domingo, 27 de febrero de 2011

Wikileaks y Anna Ardin

Fernando Ravsberg (*)

«Ahora está en el bombo el caso de Wikileaks y varios de los cables secretos hacen referencia a Cuba. Sin embargo, no es la única vinculación. Anna Ardin, la sueca que acusa a Julian Assange de violación habría trabajado con la disidencia cubana.

«Las primeras noticias sobre esta extraña relación resultaban confusas, porque aparecen en artículos plagados de errores. Sin embargo, fuentes de la disidencia me confirmaron que Ardin apoyó durante años a la oposición en Cuba.

« Ella encabezaba un grupo de inteligentes jóvenes socialdemócratas que servían de contacto entre nosotros y el partido sueco , nos confesó Manuel Cuesta, dirigente del Arco Progresista, y agregó que el vinculo político se mantuvo desde el 2004 al 2006.

«Las actividades de la sueca en Cuba tenían poco que ver con las de un turista normal. Asegura el líder opositor que los asesoraba sobre como formar un partido político, intercambiábamos bibliografía y nos daban una mínima cooperación económica .

«Durante esos años el grupo de Anna sostuvo una comunicación económica con la revista Consenso y en Europa crearon la Asociación Cuba-Europa para el Progreso para apoyar, difundir y divulgar nuestras posiciones , nos explica Cuesta.

«Al parecer todo fue muy bien hasta que pretendió pasar factura por sus servicios. Según el opositor, ella intentaba influir con demasiada fuerza en cómo nosotros debíamos conducir Arco Progresista. Nuestra negativa generó cierto malestar por su parte .

«Manuel Cuesta la describe como una mujer muy bella, centrada, fuerte de carácter, comprometida, inteligente y muy eurocéntrica. Su principal virtud es la determinación y su peor defecto es su arrogancia eurocentrista .

«Nos explica que en el 2006 Anna da un sorpresivo viraje político, dejó de ser miembro del Partido Socialdemócrata sueco y enfiló hacia la posición socialcristiana. Probablemente así estableció algún vínculo con Carlos Alberto Montaner .

«Arco Progresista tiene pocas certezas y muchas sospechas. Nos dice Manuel que todo esto entra en una zona intrigante del juego político y me asombra un poco. Estamos mirando hacia atrás para atar cabos porque sí es evidente que hay algo raro en todo esto .


«Raro o no, lo cierto es que estos días Julian Assange está siendo reclamado por las autoridades suecas para ser juzgado por la violación de Anna, proceso que coincide con las revelaciones de los cables secretos de EE.UU. en Wikileaks.

«En realidad, son muchas coincidencias, tantas que hasta los opositores cubanos que trabajaron con ella albergan muchas dudas. Habrá que esperar a ver si Wikileaks o algún otro revela algún día todo lo que se esconde tras bambalinas.

(*) Periodista de La Havana Times.


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Twit y Revolución

Por Alexander Cockburn (*)

El presidente Obama y la secretaria de Estado Clinton se apresuraron a contrastar la brutalidad represiva de las autoridades iraníes con lo que ahora tratan de presentar como el triunfo incruento, dirigido por EE.UU., de las fuerzas por la democracia en Egipto.

Desde todo punto de vista fue un acto de impudencia extrema, a partir del hecho de que, durante las últimas semanas, los 300 muertos masacrados por las fuerzas de seguridad y los matones contratados por el gobierno cayeron en la Plaza Tahir y en las calles de El Cairo, no en Teherán, y de que más muertos se acumulan en Bahréin, base de la Quinta Flota de EE.UU.

Bueno o malo, todo tiene que ser hecho en EE.UU. Los conspiracionistas del 11-S condenan la noción de que hombres en cavernas hayan podido planificar la destrucción de las Torres Gemelas. Dicen que tuvieron que ser los menos cavernícolas Bush y Cheney, más los comandantes del Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial y varios miles de fervientes cómplices estadounidenses.

Actualmente hay una pequeña industria que florece en Internet y que afirma que el derrocamiento de Mubarak tuvo lugar por cortesía del Comando Twitter-Facebook de EE.UU., supervisado por el Jefe del Estado Mayor Conjunto de Twitter, encarnado en el poco apetecible y auto promovido Jared Cohen, con apoyo en los flancos de la Fundación Nacional por la Democracia (NED) y Freedom House.

No dudo de que Cohen, la NED y Freedom House se regocijen en asentir al unísono ante la afirmación de que sus esfuerzos fueron influyentes, incluso cruciales, en el impulso para que el pueblo egipcio se alzara. Sin embargo, esta pretensión es risible.

El New York Times publica interminables artículos sobre el papel de Twitter y Facebook, mientras que ignora o vilipendia a Julian Assange y WikiLeaks.

En cualquier discusión sobre papel de Internet a la hora de incitar los levantamientos en todo Medio Oriente, WikiLeaks debería estar en el centro. Los tunecinos pudieron leer la evaluación despiadada del cleptocrático régimen que los oprimía por cortesía de los cables del embajador de EE.UU., Gordon Gray, obtenidos por WikiLeaks. Los egipcios pudieron leer detalles, hasta entonces secretos, del papel de Omar Suleiman en las entregas extraordinarias de los abyectos servicios de Egipto para EE.UU. e Israel.

El New York Times, al que Assange entregó algunos de los documentos de WikiLeaks, lo recompensó (como lo hizo The Guardian) con un vulgar ataque del editor del Times, Bill Keller, en el que apoyaba esencialmente unas acusaciones evidentemente falsas respecto a la supuesta naturaleza de relaciones sexuales de Assange con dos suecas, la mismo tiempo que pregonaba la altruista preocupación del New York Times por la protección de la vida del personal estadounidense en Iraq y Afganistán.

¿No pensáis que a Keller se le podría haber ocurrido que más valía guardar silencio al respecto, en vista del papel jugado por el New York Times en el ataque contra Iraq en 2003, con una historia falsa tras la otra, de su periodista Judith Miller, sobre las armas de destrucción masiva de Sadam? Las manos del Times están cubiertas de mucha sangre. Según la página web de Michael Monk, las bajas en combate de EE.UU. en el escenario iraquí al cumplirse la semana que terminó el 15 de febrero llegaron a un total de 77.375. Eso incluye 35.540 muertos y heridos por lo que el Pentágono clasifica como causas hostiles y 42.195 muertos y evacuados por razones médicas (del 7 de febrero) por causas no hostiles .

Al mismo tiempo que la secretaria de Estado Clinton elogiaba el papel de EE.UU. en la transición democrática pacífica en Egipto y en la libertad de Internet durante su discurso en la Universidad George Washington el 16 de febrero, y en el que condenaba a los gobiernos que arrestan manifestantes y no permiten la libre expresión, sus matones de seguridad atacaban abiertamente a Ray McGovern, de 71 años, quien fue durante 27 años analista de la CIA y es ahora un activista por la paz (y colaborador de CounterPunch [y Rebelión]). Un policía y un funcionario no identificado de civil, le saltaron encima y lo arrastraron afuera, magullado y ensangrentado.

¿Qué había hecho McGovern para merecer ese asalto? ¿Gritó? No. ¿Trató de lanzarle un zapato? No. Agraviado justamente por el palabreo repulsivo de Clinton sobre la libertad en Internet (ahora que el Departamento de Justicia manda citaciones judiciales relacionadas con WikiLeaks), se levantó cuando a su comienzo y le dio la espalda. Por esto, y sin duda por su camiseta de Veteranos por la Paz, fue atacado y arrastrado a la cárcel.

La manera en la que trataron a McGovern no mereció mucho espacio ni muchas imágenes, aunque la CNN transmitió un clip. El viacrucis de Lara Logan, que víctima de abusos sexuales en la Plaza Tahrir, recibió, claro está, amplia cobertura.

Parece ser de rigor que se excluya toda sugerencia de que Logan pudo haber sido imprudente. Sospecho que todo corresponsal de guerra experimentado, si fuera franco, diría a propósito de Logan que la información responsable, que incluye la preservación de uno mismo y de sus colegas, incluye una evaluación objetiva de la presentación personal, incluido su comportamiento y, en países donde importa, su vestimenta y atuendos para la cabeza, así como de los lugares a los que podría ser aventurado o letal ir, a falta de suficiente seguridad.

Logan, presentadora de 60 Minutes, se hizo popular retransmitiendo desde Iraq, vestida sensuales camisas tropicales Abercrombie y Fitch a medio abotonar, siendo la voz del general Stanley McChrystal (más adelante denunció la historia de Michael Hastings, que liquidó a McChrystal, como un ataque violento e innecesario. Logan parece haber hecho caso omiso de reglas elementales de supervivencia y de información en situaciones turbulentas, particularmente en esa región. Es extraño, porque había habido otros ataques contra periodistas occidentales, como el del espantoso Anderson Cooper en la Plaza Tahrir.

¿No estaba presente ningún productor experimentado de CBS para llamar a la prudencia? Tal vez no, porque a fin de cuentas, lo que llevó a Logan a la Plaza Tahrir ese día fueron las demandas de la industria del entretenimiento de EE.UU., que exige que las estrellas de sus noticias sean, si es posible, mujeres atractivas en situaciones excitantes. Sería mucho mejor para todos, y a Logan y Anderson Cooper no los molestaría nadie, si las secuencias en el extranjero para EE.UU. fueran filmadas en el patio trasero de los Estudios Universal, en la ciudad en la que se conciben esos nuevos papeles en las noticias.


(*) Periodista, codirector del bimensual CounterPunch

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El levantamiento árabe

Por Uri Avnery (*)

Ésta es una historia sacada directamente de Las mil y una noches . El genio se escapó de la botella, y ningún poder en la tierra puede hacerlo regresar.

