidato que, además de ser popular entre el electorado, tenga el respaldo de los grupos que apoyan a López Obrador, y se construya así una candidatura que, además de conservar la Ciudad de México, sume a las posibilidades de la izquierda en la elección presidencial. Dada la importancia de la ciudad de México para el PRD en términos electorales, la mancuerna que resulte adquiere relevancia estratégica para este partido. La primera opción de López Obrador, Martí Batres, resulta intransitable para el grupo conocido como los Chuchos y para el propio Ebrard. Noroña, quien tiene una reputación parecida a la de un hooligan, no cuenta con el apoyo necesario entre las bases ni la popularidad para iniciar competitivamente una elección. Carlos Navarrete, además de no haber incrementado significativamente su preferencia en encuestas, no cuenta con el respaldo al interior del partido. Así, pareciera que la disputa real está entre Alejandra Barrales, quien podría representar la segunda mejor opción para López Obrador, y el exprocurador capitalino Miguel Mancera, quien es bien visto por Ebrard y además ha mejorado su posición en las encuestas más recientes. La elección de un candidato que no cuente con los dos elementos -popularidad y respaldo de bases- podría además fortalecer la posición de la eventual candidata del PRI, Beatriz Paredes. Considerando que gran parte de las estructuras clientelares de la Ciudad de México no han cambiado desde las épocas en que gobernaba el PRI, la operación priísta desde el Estado de México en la periferia de la capital, y la popularidad de su candidato presidencial, una decisión equivocada de la izquierda podría incluso poner en riesgo su permanencia al frente de la Ciudad.


IFE: LLEGÓ LA HORA. Después de más de un año sin tres consejeros, pocos apostaban a que el Consejo General del IFE estaría completo para afrontar el proceso electoral de 2012. A siete meses de las elecciones, la institución no sólo cuenta con un órgano de decisión en forma sino que logró incluir tres nuevos miembros que, por su trayectoria, podrían insertar renovadores matices en las decisiones del IFE. Lo anterior no implica, sin embargo, que se puedan eliminar de un día para otro las consecuencias del debilitamiento político que sufrió esta autoridad electoral, de manera progresiva, desde las elecciones pasadas. López Obrador, no conforme con haber logrado en 2007 una reforma constitucional en materia electoral que respondió a todas sus exigencias, al día de hoy aprovecha la imprecisión de las normas para jugar con su interpretación y eludir su cumplimiento. Lo que parece estar ausente en la ecuación del precandidato único del PRD es que lo que vale para él también vale para su contrincante Peña Nieto. El IFE, además de enfrentar el reto de operar con normas confusas -problema que de alguna manera ha resuelto el Tribunal Electoral- también carga con el falso mandato de regular todos los temas que pudiesen alterar, aunque de manera tangencial, el proceso electoral. De ahí que el precandidato del PAN, Santiago Creel, haya encomendado al IFE convocar a los candidatos presidenciales a firmar un pacto anticrimen para garantizar que no habrá recursos económicos o coercitivos por parte del narcotráfico en las campañas electorales. La viabilidad legal de esta solicitud es nula, por ello, el IFE no tardó en reaccionar con una clara negativa ante la propuesta. Sin embargo, el electorado, que no siempre conoce lo que la autoridad puede o no puede hacer, podría interpretar el acto como negligente o permisivo. Por último, otro de los grandes retos que enfrentará el Instituto en los próximos meses tiene que ver con redes sociales e Internet. Si bien, el IFE sólo tiene el mandato de monitorear radio y televisión para los tres órdenes de gobierno -tarea que resulta por demás compleja pues implica cobertura de dos mil 319 señales registradas ante la Comisión Federal de Telecomunicaciones- también deberá tomar en cuenta que el impacto de plataformas como Twitter, Facebook o Youtube, al convertirse en información viral, obligará a los medios tradicionales a retomar sus contenidos. Cuando ello suceda, las autoridades electorales posiblemente se enfrentarán a escenarios dónde no resulte claro si se rompe la ley o no. Más aún, el IFE deberá decidir si será la letra de la ley o la equidad en la contienda electoral lo que deberá prevalecer.