Cuando sucedió en Túnez, bien se podría haber dicho: Muy bien, en un país árabe, pero de menor importancia. Siempre fue un poco más progresista que los demás. Sólo un incidente aislado.

Y entonces sucedió en Egipto. Un país de referencia fundamental. El corazón del mundo árabe. El centro espiritual del Islam suní. Pero, se podría haber dicho: Egipto es un caso especial. La tierra de los faraones. Miles de años de historia anteriores a la llegada de los árabes.

Pero ahora se ha extendido por todo el mundo árabe. En Argelia, Bahrein, Yemen. Jordania, Libia, incluso Marruecos. Y a los países que no son árabes, también al Irán no suní.

El genio de la revolución, de la renovación, del rejuvenecimiento, ahora inquieta a todos los regímenes de la región. Los habitantes del chalé en medio de la jungla (1) pueden despertarse una mañana y descubrir que la selva se ha ido, que estamos rodeados de un paisaje nuevo.

Cuando nuestros padres sionistas decidieron establecer un refugio seguro en Palestina, tuvieron la posibilidad de elegir entre dos opciones: podían haber aparecido en Asia Oriental como conquistadores europeos que se veían a sí mismos como un puente entre los hombres "blancos" y como dueños de los "nativos , igual que los conquistadores españoles y los colonialistas anglosajones en América. Es lo que hicieron los cruzados en su época.

El otro camino sería viéndose a sí mismos como un pueblo asiático que regresa a su patria, heredero de las tradiciones políticas y culturales del mundo semita, dispuesto a participar, con los demás pueblos de la región, en la guerra de liberación de la explotación europea.

Escribí estas palabras hace 64 años en un folleto que apareció apenas dos meses antes del estallido de la guerra de 1948. Me encuentro con estas palabras actualmente. Estos días tengo un sentimiento creciente de que estamos una vez más en una encrucijada histórica. La dirección que elijamos en los próximos días determinará el destino del Estado de Israel para los próximos años, tal vez de forma irreversible. Si elegimos el camino equivocado, nos lamentaremos durante generaciones", como dice el refrán hebreo.

Y tal vez el mayor peligro es que no elegimos ninguna opción, ni siquiera somos conscientes de la necesidad de tomar una decisión, que solamente continuamos en el camino que nos trajo adonde estamos hoy, ocupados con trivialidades -la batalla entre el Ministro de Defensa y el saliente Jefe del Estado Mayor, la lucha entre Netanyahu y Lieberman por el nombramiento de un embajador, la falta de acción en el "Gran Hermano" y sandeces similares de la televisión sin darnos cuenta de la realidad que está pasando dejándonos atrás en la historia.

Cuando los políticos y expertos encontraron tiempo suficiente -en medio de todas las distracciones diarias- para enfrentarse a los acontecimientos que nos rodean, fue al viejo y (lamentable) estilo familiar. Incluso en los pocos y parciales espectáculos mediáticos, demostraron superficialidad para referirse a la idea de que "los árabes" podrían establecer democracias.

Eruditos profesores y comentaristas de los medios "demostraron" que tal cosa simplemente no podía suceder, el Islam es "por naturaleza" antidemocrático y, en una mirada retrospectiva, las sociedades árabes carecían de la ética protestante cristiana necesaria para la democracia, o de las bases del capitalismo para una clase media sólida, etc. A lo sumo, un estilo despótico sería sustituido por otro. La conclusión más utilizada era que las elecciones democráticas llevarían inevitablemente a la victoria de los "islamistas" fanáticos, quienes establecerían una brutal teocracia al estilo talibán, sino algo peor.

Parte de esto, por supuesto, es la propaganda deliberada, diseñada para convencer a los ingenuos estadounidenses y europeos de que deben apuntalar a los Mubarak regionales o la alternativa de caudillos militares. Muchos de ellos fueron muy sinceros: la mayoría de los israelíes creen realmente que los árabes, confiados en su propia mecánica, crearán regímenes "islamistas" asesinos, cuyo objetivo principal sería borrar a Israel del mapa. Los israelíes del montón no saben nada sobre el Islam y el mundo árabe. Como un general (de izquierda) israelí respondió hace 65 años cuando le preguntaron cómo veía el mundo árabe: "a través de mi fusil . Todo se reduce a un tema de "seguridad", y la falta de seguridad impide, por supuesto, cualquier reflexión seria.

Esta actitud se remonta a los inicios del movimiento sionista. Su fundador, Theodor Herzl, escribió en su famoso tratado histórico que el futuro Estado judío sería "un muro de civilización" contra la barbarie asiática (es decir, los árabes). Herzl admiraba a Cecil Rhodes, el abanderado del imperialismo británico que junto a sus seguidores compartió una actitud cultural que luego se extendería a toda Europa, y que Edward Said llama "Orientalismo".

Visto en retrospectiva, quizás fue natural, teniendo en cuenta que el movimiento sionista nació en Europa a finales de la era imperialista, y que tenía la intención de crear una patria judía en un país en el que otro pueblo -un pueblo árabe ya vivía. La tragedia es que esta actitud no cambió en 120 años y que hoy es más fuerte que nunca. Aquellos de nosotros que proponemos un camino diferente -y siempre hubo algunos resultan voces en el desierto.

Esto se hace evidente estos días en la actitud de Israel hacia los acontecimientos que agitan el mundo árabe y más allá. Entre el israelí común no había demasiada simpatía espontánea por los egipcios que se enfrentaban a sus opresores en la Plaza Tahrir contemplaban el espectáculo desde fuera, como si estuviera sucediendo en la Luna- La única cuestión práctica que los inquietaba era si se mantendría el tratado de paz entre Israel y Egipto. O si tendríamos que crear nuevas divisiones del ejército para una posible guerra con Egipto. Cuando casi todos los "expertos en seguridad" nos aseguraron que el tratado seguiría firme, la gente perdió interés en el asunto.

Pero el tratado -en realidad un armisticio entre los regímenes y ejércitos- sólo debería ser una preocupación secundaria para nosotros. La pregunta más importante es: ¿cómo será el nuevo mundo árabe?, ¿será la transición a la democracia relativamente suave y pacífica, o no? ¿Realmente sucederá? ¿O podría significar la posibilidad de que emerja una región islámica más radical? ¿Podemos tener alguna influencia en el curso de los acontecimientos?

Por supuesto ninguno de los actuales movimientos árabes está interesado en que Israel se involucre. Sería un abrazo de oso. Casi todos los árabes ven en la actualidad a Israel como un Estado colonial, un Estado enemigo de los árabes que oprime a los palestinos y se obstina en desposeer a los árabes tanto como sea posible, aunque en mi opinión también existe una admiración silenciosa hacia Israel por los logros tecnológicos y en otros terrenos.

Pero cuando pueblos enteros se levantan y emerge una revolución desafiando todas las actitudes arraigadas, existe la posibilidad de un cambio de las viejas ideas. Si los líderes políticos e intelectuales israelíes salieran a declarar hoy abiertamente su solidaridad con las masas árabes en su lucha por la libertad, la justicia y la dignidad, se podría plantar una semilla que daría sus frutos en los próximos años.

Por supuesto estas declaraciones realmente deben venir del corazón. Como táctica política superficial sería justamente despreciada. Deberán ir acompañadas de un cambio profundo de nuestra actitud hacia el pueblo palestino. Es por eso que la paz con los palestinos ahora, al mismo tiempo, es una necesidad vital para Israel.

Nuestro futuro no está con Europa o América. Nuestro futuro está en esta región, a la que pertenece nuestro Estado, para bien o para mal. No se trata sólo de un cambio de nuestras políticas, también nuestra perspectiva básica de orientación geográfica debe cambiar. Debemos entender que no somos una cabeza de puente de algún lugar lejano y sí parte de una región a la que ahora -por fin debemos unirnos en una marcha de semejantes hacia la libertad.

El despertar árabe no es una cuestión de meses o pocos años. Bien puede ser una lucha prolongada, con muchos fracasos y derrotas, pero el genio no volverá a la botella. Las imágenes de los 18 días en la plaza Tahrir se mantendrán vivas en los corazones de toda una nueva generación desde Marakksh hasta Mosul y cualquier nueva dictadura que emerja aquí o allá no será capaz de borrarlas. En mis sueños más dulces no podría imaginar un curso más sabio y más atractivo para nosotros los israelíes, que el de unirnos a esta marcha en cuerpo y espíritu.


(1) Frase acuñada por el autor en otro artículo al referirse a una declaración de Ehud Barak de la que se desprendía que los israelíes estaban rodeados de fieras salvajes dispuestas a devorarlos .

(*) Periodista y analista, publicada en Gush-shalom.org

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La deriva derechista en Europa

Por Mário Soares (*)

En los años setenta, Europa estaba gobernada por la familia del socialismo democrático o, como lo llamábamos, del socialismo en libertad (socialistas, social demócratas y laboristas) y por la familia demócrata cristiana, que era esencialmente europeísta y partidaria de la doctrina social de la Iglesia Católica.

Tras el colapso del comunismo y el advenimiento del neoliberalismo estadounidense, las dos familias, de acuerdo con las señales del tiempo, se dejaron persuadir por la "tercera vía" y por el dominio de los mercados que tiene como único valor al dinero y no a las personas.

Resultado: la mayor parte de los partidos del área socialista perdieron el poder, ya que para quien prefiere un gobierno de derecha es más lógico votar a los conservadores, mientras los demóxcratas cristianos, salvo raras excepciones, se olvidaron de la doctrina social de la Iglesia y, transformados en Partidos Populares, se colocaron en la derecha del espectro político. Las dos familias perdieron la influencia que tuvieron en sus buenos tiempos y, en algunos países europeos, pura y simplemente desaparecieron. Eran los años en los que los politólogos norteamericanos proclamaban el "fin de la historia" y la "muerte de las ideologías" (a excepción, claro, de la neoliberal).

Pero las circunstancias, por más contradictorias que parezcan, pueden imponernos transformaciones inesperadas. Creo que esto podría suceder como consecuencia de la crisis global que nos afecta, obligando a la Unión Europea, a pesar suyo, a cambiar el paradigma de desarrollo, para usar la expresión del Presidente Barack Obama.

No hablaré de la familia demócrata cristiana, a la que no pertenezco, sino sólo de la familia socialista, a la que no obstante todo me siento ligado. El dilema es simple: o muda de rumbo, lo que implica comprender las inquietudes del tiempo presente y dar respuestas a las necesidades de los trabajadores, los desempleados y los desfavorecidos, o pierde su razón de ser. Si no lo hace, el riesgo no es como algunos creeen que deje lugar a la izquierda radical, que está dos o tres décadas más atrasada que el socialismo democrático (trátese de comunistas, trotskistas o anacrónicos maoístas) sino que beneficie a una especie nueva de populismo de derecha que es sumamente peligroso,precisamente por su ausencia de ideología y de valores éticos.

Creo, por otra parte, que el socialismo democrático tiene otra oportunidad, si es capaz de renovarse y adaptarse a los cambios contemporáneos en los dominios de la ciencia, de la tecnología, de la Información, de los derechos individuales y colectivos y de los Estados en sus relaciones con la sociedad.

El Mundo está en rapidísima transformación y la Unión Europea, baluarte de las naciones democráticas y de los Estados de Derecho, en los últimos años ha perdido la orientación, ya que sus dirigentes no se muestran capaces de reaccionar, sea porque no comprenden los cambios, sea por falta de coraje. Pero la crisis global continúa y corroe el prestigio europeo, lo que representa para todos sus pueblos un terrible desafío.

Ha llegado la hora de que el socialismo europeo reflexione colectivamente sobre que representa hoy ser socialista, no sólo de nombre, sino en las esferas de las realizaciones y de los comportamientos. Debe desprenderse definitivamente del lastre del conservadurismo neoliberal, descubrir nuevos horizontes sociales que den esperanza a las personas, retomar los valores éticos, dignificar el trabajo y colocarse en la vanguardia de las mudanzas necesarias y posibles. Y es que se prodigue para erradicar la pobreza, en particular de los emigrantes, que son quienes más la padecen, así como para reducir sustancialmente las inaceptables desigualdades sociales existentes, principalmente en los Estados periféricos de la Unión como Portugal.

Es indudable que los partidos de la familia socialista se han anquilosado, al igual que las organizaciones internacionales que los abarcan: la Internacional Socialista -!quién la ha visto y quién la ve!- y el Partido Socialista Europeo. Es preciso insuflarles una ráfaga de aire fresco que los obligue a empuñar la bandera de los valores que ha descuidado, incluyendo aquel ingrediente de utopismo que hace falta para que las sociedades progresen. La familia socialista es hoy indispensable para el avance institucional de la Unión Europea y para que pueda ocupar el papel que merece en el escenario internacional.


(*) Ex Presidente y ex Primer Ministro de Portugal
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miércoles, 23 de febrero de 2011

Semana política


Síntesis GALMA


23 de febrero, 2011
 
¡Hola!  Adjuntamos los sucesos más interesantes de esta semana.

  1. La gran confrontación: AMLO VS Chuchos.
  2. Lecciones no  aprendidas para 2012.
  3. ¿Sin maíz no hay país?


La gran confrontación: AMLO VS Chuchos. La licencia solicitada por Andrés Manuel López Obrador al PRD se inscribe en una larga serie de episodios que han confrontado la estructura de fuerzas del partido, y  vislumbra, más que la ruptura definitiva, la continuidad de la confrontación. La solicitud de licencia responde a la aceptación del Consejo Político Nacional del partido a realizar una consulta popular para la formulación de una alianza con el PAN en la elección del Estado de México. La votación es significativa, tanto por sus consecuencias para la consolidación de una eventual alianza, como para la vida interna del PRD rumbo a la renovación de su dirigencia porque expresa numéricamente el apoyo con el que López Obrador cuenta dentro del Consejo del partido, el 36%. En vista de que los números en el Consejo no le favorecen, la amenaza de López Obrador –herramienta sistemática en su estrategia– va en dos sentidos: tener que enfrentarse a él en el Estado de México, además de a Peña Nieto; y hacer presión para que la nueva dirigencia del PRD no quede en manos de los chuchos. Es decir, la amenaza en realidad no pasa por renunciar del todo al partido. Y por otro lado, la dirigencia del PRD tampoco parece considerar seriamente expulsarlo. El factor clave es el tiempo. Es posible que si la actual dirigencia hubiera expulsado a López Obrador cuando tuvo oportunidad de hacerlo –al hacer campaña a favor de otro partido en elecciones previas– hubiesen tenido tiempo de consolidar su postura y, quizá incluso, la del candidato a la Presidencia que desean apoyar. Sin embargo, aun año de la elección presidencial el tiempo favorece a López Obrador, pues la ruptura que ocasionaría su expulsión dejaría al PRD con nulas posibilidades de éxito en 2012. Esta constante confrontación en el PRD puede remontarse a sus inicios. El partido se formó con un grupo que cobijaba un movimiento pragmático encabezado por Muñoz Ledo y uno ideológico en Cárdenas. Estas vertientes fueron compatibles en la medida en que buscaban la salida del PRI y llegar a la Presidencia. La situación ha cambiado mucho a lo largo de 20 años. Ni la ideología de López Obrador es la de Cárdenas, ni el pragmatismo de Ortega es el que manifestaba Muñoz Ledo. No obstante, sin haber llegado a la Presidencia, el desgaste de la ideología frente al pragmatismo es evidente. Por un lado, subsiste un puritanismo ideológico que se niega a establecer alianzas con el partido que, para él, es usurpador del poder. Y por el otro, el pragmatismo ha adquirido mayor importancia al acentuarse el éxito de las alianzas en los últimos años. Sin embargo, sin una visión clara, el pragmatismo del grupo de Ortega ha sido incapaz de sustituir la contribución ideológica de Obrador. Con una ideología intransigente y un pragmatismo incapaz, el PRD tendrá que seguir esperando para definir su cohesión y futuro.

Lecciones no aprendidas para 2012. La elección de 2012 se vislumbra como un proceso extraordinariamente complicado si la dinámica política que hasta hoy se percibe continua su marcha. Si bien en este momento el escenario de una elección tan competida como la de 2006 se antoja poco probable  –lo que facilitaría la gestión del proceso– lo cierto es que a pesar de la expectativa de triunfo que existe alrededor del PRI, los últimos ejercicios electorales demuestran que nada está escrito y nadie tiene la victoria asegurada. Y para una elección que no se resuelva por un margen significativo, los distintos actores políticos estarían creando condiciones poco favorables para la labor del arbitro de la contienda, el IFE, y más que poner en práctica las lecciones aprendidas, se tropiezan con los mismos obstáculos y ponen nuevos en el camino. demás del clima de descalificación mutua que se está construyendo entre partidos, el IFE atraviesa un claro periodo de fragilidad. De entrada está la falta de disposición de los partidos en el Congreso a nombrar a los tres consejeros faltantes, que además de afectar la operación del instituto, abre la puerta a la tentación de hacer cambios en el Consejo General del IFE como parte de una negociación política a conveniencia de los partidos y grupos de interés. Por otra parte, la confianza en el IFE está siendo minada desde diversas trincheras, tanto políticas como mediáticas. Un escenario similar atraviesan muchos de los institutos electorales en los estados. En el ámbito del diseño institucional del IFE, se le han otorgado muchas facultades pero pocos instrumentos para hacerlas valer y atribuciones crecientes sin recursos suficientes (institucionales y financieros) para operarlas. En el largo plazo, cuando esté obligado a procesar la gran cantidad de quejas que se pueden preveer y las reglas del juego sean difíciles de aplicar, será nuevamente la confianza en el IFE la que se verá afectada por el discurso político que le adjudicará la culpa de todos los males. A menos que la diferencia en la elección sea grande, se estarían gestando las condiciones para el conflicto.

¿Sin maíz no hay país?
Rara vez el Gobierno Federal ofrece una muestra tan clara de su estrategia para este año preelectoral: expandir la red de seguridad social. En esta ocasión, no se trata de un nuevo programa, sino de atender a un sector de la población al que tradicionalmente el PAN no ha estado asociado: el campo. Si bien las heladas que congelaron la producción de maíz blanco en el norte del país –y que minarán el ingreso de miles de campesinos este año– llegaron de sorpresa, la realidad es que este tipo de contingencias es común en el sector y los productores deberían estar preparados para ellas. Ante la coyuntura, y el hecho de que los campesinos no contaban con ningún seguro contra eventualidades naturales, se presenta una oportunidad de oro para que el Gobierno Federal capitalice la tragedia.Detrás del rescate –y de la aparente intención de promover una mayor productividad en el campo– está la expansión de una red electoral y un intento de golpear al voto duro del PRI. Se entiende que el Gobierno expanda la red de seguridad social a poblaciones más vulnerables que no tienen acceso a seguros privados para la producción. Pero, ¿por qué hacer transferencias a cultivos poco productivos? Si la intención fuera disminuir la vulnerabilidad de los productores del campo, el Gobierno podría aprovechar los desastres naturales para promover una migración de los campesinos a cultivos más productivos y redituables. El incentivo hacia las elecciones es muy claro: los productores de maíz en su mayoría constituyen bastiones priístas. Un rescate del Gobierno Federal buscaría precisamente minar su lealtad a ese partido. Hacia 2012 el PAN le apuesta a un crecimiento –bajo pero positivo– de la economía que reditúe en votos. Estabilidad es sinónimo de crecimiento y eso lo puede aprovechar el PAN, rescatar al campo en un momento de vulnerabilidad es como darle una mano estabilizadora (si bien no desarrolladora) que esperan tenga implicaciones positivas en lo electoral. Es decir, se continúan mezclando temas: por supuesto que se pueden tener objetivos sociales que busquen aplacar condiciones adversas para un sector de la población que está marginado. Lo que no funciona es decir que la intención es ayudar a los productores a mejorar su productividad, cuando en realidad se trata de acciones electoreras disfrazadas.