PERSPECTIVAS ECONÓMICAS. 2011 cerró en medio de un escenario de gran incertidumbre en el ámbito mundial, este contexto particularmente difícil ha derivado de la lentitud en el repunte de la economía de los Estados Unidos, así como de la crisis de la deuda de varias naciones de la Unión Europea y con el futuro del euro todavía en el horizonte. Dado lo anterior, en el 2012 no se vislumbra un panorama prometedor pues los principales problemas internacionales no se han resuelto; no obstante, de manera local se avecina un año electoral y la derrama de recursos que esto implica podría ser un buen soporte para estimular el crecimiento económico. Pero no hay que quitar el dedo del renglón, pues por elecciones que tengamos el entorno es complicado, la continuidad de la inestabilidad financiera y una posible contracción del crédito internacional afectarán negativamente el flujo de capitales hacia México y provocarán el incremento de los costos de financiamiento. El decrecimiento europeo tendrá un efecto importante sobre EEUU y América Latina. Durante el año 2012 la principal fuente de crecimiento para México continuará siendo su mercado externo: exportaciones petroleras y no petroleras, remesas y entradas de capital; sin embargo, desafortunadamente este mercado se encuentra muy ligado al comportamiento de la economía estadounidense, la cual se estima que tendrá un crecimiento moderado, cercano a 2%, continuando con una lenta recuperación. Varios analistas -Paul Krugman y Joseph Stiglitz entre ellos- sostienen que por lo menos durante los siguientes 5 años aproximadamente, Europa y Estados Unidos crecerán a tasas muy moderadas; esto generará una traba sobre el conjunto de la economía mundial pues implica una desaceleración de la demanda externa a nivel global y es un factor a tomar en cuenta para cualquier previsión. A pesar de la relativamente pequeña exposición de México a Europa -sólo alrededor de 5% del total de las exportaciones-, hay algunos canales indirectos que debemos tomar en consideración, por ejemplo, fluctuaciones en los tipos de cambio, y un menor y más caro acceso al financiamiento internacional. También tener en cuenta que los principales riesgos están por la vía de la inseguridad pública (la famosa fuga de capitales) y la posible existencia de conflictos post-electorales tras una elección que se vislumbra como una papa caliente. Para las industrias, es de suma importancia crecer o no perder mercado: buscar mejoras en producción, comercialización, proveedores, competitividad e innovación. El principal reto para el país seguirá siendo el logro de un mayor crecimiento económico, así como mantener la estabilidad de precios. En el caso del crecimiento del PIB, sin duda alguna, su logro estará determinado por las decisiones que se tomen para seguir reactivando el mercado interno, en buena medida deberá estar sustentado por la inversión pública en materia de infraestructura. Aún es pronto para determinar de qué tamaño podría ser el impacto del entorno externo en México, sin embargo es claro que el sector manufacturero –el más vinculado al ciclo de EU— será el más expuesto a través del desempeño de las exportaciones. 2012, pues, será un año con unas perspectivas grises. Tendremos horno, si, pero seguramente no estará para bollos.


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lunes, 9 de enero de 2012

Agenda 2012

Como viene siendo ya una costumbre desde 2004, el GALMA pone a disposición del público la agenda política del año.

En este documento, encontrará aquellos fenómenos que pasaron desapercibidos en 2011, la agenda internacional con calendario cívico, las predicciones, la agenda electoral mexicana para este 2012, los libros fundamentales para entender este nuevo año y los talleres que impartiremos. Esta agenda cuenta con la particularidad de que han colaborado el Mtro. Ricardo Bucio, Santiago Argüero de Buen, David Rothkopf y Alma Guillermoprieto.

Puede bajar el documento aquí.

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Libro de la semana: El enigma

  • Enigma. Jan Morris. RBA. Barcelona, 2011. 222 páginas.