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martes, 22 de febrero de 2011

¿Quién gobierna Internet?

Por Mariano Blejman

¿Quién gobierna Internet? Si bien es una maraña burocrática tan compleja como un sistema político planetario, podría decirse que hay dos grandes organizaciones que manejan los hilos de la red: una es la Icann (Internet Corporation), que asigna números y direcciones, y por otro lado la Internet Society, que organiza y financia a la IETF (Internet Engineering Task Force), que trabaja sobre las mejoras tecnológicas. En términos concretos, si cada dispositivo que se conecta a Internet tiene un número IP (Internet Protocol), quien gobierna esos números es el “dueño” de la red.

Nadie sabe exactamente cómo fue que sucedió, pero el magister uruguayo Raúl Echeberría tiene en estos momentos tres de los cargos más importantes en el burocrático gobierno de Internet. Es por ello que escucharlo hablar sobre los boicots a Wikileaks, las censuras de Túnez o el “apagón” de Internet ocurrido en Egipto, aunque sea a título personal, es para prestar atención. “Lo que demostró el corte de Internet en Egipto es que sacarle a la gente el acceso a la red es una mala idea, incluso para quienes tienen malas ideas. Ni siquiera es malo moralmente, sino que no contribuye a lo que se quiere lograr”, dice Echeberría, en exclusiva desde Miami, donde se entregaron hace unos días las últimas direcciones de la red disponibles según el viejo formato.

El funcionario –que lleva diez años en la gobernanza de la red– entiende que no sólo los gobiernos hacen política, sino también las corporaciones. “Y aunque defiendan ciertos principios, son capaces de revisar esos conceptos en tiempos de crisis. Por ejemplo, en la discusión de la gobernanza de Internet siempre el gobierno de Estados Unidos ha emitido una posición de ‘cero participación’ de los gobiernos para dejar los modelos de autorregulación de la industria. En el caso de Wikileaks, aunque si bien hay cosas que no pudieron confirmarse, algunos oficiales estadounidenses optaron por ser intervencionistas en la difusión de información.”

Rubén Echeberría es, sin duda, la persona con más peso a nivel mundial en cuanto a la regulación de las direcciones IP (Internet Protocol). Es director ejecutivo de Lacnic, la organización que regula el uso de las direcciones para América latina y el Caribe. Es presidente de la Internet Society, organización que decide las cuestiones tecnológicas vinculadas con el funcionamiento de la red (fue creada e inicialmente presidida por Vinton Cerf, uno de los padres de Internet y ahora estrella de Google). Y es, de momento, presidente de la Number Resources Organization (NRO), entidad que nuclea a las cinco regiones del mundo que manejan la distribución de los números IP. De cualquier modo, su rol histórico más importante es la defensa de las direcciones para América latina.

Hace dos semanas, mientras el mundo tecnológico debatía sobre la caída de Internet en Egipto, la Icann –organización que Echeberría todavía no preside, pero quién sabe cuánto le falta– entregó a cada una de las cinco regiones los últimos números IPV4, que hasta ahora era la forma en que se comunicaban las computadoras a través de Internet. A partir de ahora, en dos años se acabarán los 4300 millones de IPV4. Cuando se creó en los años ’70, nadie pensaba que Internet tendría tal tamaño y que estas direcciones fueran a ocuparse totalmente. Pero advertidos de esta situación hará una década, el “gobierno” de Internet decidió implementar un nuevo tipo de comunicación: esta vez, se supone, habrá lugar para todos. El número exacto de IP disponibles en la versión 6 será de 340 282 366 920 938 463 463 374 607 431 768 211 456 direcciones.

La Icann tiene un directorio que representa los grupos de interés dentro de Internet: está conformado por los gobiernos, los proveedores de Internet, las asociaciones de usuarios, las empresas que compran y venden dominios, la comunidad técnica. Los registros regionales son organizaciones que funcionan como autogobiernos. Desde la semana pasada, la Icann no tiene más direcciones IPV4 en su poder: todas están en las organizaciones regionales y se irán acabando paulatinamente a medida que éstas se las entreguen a los proveedores. A diferencia de Asia o los países centrales, las 70 millones de direcciones entregadas a América latina durarán más tiempo. Como se dijo, manejar estas direcciones es manejar quién y cómo se usará Internet en el futuro. La nueva versión de estas direcciones –que tendrán números imposibles de recordar– requerirán un vasto trabajo de administradores de sistemas para empezar la migración. “La cantidad de direcciones nuevas alcanzan como para darle una dirección a cada grano de arena del desierto del Sahara”, dice Echeberría.

Ahora como presidente de la Internet Society, Echeberría asegura que en América latina hay un 40 por ciento de penetración de Internet. Y mientras mayor es el uso de la red, más impactan los problemas que hasta ahora parecían prioritarios del primer mundo. Uno de esos temas es el de la famosa pérdida de “neutralidad” de la red: esto es, que los proveedores de Internet hagan una diferencia entre distintos tipos de servicios para manejar el tráfico, o que prioricen la velocidad de contenidos propios por sobre contenidos no creados por ellos. “El tema de la neutralidad de Internet es uno de los más importantes del momento y del futuro más cercano”, dice Echeberría. “Internet es un éxito, básicamente, por los principios de neutralidad que tiene la red. Para poner un ejemplo: conocemos medios no neutrales como la televisión, donde se recibe contenido para abonados. Uno se conecta a la televisión con un proveedor, pero no tiene acceso a todos los canales sino sólo a aquellos que tienen contrato con el proveedor. Es un medio no neutral. La pérdida de neutralidad llevará a fragmentar la red.”

El otro gran tema, según Echeberría, es el problema de la privacidad que atrae la digitalización de las sociedades. “Está relacionado con el nuevo contexto de una Internet diferente, con otras aplicaciones, con otra cultura. Las implicancias en temas de privacidad son inmensas. Porque en aras de perseguir objetivos loables –y también porque la tecnología lo permite–, los encargados de la prosecución van más allá de lo que debiera ser aceptable en políticas de privacidad. Las empresas que proveen servicios de contenidos globales hacen un manejo de la información que muchas veces implica el manejo de datos personales, perfiles, preferencias de consumo. El usuario está amenazado desde varios puntos de vista y es necesario trabajar para mejorar la privacidad de los usuarios de Internet.” Echeberría cree que la penetración de Internet, la globalización de las relaciones sociales y la aparición de nuevos servicios son “un desafío para todos”.

Según Echeberría habrá que empezar a pensar el mundo de manera diferente: “Si ponés un mensaje en Twitter pensando que lo ven diez personas, deberías saber que lo pueden ver mil millones. La gente deberá estar más segura de lo que quiere decir, antes de decirlo en la red. Porque la demanda de mayor libertad de expresión –que para que algunos es muy natural– no aplica a toda la humanidad. No toda la humanidad vive en las mismas condiciones. Hay muchos países donde la libertad de expresión no es respetada”.
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Los cuatro mil millones que desaparecieron en un instante

Por Mike Whitney (*)

El 9 de agosto de 2007 hubo un episodio en un banco francés que desencadenó tal crisis financiera que acabaría llevándose por delante más de 30 billones de dólares en capital, y metiendo al planeta en la mayor recesión desde los tiempos de la Gran Depresión.

El suceso en cuestión fue descrito en un discurso del director ejecutivo de Pimco Paul McCulley, en la decimonovena edición de la Annual Hyman Minsky Conference on the State of the U.S. and World Economies (Conferencia Anual Hyman Minsky sobre el estado de las economías de los EEUU y el mundo. N.delT.). Este es un extracto de la exposición de McCulley:

"Si hubiera que elegir un día para lo que fue el Momento Minsky, éste fue el 9 de agosto. Y, de hecho, no ocurrió aquí en los EEUU. Ocurrió en Francia, cuando el Paribas Bank (BNP) dijo que no podía valorar los paquetes de activos hipotecarios tóxicos en tres de sus productos de inversión fuera de balance, y que debido a ello los inversores, quienes creían que podían salir en cualquier momento, estaban atrapados. Recuerdo ese día tan bien como el cumpleaños de mi hijo.

Y esto último ocurre una vez al año. Porque el desastre en cadena empezó ese día. De hecho, fue algo más tarde ese mismo mes cuando acuñé el término "Sistema Bancario Paralelo" durante el simposio anual de la FED en Jackson Hole. "Era solamente el segundo año que yo asistía al simposio. Me sentía algo sobrecogido, y básicamente me dediqué a escuchar la mayor parte de los tres días. Al final… me levanté y (parafraseando) dije 'Lo que está pasando es bien simple. Tenemos una fuga en el ‘Sistema Bancario Paralelo’ y el único interrogante es cómo de rápido va a retroalimentarse a medida que sus activos y sus obligaciones vayan regresando a los balances del sistema bancario convencional."

BNP ha estado llevando a cabo actividades de intermediación crediticia, es decir, cambiaba activos que se constituían con garantías de paquetes hipotecarios (MBS, por sus siglas en inglés) por préstamos a corto plazo en los mercados de derivados. Suena todo muy complicado, pero no es algo distinto a lo que hacen los bancos cuando toman los depósitos de sus clientes y los invierten en activos a largo plazo.

La única diferencia en este caso es que estas actividades no estaban reguladas, así que no había ningún organismo del gobierno encargándose de determinar la calidad de los préstamos o asegurándose de que las distintas entidades financieras estaban suficientemente capitalizadas para cubrir las eventuales pérdidas. Esta falta de regulación acabó por tener consecuencias catastróficas para la economía mundial.

Pasó casi todo un año desde que el impago de las hipotecas subprime empezase a propagarse en masa, hasta que el mercado secundario (donde se intercambiaban estos activos "tóxicos") se colapsó. El problema era simple: nadie sabía si las hipotecas que había detrás eran o no seguras, así que se hacía imposible ponerles un precio a los activos (MBS).

Ello creó lo que el profesor de Yale Gary Gorton llama un problema de e. coli (el nombre genérico para las bacterias que producen enfermedades como la salmonella. N.delT.), es decir, aunque solo se contamine una pequeña cantidad de carne, millones de libras de hamburguesas tienen que ser retiradas del mercado. La misma regla se aplica a las MBS. Nadie sabía cuáles de ellas contenían los malos préstamos, así que el mercado entero se paralizó y billones de dólares de garantías empezaron a perder valor.

Las subprime fueron la chispa que prendió la mecha, pero el mercado de las subprime no era lo suficientemente grande para hundir todo el sistema financiero. Ello requería mayores temblores en el sistema bancario paralelo. Este es un extracto del artículo de Nomi Prins que explica de cuánto dinero se trataba:

"Entre el año 2002 y el comienzo de 2008, aproximadamente 1,4 billones de dólares en hipotecas subprime correspondían a prestatarios que han quebrado como New Century Financial. Si esos préstamos fuesen nuestro único problema, sobre el papel la solución hubiese sido que el gobierno subsidiase esas hipotecas hasta un coste máximo de esos 1,4 billones de dólares. Sin embargo, y según Thomson Reuters, casi otros 14 billones de dólares en productos financieros complejos se crearon a partir de esas hipotecas, precisamente porque los fondos de inversión animaron a que se llevara a cabo tanto su producción como su dispersión. De este modo, cuando se llegó al máximo de desembolso público en julio de 2009, el gobierno había tenido que poner 17,5 billones de dólares para sostener la pirámide de Ponzi de Wall Street, en lugar de esos iniciales 1,4 billones ("Shadow Banking", Nomi Prins, The American Prospect)".

El sistema bancario paralelo se creó para que las grandes instituciones financieras que disponían de mucha liquidez tuviesen algún sitio donde poner su dinero a corto plazo y obtener la máxima rentabilidad. Por ejemplo, digamos que a Intel le sobran 25.000 millones de dólares en efectivo. Puede entregar el dinero a un intermediario financiero como Morgan Stanley a cambio de una garantía (los MBS o los ABS), y sacar a cambio un rendimiento razonable por su préstamo. Pero si aparece algún tipo de problema y se cuestiona la calidad de la garantía, entonces los bancos (en este caso Morgan Stanley) se ven forzados a llevar a cabo recortes y más recortes que pueden acabar colapsando el sistema entero. Eso es lo que pasó en el verano de 2007. Los inversores descubrieron que muchas de las subprime eran fraudulentas, así que miles de millones de dólares se retiraron rápidamente de los mercados financieros, y la FED tuvo que intervenir para evitar que el sistema se colapsara.

La regulación se establece para asegurar que el sistema funcione adecuadamente y para proteger a la gente ante el fraude. Pero la actividad bancaria es más provechosa cuando no hay reglas, así que los líderes del sector y sus grupos de presión han estado tratando de impedir los esfuerzos para introducir reformas. Y, en general, lo han conseguido. La ley Dodd-Frank (de reforma del sistema financiero) está plagada de lagunas y no resuelve realmente los problemas cruciales de la calidad de los préstamos, la disponibilidad de capital y le minoración de los riesgos. Los bancos siguen pudiendo conceder tranquilamente hipotecas a personas desempleadas con muchas posibilidades de no poder pagarlas, igual que hacían antes de la crisis. Y siguen pudiendo utilizarlas para producir complejos instrumentos de deuda sin mantener ni siquiera un mísero 5% del valor original del préstamo (esta cuestión sigue en disputa, de hecho). Además, las agencias gubernamentales no podrán forzar a las instituciones financieras a que incrementen su capitalización a pesar de que sigue habiendo el peligro de que una pequeña sacudida en el mercado pueda hacerles quebrar y poner en serio peligro el resto del sistema. Wall Street se ha salido de nuevo con la suya y ahora la oportunidad para un nuevo impulso regulador ha ya pasado.

El Presidente Barack Obama entiende donde radica el problema, pero también sabe que no va a ser reelegido sin el apoyo de Wall Street. Es por ello que hace sólo 2 semanas prometió en el Wall Street Journal que seguiría reduciendo la "gravosa" regulación que afecta a Wall Street. Su columna trataba de anticiparse a la publicación del informe final de la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera (FCIC, Financial Crisis Inquiry Commission), el cuál posiblemente hará recomendaciones de que se refuerce la regulación pública del sector. Obama torpedeó ese esfuerzo al ponerse del lado de las grandes finanzas. Ahora es cuestión de tiempo hasta que haya otro crack.

Este es un extracto de un informe especial del Banco Federal de Nueva York sobre el sistema bancario paralelo:

"En la víspera de la crisis financiera, el volumen de crédito intermediado por el sistema bancario paralelo era próximo a los 20 billones de dólares, es decir casi el doble de los 11 billones que intermediaba el sistema bancario tradicional. Hoy, esas mismas cifras son de 16 billones y 13 billones respectivamente… la debilidad de los proveedores de fondos al por mayor no sorprende cuando solamente se dispone de muy poco capital que respalde sus carteras de activos y en cambio los inversores tienen cero tolerancia a las pérdidas ("Shadow Banking", Federal Reserve Bank of New York Staff Report)".

Así que cuando Lehman Brothers se desintegró, entre 4 y 7 billones de dólares simplemente se convirtieron en humo. ¿Cuántos millones de empleos se perdieron debido a una mala regulación? ¿Cuánto se redujo el PIB, la productividad y la riqueza nacional? ¿Cuántas personas viven ahora de los cheques de comida estatales, o duermen al raso, o tratan de evitar la quiebra de sus negocios porque unas instituciones financieras desreguladas pudieron dedicarse a la intermediación del mercado de crédito sin que el gobierno las supervisara?

Irónicamente, la Reserva de Nueva York ni siquiera trata de negar el origen del problema: la desregulación. Ahí va lo que dicen en su informe: "Manejar la regulación fue la razón última de la existencia de muchos bancos en el sistema paralelo". ¿Qué quiere decir eso? Pues que Wall Street sabe perfectamente que es más fácil ganar dinero si se quitan las reglas… las mismas reglas que protegen al público de la depredación por parte de especuladores y avariciosos.

La única forma de arreglar el sistema es someter a la necesaria regulación a cualquier institución que actúe como un banco. Sin excepciones.


(*) Analista político independiente que vive en el estado de Washington y colabora regularmente con la revista norteamericana CounterPunch
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El giro de la Historia

Por Robert Fisk (*)

Luego de estar en Irlanda del Norte y vivir los días posteriores a la revolución portuguesa, llegué a Medio Oriente en junio de 1976 y me instalé en El Cairo con el encargo de cubrir una de las interminables negociaciones para poner fin a la guerra civil en Líbano.

Pero luego de comer vegetales sin lavar en un restaurante local me dio gastroenteritis –fiebre entérica es una frase tallada en muchas lápidas de Raj– y pasé noche tras noche con ratas en el estómago y chorreando sudor en el lino de la cama. La primera vez que me aventuré a la calle me desmayé sobre una banca de concreto de una parada de autobuses, entre un paso a desnivel y una plaza con pasos elevados de hierro quemante, repletos de egipcios que vociferaban.

Allí estuve inconsciente durante cinco horas. Nadie acudió en mi auxilio. Desperté adolorido, seguro de que el mundo árabe debía ser un lugar duro y cruel. Hasta escribí mi renuncia al puesto de corresponsal del Times en Medio Oriente… luego de una semana de haber sido contratado.

La mugre de la estación de autobuses, el olor a orines, el caliente estalinismo de concreto del edificio Mugama a mis espaldas –monstruosidad estajanovista donde día tras día buscaba la extensión de mi visa– me convencieron de que no podía trabajar en la fétida dictadura de Anuar Sadat. Mi enfermedad era lástima de mí mismo. La plaza se llamaba Tahrir.

Casi 36 años después, he merodeado por este sitio como si fuera mi hogar, con sus decenas de miles de valerosos demócratas exigiendo un Egipto que ni yo ni ellos llegábamos siquiera a soñar. De hecho, muchos de los jóvenes hombres y mujeres que se acercaban a todo extranjero gritando ¡Viva Egipto! no habían nacido cuando yo yacía en esa banca de concreto. La estación es hoy el edificio de un nuevo hotel –que ha servido de baño común en las pasadas tres semanas, el olor a orines aún está allí–; el Mugama, tan terrible como siempre, está vacío, pues sus legiones de burócratas han sido impedidos de entrar a la plaza por los revolucionarios del nuevo Egipto.