Nunca se ha escrito un libro igual que éste, la historia de la transformación de un hombre en mujer contada con una notable voluntad literaria y tomando su autor el propio cuerpo como el campo de un experimento primero fisiológico y a la postre de alcance moral. En julio de 1972, el reputado periodista británico James Morris, quien, establemente casado y padre de cinco hijos, llevaba casi veinte años ensayando las formas y el ánima de una femineidad sentida desde la infancia, llegó a Casablanca, miró en el listín telefónico el nombre de un tal Doctor B. y, tras convenir el pago de unos altos honorarios, concertó la operación que sellaría su nueva persona; antes de esa drástica cirugía genital, Morris, según confiesa en el libro, había ingerido, a partir de 1954, unas 12.000 píldoras y cerca de 50.000 miligramos de materia femenina. El enigma (Conundrum en el original que en los años 1970 causó sensación en Reino Unido) se lee como un apasionante relato de formación, un Bildungsroman en el que no falta la epopeya heroica (Morris escaló el Everest con la expedición británica que por primera vez, en 1953, llegó a su cima), la búsqueda de un talismán que procurará dolor y salvación, el reposo final del guerrero, metamorfoseado en amazona. La sinceridad de la narración, a veces lacerante, conmueve en ciertos de sus pasajes y reflexiones, pero lo que nos atrae hasta el final es la capacidad de Morris para novelar con extraordinario vigor situaciones anecdóticas, paisajes de fondo y personajes inevitablemente secundarios en un libro tan autorreferencial; destaca el encendido canto marcial al ejército y, en concreto, al 9º regimiento de lanceros de Su Majestad Británica, en el que sirvió a fines de la Segunda Guerra Mundial. Tiene especial relieve, en esas páginas del capítulo 4 de El enigma, su exaltación de los tanques, vistos como pistolas gigantes cuyos mecanismos de propulsión, sus tubos, soportes y engranajes apuntan a un fin: "Conseguir que la pistola se acerque a su objetivo para disparar de forma certera". Curioso o revelador, en alguien cuya obsesión personal era mientras tanto erradicar de su cuerpo el arma de su virilidad. Morris se sintió siempre, cuando era James, como un ser especial (nunca pensó en sí mismo como homosexual) paulatinamente consciente de que no debía vivir su rareza tan sólo como tragedia: "Al desear con tanto fervor y tanta insistencia ser trasplantado al cuerpo de una chica, no hacía más que aspirar a una condición más divina, a una reconciliación interior". Su llegada a Oxford, con nueve años, para formar parte del célebre coro de voces blancas de Christ Church, le dio un primer refugio de felicidad, de "pertenencia": en la erudita y bellamente artificiosa ciudad universitaria (como años después entre las escenografías acuáticas de Venecia), la propia anomalía adquiría carta de naturaleza admitida, y llega a hablar de un "nirvana infantil" cuando, vestido con los suntuosos faldones del corista, cantaba con su voz de soprano en las funciones de la catedral "oxoniense". Y sobre las dos ciudades, Oxford y Venecia, ha escrito libros que están entre lo mejor de la literatura viajera anglosajona. El contraste, que Morris no elude, son las duras escenas (en el extraordinario capítulo 16) de la clínica marroquí donde empezó la vida de Jan entre otras personas en su misma situación, que "a pesar de hallarnos mutilados y lisiados, a pesar de arrastrarnos por los pasillos con las vendas colgando y apretujando el camisón con el puño, irradiábamos felicidad". En ningún momento morboso ni lastimero, El enigma seduce por su historia y por la manera de contarla. Jan Morris ha seguido hasta hoy publicando buenos libros, que ella misma ve diferentes a los que escribía James, más volcados los últimos, dice, en las personas que en los lugares. "Del mismo modo que me siento emancipada como persona, también me siento liberada como escritora: tal vez todavía esté a tiempo de ser novelista", confesaba en la parte final de Conundrum. El tiempo llegó en 1985 con Last Letters from Hav, una fascinante novela, finalista ese año del Premio Booker, que recientemente ha sido completada con una secuela, formando el volumen titulado Hav.
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miércoles, 4 de enero de 2012

Libro de la semana: contra el rebaño digital

  • Contra el rebaño digital. Un manifiesto. Jaron Lanier. Debate. Barcelona, 2011 256 páginas.