La historia ha llegado en grandes sorbos, a veces sangrientos, casi siempre valerosos, inspiradores, terribles. He descrito un círculo completo. Gracias al cielo nunca envié esa renuncia al Times. Supongo que los reporteros, al igual que las naciones, crecen; la perspectiva es un raro instinto. Lo que hace tres décadas y media eran notas para un periódico –la dictadura de Sadat pronto fue sucedida por la todavía más deprimente de Mubarak– se convirtió esta semana en una epopeya en pantalla ancha, con un elenco de millones: una historia imperecedera de libertad contra la represión del Estado.

Resulta extraño cómo el mundo del cine logra capturar la realidad. En El tercer hombre hay un momento maravilloso en el que dos oficiales británicos esperan junto a una pared en la Viena de posguerra con la esperanza de atrapar al multiasesino Harry Lime. De las sombras no surge Lime, sino una extraña criatura con unos globos en la mano, que pregunta en voz baja a los soldados si quieren comprar uno.

Hace un par de semanas me abría paso boqueando por la calle Champollion, frente a la plaza Tahrir, con Cecilia Udden, de la televisión sueca. Ambos teníamos náuseas por los vapores del gas lacrimógeno, el lugar vibraba con los disparos de pistolas aturdidoras de la policía de seguridad del Estado, y entonces una figura ataviada con una túnica salió de una calle lateral y se nos acercó entre el humo, agitando algo en la mano. ¿Papiro?, preguntó en tono lastimero. ¿Una imagen de Ramsés Segundo?

Grandes son los contrastes de la historia, y no siempre cómodos. Mi colega Don Macintyre (quien se parece a Jack Hawkings en el papel del general Allenby en Lawrence de Arabia) entrevistó a una pareja de británicos que se iba de Egipto, en el aeropuerto de El Cairo. Cuando les pidió sus nombres, ella se negó porque, dijo, trabajaba en un departamento del gobierno en Gran Bretaña. En la plaza Tahrir, egipcios que corrían peligro de ser arrestados al instante por los esbirros de Mubarak nos daban con orgullo su nombre completo, ansiosos por demostrar su fe en la libertad y su desprecio por la policía. ¿Qué nos dice esto sobre nosotros? El Egipto antimubarakita nos enseña una cosa; la Gran Bretaña cameronita, otra muy distinta.

Y luego está el hombre que quería ser rey, Omar Suleiman, charlando con periodistas de la televisión egipcia, confiado, amistoso, paternalista. Luego, de pronto, advirtió a los reporteros que murciélagos salidos de la noche están aterrorizando al pueblo egipcio. ¿Estaría en sus cabales? Allá por la década de 1930, mi padre, subtesorero en el municipio de Birkenhead, descubrió que un amigo había sido encerrado en lo que entonces se llamaba un asilo para lunáticos. Fisk al rescate.

Bill se presentó en el asilo, escuchó la racional explicación de su amigo de que se había cometido un terrible error, y se ofreció de inmediato a llevarlo a las autoridades de salud para que se enmendara el entuerto. Pero no puedo irme, anunció de pronto el amigo, metiendo los dedos en un enchufe eléctrico. Mira, soy un foco; si me llevas, todas las luces del asilo se apagarán.

¿Será Omar Suleiman un foco? Qué occidental me muestro al preguntar eso. En la poesía árabe, donde la metáfora es tan distintiva como lo era en la poesía británica de principios del siglo XVII, la expresión murciélagos de la noche casi siempre se refiere a una criatura espantosa que surge sólo en la oscuridad, con una ciega capacidad de infundir terror. Suleiman hablaba casi de seguro de los ladrones e incendiarios que han atacado los hogares egipcios en las noches –muchos de esos murciélagos, pero no todos, han sido policías vestidos de civil, una distinción que Suleiman sin duda no hizo–, y de este modo la tradición literaria árabe se fundió con la retórica de una dictadura agonizante.

¿En verdad agonizaba?, nos preguntamos durante las pasadas tres semanas. La misma pregunta se hacían los manifestantes de la plaza Tahrir, porque las revoluciones, los levantamientos, intifadas, las explosiones políticas, no tienen reglas ni calendarios. Como en toda página en la historia, al mirar al espejo tenemos que esperar con paciencia el valor, la sangre y la traición.

La noche del jueves esperábamos que Mubarak se fuera, pero el anciano se volvió a su pueblo con un discurso de tal narcisismo y autoengaño que nos quitó el aliento. Él era el auténtico foco, el verdadero murciélago salido de la noche. La noche del viernes, el murciélago voló.


(*) Periodista, uno de los mayores expertos sobre Medio Oriente
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Egipto, un fracaso neoliberal

Por Hedelberto López(*)

Con los sucesos acaecidos en las últimas semanas en Egipto se ha puesto de manifiesto, una vez más, que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de una nación no implica la mejoría de los problemas económicos y sociales que padece la población y los peligros que conllevan la aplicación de las políticas neoliberales impulsadas por Estados Unidos y organizaciones financieras como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Este enorme país de milenaria tradición cultural, principal aliado árabe de Estados Unidos en el Medio Oriente y que parecía disfrutar de las bondades de las políticas neoliberales introducidas en la década de 1990, escondía en su interior una potente “bomba” social.

Obstinados por las penurias que los afectan, millones de egipcios han salido por las principales ciudades egipcias para exigir mejores condiciones de vida y pedir la renuncia del presidente Hosni Mubarak a quien no le quedó más remedio que aceptar la mayoritaria decisión del pueblo. En las revueltas han perecido más de 300 personas y varios miles resultaron heridas.

Después de una fuerte crisis financiera, a partir de los años 90 del pasado siglo, el país árabe abrió completamente sus puertas a una economía de libre mercado y de privatizaciones que atrajo las inversiones extranjeras y benefició a varios sectores de la población

Surgieron por sus ciudades modernos complejos comerciales y residenciales, expresión de las pujantes clases alta y media que incrementaban sus capitales. Pero esa exuberancia no llegaba al grueso de la población constituida por 84,5 millones de habitantes.

Según el FMI, Egipto es la cuarta economía del Medio Oriente con un PIB de 217.000 millones de dólares y sus sectores vitales son el turismo y los servicios que cobra por el paso de más de 40.000 embarcaciones anuales por el Canal de Suez, en su mayoría petroleras que transportan crudo hacia Europa.

Egipto representaba para la propaganda occidental uno de los mejores ejemplos de las virtudes de la aplicación de políticas neoliberales de libre comercio, pues hasta en los años de crisis económica internacional su PIB crecía anualmente.

En 2009 el PIB se ubicó en 4,7%, en 2010 llegó a 5% y se preveía que para 2011 alcanzara el 6%. Estos números confirman que el aumento de PIB no implica que se resuelvan las principales necesidades del grueso de los habitantes como son el acceso a la salud, la educación, vivienda y alimentación, entre otras.

Según datos proporcionados por el FMI, el 40% de los egipcios (34 millones) vive por debajo de la línea de pobreza con menos de dos dólares diarios, que no alcanzan ni para una comida. Los subsidios que otorga el gobierno son ínfimos en comparación con los gastos de vivienda, electricidad, salud, educación, agua, etc.

Como un gran terremoto social, todos los problemas han surgido en un momento por la geografía egipcia.

Datos de BBC Mundo indican que el déficit presupuestario se cifra en 8% del PIB, la inflación general llegó a 10% y la de los alimentos asciende a cerca de 17%. Por este motivo, en 2009 hubo grandes revueltas en El Cairo, Alejandría, Suez y otras ciudades.

La deuda exterior del gobierno y de las personas que han recibido créditos se incrementan con extrema rapidez, mientras que los analistas y Organizaciones no Gubernamentales estiman que el desempleo afecta al 25% de la población.

Alrededor del 12% de la fuerza laboral trabaja en sectores relacionados con el turismo, lo que hace suponer que si las revueltas populares aumentan, mayores serán los problemas para Egipto que depende en grado sumo de la industria sin humo.

Los ingresos por servicios turísticos alcanzaron en 2009 los 11.600 millones de dólares y en 2010 se estima que sobrepasaron los 14.000 millones por el aumento del número de viajeros que fue del 23% en comparación con el año anterior.

Con los disturbios y tensiones actuales, las acciones de las compañías aéreas y las agencias de viajes vinculadas a Egipto y a esa región han caído, muchos turistas han abandonado el país y a los posibles viajeros se les recomiendan que pospongan la visita o se dirijan a otros lugares.

El otro grave problema para la economía egipcia, y también para la mundial pues ya el costo del barril de petróleo sobrepasó los 100 dólares, fue la amenaza de cierre del Canal de Suez.

Este es un enlace de 120 kilómetros de longitud que une el Mar Rojo y el Golfo de Suez con el Mediterráneo y por donde pasa una importantísima cantidad de la producción del crudo mundial.

Su clausura habría implicado que los buques que se desplazan por esa vía marítima de Asia e Europa, o viceversa, tendrían que realizar el recorrido por el Cabo de Buena Esperanza de África, es decir, 9.650 kilómetros más de extensión con la consecuente extensión del tiempo de travesía y de costo por transportación.

La utilización del Canal de Suez representó para El Cairo una entrada de 4.770 millones de dólares en 2010, cifra que aumenta cada año por la cantidad de embarcaciones que lo atraviesan.

Varias compañías suspendieron las operaciones durante las manifestaciones y disturbios, entre ellas el grupo AP Moller-Maersk, (la más grande del orbe en el transporte de contenedores) y sus filiales Maersk Line, Safmarine y Damco.

Los alzamientos masivos han echado por tierra la propaganda occidental que ponía a Egipto como modelo de desarrollo neoliberal y de libre comercio.

El principal aliado estadounidense en el norte de África, a quien Washington asigna 1.500 millones de dólares anuales en ayuda militar, estaba subido a un iceberg que al derretirse ha dejado ver en la superficie un lodazal donde miseria, desigualdad y desempleo enfangan a sus habitantes.


(*) Periodista Candidato a Doctor en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de La Habana,

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jueves, 17 de febrero de 2011

Semana política


Síntesis GALMA


17 de febrero, 2011
 
¡Hola!  Adjuntamos los sucesos más interesantes de esta semana.

  1. De cómo una francesa puso en jaque la política exterior.
  2. Educación pública, deducibilidad y debacle.
  3. Paradojas a las orillas del Río Bravo.  


De cómo una francesa puso en jaque la política exterior. La capacidad del sistema penal mexicano de proveer justicia está siendo cuestionada en el mundo. Esta vez no es la violencia ni la impunidad ni el narcotráfico; no se trata de los criminales que deberían estar en la cárcel y no lo están, sino de las personas que, tras un juicio colmado de violaciones al debido proceso, cumplen penas en prisión. Desde el pasado 11 de febrero, la sentencia de Florence Cassez es inapelable, lo que ha encendido las alarmas en la relación de México con Francia. Tanto la sociedad mexicana como la francesa aún se preguntan si Cassez es inocente o culpable. El problema es precisamente ese, la duda es razonable. Las autoridades reconocieron un año después de la aprehensión de Cassez, a través de comunicados oficiales, que durante su detención sucedieron importantes anomalías. No sólo la retuvieron de manera ilegal  durante 24 horas antes de presentarla al Ministerio Público, sino que transmitieron en medios una recreación de la detención. Este es el caso de Cassez pero pudo ser cualquier otro. Por ejemplo, el caso de los 40 indígenas que tuvieron que ser liberados después de haber sido acusados, con pruebas falsas, de la matanza en Acteal, o el caso de Alma Yareli, en Guanajuato, que fue acusada de homicidio tras haber sufrido un aborto natural. Al final, la enseñanza es que el Ministerio Público puede crear historias que el Poder Judicial termina por validar. Por supuesto, esto no sucede en todos los casos, pero no hay las herramientas para saber cuándo se está frente a alguien culpable o inocente. Es decir, el sistema de procuración de justicia en México sufre de un problema de legitimidad. Este no es un tema menor cuando se entiende que el proceso penal es el máximo garante de un derecho fundamental: la libertad. Las implicaciones son aún más graves, ya que no es posible concebir un Estado democrático donde la procuración de justicia es y se percibe como arbitraria. 

Educación pública, deducibilidad y debate. El decreto firmado y anunciado por el Presidente Calderón para permitir que padres de familia deduzcan una porción de la colegiatura de sus hijos tiene nombre y apellido: la clase media mexicana, en donde se ubica el mercado electoral del PAN. El porcentaje y monto que se puede deducir depende tanto del nivel de ingreso del jefe de familia como del nivel educativo de los hijos. Lo positivo es que se podría generar un  ahorro significativo a las familias (que potencialmente se reinvertiría en la economía a través del gasto). Al mismo tiempo, el decreto obliga a que el sector educativo privado se formalice, ya que para poder ser deducible el pago de la colegiatura de su centro de estudios, éste deberá estar formalmente constituido, registrado ante la autoridad educativa respectiva y estar al corriente en sus obligaciones fiscales. Ello convertirá a los padres de familia en supervisores de las escuelas privadas. La medida tiene como su principal debilidad su carácter de decreto y no de reforma a una disposición fiscal federal (una reforma a la Ley de Ingresos de la Federación, por ejemplo), por lo que pude ser cancelada a voluntad del Ejecutivo Federal y no hay garantía que perdure en el tiempo y trascienda sexenalmente. Esto hace que sus principales críticos la califiquen de electorera y oportunista, con clara intención de beneficiar a dos precandidatos a la Presidencia de la República: Ernesto Cordero, Secretario de Hacienda y Alonso Lujambio, Secretario de Educación. Políticamente, ante el descontento por el decreto en el PRI, se abre un frente para al menos uno de los voceros de la iniciativa, el Secretario de Educación. Sin embargo, las críticas han sido muy deficientes: La primera, que acusa la medida de ser electoral es infundada si se considera que todos los políticos deben ser evaluados en las elecciones por las decisiones que tomaron y ésta es sólo una de esas. La segunda, que acusa la iniciativa de promover la demanda por educación privada, y por lo tanto, reduce los incentivos del Gobierno Federal para mejorar el sistema público, también es deficiente. El verdadero problema y es uno que no debe ser eclipsado es que cada peso dedicado a la educación pública en México hoy no ha dado los resultados que el país requiere.

Paradojas a las orillas del Río Bravo. No es la primera vez ni será la última que se emitan diagnósticos y declaraciones en Estados Unidos que muestran a un Estado mexicano en jaque. Se han visto desde las declaraciones de Joseph Westphal, Subsecretario del Ejército, que encendieron luces de alarma, hasta acciones como la preocupación manifestada por Janet Napolitano ante el Congreso estadounidense acerca de una eventual alianza entre terroristas y narcotraficantes mexicanos. Es evidente que el problema de México tiene implicaciones serias para la política interna de nuestro vecino y los diversos actores están obligados a considerarlas y tomar decisiones al respecto. Ante esta realidad, la respuesta del Gobierno Federal ha sido más visceral y reactiva que estratégica y proactiva. Por ejemplo, se exigieron pruebas concretas y se llamó a respetar la soberanía nacional. Sin embargo, esta actitud tiene poco sentido, sobretodo cuando al mismo tiempo se están dando hechos como el asesinato de un agente migratorio estadounidense en San Luis Potosí y existen zonas concretas donde el gobierno no podrá frenar la violencia de un día para otro. El tema de fondo no está en si existen opiniones divergentes o no en la administración de Obama respecto a México, sino en reducir la incertidumbre que causan en nuestro país cada vez que se vuelven públicas. Una característica recurrente de la política exterior mexicana en los últimos años es la enorme incapacidad para definir, con precisión, cuál es el interés nacional. En la medida en que México defina con claridad qué quiere lograr de su relación con Estados Unidos, sabrá mejor cómo reaccionar ante determinadas declaraciones. Y esto incluye el tema de seguridad. El siguiente paso sería encontrar qué es relevante para Estados Unidos y accionar una plataforma conjunta.

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Cinco mitos sobre la revolución egipcia

1. Facebook derrotó a Mubarak

No. Hay un chiste que ha estado circulando en Egipto en las últimas semanas y que dice algo así: Hosni Mubarak se encuentra con Anwar el Sadat y Gamal Abdel Nasser, también presidentes egipcios, en el más allá. Mubarak le pregunta a Nasser cómo ha acabado allí. “Veneno”, dice Nasser. Mubarak se dirige entonces a Sadat. “¿Cómo acabaste tú aquí”, pregunta. “La bala de un asesino”, dice Sadat. “¿Y tú?”. A lo que Mubarak contesta: “Facebook”.

No hay duda de que la comunicación a través de las redes sociales ha sido un factor crítico en el derrocamiento de Mubarak. Grupos como el Movimiento Juvenil 6 de Abril y la página de Facebook We Are All Khaled Said [Todos somos Khaled Said], que fueron los primeros en convocar las protestas del 25 de enero que provocaron el levantamiento, tuvieron un importante y arriesgado papel en la ruptura de la barrera del miedo que había hecho quedarse a los egipcios en sus casas.

Pero la explosión popular que condujo al derrocamiento de Mubarak no fue una simple cuestión de hacer llamamientos a protestar desde Facebook; fue el producto de años de rabia y frustración reprimida ante la corrupción y el abuso de poder que se habían convertido en los sellos distintivos del régimen egipcio. Los organizadores midieron cuidadosamente sus mensajes para conseguir atraer a las masas y eligieron una fecha —una festividad nacional destinada a celebrar el papel de la policía, odiada de manera generalizada— que tendría un amplio eco. Al margen de Internet, intentaron introducirse en redes existentes a nivel local y crear las suyas, como el millón de personas que firmó una petición exigiendo cambios políticos fundamentales. Una vez que las fuerzas de seguridad abandonaron la escena, los manifestantes tuvieron cuidado de mostrar su respeto por el Ejército, formando cadenas humanas en torno a los vehículos militares para evitar cualquier incidente que pudiera estropear el estribillo de que “el Ejército y el pueblo son una misma mano”. Y, como un líder clave de las protestas, Wael Ghonim, declaró a 60 Minutes el domingo 13 de febrero, se vieron enormemente beneficiados por la propia “estupidez” del régimen. El corte de Internet motivado por el pánico, su recurso a tácticas de eficacia comprobada, como la contratación de matones para que llevaran a cabo el trabajo sucio, y el no haber sido capaces de ofrecer ningún camino alternativo coherente para el cambio.

2. Obama merece reconocimiento por la revolución

Sí, pero sólo un poquito. Es cierto que en los primeros días de la revolución, el equipo de Barack Obama se mostró lento a la hora de posicionarse en su totalidad del lado de quienes protestaban, empezando por las declaraciones de la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, de que Egipto era “estable” y siguiendo con la negativa del vicepresidente, Joseph Biden, a llamar “dictador” a Mubarak y con las afirmaciones de Frank Wisner, el enviado de la Casa Blanca —más tarde desautorizado—, quien dijo que era “crucial” que el líder egipcio se mantuviera en el poder.