¿Y si las personas estuvieran por encima de la tecnología? Jaron Lanier une el mundo artístico con la investigación académica y tecnológica. Se le considera el padre del término realidad virtual y la revista Time le ha destacado entre las 100 personalidades más influyentes de 2011. Con este aval invita a reflexionar de su mano sobre cómo se fundamenta la interacción entre personas y máquinas. Plantea, por ejemplo, cómo al utilizar un programa el propio individuo comienza a pensar como si también fuese un programa, siguiendo un patrón determinado.

Contra el rebaño digital, traducción no demasiado ajustada a su título original You're not a gadget: A manifesto (No eres un cacharro: un manifiesto), propone una visión humanista del uso de la tecnología. Invita a recordar que desde el iPhone que va en un bolsillo al ordenador del trabajo, están creados por humanos. Nada de lo que se crea en Palo Alto, cuya evolución ha seguido de cerca, ha salido de la nada, todo comienza en la mente de alguien. Esta visión se convierte en una constante en cada capítulo.

A lo largo de su carrera Lanier ha trabajado en proyectos clave, quizá no los más exitosos pero sí los que han servido para abrir nuevas puertas y negocios prósperos. En 1985 estaba en Atari, donde se crearon los primeros videojuegos domésticos. Años después se embarcó en la aventura de crear una realidad virtual, Second Life. No triunfó, pero fue el comienzo de la proyección del ser humano en un avatar virtual. Su última aventura fue de la mano de Microsoft, algo que no parece muy acorde con su visión indie, para desarrollar Kinect, un sensor que captura el movimiento humano y por el momento se utiliza en su consola XBOX 360, aunque pronto se utilizará en campos como la medicina, la educación y la seguridad.

Uno de los mayores conocedores de Internet desde su nacimiento alza su voz para alertar sobre su deriva. Jaron Lanier opina que es necesario reflexionar y pensar por qué el negocio está en la publicidad en lugar de los contenidos, en generar información llamativa en lugar de profundizar en la misma o buscar nuevas formas narrativas. No se salvan ni las aplicaciones de iPhone y Android, tan de moda.

En su opinión, el totalitarismo digital es la nueva amenaza para el orden social, como lo fueron el fascismo y el comunismo anteriormente. Lejos de alinearse en el bando de los tecnófobos, Lanier lanza un manifiesto pidiendo la reinvención de Internet y sus aplicaciones, pensando en el individuo más que en las máquinas, en la utilidad más que en la rentabilidad, en el progreso más que en el resultado inmediato.

La posibilidad de hacer del usuario parte activa de la Red es, para muchos, como la revista Time, la revolución que ha dado protagonismo al ser humano frente a las máquinas. Lanier considera el conjunto de estas webs que conforman en la denominada web 2.0 lo contrario, casi una forma de alienación. Para este tecnólogo la creación colectiva es una forma de despersonalización que promueve la "mentalidad de colmena". Incluso va un paso más allá, considera la Wikipedia, la enciclopedia en la que cualquiera puede editar, como la mejor forma de anular diferentes puntos de vista. No falta la provocación con un punto cómico: "Leerla es como leer la Biblia. Es una mezcla de voces anónimas, diversos autores y editores con hechos que son difíciles de contrastar".

El autor pide, con una gran facilidad para hacer que el lector se identifique y siga en la lectura, que se vuelva a la refundación de Internet, que se obvien los gritos e insultos que inundan la Red para suplirlos por libertad de pensamiento, lejos de las masas.

La obra deja al lector con algunas dudas en caso aceptar sus propuestas: ¿es tarde para cambiar el rumbo? ¿Quién lleva el timón de Internet? Consciente de que la visión crítica sobre la web 2.0 que propone, el autor permite que el libro tenga vida más allá de las páginas de papel. En su web ha incluido un apartado para dudas y debates de los lectores: http://www.jaronlanier.com/gadgetcurrency.html Resulta una forma novedosa, y en su caso consecuente con lo que proclama, de seguir la conversación. Algunas de las contestaciones son tan interesantes como la obra en sí. Jaron Lanier explica, por ejemplo, que no le interesa estar en Twitter y Facebook, aunque le sirviera para vender más libros.



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