Cuando la gente de Obama no andaba confundiendo sus argumentos, se dedicaba a ofrecer malos consejos, como en el caso del Departamento de Estado, que debilitó la posición de los manifestantes al animarles a entablar un “diálogo” con el recién nombrado vicepresidente, Omar Suleimán. Pero éste, un hombre de Mubarak encargado del trabajo sucio del presidente, a quien Clinton acogió como inverosímil agente de la transformación democrática, por supuesto no tenía ninguna intención de llevar a cabo unas negociaciones o un diálogo genuinos. En su lugar, organizó un debate unidireccional con la oposición leal —una colección de infortunados partidos con escaso o ningún apoyo en la calle— mientras se negaba a tratar con los representantes de los movimientos juveniles de la plaza Tahrir. Luego emitió una declaración muy poco sincera ofreciendo solo reformas simbólicas y culpando a los “elementos extranjeros” por la sublevación. Después, manifestó que los egipcios carecían de una “cultura democrática”.

Por otro lado, los funcionarios estadounidenses de manera sistemática, y con creciente impaciencia, condenaban el uso de la fuerza contra los manifestantes y animaban al Ejército egipcio a hacer todo lo que estuviera en su poder para evitar el derramamiento de sangre. En un momento dado, la Casa Blanca incluso dio a entender que Estados Unidos estaba revisando su paquete de ayudas militares por valor de 1.300 millones de dólares (unos 960 millones de euros). El presidente Barack Obama, mientras tanto, resistía fuertes presiones por parte de aliados como Israel y Arabia Saudí, que le animaban a respaldar a Mubarak hasta el final, mientras rechazaba los consejos de expertos que exigían que hiciera un llamamiento público y claro al dictador para que abandonara el poder —un paso que habría seguido el juego a la estrategia del régimen de dibujar a los manifestantes como agentes extranjeros—. En su conjunto, lo mejor que podemos decir del equipo de Obama es que no la fastidió demasiado. Hasta que se hizo obvio para todos que el autócrata iba a caer, Washington pareció estar nadando todavía entre dos aguas, intentando buscar un equilibrio entre sus lazos estratégicos con el Gobierno y su genuino deseo de ver colmadas las aspiraciones del pueblo egipcio. Al final, esas posiciones demostraron ser imposibles de conciliar.

3. Los Hermanos Musulmanes gobernarán Egipto

No. Aunque el movimiento islamista es sin ninguna duda el partido de oposición política más organizado de Egipto por el momento, éste ha manifestado explícita y en repetidas ocasiones que no busca la presidencia. Por ahora, los Hermanos Musulmanes han  ofrecido todo su apoyo al responsable retirado de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, Mohamed el Baradei, un liberal secular que jugó un papel fundamental como catalizador de las protestas. No está claro si el propio el Baradei busca ser el próximo mandatario, aunque ha dicho que se presentaría como candidato si se lo piden.

Y en cuanto a los miembros del partido en sí mismos, no representan más de un 20% de la población egipcia. Y ahora que la masa pública ha sido movilizada y revitalizada por llamamientos a favor de la libertad y la buena gobernanza —no del islam— el movimiento se arriesga a ser empujado a los márgenes de la vida política. Los egipcios son un pueblo religioso, pero la mayoría muestra pocos deseos de ser dirigidos por decretos coránicos.

No cabe duda de que los Hermanos Musulmanes pueden hacer salir a la calle a mucha gente, en especial en bastiones como Alejandría o en las ciudades del Delta del Nilo. Pero hay que destacar que el grupo no respaldó de manera oficial la ronda inicial de protestas. (Un líder de la Hermandad, Essam el Erian, incluso dijo que “en ese día todos deberíamos estar celebrando juntos” en lugar de protestando contra la policía). Es cierto que su facción más joven sí jugó un papel importante en la defensa de las barricadas en la plaza Tahrir, mientras que sus redes en el exterior fueron cruciales aportando suministros para sostener las marchas. Pero no está claro lo leales que pueden ser a una cúpula dirigente más mayor que no fue capaz de enfrentarse directamente a Mubarak durante décadas. Una amplia coalición secular de juventudes que sepa venderse como la verdadera guardiana de la revolución, tendría un enorme atractivo en las urnas, incluso para los seguidores jóvenes de la Hermandad, según me confirmaron muchos egipcios.

4. La revolución ha terminado

Quizá. La mayor parte de los revolucionarios que ocuparon la plaza Tahrir durante las últimas tres semanas se han marchado a sus casas, y líderes políticos clave —como el liberal Ayman Nour— dicen que sus principales demandas han sido satisfechas. Mubarak, su Parlamento amañado y su Constitución anti democrática ya no están, y Egipto parece estar floreciendo bajo el gobierno militar de transición, mientras los medios de comunicación estatales dan la bienvenida a la revolución y los egipcios de a pie comienzan a debatir sobre política por primera vez. El Ejército ha prometido traspasar el poder a un gobierno civil y elegido en las urnas en un plazo de seis meses.

No obstante, la caída del autócrata representa sólo el hundimiento parcial de su régimen. Muchas figuras destacadas han abandonado el odiado Partido Democrático Nacional, que vio incendiada su sede el 28 de enero, pero su inmensa maquinaria electoral todavía existe. Cientos de mini Mubaraks —duros mandatarios provinciales y corruptos funcionarios locales— controlan las provincias. El ministro del Interior, aunque muy disminuido, sigue en funcionamiento, al igual que el temido aparato estatal de seguridad del que era presidente. Su último Gobierno, liderado por un ex general de las Fuerzas Aéreas con estrechos vínculos con él, no ha sido reemplazado, y no está claro el papel que asumirá Omar Suleimán de ahora en adelante.

Hasta el momento no existen garantías de que el mubarakismo sin Mubarak no vaya a regresar —todo lo que tenemos es la palabra de una junta que no ha sido elegida por votación y que está liderada por generales colocados en su puesto por el propio ex dirigente—. El Ejército egipcio ha pasado a ocuparse de las huelgas ilegales, que se han extendido por todo el país durante los últimos días, en los que miles de trabajadores públicos —incluyendo, aunque parezca increíble, a oficiales de policía que pretenden conseguir sueldos más altos— han aprovechado el momento para hacer valer sus propias exigencias. Si la huelga va a más, habrá que tener cuidado: Egipto podría dirigirse a un prolongado periodo de inestabilidad en vez de a uno de consolidación democrática. Lo que está pasando en Túnez, donde las sucesivas oleadas de protestas han conducido a una espiral de recriminaciones y dimisiones de alto nivel, podría muy bien suceder a continuación en El Cairo.

Otro peligro es que si no se mejoran con rapidez las vidas de los más pobres del país, un 40% aproximado de los cuales vive, según algunas informaciones, con menos de 2 dólares al día, podría producirse una reacción violenta. La revolución puede haber triunfado, pero ha herido en profundidad la economía egipcia, que depende fuertemente del turismo y es vulnerable a las fluctuaciones en el precio de los productos básicos, como el trigo.

Y no olvidemos que los organizadores de las protestas han convocado concentraciones semanales todos los viernes hasta que todas sus demandas —incluyendo la liberación de todos los detenidos políticos y la instalación de un gobierno provisional de unidad nacional— sean satisfechas. Como me dijo uno de ellos: “Sabemos cómo encontrar la plaza Tahrir”.

5. El país X es el siguiente

Es demasiado pronto para decirlo. A medida que se producen manifestaciones en Argelia, Bahrein, Jordania, Libia y Yemen, es fácil imaginar que las protestas populares puedan barrer toda la región expulsando a los autócratas desde Rabat a Riad. Con claridad, lo que ha pasado en Egipto, el corazón palpitante del mundo árabe, no se quedará allí.

No obstante, los revolucionarios de El Cairo tenían unas pocas ventajas especiales. Junto a su enorme aparato mediático estatal, entre los mayores  del mundo, el país podía presumir de contar con periódicos independientes y una sólida, aunque asediada, sociedad civil que había aprendido mucho en sus años de trabajo contra el régimen (varios de los organizadores clave de las protestas, como Ahmed Maher y Zyad el Elaimy, eran veteranos de Kefaya, uno de los primeros movimientos anti gubernamentales). Los reporteros y expertos egipcios eran a menudo hostigados, pero podían escribir lo que quisieran siempre y cuando no cruzaran ciertas líneas rojas, como tratar la salud del presidente o ahondar demasiado en acuerdos empresariales corruptos. Internet era controlada, pero no directamente censurada. Cientos de periodistas extranjeros tenían experiencia y contactos en Egipto y podían difundir información sobre lo que estaba pasando. Y dados los estrechos lazos entre el Pentágono y el Ejército egipcio, Estados Unidos contaba con una influencia que podía haber ayudado a evitar una represión mucho peor. Otros movimientos de protesta no tendrán tanta suerte. Los líderes de oposición en otros países árabes tendrán que encontrar sus propios caminos a la victoria basados en su situación local; fijar solo una fecha y hacer un llamamiento a la gente para que se eche a las calles no funcionará. Y ahora se enfrentan a gobernantes aterrorizados que ven con claridad que necesitan adaptarse, aunque ninguno de ellos renunciará a un ápice de poder real. Algunos, como los monarcas de Bahrein y Kuwait, intentarán desactivar cualquier efecto Túnez repartiendo montones de dinero, mientras otros, como el rey Abdalá II de Jordania, están despidiendo a sus gobiernos y prometiendo reformas políticas una vez más. Los peores del lote, como Muamar el Gadafi, de Libia, y Bashar Assad, de Siria, optarán por una mayor represión.

El cambio está llegando al final al mundo árabe. La única pregunta es cuán rápido y doloroso va a ser.

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